Talajara 2019 – Vivencias de un perdedor en un mar de polvo

Si, queridos lectores, habéis leído bien. En entradas anteriores dejé caer la noticia de que algunos Perdedores nos habíamos apuntado a la distancia maratón de la Talajara 2019 y en esta entrada pretendo contaros con pelos y señales cómo es la Talajara desde mi propia experiencia. Con pelos y señales.

Dorsal 645, el de los campeonesDorsal 645, el de los campeones

 

Sentaos, si no lo estáis. Esta va a ser una entrada larga e introspectiva. Coged kikos y una cervecita (si la tenéis a mano).

Como hay tantísimas cosas que contar trataré de ser organizado y empezaré por el principio. Y para ello tenemos que remontarnos a la primavera de 2018 cuando en un ataque de optimismo propuse en el grupo de Whatsapp de Perdedores BTT apuntarnos a la Talajara 2018. No lo hice por fanfarronería, pero tampoco medité mucho la propuesta, si os digo la verdad. Enseguida Miguel y Juancar se sumaron. Y acto seguido el primo Christian. Viendo que mi proposición no había caído en saco roto y habiéndolo pensado durante un par de minutos más… reconozco que me hice caquita y recogí cable. No me veía preparado para una prueba maratón aunque fuera la Talajara, con poco desnivel positivo acumulado.

Nervios en la salidaNervios en la salida

 

Aguanté con dignidad perdedora el bochorno… o lo que es lo mismo, me dieron igual las críticas «constructivas» tras mi cambio de opinión. Pero la espinita se había clavado profunda en mis tiernas carnes y con cierta recurrencia la posibilidad de probar suerte en la edición de 2019 aparecía en mis pensamientos y tal cual se los trasladaba el colectivo perdedor. Aunque creo que tras el fraude de 2018 dudaban de que fuera cierto que me fuera a inscribir en 2019.

Mi particular punto de inflexión llegó cuando un buen domingo de marzo completé una distancia y desnivel equivalentes a la Talajara. Ese día de infausto recuerdo para mi culo recorrí el anillo ciclista de Madrid con salida desde Leganés, 80 kilómetros en total. Con la demostración empírica de que mi cuerpecito serrano soportaba la distancia y el tiempo requeridos no me quedaban excusas para salir de mi zona de confort y hacer efectiva mi intención de participar de la próxima edición de la Talajara y sacarme la espina que, seamos sinceros, tampoco me quitaba el sueño.

Buena kilometradaBuena kilometrada

 

Y así fue como el 7 de mayo sin alevosía ninguna pero sí con mucha premeditación hice pública entre la comunidad perdedora mi inscripción (formal) en la prueba maratón de la Talajara en su duodécima edición. Olé el tío.

Siendo así la cosa había que ir pensando un poco en la preparación. Bien. Ataque de pereza. ¿Entrenar en verano? Mi intención tras la VI edición de la BiciCoa era descansar de bicicleta todo el mes de julio (y dedicarme a pescar y a rascarme en sitios) y retomar la actividad ciclística con suavidad en agosto y con cierta intensidad ya en septiembre. Tampoco había que volverse loco porque para superar menos de 600 metros de acumulado en 75 kilómetros no hay que seguir ningún plan de entrenamiento específico, no nos engañemos. Aún así no entrené todo lo que quería haber entrenado. Un par de fines de semana  de mal tiempo y otros tantos de compromisos de distinta índole condicionaron la fase final de mi preparación de manera que «el día T» (T de Talajara en un derroche de imaginación) fui con lo puesto, como quien dice.

