¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 23 de octubre de 2017

V Marcha BTT Monfragüe Reserva de la Biosfera 2017 - 22/10/2017 - Por Jaime

En esta entrada Jaime narra su experiencia en esta marcha no competitiva y como me gusta hacer, copio y pego tal cual.
¡Gracias, Jaime, por compartirlo!

"Tengo que comenzar diciendo que este tipo de rutas organizadas no son de las que más me gustan, demasiada pista, demasiado llano y demasiada gente. Me encantan los senderos y los tramos técnicos, soy de la opinión que una buena ruta tiene que tener un mínimo de ascenso acumulado donde todos nos podamos poner en nuestro sitio y por otro lado no me gustan para nada las aglomeraciones y menos los tapones y caídas que producen.

Después de (hace años) haber realizado esta misma ruta en su primera edición no había sentido la curiosidad de volver a participar en la misma. También es cierto que intento ir todos los años a una nocturna que se organiza en Serrejón compartiendo parte del mismo recorrido y de la cual sí disfruto, sobretodo de la barbacoa del final.


Como indica el título la ruta transcurre por parte de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe entre los pueblos de Serrejón, Toril y Casatejada alternando la organización la salida y la meta cada año. En esta ocasión le tocaba a Toril, un pueblo muy pequeño pero que sería la envidia de otros mayores únicamente por la calidad y cantidad de instalaciones disponibles para realizar este evento.

Este año tampoco tenía pensado asistir a la ruta por todo lo comentado anteriormente además de que estoy muy falto de entreno (no más de 200 km totales este año), pero desde hace varias ediciones con la inscripción la organización regala un maillot conmemorativo el cual este año me llamó poderosamente la atención. Después de hablar con algunos compañeros del grupo nadie tenía la intención de asistir, así que desistí.

Hace tres semanas y hablando con uno de los patrocinadores de otras ediciones este me ofreció una invitación para asistir, eso sí, sin poder asegurarme que dispondría de maillot. Fue el puntito que me hacía falta para decidirme así que acepté sin dilación y comencé a preparar la ruta (o esa era mi idea).
Las semanas fueron transcurriendo y el tiempo para montar también, pero sin hacerlo, al final una ruta de 40 km en llano sobre asfalto y 40 minutos en rodillo (los dos sábados anteriores) fueron el total del entreno realizado.

El viernes fui a recoger la inscripción con la bolsa de “regalos” en la cual además de un sobre de muestra de gel para calentar los músculos, una revista de bicicletas, dorsal y ticket para la comida también venía el deseado maillot, eso sí, talla XXL (normalmente uso una M) así que me resigné a tener que regalarlo, la sorpresa fue al salir de la sala dónde se recogían las inscripciones al encontrarme a otros cuatro corredores a los cuales el tallaje del maillot se les había quedado “corto”, les ofrecí el cambio y conseguí cambiar la XXL por una XL, no era la panacea pero al menos me lo podía poner.

Esa misma noche hablando con otro compañero me dijo que estaba en la situación similar, que su maillot talla L le quedaba muy ajustado, así que procedimos también al cambio por lo que conseguí por fin una talla L el cual me quedaba perfecto. Hay que decir que en la inscripción ya recomendaban tomar una talla más de la utilizada normalmente, pero incluso así, había bastantes corredores descontentos. Por otro lado, la calidad del maillot tampoco es de destacar, pero tampoco se puede pedir mucho más por una inscripción de 35 euros que incluye seguro, regalos y comida.


El  día anterior de la ruta hice una pequeña revisión a la bicicleta, ajustes de última hora y a descansar (la semana anterior no había sido muy buena en ese aspecto, ese día tampoco lo fue). A destacar que monté un gps en el manillar (Garmin etrex 20 con topohispania, track de la ruta y ortofotos de la zona), reloj Garmin forerunner 235 (pulsómetro, velocímetro y cadenciómetro además de posibilidad de compartir seguimiento de la actividad en vivo) y ruedas tubeles con bastante presión (2,4 bar) para las pistas.
A las 7 de la mañana sonó el despertador así que a prepararse y a montar la bicicleta en el coche (si puedo siempre la llevo en el interior bien sujeta con eslingas, me parece más seguro y rápido), una hora de viaje hasta Toril y a montar la bici.

