Ruta nocturna: Colmenar Viejo – Manzanares el Real

El pasado viernes 17 de septiembre, aprovechando las últimas noches templadas del verano, los Perdedores nos juntamos para celebrar una ruta nocturna de las que se te quedan en la cabeza durante semanas. Prestad atención a la narración. Intentaré plasmar en estas líneas todo lo acontecido y haceros sentir parte, durante el ratito que estáis leyendo esto sentados en el váter, de la expedición.

 

 

¿Dónde quedamos?

Con la ilusión propia de ver a los amigos nos desplazamos a Colmenar Viejo bien entrada la tarde para, como nos gusta hacer, comenzar de día y que se nos fuera haciendo de noche sobre la marcha. De esta manera se acostumbran mejor los ojos. Pero no pudo ser. Raúl ya avisó de que iba justo de tiempo y además confundió el punto de inicio. Sumado esto a que tenía que cambiarse de ropa y era necesario montar un foco en su bici, finalmente el sol había caído completamente por el horizonte cuando comenzamos a dar pedales.

 

 

Teníamos dos dudas, principalmente: qué ropa ponernos y cuánto nos durarían las baterías de los focos. Esta segunda duda, bastante inquietante, por suerte no la tenía yo porque recordaréis que no hace tanto que me compré un foco nuevo, harto de los problemas que me había dado el viejo. Pero Miguel, por ejemplo, hacía años que no usaba el suyo… y no las tenía todas consigo de que el foco le fuera a durar durante toda la ruta.

Lo de la ropa tenía fácil solución. Como somos de llevar mochila echamos que si un maillot largo, que si un cortavientos, que si un chaleco… y ninguno pasamos penurias por culpa de la temperatura. Es más… yo, que soy de los frioleros, empecé vestido de corto y terminé vestido de corto, fíjate lo agradable que era la temperatura durante las primeras horas de la noche.

 

 

Ángel, Jaime, Miguel, Christian, Raúl, Sergio y un servidor fuimos los que acudimos a la cita en esta ocasión. Un buen grupo, sin duda.

¿Y qué ruta hacemos?

Respecto al recorrido, no nos costó mucho ponernos de acuerdo. En una ruta nocturna buscamos que no sea demasiado larga y que no tenga pasos demasiado complicados, que la propia nocturnidad tiende a complicar las cosas. Miguel propuso hacer la ruta que hicimos en marzo y que él hizo hace pocas semanas en compañía de otro amigo: saliendo desde Colmenar Viejo, se llega a Manzanares el Real, se rodea el embalse y se vuelve a Colmenar pasando junto a la cárcel de Soto y un aeródromo que hay del ejército de tierra. Esta ruta tiene unas vistas impresionantes y es suave, para todos los niveles, diría yo. Vamos… perfecta para nuestro propósito. No obstante, con la idea de recortarla un poco para llegar de vuelta a tiempo para tomar una cerveza en los bares de alrededor del lugar donde habíamos dejado los coches, ya desde el inicio nos propusimos atravesar el embalse por una carretera (o los restos de una) que gran parte del año está bajo el agua y además volver por el carril bici, que acelera bastante el ritmo.

 

Track disponible en Wikiloc

 

Pues vamos a ponernos en marcha…

La primera parte de la ruta discurre en paralelo a las vías del tren en dirección norte, pero hasta llegar a las vías hay que descender por un sendero con varios pasos técnicos de escalones de piedra que con la dificultad añadida de la falta de luz y de estar fríos nos puso las orejas tiesas para el resto de la ruta.

 

 

Una vez en las vías, a rodar placenteramente. El camino es llano, con buen firme y lo suficientemente ancho como para poder avanzar en parejas. Aprovechamos para ponernos al día, que algunos hace varios meses que no nos vemos y aunque mantenemos contacto por whatsapp, no es lo mismo.

Este trozo de ruta ofrece unas vistas impresionantes de la sierra pero en esta ocasión, lógicamente, solo vemos negrura rota por la impertinencia de nuestros siete focos. Como queda mucha ruta y somos muchos, fijamos la intensidad de los mismos en la posición más baja. Más que suficiente para rodar a velocidad media por un terreno en tan buen estado. Y, siendo además un grupo compacto, los haces de los focos se suman y ofrecen muy buena visibilidad.

 

 

Nos perdemos un poco

En nuestra anterior visita a Colmenar la ruta pasaba por debajo de la vía por un túnel que se tomaba saliendo del camino por una pista ancha y sin problema ninguno pero el track que habíamos conseguido en Wikiloc seguía un camino distinto y en la oscuridad de la noche nos costó encontrarlo. En primer lugar, nos saltamos la salida prevista pero encontramos un sendero que nos devolvía al track…

 

 

…para pocos metros más adelante volver a las vías. Totalmente absurdo. Según el track, que Miguel y Christian llevaban en sus respectivos GPS, debíamos seguir en dirección oeste salvando las vías. Pero no había túnel. Desde las vías se podía ver el camino que debíamos tomar, pero había una tapia que nos impedía llegar hasta él. Tuvimos un momento de crisis. Sabíamos que más adelante estaba el túnel, pero… ¿Cómo era que quien haya grabado ese track había podido superar la tapia?