La imagen del perfil la he tomado de la web oficial La imagen del perfil la he tomado de la web oficial

 

El día 27 de septiembre, el viernes previo a la prueba, se repartieron en El Corte Inglés de Goya las bolsas de participante con el siguiente contenido:

  • Maillot: el gran regalazo incluido en los casi 37€ de inscripción. De diseño original (a mi me gusta) y calidad discreta, mucha gente tuvo problemas con la talla. A mi me quedaba… bueno. Con él puesto se me ven los pelos de debajo del ombligo. Miguel y varios amigos del primo  Christian lo llevaron sin abrir y pudieron cambiarlo en los stands de la organización en Talavera de la Reina.
  • Dorsal: lógicamente. Con su chip para medir el tiempo y las bridas para su colocación.
  • Muestras de tortitas de maíz , aceite de coco y de infusiones para uso y disfrute de los participantes. Y de crema para masajes.
  • Detalle del perfil en un cartón plastificado ideal para poner en el cuadro de la bici bien a la vista… aunque tras tantos meses mirando el perfil nos lo sabíamos prácticamente de memoria.
  • Vales por ración de migas y caña de cerveza. Que bien podría haber sido un refresco, que a mucha gente no le va la cerveza. Yo sin ir más lejos hubiera preferido una Coca Cola.
Contenido de la bolsa del corredorContenido de la bolsa del corredor

 

Y para terminar los preparativos, el día anterior dediqué un ratito a revisar que todo estaba en orden. Lavé y engrasé la bici, preparé la ropa y presté especial atención al contenido de la mochila. Sobre todo a la comida. Dos geles y dos barritas serían suficientes, además de la comida y bebida que podría coger en las paradas programadas por la organización. Finalmente solo tuve que echar mano de un gel y fue más por prudencia que por necesidad. Opté por llevar solo un bidón (de 750ml) con bebida isotónica. Tendría ocasiones de rellenarlo en cada parada y evité así peso adicional en la espalda.

La noche anterior a la cita en Talavera de la Reina dormí fatal. Los nervios… qué le vamos a hacer. Me había puesto el despertador a las seis de la mañana pero mucho rato antes ya estaba despierto. Me levanté y habiendo dejado todo preparado la noche anterior solo tenía que preocuparme por desayunar y vestirme de corto. Aunque fui prudente y a pesar de que la previsión indicaba calor del bueno me puse una manga larga y un chaleco cortavientos.

En Leganés estaban las calles sin poner pero hacía buena temperatura. Subí la bici al portabicicletas del techo y la aseguré con una cincha adicional. Con arcadas por tener los nervios cogidos al estómago y el desayuno tan tempranero cogí la A5 hacia Badajoz con mitad de ilusión y mitad de «quién cojones me mandaría a mi meterme en este fregao con lo bien que estaría yo en la cama y levantándome tarde para ir a por churros».

Momentos antes de la salidaMomentos antes de la salida

 

Curiosa la procesión de coches portando bicis en dirección a Talavera. ¡Cuánto loco hay suelto! Llegué a la localidad toledana minutos antes de las ocho y fui el segundo porque con anterioridad Gualter había aparcado en el aparcamiento propuesto por la organización. Yo, siguiendo el consejo de Jaime, aparqué junto al Decathlón para evitar la aglomeración de coches. Esto hizo que sumara casi 10 kilómetros adicionales de forma innecesaria. Había mil sitios donde aparcar más cerca del recinto ferial.

Minutos después apareció Miguel y empleamos un ratito en colocar los dorsales en las bicis, calzarnos las zapatillas y demás intendencia para salir rodando en dirección a la salida. De camino nos encontramos con Christian y sus amigos. Nos saludamos protocolariamente y todos juntos recorremos los metros finales hasta el recinto ferial donde encontramos a Gualter debidamente pertrechado para la ruta. Aún quedaba cerca de media hora para la salida, programada para las 9:00, así que Miguel aprovechó y cambió su maillot por una talla mayor. Hecho esto nos colocamos en la salida a esperar con cierta ansia los minutos finales.

 

Cuenta atrás y nos ponemos en marcha. Ahora sí que sí. Tardamos más de un minuto en cruzar la línea de salida, tantos ciclistas había por delante nuestra. Los primeros metros fueron peligrosos, mucha gente. Como los amigos de Christian se colocaron bastantes posiciones por detrás nos quedamos en la parte derecha de la calle dejando pasar a los demás participantes hasta que les vemos aparecer… y desaparecer junto a Miguel. ¡¡Ha sido un placer rodar estos quince metros con vosotros, chicos!!