Allí había quedado con unos conocidos de un pueblo cercano, el fresco de la mañana arreciaba y el cortavientos no impedía que el frío calara hasta los huesos. A las 9,30 comenzó la ruta, pista ancha de más de 6 metros y casi 1000 corredores, os podéis imaginar los mogollones, tapones y típicas caídas que producen estos grupos cuando no se tiene la técnica suficiente.
Los tres compañeros y yo recorrimos agrupados los primeros 25 kilómetros en la mitad de grupo pero comenzaron a quedarse atrás por lo que hablé con ellos y decidí tirar un poco para delante.

Recorrí los primeros 35 kilómetros a buen ritmo hasta el primer avituallamiento en Serrejón, allí me deshice del cortavientos y a continuar el tramo de subidas bajadas (que tampoco era para tanto ya que había un ascenso acumulado de 500 metros en 60 kilómetros) había terminado y ahora tocaba llanear y superar pequeños desniveles.
Esta segunda parte la hice en solitario, las piernas comenzaban a notar la falta de entreno y los pequeños repechos costaban cada vez más. Algún ciervo hizo acto de presencia en los laterales del camino, grandes machos y hembras con sus crías del año anterior corrían en paralelo a la valla al paso de los ciclistas.
Antes de llegar al segundo avituallamiento situado en Casatejada en el kilómetro 50 se abría una gran recta con un falso llano que parecía no terminar nunca, más que nada por el viento en contra que hacía el avanzar pesado y desmoralizante.
Segundo avituallamiento,  plátano, coca-cola y unas gominolas y a atacar los últimos kilómetros, de nuevo llanos, pero con el favor esta vez del viento.

Llegué a Toril en menos de 3 horas desde la salida (una velocidad media de 20,5 y una sensación agridulce, buen tiempo, buena media pero las piernas estaban tocadas… echo de menos el puntito de forma que me falta). Cambio de ropa y a esperar a los compañeros que llegaron algo más de 40 minutos después. Sorprendente los corredores de la ruta de 90 km (Existían tres alternativas, 45, 62 y 90 kilómetros) el primero llegó en tres horas veinte minutos.

Era hora de la comida, con el ticket teníamos derecho a un muslo asado de pollo con patatas panaderas, un trozo de pan, un refresco y una banana. Todo muy bueno, pero tal vez un poco escaso.
Nos contamos las anécdotas del día, los más y menos de la ruta, las caídas (dos se habían ido al suelo en los típicos tapones) y como dicen por aquí “Cada mochuelo a su olivo”.


Como en todo, hay que hacer una valoración final, y esta no puede ser mala. La organización estuvo a la altura (llevan ya cinco ediciones y eso se debe de notar, en la primera a la que yo asistí fue un poco desastre), los avituallamientos no eran espectaculares pero no faltaban frutas y bebidas isotónicas. La ruta estaba bien señalizada y los servicios adicionales como duchas, lavado de bicis y taller eran correctos. Como contras, el tallaje de los maillots o las plantillas de medidas deberían ajustarse más a la realidad y ya si fueran de más calidad mejor que mejor, la comida un poco escasa (después de 60 km al menos yo me quedé con hambre). ¿Repetiré al año que viene? Sólo si el maillot merece la pena, la ruta creo que es mucho mejor hacerla en solitario o con un grupo de amigos, se disfruta más de Monfragüe, se ven más fauna salvaje y el ritmo lo impone el grupo mientras se conversa con los colegas. Las pistas están bien señalizadas y con un gps o mapa no tienen pérdida.

Enlace a la web de la organización: http://o2turismoymedioambiente.es/

Vídeo promocional edición 2017: https://www.youtube.com/watch?v=4LrrpM7sn4I





¿Nos apuntamos el año que viene?

domingo, 22 de octubre de 2017

Primera ruta nocturna Perdedores BTT - 20/10/2017


El viernes 20 de octubre fue un hito en la historia particular de este pequeño grupo de amigos ciclistas porque celebramos nuestra primera ruta nocturna. ¡Y lo pasamos genial!


Nocturna, nocturna... fue por la oscuridad... aunque por horario fue más bien vespertina. De hecho comenzamos con luz diurna para calentar las piernas con confianza. Cinco perdedores nos reunimos para esta ocasión. Sergio, Bombi, Miguel, Cristian (ya es perdedor tras realizar dos rutas con nuestro grupo) y un servidor. Las bajas de última hora de Pablo y de Raúl redujeron el tamaño del pelotón. Una pena, chicos, la próxima vez, que la habrá seguro, contamos con vosotros.


