Merida Big Nine 29″ hecha por piezas

Explicaré el término, que me parece a mi que lo habéis entendido justo al revés. Cuando compré mi primer PC, que sería a principios de los años 90, fuimos a una tienda de informática y de entre el catálogo existente seleccionamos determinada configuración eligiendo los componentes que creímos que mejor se adaptaban a nuestras necesidades. No sé si se sigue haciendo así o no, pero comprábamos ordenadores «clónicos». Extiendo ese término al mundo de la bicicleta para presentaros la última creación del doctor Víctor Frankenstein.

Esta bici no es para mi. Es para Lourdes, mi (querida) esposa. Si sois lectores habituales de este blog sabréis que este verano hemos estado disfrutando de muchas jornadas de ciclismo en familia y ella venía usando una antigua BH Top Line que si bien ha cumplido de sobra, le viene un poco grande de talla. Además, para que pudiera ir cómoda, tuve que ponerle un manillar de BMX quedando un engendro de bici difícil de mirar, ciertamente. De manera que de cara a dar continuidad a nuestras excursiones y con la idea añadida, por qué negarlo, de mejorar de paso el aspecto «posturelil» del asunto, hemos montado una bicicleta con piezas «a la carta».

 

 

Bueno… a la carta, a la carta… no. Porque había una premisa clara: contener el presupuesto. Aprovecharía componentes del baúl de los recuerdos o de la pobre Top Line, que ha jugado un papel importantísimo como bicicleta donante (prometo devolverle la dignidad) para no comprar más que lo indispensable.

No es esta una tarea que me sea ajena, la de navegar en el mercado de la segunda mano y la oferta fugaz para encontrar el componente indicado, ya hace muchos años que vengo preparándome bicicletas a mi gusto:

No obstante el cuadro lo encontró Lourdes en wallapop. Un discreto Merida Big Nine 40. Un cuadro de entrada de gama de la (amplísima) serie Big Nine  de Merida para el año 2015.

 

Imagen extraída del catálogo de Merida de 2015

 

El vendedor añadía la tija en el lote, que siempre es de agradecer.

2 kilos pesa el cuadro en talla 17 con el cierre de la tija puesto. En este montaje no andaba buscando la ligereza. Más bien funcionalidad (sobre todo) y estética. Pero si el peso del conjunto se disparaba podríamos tener un problema porque un peso excesivo va en detrimento de la funcionalidad.

 

 

El manillar, la potencia y el sillín serían los que desmonté de mi bici Ghost cuando los sustituí por otros más ligeros y pintones.

Pero como en mi cabeza rechina profundamente que elementos de serie de una bici, con el logo de la marca de esta, sirvan para vestir a otra bici…tengo en mente cambiarlos por otros. Seguramente de Aliexpress.

 

 

Como la tija. No soy amigo, tal vez por desconfianza, del carbono barato chino pero reconozco que esta vez he recurrido a él para rebajar el peso de la tija literalmente a la mitad por apenas 17€.

 

 

Los frenos que he montado son los Hayes Stroker de mi querida RCZ. Claro… para no dejar a esta otra bici sin frenos he comprado de segunda mano unos SRAM Level LT excelentes. Los podría haber montado en este cuadro Merida, pero… seamos sinceros, yo les voy a sacar mejor partido 😉.

La transmisión era otro asunto que resolver. Monoplato sin duda. De hecho, en la Top Line Lourdes solo utilizaba el plato pequeño de manera que me hice con un plato verde 30t en Aliexpress que va  montado sobre las bielas Shimano XT de la BH.

Un casete 9v para aprovechar el mando de cambio Shimano LX. Un rango 11t-40t cumpliría de sobra. En esta bici se acabarán antes las piernas que el desarrollo.  Un veterano cambio Shimano Deore hace su papel a la perfección. No es muy glamuroso, pero cumple sobradamente.

 

 

Y para terminar, ruedas y horquilla. Junto al cuadro, posiblemente, lo más importante.

Tengo «aparcadas» las ruedas de serie de la Ghost. Unas ruedas decentes con bujes Shimano XT. Pero como la trasera de mi bici no es simétrica la rueda trasera está aparaguada en consecuencia y no podía aprovecharla sin que pasara por el taller. Además tienen ejes 15×100 y 12×142 mientras que el cuadro y la horquilla (ahora os hablaré de ella) son de 9×100/135. Podía comprar adaptadores pero entre el coste que suponían y el del taller me salía más a cuenta buscar ruedas de segunda mano. Y encontramos un chollo en forma de Mavic Crossride en perfectísimo estado.

 

 

Si aproveché un par de cubiertas Maxxis Ikon y Corssmark. Pude tubelizar la trasera, la delantera no quiso talonar porque tenía muchos restos de líquido reseco que no quité.

 

 

Y para finalizar, la horquilla. Una sencilla Suntour XCM con bloqueo que le queda que ni pintada y para la que tal vez en un futuro compre unas pegatinas. 2,7 kilos tienen la culpa. El total de la bici pesa poco menos de 13,5 kilos. Un peso aceptable pero que trataré de rebajar.

Ahora toca darle mucho uso. No descarto incluso subirle el sillín y hacerme una yo escapadita porque rueda muy, muy fina.

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