De Conquista a las Minas del Horcajo

Un año más, aprovechando la festividad de Halloween, antes conocida por el día de Todos los Santos (ironía), nos trasladamos a Conquista a disfrutar de unos días de descanso lejos del asfalto. Este año, sí que sí, quería disfrutar de una ruta de MTB por las Minas del Horcajo.

Como es habitual, busqué un hueco para salir con la bicicleta a dar un paseo y siendo que con el cambio de hora a las 8:00 ya es de día, puse el despertador a las 7:30 para aprovechar las primeras horas de luz y estar en casa de vuelta a una hora más que prudente para disfrutar del resto de la jornada en familia.

Llevo tiempo con ganas de rodar por La Garganta, una finca privada al norte de Conquista propiedad del Duque de Westmisnter y coto de caza más grande de España. La naturaleza privada de la misma siempre me echaba para atrás, pero habiendo visto en Wikiloc multitud de rutas de BTT que rodaban por los caminos públicos de La Garganta me animé a intentar llegar hasta las Minas del Horcajo, localidad natal, además, de mi tío Rafa.

Track disponible en Wikiloc

Cuando salí de casa estuve dudando si darme la vuelta y volver a meterme en la cama. Caía un ligero «txirimiri» que en cualquier momento podía convertirse en lluvia, pero decidí salir a rodar, que para darme la vuelta siempre habría tiempo.

Los primeros kilómetros de ruta se ruedan casi siempre cuesta abajo por la carretera local CP314 que nos lleva, cruzando el «Arroyo Grande» que pasa por Conquista y el Río Guadalmez (que sirve de frontera entre las provincias de Córdoba y Ciudad Real) hasta la entrada a La Garganta. Aquí siempre hay un guarda y en esta ocasión, por supuesto, ahí estaba el buen hombre junto a una hoguera aunque la mañana no era ni mucho menos fría.

Me acerqué a saludarle y le expliqué mi intención de llegar hasta las Minas del Horcajo. Le pregunté si había algún inconveniente o si los caminos eran 100% públicos aunque yo sabía que sí . No sé si un poco confundido ante mis preguntas le noté titubear pero enseguida y con amabilidad me dijo que el camino estaba abierto y en cada intersección estaba indicada la dirección a tomar y que avisaría a un compañero para que me saliera al paso más adelante para asegurarse de que no me perdía.

De manera que tras agradecer al guarda su atención me puse a dar pedales. Durante los primeros kilómetros dentro de la finca el camino público discurre entre eucaliptos. Me habían advertido que el camino era un pedregal… Y no me habían mentido. Tengo que ir atento a por donde meto la rueda para no caerme…Pero no puedo dejar de llevar la mirada a lo lejos para no perder ocasión de ver alguno de los cientos de animales que pueblan el coto de caza.

De hecho la primera pareja de corzos no tarda en huir espantados por el ruido que hacen mis ruedas contra la pista, cruzando por delante mía a unos cincuenta metros de distancia. Pena que no estuve lo suficientemente rápido como para sacar la cámara del móvil.

Hasta mi destino el perfil es claramente ascendente. Si bien la mayoría del desnivel se supera de manera muy tendida, hay tres cuestas que me obligan (más por prudencia que otra cosa) a meter todo el desarrollo del que dispongo que en la Kona Explosif mancillada que uso en el pueblo, con monoplato de 30 dientes y un casete de 11-40. Lo peor es que si el camino está por lo general lleno de piedras, en los tramos más empinados más aun… Haciendo complicado mantener el equilibrio.

Esto es un pedregalEsto es un pedregal

 

Como bien anunció el guarda, en cada intersección está debidamente indicado el camino hacia las Minas del Horcajo así que entre los carteles y que llevaba en el móvil Wikiloc con un track cargado era imposible perderse.

Entre eucaliptos y jaras (muy oloroso todo) llego hasta la antigua estación de tren de La Garganta, donde me esperaba otro guarda, avisado por su compañero de la entrada.

