Ruta nocturna por el Valle de los Pedroches

Huyendo del calor agobiante de Madrid decidimos pasar unos días en el pueblo, en el Valle de los Pedroches. Y el ayuntamiento organizó una ruta nocturna para familias por Conquista.

Las bondades de los pueblos serranos

Durante el día hace mucho calor pero por la noche se puede dormir dignamente. Y dando la casualidad de que el Ayuntamiento organizaba marchas cicloturistas vespertinas/nocturnas no pudimos dejar pasar la oportunidad de llevar las bicicletas para disfrutar de estos eventos lúdico-ciclistas en compañía de otras familias del pueblo.

 

Nos apuntamos un poco a ciegas porque no sabíamos ni el recorrido, ni el kilometraje ni nada de nada… pero conociendo la zona y siendo una ruta familiar ya me imaginaba yo por dónde se marcharía: buscando el terreno lo más llano posible, que no es fácil en Conquista.

 

Éxito de público

Y así acudimos con puntualidad a la cita. Y al llegar al punto de encuentro ya vimos a bastante participantes esperando con ilusión el comienzo de la ruta. En pocos minutos estuvimos todos (la organizadora pasó lista) y comenzamos a dar pedales en dirección sur, por las pistas que van en paralelo al Arroyo Grande.

La idea era hacer dos recorridos. Uno corto, para los más pequeños, que los había incluso con ruedines en sus pequeñas bicicletas de 12″, y otro «largo». Entrecomillo el adjetivo porque tenemos que relativizar. Es una marcha de aproximación a este deporte pensada para que todo el mundo pueda terminarla sin sufrir demasiado.

 

Un poco de cuidado, por favor

Este tipo de eventos me dan un poco de miedo porque es cuando saca la bici mucha gente que no está habituada a montar en bici y puede ser que se paren en mitad del camino de golpe, se crucen, etc. Todo hay que decirlo, no pasó nada de eso y del nutrido grupo de mayores y pequeños que salimos del pabellón polideportivo nadie fue causante de tragedias ni propias ni ajenas.

 

La primera parte del recorrido era totalmente llana y la pista presentaba un firme excelente. Era sencillo rodar la bicicleta y sirvió perfectamente de adaptación para que los participantes fuéramos acostumbrándonos a rodar en pelotón, guardar distancia, etc.

Pasados 2 kilómetros se hizo la primera parada y los pequeños participantes de la ruta corta y sus progenitores se dieron media vuelta. El resto seguimos camino encarando la parte más dura de la ruta, unos dos kilómetros y medio de subida que si bien no tiene rampas fuertes hay que tener un mínimo de forma física para aguantar.

 

Parada técnica

Como suele suceder en las subidas, cada cual sube a su ritmo. Más si cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre y de edades tan distintas. Lo que se hace en estos casos, efectivamente, es reagruparse arriba, Y aprovechando la ocasión y como en Conquista es raro que se junten más de tres personas y no se acabe comiendo y bebiendo, la furgoneta de apoyo (que iba detrás de la comitiva haciendo las veces de coche escoba junto con un 4×4) abrió sus portones traseros para ofrecer al personal bebidas frías y aperitivos.

 

Una Coca-Cola helada en el monte después de andar un rato subiendo en bici es mi definición de éxtasis. Y así la disfruté, picoteando además unas patatas fritas. Vamos, un planazo. Lourdes y las niñas hicieron lo propio, lo mismo que el resto de participantes, mayores y pequeños, que disfrutaron de una parada de lo más agradable mientras el sol terminaba de caer por el oeste (como viene siendo habitual en Conquista en los últimos años).

 

Ya de noche…

Con los focos y las luces de rojas de posición ya encendidas (aunque todavía había luz natural como para moverse sin peligro) reanudamos la marcha y lo que tocaba era bajar un buen rato. Vamos, todo lo que habíamos subido prácticamente. Como conozco la zona sé que hay rebaños de ovejas y mastines guardándolas. Alguna vez me ha tocado apretar el paso para «escapar» de ellos (que no hacen nada, solo su trabajo que consiste en hacer que te alejes). En esta ocasión también los había pero curiosamente no se atrevían a acercarse mucho a esa «manada» de seres, mitad orgánicos y mitad metálicos, con ojos brillantes de color blanco y rojo, que se desplazaba por su territorio a proteger a unos 10 kilómetros por hora. Todo debía de parecerles muy extraño.
Cruzamos la carretera pero para hacerlo en condiciones de seguridad los dos vehículos que nos acompañaron se cruzaron a ambos lados del camino a modo de barricada de manera que los coches que pudieran venir (pocos, a esa hora por esa carretera) estuvieran obligados a parar.

 

Y tras una breve subida (la última) ya solamente iluminados por nuestros focos, solo quedaba dejarse deslizar cuesta abajo hasta llegar al pueblo cruzando la carretera de Fuencaliente para disfrutar de un segundo aperitivo en el punto de partida.

 

Conclusión

Fueron apenas 10 kilómetros que se hicieron muy amenos y, por suerte, sin pasar demasiado calor a esas horas avanzadas de la tarde. Además rodar en compañía siempre es un aliciente.

Agradezco desde aquí al ayuntamiento que celebre este tipo de eventos que nos amenizan el verano y ponen en valor tanto el entorno de Conquista (que siendo sinceros en verano no muestra su mejor cara) como la práctica del ciclismo (y senderismo, que hace pocos días se celebró una marcha a pie muy bonita).

 

El domingo (la ruta fue el jueves y es viernes cuando escribo esta crónica) se celebrará otra marcha pero un poco más larga, también por el Valle de los Pedroches, por los alrededores de Conquista. A este recorrido se le añade otro tanto. Yo me he apuntado, ya os contaré qué tal.

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