La ruta elegida para tan magno evento es una vieja conocida: Móstoles-Navalcarnero. Podéis ver el detalle de la misma en este mismo blog así que no voy a describirla. Simplemente anotar que elegimos esta ruta por ser conocida y por transcurrir por pistas con buen firme. Un poco de prudencia para la primera nocturna nos parecía oportuno.


Para alumbrarnos aquellos de nosotros que teníamos un buen foco recurrimos a modelos de este tipo disponibles en Amazon por unos 25€. Compramos dos modelos y la verdad es que cumplieron con su cometido. Con dos niveles de intensidad, en el más bajo de ellos pudimos completar la ruta con batería de sobra.


Eso sí, la bolsa contenedora de la batería, que cuenta a su vez con una tira con velcro para su sujeción, no inspiraba mucha confianza de manera que optamos con sujetarla con bridas para tener un poco de seguridad adicional, que nunca se sabe.


Un frontal en el casco para las emergencias y la ristra de focos que llevábamos aseguraban luz más que suficiente para el recorrido que íbamos a realizar. Unas gafas con cristales blancos también ayudarían a proteger los ojos sin perder visibilidad.

De manera que a las siete de la tarde nos encontramos con mucha ilusión en el aparcamiento de los campos de fútbol de Iker Casillas, en Móstoles, junto al parque de El Soto. Entre pitos y flautas, tras sacar las bicicletas de los coches y los preparativos de última hora pasaban de las siete y media cuando nos pusimos a dar pedales. 


La temperatura acompañaba. El viento no hizo acto de presencia. La lluvia de días anteriores no nos amenazó en ningún momento y había dejado los caminos con muy buen rodar y libres de polvo... ¡Todo a favor! Poco después de pasar por encima del río Guadarrama por el remodelado puente tuvimos que encender los focos. 


Durante este tramo nos cruzamos con dos o tres ciclistas de vuelta pero pronto la oscuridad fue absoluta y solo nuestro rodar, nuestras conversaciones y nuestras risas, que hubo muchas, rompían el silencio de la noche. 


La única dificultad de esta ruta tan asequible consiste en un repecho de unos 700 metros que se sube sin demasiados problemas. Recuerdo las primeras veces que pasé por esa zona. Mucho menos entrenado (no es que ahora lo esté...) recuerdo sufrir enormemente en esa cuesta. El otro día la subimos todos como si nada. Bueno... ¡Sergio y Miguel la subieron a tope, que iban sobrados!

En cada bifurcación nos reagrupábamos porque solo yo recordaba la ruta de memoria... y Cristian la llevaba en el GPS. Como íbamos de cháchara cerrando el grupo los otros tres tenían que esperar a que llegáramos para saber por dónde seguir.


No hubo que lamentar ninguna incidencia reseñable. Miguel se cayó bochornosamente al tratar de girar sobre sí mismo para cambiar de dirección... cuando tenía los pies en el suelo y casi al final de la ruta tuvo que meterle algo de aire a sus ruedas, que debían de perder por un flanco o por la misma válvula. 


La fauna local también hizo acto de presencia. A destacar la cantidad de sapos que tuvimos que esquivar en las inmediaciones de Navalcarnero. Todo un ejercicio de reflejos en ocasiones para no pasar por encima de ellos, que transitaban por el camino como Pedro por su casa. En un momento dado, además, entre el olor a jara pudimos apreciar (al menos Cristian y yo) un olor distinto y muy característico: jabalí. Él lo reconoció claramente, yo es la primera vez que lo olía.


Terminamos la ruta, como digo, sin incidentes y muy contentos aproximadamente dos horas y media después. Realmente habíamos disfrutado de la experiencia y de la compañía. 


Cristian y Miguel tenían que marcharse, pero siendo la hora de la cena...


El Bombi, Sergio y yo decidimos continuar en el bar, que tampoco se nos da mal.