Le saludé con cortesía y le pregunté, más que nada por romper el hielo, si me faltaba mucho para llegar a las Minas… Con una sonrisa me dijo que sí, que me quedaba mucho y aunque sabía que me quedaban 10 Km porque mi cuentakilómetros así me lo indicaba me desanimé un poco por lo áspero del terreno sobre el que estaba rodando.

En este lapso de tiempo no llegué a bajarme de la bici y me pareció oír decir al guarda que me seguiría pero que tenía todo el camino para mí. Y así fue. Dejando una distancia mas que suficiente para no molestarme ni con el ruido del motor pickup 4×4 que conducía estuvo escoltándome hasta que llegué a las Minas del Horcajo.

El camino está señalizadoEl camino está señalizado

 

Reconozco que en un primer impulso tener un testigo no me agradó demasiado pero luego pensé que me vendría incluso bien. No conocía el terreno por el que rodaba y tener a mi disposición un vehículo que podía hacerme de coche escoba en un momento dado era hasta un privilegio. Más aún si, como os digo, no noté su presencia porque el guarda con muy buen criterio dejaba mucho espacio de por medio entre ambos.

El paisaje era bien chuloEl paisaje era bien chulo

 

Según voy ascendiendo desaparecieron los eucaliptos y abundaban mimosas, robles y otros árboles que no sé identificar, no nos vamos a engañar. El paisaje, además, va enriqueciéndose. Me pararía a cada momento a sacar fotos, pero ni quería incomodar a mi guarda ni quería romper mi ritmo… ya que a ratos me sorprendía a mi mismo subiendo con mucha alegría pedaleadora contra todo pronóstico y sin explicación aparente. Lo mismo me estoy haciendo racing poco a poco, estaremos atentos.

Pistas rodeadas de vegetaciónPistas rodeadas de vegetación

 

En cuanto a fauna, vi muchas perdices y algunos corzos más. Pero lo que más me llamó la atención fue un jabalí que rondaba por mitad del camino y que salió corriendo al verme. En la foto de abajo no se aprecia bien pero es la mancha oscura que veréis justo a la mitad de la imagen.

Aquí hay un jabalí pero no se veAquí hay un jabalí pero no se ve

 

Es impresionante el puente del antiguo ferrocarril minero, desaparecido en 1970 junto al cierre de la mina. Y espectacular el contraste con el moderno AVE que pasa a escasos metros de los restos de la mina y el pueblo.

 

Antiguo puente del ferrocarril

 

El AVE a su paso por La GargantaEl AVE a su paso por La Garganta

 

Un rebaño de ovejas y el guarda, que había atajado por otro camino, me recibieron a mi llegada a los restos en ruinas de la explotación minera. Al parecer, los pozos alcanzaron los 600 metros de profundidad. Hoy solo quedan edificios ruinosos.

Ruinas de lo que fuera la minaRuinas de lo que fuera la mina

 

Unos metros más arriba quedan los restos del pueblo. Unas pocas casas en pie (una de ellas alquila habitaciones) y la iglesia son testigo de lo que en su día fue una pedanía con 2000 habitantes.

 

Apenas quedan edificios en pieApenas quedan edificios en pie

 

Ruinas y más ruinasRuinas y más ruinas

 

Contento por haber alcanzado mi objetivo y sabiendo el cuerpo que la vuelta era mayormente cuesta abajo, decido comenzar el recorrido inverso. Me gusta hacer rutas circulares, pero en este caso y debido a la naturaleza privada de los caminos no puedo sino volver por el mismo sitio que he llegado.

Rodando fácilmente por encima de los 25 Km/h me crucé con tres ciclistas uniformados con la misma equipación y finos como flechas. Nos saludamos protocolariamente al cruzarnos y metros después me crucé para mi sorpresa con mi guarda, que había tomado un camino alternativo y circulaba de nuevo en dirección a las Minas del Horcajo. Paramos para despedirnos. Le agradecí su ayuda y su vigilancia, alabé la belleza de recorrido y quedamos tan amigos. Él se proponía dar el mismo soporte que me había dado a mi a los tres galgos que iban por delante y yo llegar a casa y tomarme una merecida cervecita.