Los primeros kilómetros de la maratón transcurrieron neutralizados por las calles de Talavera y rodamos sin esfuerzo a más de 25 Km/h… y la gente nos adelantaba. Pasamos por el puente de Castilla La Mancha, con su estructura imponente, pero reconozco que no lo disfruté demasiado porque las dudas me asaltaron. Los demás participantes siguieron adelantándonos sin pudor alguno. ¿Estaríamos equivocando el ritmo? Confié en que no y el primo confirmó que «íbamos bien» con autoridad suficiente para convencerme. Sería cuestión de mantener la cabeza fría y no dejarse llevar. Nuestro objetivo estaba claro: completar la distancia con cierta dignidad torera.

Puente chuloPuente chulo

 

Abandonamos el asfalto y comenzó la polvareda. Christian, más precavido, se cubrió el rostro con una braga evitando el desagradable efecto de respirar polvo y mascar tierra. Por suerte las gafas nos protegían los ojos. Nos seguían adelantando participantes hasta el punto de pensar que nos habíamos quedado los últimos. Hubiera sido un honor, ciertamente. Entre pitos y flautas y sin darnos verdadera cuenta recorremos la orilla sur del Tajo y llegamos al primer avituallamiento en las afueras de Las Herencias, en el kilómetro 18, frescos como rosas y cubiertos de polvo hasta las cejas. Rellenamos los bidones, bebimos un poco de Aquarius y comimos algunos trozos de barritas energéticas.

Mientras hacemos uso y disfrute de la parada estuvimos comentando nuestra sorpresa ante la actitud competitiva de algunos participantes. Seguramente haya sido un error nuestro de concepción el  entender esta ruta más como una «marcha popular» por  distancia, recorrido y desnivel que como una competición de XCM. No en vano he visto referirse a esta prueba como «la maratón de los globeros». Y seguramente multitud de corredores compartían esta visión como pudimos comprobar según pasaban los kilómetros… Pero muchos otros, Miguel y los amigos de Christian entre ellos, salieron a hacer el mejor tiempo posible.

Vaya por delante que me parece perfectamente lícito, por supuesto, cada uno disfruta de este deporte a su manera. Algunos somos más «racing» y otros somos más «ruteros». A lo que voy es que esta diferencia en la forma de afrontar la participación de cada uno genera, sobre todo en los kilómetros iniciales, situaciones «raras» en la marcha donde algunos corredores procuramos no estorbar demasiado a algunos otros que pretenden pasarnos, en ocasiones y sin pretender generalizar, por encima.

Primer avituallamientoPrimer avituallamiento

 

Tras estas primeras reflexiones de andar por casa continuamos nuestra marcha. Comenzaba el segundo cuarto, el más entretenido de la maratón, en el que se acumulaba casi todo el desnivel y que destilaba más esencia BTT. La primera ascensión era como un Garabitas pero un poco más bestia. Cada uno a su ritmo solo vi a un par de participantes a los que la subida se les atragantó. Rápida bajada por pista y de nuevo a subir. Nos vimos obligados a hacer una paradita para mear, tanto estábamos cuidando la hidratación.

 

Ya no teníamos la sensación de que nos pasaba hasta el tato. De hecho en este tramo de constantes subidas y bajadas dimos la talla tanto en las unas como en las otras. O al menos hasta que nos encontrábamos un tapón que nos impidiera seguir nuestro avance.

Nos llamó especialmente la atención un tramo señalizado como «bajada peligrosa» ante la que la mayoría de ciclistas echaba pie a tierra para bajar caminando cuando la única dificultad era algunas piedras sueltas y las roderas del agua, perfectamente evitables. Mi conclusión personal es que un ciclista «compensado» haría rato que habría pasado por allí, naturalmente montado sobre su bicicleta y los que quedábamos de algún pie cojeábamos. En mi caso me consta ser mejor bajador que escalador pero el siguiente vídeo ilustra a la perfección cómo sin dar pedales vamos adelantando a un buen número de compañeros sin apenas esfuerzo en un terreno muy, muy asequible y en el que los ciclistas adelantados parecen mostrar demasiada prudencia.

