Llegué a casa de noche por culpa de un pinchazo

Como diría el añorado Chiquito, una mala tarde la tiene cualquiera. A mí se me hizo de noche por un pinchazo.
Yo lo viví en mis tiernas carnes el viernes 3 de diciembre. Quise salir a rodar un poco después de comer y antes de que oscureciera estar de vuelta. Pero el destino me la jugó y al final llegué de noche.

Resulta que siendo que mi plan era volver antes del anochecer ni se me pasó por la cabeza llevar el foco. Error. Fui hasta la valla de la Ciudad Financiera del Santander sin incidentes. A mi rollito y casi sin compartir camino con otros usuarios. Pero en una bajada  me metí en un banco de arena y por no girar para no caerme me salí del camino y atravesé una retama (ojo, podría no serlo… pero eso no cambia el resultado) y la violencia del impacto pinchó la rueda delantera. Y esto ocurrió justo en el punto de la ruta más alejado de mi casa, a unos 15  kilómetros, y a falta de unos veinte minutos para que se hiciera de noche.

 

La estrella marca el lugar del nefasto incidente

 

Noté el pinchazo porque escuchaba el aire salir con cada giro de la rueda. Las llevo tubelizadas así que seguí rodando confiando en que el líquido taponaría el agujero… pero tras pocos metros, no llegaría ni a 100, tuve que parar con la rueda completamente floja. Flaneaba demasiado como para poder rodar con comodidad y seguridad.

 

 

Cogiendo una captura del vídeo podemos ver cómo de pequeño es el pinchazo.

 

 

Realmente insignificante. El líquido tubeless tendría que haberlo tapado sí o sí… pero no.

En la mochila llevo mechas, cámara, bombonas de CO2, bomba manual, líquido tubeless… a priori todo lo necesario para sobrevivir a este incidente. Pero lo que no tenía es tiempo porque si me ponía a arreglar el pinchazo en condiciones se me iba a hacer de noche. Así que decidí meterle aire y tirar deprisa con la intención de llegar a casa de día.

 

 

El aire seguía saliendo, esta vez mezclado con líquido tubeless. ¿Sería que al final el agujero se sellaría? Le metí aire a la rueda y me puse en marcha muy ligero para aprovechar el tirón.

Mi gozo en un pozo. Apenas pude avanzar 5 kilómetros porque la rueda volvió a desinflarse. Y ya no veía bien. Y yo sin foco. Le metí aire de nuevo en la Venta la Rubia bajo una farola y seguí otro trecho. Esta vez el aire aguantó algo menos de tiempo, no llegaría a 3 kilómetros. Ya estaba muy cerca de casa pero no acababa de llegar. Uno no se da cuenta de cómo de oscuro es el campo hasta que le pasa una cosa como esta. Fueron necesarias dos paradas más, una en el barrio de La Fortuna y otra junto al campo de entrenamiento del C.D. Leganés antes de llegar al excelentemente iluminado carril bici. Me faltó besar el suelo.

Tendría que parar a meter más aire, pero al menos no correría peligro de caerme por no ver un carajo. Me la jugué un poco, de hecho hice 4 PR en Strava, pero de haber metido la rueda en una rodera o un charco me hubiera podido caer fácilmente entre el no ver y el flaneo de la rueda delantera.
Llegué a casa, metí unos 50 ml de líquido en la rueda y mucha presión. Dejé la rueda con el agujero hacia abajo para que el líquido tapara del todo… y lo hizo.

 

 

De manera que a partir de ahora me preocuparé de rellenar debidamente con unos 50 ml de líquido tubeless cada seis meses. Y no volveré a comprar el de Decathlon, que a mí al menos no me ha dado resultado en ruta cuando lo he necesitado.

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