De El Escorial a Zarzalejo

Esta entrada es la crónica de un recorrido ya conocido, una ruta MTB de El Escorial a Zarzalejo. Pero lo mejor del día fue, como suele ser habitual, la compañía.

Es lo que mola más…

Juntarme con los colegas de siempre para montar en bici es para mí motivo de alegría pero si además se apuntan a la ruta dos ciclistas «inéditos» en Perdedores BTT me pongo tan contento que no sé ni por donde empezar a escribir esta crónica. Así que empezaré presentándoos a los nuevos miembros de esta modesta comunidad de amigos: Javi es amigo mío desde siempre aunque durante unos pocos de años, por circunstancias de la vida, se nos hubiera olvidado. Que el ciclismo de montaña, afición que compartimos, haya servido para canalizar un reencuentro tan gratísimo solo sirve para sumar un punto positivo más en la cuenta de este magnífico deporte. Javi tiene una preciosísima Specialized Stumpjumper y dos piernas como dos jamones que cuando se ponen a funcionar complican (bastante) la tarea de seguir su rueda.

 

 

Por su parte, Natalia venía saliendo en bici con Jaime, Ángel, Simón y otros amigos de Guadarrama (de dudosa existencia algunos) desde hace una buena temporada y tras cambiar su antigua bicicleta de gama bajísima por una más que aceptable MMR Kendo el salto cualitativo ha sido significativo. El pasado domingo 13 pudimos disfrutar de su compañía y admirarnos con su fuerza porque puedo garantizar que mueve mucho, mucho (pero mucho) desarrollo.

 

 

Jaime, el Bombi, Sergio y un servidor completaríamos el grupo de 6 para salir a rodar a las 9:30 con la previsión amenazando lluvias pero con el sol luciendo a ratos en el cielo y con una temperatura bastante agradable para ser el mes de febrero en El Escorial, en la sierra de Madrid.

La ruta en sí

El recorrido elegido en esta ocasión es uno bien conocido de El Escorial a Zarzalejo y que no ofrece dificultades físicas (más allá de las que queramos buscarnos nosotros mismos) ni técnicas de especial relevancia. Además, siendo que en vez de subir a la Silla de Felipe II, como solemos hacer cuando hacemos esta ruta, el Bombi nos propuso rodar por un sendero (precioso) que nos lleva hasta, casi Zarzalejo el desnivel positivo acumulado es casi de risa.

 

 

¡Comenzamos!

Salimos del aparcamiento de la Renfe de El Escorial y callejeamos un poco hasta cruzar la M505 con cuidado y talento y pasar por encima del puente de piedra sobre el río Aulencia y girar a la derecha, ya pisando tierra, para recorrer los escasos metros que nos separan de las vías del tren. Circulamos en paralelo a las mismas durante breves momentos para cruzarlas por la primera pasarela que nos encontramos. Seguimos rodando por pista en paralelo a las vías, pero esta vez al otro lado de las mismas dejando a la derecha el maravilloso Bosque de la Herrería.

El ritmo no era malo pero de pronto nos encontramos con un repecho que nos terminó de calentar las piernas. Muy corto, pero con con buena pendiente. Y poco después, los restos de la calzada romana.

Tocaba echar pie a tierra y empujar la bicicleta. Solo especialistas muy avanzados serían capaces de subir en bici por esos pedrolos.

 

 

Zarzalejo

El recorrido continúa intercalando tramos de sendero sinuoso (y divertidísimo) con tramos trialeros de roca puesta a mala idea. Y siempre picando un poquito para arriba. Quien más, quien menos, tenemos que echar pie a tierra cuando nuestra rueda delantera se atranca en algún escalón. ¡Cómo tiene que molar hacer ese sendero en sentido contrario! Tendremos que buscar alguna ruta que lo recorra. O hacer esta misma, pero en sentido contrario. Sin duda un acierto por parte del Bombi el sustituir la subida por asfalto a la Silla de Felipe II y su correspondiente bajada por pista por este camino alternativo, mucho más disfrutón.

Llegamos a las inmediaciones de Zarzalejo casi sin darnos cuenta y tomamos hacia la izquierda la  M533 durante apenas doscientos metros para cruzar de nuevo por encima de las vías del tren y volver a coger el camino de tierra que nos cambia la dirección para poner rumbo hacia el embalse de Valmayor. Tres kilómetros y medio de diversión. Comienza siendo una pista ancha pero a ratos se estrecha, tiene piedras, saltos… Es pedaleador, no tiene pendiente suficiente como para dejar rodar la bici y avanzar gracias a la inercia, pero se disfruta enormemente.

Debido a las diferencias en cuanto a técnica del heterogéneo grupo que formamos y que algunos conocemos el sendero y otros no, vamos llegando hasta pista ancha en la que muere el sendero poco a poco. Todos satisfechos, todos con una sonrisa en la cara. Y algunos recordando que la última vez que pasamos por esta zona el sendero estaba tan inundado que tuvimos que saltar el muro de piedra de una finca colindante para poder avanzar ya que el agua hacía imposible el paso.