 

La rampa más dura llegó en el kilómetro 32. Según el perfil proporcionado por la organización tenía un 14,8%. A mi me pareció de un 70% o un 80%. Aunque me sabía con fuerzas pensé en bajarme de la bici por prudencia. Para guardar, que quedaba todavía más de la mitad. Pero qué quieres que te diga… Cuando ves a todo quisqui echando pie a tierra y que tú vas subiendo adelantando gente al tran-tran da bastante gustete y eso hice. El primo, delante mía. A Gualter le hicieron echar pie a tierra al parársele delante.

 

La primera parte de este «cuestón» comenzaba «asequible». Luego ganaba en pendiente y se añadía la dificultad de las piedras sueltas y la acumulación de participantes remontando la cuesta a pie.

 

Tras cada repecho nos esperábamos y dábamos unos minutos al que llegara el último para recobrar el aliento. Nos recordábamos comer y beber a cada rato. Cuando uno está cansado se olvida de estas cosas y con el calor que ya hacía (observad en los vídeos cómo nos hemos desprendido de las prendas de abrigo) ya cerca de mediodía corríamos el riesgo de deshidratarnos.

 

 

Nos quedaban pocos kilómetros para el segundo avituallamiento, el localizado en Aldeanueva de Barbarroya. Pero todavía quedaba un poco de «sube-baja». Christian se sentía como pez en el agua, es el terreno al que está acostumbrado al ser parecido al de su zona habitual. Yo reconozco que lo odio, es lo que peor se me da. Me consume las energías tanto tobogán. Tanto es así que sentí alegría infinita al llegar al avituallamiento, sabiendo que lo que continuaba era vía verde. Firme en relativo buen estado y desnivel negativo. Pero justo antes de llegar un buen repecho me puso en mi sitio dejándome unos pocos metros descolgado de Gualter y Christian. Reagrupados, accedimos a la explanada donde estaban instaladas las carpas con la comida y la bebida y la asistencia mecánica para el que pudiera necesitarla.


 

Hablando de mecánica, tuvimos la suerte de no sufrir ningún percance de ningún tipo. Ni caídas ni averías. A cada pocos kilómetros veíamos a algún participante reparando algún pinchazo o alguna cadena rota, esto último especialmente en los tramos más duros de subida. A nosotros nos respetó la suerte en ese sentido aunque debido al polvo mi bici llegó a Madrid seca y chirriando por los cuatro costados.

Segundo avituallamientoSegundo avituallamiento

 

En el segundo avituallamiento había fruta. Si la había en el primero, no la vimos. Y de verdad entraba como si del mejor manjar se tratara. Comimos naranjas cortadas en cuartos y trozos de plátano y rellenamos los bidones de Aquarius. Esto último fue un error. La bebida caliente y dulzona acabó empalagándonos a Gualter y a mi. Christian optó por rellenar de agua y disolver una pastilla de Isostar. Posiblemente fue la mejor opción. El recorrido rompepiernas maldito de este segundo cuarto me había hecho terminar con el bidón por completo, habiéndo tenido que recurrir al del primo para sofocar la sed.

Gualter, Christian y MoisésContentos porque íbamos bien de fuerzas

 

Nos paramos en este segundo punto unos quince minutos. Íbamos sin prisa pero sin pausa. Satisfechos de haber superado la parte más dura del recorrido con solvencia y de contar aún con muchas fuerzas para encarar lo que restaba, que era prácticamente la mitad del kilometraje. De manera que con ilusión renovada retomamos la marcha dando comienzo al tercer cuarto que se aproximaba a Calera y Chozas recorriendo parte de la Vía Verde de la Jara.