En la primera cuesta con pendiente noté que iba descuidando la trazada. Tal vez me haya acostumbrado de más a la doble suspensión y a las ruedas de 29″ y no era consciente de que iba con una bicicleta rígida con cubiertas de 1,9 y con no demasiada presión. Al pasar por encima de un pedrolo noté el llantazo, que me dolió en el alma. Enseguida me di cuenta de que algo no iba bien… Al concluir la cuesta, la rueda estaba en el suelo.

Nunca en tantísimos años montando en bicicleta creo haber sufrido una «mordedura de serpiente», que es como se llama comúnmente a resultado de que llanta corte la cámara por dos laterales, efecto similar al que produciría el reptil al morder una cámara si tuvieran estos animales tan estúpidas intenciones.

Toma, toma liadaToma, toma liada

 

Sale más a cuenta llevar una cámara de recambio que ponerse a reparar los pinchazos… pero para mi desgracia la cámara que llevaba en la mochila es de válvula schrader y las llantas que tengo usan válvula presta. Este error debe de sumar puntos loser a la fuerza.

Tontísimo. Esta válvula no es la que me vale para esta biciTontísimo. Esta válvula no es la que me vale para esta bici

 

Como soy precavido también llevaba parches, menos mal. Apreté el culete hasta ver que el pegamento no se había secado. A veces vas a echar mano del mismo y te encuentras con un bonito tubo vacío y se te queda cara de tonto pensando cómo el producto ha desaparecido sin vía de escape posible.

Los tres ciclistas con los que me crucé en las inmediaciones de Las Minas del Horcajo bajaron de vuelta. Se pararon al verme tirado al borde del camino. Me ofrecieron su ayuda, lo que es siempre de agradecer, pero la desestimé al verme capaz de solucionar el problema por mi mismo. Me dijeron que venían de Villanueva de Córdoba, localidad a 16 Km de distancia de Conquista. Calculé que ese día se iban a cascar fácilmente 75 kilómetros de ruta los tíos.

Busqué la sombra para repararBusqué la sombra para reparar

 

Después de mucho rato… Mucho, mucho rato y varios montajes y desmontajes consigo taponar la fuga de aire y retomo mi camino de vuelta hacia Conquista.
De igual manera que hacia las Minas del Horcajo, el camino de salida hacia Conquista está estupendamente indicado.

Estación de tren de La GargantaEstación de tren de La Garganta

 

Iba ligerito porque se me estaba echando el mediodía encima. Llegué a la salida de La Garganta sin mayor problema. Me despedí educadamente del primer guarda para comenzar el ascenso por carretera hasta el pueblo. Pero noté que la bici comenzó a flanear y cuando quise darme cuenta la rueda trasera había perdido mucha presión. Bombín en mano volví a meterle aire pero pocos metros después volvía a flanear. Menos mal que solo me quedaban tres kilómetros, porque tuve que parar dos veces más a hinchar la rueda. Llegué, finalmente, con ella por los suelos a la casa.

Reparación fallidaReparación fallida

 

Obviando el inconveniente de la maldita rueda que ya solucioné quedé muy, muy satisfecho con la ruta por el entorno y por las sensaciones. No sé si volveré a hacer esta ruta. Tal vez en otra época del año para poder admirar las maravillas de La Garganta. Por ejemplo, en primavera.

Investigaré, además, si existen más caminos públicos que pueda recorrer por el interior de esta finca. Porque la variedad de paisajes se agradece, ya que la dehesa es la nota predominante y monótona de los alrededores de Conquista. Es sano cambiar de zona de vez en cuando para refrescar el animo explorador.

¡El que se quiera apuntar a la próxima, que lo diga!

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