Valmayor

El siguiente tramo tampoco deja indiferente. Otros dos kilómetros y medio de disfrute, de esquivar rocas y raíces, de agacharse para no topar con las ramas de los árboles y de cruzar arroyos (bueno… solo uno).

 

 

Lleva cerca de un mes sin llover en Madrid y se nota. Nada de charcos y el arroyo se cruza sin mojarse, no como en otras ocasiones que era fácil salir de este tramo con los pies mojados.

Seguimos nuestra marcha y nos toca cruzar la M600 y tomar la llamada «Vereda de los Vaqueros» que tras un rapidísimo descenso por pista ancha (Strava marca de máxima 54,9 Km/h pero a mí me parece mucho) nos lleva a la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza y, tras cuatro pedaladas más, a la orilla del embalse de Valmayor, esta vez bastante alejada del camino como consecuencia de la ya mencionada ausencia de lluvias.

 

 

Hay senderos que recorren todo el perímetro del embalse de Valmayor. Apenas tienen desnivel y son muy divertidos. Rodeamos la parte oeste del embalse recorriéndolos. Tenemos que cruzar el río Aulencia, que alimenta de agua el embalse, por uno de los pasos que hay a tal efecto. En esta ocasión no representa ninguna dificultad porque apenas lleva agua.

 

 

Senda de los Arroyos

Enlazamos con la parte más septentrional recortando por el interior. Esto supone subir una cuestecita de más o menos un kilómetro que nos recuerda que estamos practicando ciclismo de montaña. Cada cual pone su ritmo. Javi, arranca la moto y llega arriba el primero con tiempo de echarnos fotos a todos según vamos llegando. El Bombi y Sergio en primer (segundo) lugar.

 

 

Seguidos de Natalia.

 

 

Jaime y yo, de cháchara, en último lugar.

 

 

Llegamos a la pequeña presa que hay al norte del embalse y dejamos Valmayor para recorrer la preciosísima y divertidísima senda de los arroyos. El Bombi y Javi van delante y Sergio y yo tratamos de seguirles el ritmo pero se nos hace durísimo y como quedan todavía cercad e 15 kilómetros de ruta decidimos dejarles ir para descanso de nuestro corazón que a punto estaba de salírsenos por la boca. Al final de esta senda giramos a la derecha para subir hasta las vías del tren, pero antes nos reagrupamos. Sergio y yo llegamos al encuentro de Javi y el Bombi y minutos después se incorporan Jaime y Natalia, que iban por detrás.

Tras cruzar las vías por el paso elevado toca rodar por la última parte de la ruta, el camino de las siete cancelas que nos llevará por la dehesa hasta El Escorial.

Las Siete Cancelas

Pero nada más abrir la primera puerta Javi se da cuenta de que su rueda delantera está muy floja. Localiza un maldito abrojo como causante de tan desafortunado acontecimiento. Se supone que el líquido tubeless debería de haber tapado el pinchazo, pero no ha sido así. De manera que sacando del compartimento SWAT de su Stumpjumper una bomba y dándole un poco de aire a la rueda, tras quitar el abrojo podemos comprobar que el aire se escapa irremediablemente. El líquido parece estar seco.

Como somos gente previsora yo saco de mi mochila una herramienta para sacar el obús de su válvula presta y Jaime un bote con líquido tubeless con aplicador. Metemos una pequeña cantidad fácil y cómodamente, volvemos a enroscar el obús y tras dar aire comprobamos que poco a poco el líquido trabaja correctamente y tapa el pinchazo en un periquete.

 

 

¡Qué gusto da resolver este tipo de incidencias rápidamente! Pudimos continuar nuestro camino sin más incidentes.

El camino de las siete cancelas se llama así por algo. Hay que atravesar tal número de portones.

Esto es un alivio porque, claro, para abrir y cerrar las puertas hay que parar. Y siendo que estas se encuentran cada x kilómetros es un alivio encontrarlas para poder tomar aire.

Porque el Bombi y Javi se pusieron a abrir gas y además con viento en contra. Sabiendo que quedaban pocos kilómetros de ruta a uno no le importa dejarse un poco más la piel, pero aquello era insostenible. Sergio y yo nos aliamos para colocarnos primeros y rodar en paralelo tras pasar por uno de los portones e impedir así que nos adelantaran y ser nosotros los que marcáramos el ritmo… pero la pista era ancha e «indefendible» así que a las primeras de cambio ya nos vimos de nuevo rodando a todo lo que daban las piernas.

Pero no hay mal que mil años dure y tras cruzar al última cancela alcanzamos el casco urbano de El Escorial.

Cervecitas al sol

Y como habíamos corrido nos dio tiempo de tomar un par de rondas de cerveza en una terraza al sol comentando sobre la ruta y sobre la vida en general, que no hay mejor premio a tan exigente esfuerzo como veníamos de realizar.

Gracias, Javi y Natalia, por acompañarnos en esta ocasión en la ruta de El Escorial a Zarzalejo. Espero que sea la primera de muchas. Ahora ya sois orgullosos Perdedores con todo lo que ello supone. Y gracias al resto de amigos por atender a la convocatoria, que hacía tiempo que no rodábamos juntos y las buenas costumbres no deben perderse.

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