Descansando brazos y espaldaDescansando brazos y espalda

 

Da gusto rodar rápido sin apenas pedalear así que aprovechamos para sumar kilómetros pero con cuidado de no cebarnos, todavía quedaba mucho recorrido por delante. El firme no estaba en demasiado buen estado, todo sea dicho. La vía verde parece un poco descuidada. Longitudinalmente la mitad derecha (según el avance de nuestra marcha, claro) estaba asfaltada pero la mitad izquierda no.


 

El antiguo trazado ferroviario nos regalaba postales para el recuerdo. Rodamos rápido entre paredes de piedra y sobre viaductos acompañando al río Tajo en su lento discurrir.  Estas dos últimas frases son cursis, ciertamente. La vida nos sonreía, teníamos fuerzas y sabiendo que lo más duro estaba hecho solo nos quedaba prepararnos para la realidad de una distancia maratón cuando uno no está acostumbrado a este kilometraje: gestionar los dolores.

La vía verde comenzó a hacerse monótona y un poco… aburrida. El paisaje ya no era tan atractivo y estar sentado rodando y rodando sin parar hacía mella en nuestros traseros así que a cada pocos minutos nos obligábamos a levantarnos unos segundos del sillín para que circulara la sangre y el dolor tardara más en aparecer. Igualmente nos estirábamos en la medida que uno puede estirarse encima de la bici. Arrimando la entrepierna a la potencia, arqueando la espalda, soltándonos de una mano cada vez para descansar hombros y muñecas… en fin… todos esos ejercicios que el mismo cuerpo te pide cuando la fatiga empieza a hacer mella.


 

Veíamos rectas infinitas y a lo lejos, participantes. Y muy por detrás, parcicipantes. ¿Cómo podemos estar rodando virtualmente en solitario en una prueba con 2.500 inscritos? A lo lejos vimos la aguja del puente de Castilla la Mancha, por el que salimos de Talavera hace unas cuantas horas. Se veía lejísimos y esto nos desmoralizó un poco a Gualter y a mi. El primo no lo vio, iba unos metros por delante.
Observad en el mapa la forma en que el track lleva a Calera y Chozas desde el sur. Os garantizo que esas rectas se hicieron muy, muy pesadas y monótonas tras 40 kilómetros de ruta.

Mira qué rectasMira qué rectas

 

Pero no hay mal que cien años dure y en el kilómetro 55 alcanzamos el tercer y último  avituallamiento dispuesto por la organización. Dudo que alguno llegue alguna vez a leer estas líneas, pero vaya desde aquí mi agradecimiento a todos el personal voluntario engargado de velar por la seguridad de los participantes y de proporcionarnos un poco de confort en los puntos destinados a avituallamiento. ¡Mil gracias!

La fruta fue de nuevo el protagonista de nuestra parada. Y repusimos Aquarius en nuestros bidones, de nuevo error pues esta bebida caliente se bebe significativamente peor que el agua caliente. Habíamos llegado al corte de la prueba maratón con solvencia. A las 15h todo aquel participante que no hubiera pasado por este punto quedaría «descalificado». Nosotros a nuestro ritmo trotón llegamos a las 13h con tiempo de sobra.

Tercer avituallamientoTercer avituallamiento

 

Echamos mano del teléfono para la foto de rigor y vimos un mensaje en Whatsapp de Miguel anunciando que ya había completado los 75 kilómetros. 3,5 horas le llevó hacerlo, toda una hazaña tratándose de una primera participación. Mi enhorabuena y admiración para (el puto) Miguel. Siendo que hemos experimentado vivencias tan diferentes le he pedido que escriba unas líneas compartiendo cómo ha sido para él esta primera participación. Ahora que he hecho pública mi petición en cierto modo le obligo a hacerlo 😙.

Tras aproximadamente un cuarto de hora (analizando el track grabado por Christian vimos que dedicamos unos 42 minutos a las paradas, aproximadamente 15 minutos en cada una) retomamos nuestro camino.