¿Nos encontramos?

Empezamos a rodar de nuevo en paralelo a la vía pero Ángel se quedó hablando con un señor que iba dando un paseo nocturno y al que habíamos adelantado minutos antes. El primo Christian y yo nos dimos la vuelta y llegamos a tiempo de escuchar al paisano decir que sí, que hay camino y que es bueno salvo por la caída que hay a ambos lados del puente y por los toros bravos. Vamos… nos lo estaba pintando bien. Decidimos explorar la tapia porque por narices debía de haber algún paso razonablemente sencillo.

No, no nos encontramos

La oscuridad no ayudaba, claro, pero finalmente a unos diez metros de donde estábamos vimos que con cuidado era posible descender desde el talud de la vía del tren rodeando la tapia y llegar al camino. El único problema es que había que caminar sobre lo que parecían unas vigas de hormigón o traviesas de las vías tiradas a un lado, con lo poco que se veía y con lo que resbalan las calas. Fuimos ayudándonos los unos a los otros para bajar las bici, ya que era muy arriesgado bajar llevando la bici al hombro sin ver un carajo.

 

 

Superada esta primera dificultad, que huelga decir que nos tomamos con todo el sentido del humor del mundo soltando comentarios jocosos y chascarrillos a cual más chorra, seguimos nuestro camino hacia el oeste. Y en en horizonte se veían relámpagos aterradores (había estado lloviendo en alguna parte de la sierra esa misma tarde) y en nuestras sugestionables mentes retumbaban las palabras del senderista nocturno: puente con caída peligrosa a ambos lados y toros bravos.
Pero es era tan fiero el león como lo pintan, posiblemente porque gracias a la oscuridad no teníamos visión periférica y no pudimos ver como de alta era la caída desde los distintos puentes que recorrimos que, además, contaban con una barandilla protectora.

 

¿Qué toros ni qué toros?

Y el territorio de los toros bravos resultó ser una especie de servidumbre de paso entre dos fincas que se ve que utilizan para mover ganado bravo… pero que muy tonto hay que ser para dejarse coger por un toro en un pasillo de apenas cuatro metros de ancho. Aunque cosas peores se habrán visto, claro.

 

 

El camino moría en la M-607, autovía que cruzamos por debajo llegando al aparcamiento del puente medieval. En esta ocasión no bajamos a verlo porque habíamos perdido bastante tiempo buscando cómo pasar al otro lado de las vías y porque, además, no estando iluminado artificialmente no merecía la pena pararse. De manera que cruzamos el río Manzanares, aún un recién nacido a su paso por aquel paraje, y comenzamos la única ascensión de la ruta: unos cinco kilómetros seguidos de suave ascenso por una pista con muy buen rodar (salvo alguna rodera y algún pedrolo suelto por aquí y por allá).

El ritmo era bueno. Tanto que no doy un duro por mí, pero consigo mantener el tipo razonablemente bien. Se forman dos grupos, como es habitual en las salidas perdedoras. Miguel, Ángel y Christian en cabeza y a pocos metros (sin que sirva de precendete) Sergio, Rañul, Jaime y yo. Aprovechamos de nuevo para charlar sobre nuestras cosas, que aquí no solo se viene a montar en bici y hay muchas cosas que arreglar en el mundo.

Mitad de ruta

Casi al final de la subida giramos a la derecha para tomar dirección norte y encarar la bajada hasta Manzanares el Real, no sin antes perder el tiempo tratando de hacer una fotografía artística que a Miguel no le acababa de salir.

 

 

No pudimos dejar de asomarnos al mirador. Como en cada parada, chistes, bromas y faltadas siempre bien encajadas. Esto es la esencia misma de Perdedores BTT y lo que de verdad engancha.

 

 

Ahora hacia Manzanares el Real

Hay dos formas de bajar hasta Manzanares. La divertida, por un sendero con muchas piedras. La aburrida, una bajada muy rápida por pista. Como es de noche y es peligroso bajar por el sendero decidimos bajar por la pista. Y se bajó deprisa, no te creas. Hubiera puesto el foco en máxima potencia para tener más margen de visión, pero no vi el momento de soltar una mano del manillar, tal era el nivel de atención de la bajada a la velocidad que íbamos… o a la sensación de velocidad que la noche y la oscuridad otorgaban a la bajada, mejor dicho.

 

 

Llegamos a Manzanares saludando a la gente que hacía botellón justo al final de la bajada y recorrimos el casco urbano hasta, poco después de pasar el castillo, arrimarnos a la orilla del embalse para continuar nuestra ruta por el sendero que discurre en paralelo a la misma y que etiqueto desde ya como divertidísimo de la muerte. Pero antes, unas fotos y más risas.

 

 

Rodeando el embalse

Como decía, el sendero es una pura delicia. tiene sus buenos 5 kilómetros de largo, es 100% llano y salvo algún vadeo sin importancia en verano, no tiene ni trampas ni pasos complicados. En algunos tramos fui el último y era un espectáculo ver a los colegas recorrerlo de noche en procesión. Aquí murió el primero de los focos, el que Jaime le había prestado a Raúl. Había una batería de repuesto pero Raúl, por no entretener al grupo, prefirió seguir a rueda de alguien con foco.