Como decía Pablo, con estas hamburguesas recuperamos el michelín perdido en la ruta.
No me queda más que instaros a los que estéis leyendo esto a probar la experiencia de salir al monte por la noche. Siempre tomando las medidas de precaución adecuadas, por supuesto. A nosotros nos ha encantado, Cristian y El Bombi ya habían hecho alguna nocturna, pero el resto no y terminamos con ganas de más. ¡Así que habrá que ir pensando en la próxima!

lunes, 16 de octubre de 2017

Conquista - La Raña de Fuencaliente - 13/10/2017

El otoño se resiste a llegar y aprovechando el tiempo veraniego del puente de El Pilar decidí recorrer una ruta habitual en mis salidas cordobesas... pero añadiendo un tramo adicional para hacerlo un poco más interesante y de paso explorar una zona, La Raña, entre Conquista y Fuencaliente, que solo había transitado por carretera.

Track disponible en Wikiloc

La ruta hasta el embalse de la Saucedilla es una de mis habituales. Me gusta hacerla en primavera porque si ha llovido el río lleva agua y muchos animales acuden a beber, pero este otoño sin lluvias solo ofrece pastos y arroyos secos. Una pena.


Habitualmente al abandonar el embalse tomo la carretera a la izquierda para volver a Conquista, pero esta vez decidí continuar a la derecha para explorar esa zona desconocida para mi. Siendo una decisión más o menos improvisada y sin tener a mano herramientas cómodas con las que medir la distancia me arriesgaba a morir deshidratado y apajarado en la cuneta o a encontrarme cancelas cerradas con candado impidiendo el paso a propiedades privadas... y no me gusta saltarlas y arriesgarme a tener un conflicto con los propietarios.



Por suerte las cancelas que me fui encontrando estaban todas cerradas sin candado, solo para contener al ganado, de manera que no tuve problemas en ese sentido. Parece lógico siendo caminos públicos, pero nunca se sabe.

A las cuatro de la tarde caía plomo sobre el valle de los Pedroches y pensé que con un bidón de 600ml y una botella de 50cc en la mochila "por si acaso" sería suficiente. Menos mal que llevaba esa botella extra porque me hubiera bebido cinco litros.



El recorrido en dirección Fuencaliente me dejó exausto. No sirvo para ir por la carretera. Imagino que un cicloturista disfrutaría mucho de una vía sin tránsito de coches, con un firme razonablemente bueno y con un paisaje atractivo, pero yo las pasé canutas remontando los repechos, me aburría y no dejaba de pensar en que no hacía más que alejarme de casa y que había que volver, preferiblemente por mis propios medios sin tener que pedir ayuda. Me pongo un poco dramático si no conozco bien la ruta que voy a hacer y voy solo, lo reconozco.

En un momento dado, el prudente pudo al aventurero y me paré a la sombra para calcular con Google Maps la distancia entre donde me encontraba y el punto donde empieza el camino que debía tomar para seguir la ruta que tenía programada: 3,8 Km. Bueno, no parecía un disparate, pensé, y seguí adelante.


Cuando llegué al punto donde debía de salir de la carretera, no muy lejos ya de Fuencaliente, me alegré mucho. Eche mano de la mochila a ver si llevaba algo de comer, pero no hubo suerte. Nota mental: meter en la mochila alguna barrita o gel para emergencias. Me encontré con la botella de 50cc que al estar en la mochila conservaba el agua relativamente fresca. Me la hubiera bebido de trago pero solo un par de tragos me dieron la vida. No sé a qué temperatura estaríamos, pero cerca de 30ºC con seguridad.

Me encontré con una pista de suelo arcilloso y desnivel negativo de muy buen rodar. Pensé que, después de tanto sufrimiento, todo se ponía a mi favor cuando comenzó a chispear. Pero no. Solo cayeron cuatro gotas para ponerme la miel en los labios.



Por suerte el camino picaba constantemente para abajo. Se me alegró el ánimo hasta el punto de tirarme una foto en marcha, tan buena era la pista por la que rodaba.



Tras pasar por una finca y ser perseguido (poco) por un mastín y alegremente acompañado por un perillo que me estuvo dos kilómetros haciendo fiestas llegué a la carretera entre Conquista y Azuel a la altura, más o menos, el embalse de Buenas Hierbas. Diez kilómetros más de carretera con alternancia de subidas  bajadas. Repito: no sirvo para ir por lo negro. 



Si os soy sincero dudo mucho que vuelva a hacer esta ruta por lo cansino que se me hace la carretera. Como experiencia de exploración ha estado bien y trataré de encontrar caminos alternativos para recorrer esa zona, desconocida para mi.