 

El último cuarto se nos hizo especialmente penoso. El terreno por el que rodábamos era muy desagradable. Polvoriento y con muchos baches. Gualter lo sufrió especialmente, con su bicicleta rígida de aluminio. El paisaje tampoco era nada del otro mundo. Campos de labor y polígonos industriales. Los participantes en la prueba ultramaratón (135 km) nos adelantaban como rayos casi seis horas después de haber tomado la salida.

En un momento dado me quedé descolgado de mis dos acompañantes. Hacía ya mucho calor y las fuerzas estaban justas. Las manos me dolían de verdad y solo podía pensar en llegar. No dudaba en mi capacidad para conseguirlo, estaba a muy pocos kilómetros, pero el arco de meta parecía no llegar nunca… hasta que vimos el que marcaba el punto de final de cronometraje. El primo me dejó pasar delante de él para que pudiera presumir de haberle ganado. Gracias, Christian, por compartir estos largos 75 kilómetros que podías haber completado en mucho menos tiempo… y dejarme «ganar».

El tiempo invertido no era de nuestro interés, pero curiosamente tras pasar por este arco bajamos significativamente el ritmo… como si ya hubiéramos llegado. Faltaban apenas tres kilómetros hasta el recinto ferial. La organización deja de contabilizar el tiempo a la entrada de Talavera para que la gente no corramos en el núcleo urbano con el consiguiente peligro para la integridad física de las personas, ciclistas y viandantes.

Carril bici de TalaveraCarril bici de Talavera

 

Y con verdadera sensación de alivio y alegría cruzamos, después de 5 horas justas de salir, la línea de meta para nuestro regocijo y realización personal. ¡Reto completado!

Allí estaban los amigos de Christian pendientes de nuestra llegada para vitorearnos, una bonita sorpresa. Justo tras la llegada había un último punto donde coger algo de comida y bebida pero ya pensando en las migas solo cogimos algo para calmar nuestra sed.

Foto de familiaFoto de familia

 

Tras un breve intercambio de impresiones y alguna llamada telefónica, dimos buena cuenta de la ración de migas y la cerveza. ¡Estaban un poco saladas y se hacían bola!

Gualter tuvo que repetir cerveza. Una sola era poco tras la paliza sufrida. Miguel hacía rato que había marchado de vuelta y a mi todavía me quedaba rodar hasta el aparcamiento del Decathlón. 84 kilómetros me salieron en total. Y así fue, con sensaciones encontradas, como puse camino de vuelta a Madrid. Cansado pero satisfecho. Orgulloso pero decepcionado.

En el haber, el compartir este día de bicicleta con buenos colegas, el completar el recorrido con cierta solvencia, el (a posteriori) no sufrir dolores durante los siguientes días, el conocer en primera persona lo que supone participar en una prueba de esta envergadura compartiendo camino con tantísima gente cada uno de su padre y de su madre … en definitiva el haberme sacado la espinita del año pasado.

En el debe, aspectos puramente personales: el recorrido poco atractivo, la disparidad de niveles, los participantes que regañaban a otros por no dejarles pasar o por hacerles perder dos segundos… cosas que entiendo inherentes a la propia naturaleza de este tipo de eventos.

Os echamos de menos a los que no vinisteis, queridos amigos Perdedores. Si se vale «dedicar» esta maratón, sin duda os la dedico a vosotros. 

En nuestro mundo, comiendo migasEn nuestro mundo, comiendo migas

 

Para terminar la entrada, publico el track grabado por Christian en Wikiloc. Muestra 539 metros de desnivel positivo acumulado. Bastante menos de los 790 anunciados por la organización. Me creo más lo de Wikiloc, en este caso.

Se puede descargar el track de Wikiloc

 

Si habéis llegado hasta aquí, queridos lectores, os agradezco vuestra paciencia. Si os habéis sentido decepcionados por mi desagrado respecto de la Talajara, os pido disculpas. Tal vez la versión de Miguel, en una próxima entrada, cumpla vuestras expectativas. Yo me quedo con lo bueno.

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