 

 

El precioso sendero nos proporcionó unos minutos de auténtico placer bicicletero, pero todo lo bueno se acaba. Y lo que le seguía fue el tránsito por los restos de una carretera que antiguamente tendría servicio pero que ahora se pasa la mayor parte del año bajo las aguas del embalse y, en consecuencia, está hecha mierda.

 

 

Esta parte es un poco asquerosa

Rodábamos con muchísima dificultad entre montones de piedras sueltas, ramas y baches haciendo equilibrios para no perder la verticalidad. A ratos el camino mejoraba, momento que aprovechábamos para soltar exabruptos y maldiciones. Vamos, en bici una auténtica mierda, pero será que es un lugar excelente para dar un paseo de novios porque si no es difícil explicarse cómo una pareja prefería estar sentados al borde de la carretera siendo devorados literalmente por los mosquitos en vez de estar en la comodidad de su coche o en un bar como hacen las personas normales.

 

 

Susto de muerte

Otro extraño suceso aconteció antes de dejar la carretera misteriosa. Justo antes de pasar por una cancela improvisada para salir de un tramo y encarar el segmento final, a nuestro paso un animal sin identificar comenzó a soltar unos gruñidos/graznidos/rugidos que los siete que íbamos, hombres de pelo en pecho y fuertes como castillos, nos hicimos caca encima. ¡Menuda manera de gritar! Yo iba tercero, por detrás de Miguel, que iba primero, y Raúl que rodaba segundo.

Tal fue el acelerón que pegó Miguel por el susto inmenso que nos pegó el bicho que a Raúl, empeñado en mantener su rueda para poder ver (recordad que iba sin foco) le costó un esfuerzo considerable no descolgarse de él. Pensé que era un jabalí pero resultó ser un ave (aún sin identificar) que pasó volando por encima de Christian . Yo no sé quién pasaría más miedo, si el pajarraco o nosotros, pero las risas también fueron buenas.

 

 

Por fin dejamos la carretera y llegamos al carril bici. Lo que quedaba para llegar a Colmenar ya estaba chupado y rodamos a buen ritmo, alentados por la promesa de una buena recompensa en forma de cervezas y otras viandas.

 

 

Un lujazo tener el carril bici de Colmenar, saturadísimo los fines de semana, completamente a nuestra disposición.

Ojo con las baterías

Poco antes de llegar al núcleo urbano de Colmenar nos salimos del carril por una pista que se abre a la derecha. Es la calle de un parque que, lógicamente, a esa hora está desierto.

A Jaime se le acaba la batería y Comienzan a caer gotas. Lo que nos faltaba, mojarnos justo en la llegada. Como rodamos en grupo podemos darnos luz los unos a los otros de manera que Jaime no tiene demasiados problemas para rodar al mismo ritmo que el resto. Más aún cuando la pista tiene un firme excelente. Pero va Lude y se queda sin luz también al agotársele la batería. Se está poniendo la cosa interesante. Ya vemos cerca los bloques de viviendas donde hemos aparcado los coches… ¡Y Miguel se queda sin batería también!  ¿Seríamos capaces de llegar sin mojarnos y con algún foco funcionando?

Ángel y Christian, cuyos focos aún lucían, van en cabeza. Los que menos luces tenían a esas alturas se quedan en medio y yo, poniendo mi foco en la máxima potencia, me quedo el último iluminando todo lo que puedo. Y así, sin percances, conseguimos recorrer los últimos cientos de metros sin incidentes y sin mojarnos, que la lluvia solo era un amago para meternos prisa.

 

Merienda-cena

 

 

La recompensa y el remate a tan emocionante velada tiene forma de tortilla, tomate, jamón, chorizo, patatas, cervezas… Todo lo bueno de la vida reunido en un banco de la calle.

¿Botellón? parece mentira pero solo había una lata de cerveza con alcohol. Esto es reprochable, posiblemente, pero la mayoría teníamos que conducir y lo primero es la prudencia.
Debimos estar cerca de una hora disfrutando de la compañía y la cena. Comentando la ruta y lo que no es la ruta, los disparates más absurdos que os podáis imaginar.

Pero todos teníamos casi una hora de camino para volver a casa. Así que con la satisfacción de haber pasado una noche de las que difícilmente se olvidan cargamos las bicis en el coche. Nos despedimos con un «hasta pronto», no un adiós. Tenemos motivos más que justificados para vernos en las próximas semanas y pusimos rumbo a casa con esa sonrisa tonta que se le pone a uno en la boca cuando recrea mentalmente lo que acaba de vivir.

Espero que esta entrada sirva para que cuando la leáis, perdedores, esa sonrisa vuelva a vuestra cara y se os llene el cuerpo de ganas de repetir. Como me pasa a mí.

Contenido extra

Un par de vídeos del sendero del embalse cortesía de Christian.

 

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