Leganés – Villaviciosa de Odón

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Hoy vamos a hablar de una ruta MTB por Villaviciosa de Odón. Si queremos hacer la Vía Verde del Tajuña completa (ida + vuelta) hay que empezar a meter kilómetros a las piernas así que algunos hemos empezado la preparación yendo desde Leganés hasta el río Guadarrama y volviendo por Villaviciosa de Odón rodando casi siempre, como solemos hacer, por caminos.

Vamos saliendo

Salimos de casa a las 8:00 de la mañana. Tempranito, que va a ser una buena tirada. Sergio, Javi y yo seremos los intrépidos ciclistas que participemos esta mañana de la ruta. Hace fresquete pero sin exagerar. Yo he sacado los guantes de invierno porque prefiero pasar calor a pasar frío, pero llevo los cortos en la mochila. Sergio va en manga corta tan pancho porque creemos que es vasco y Javi con manguitos, una prenda muy versátil que nunca he usado.

Nos ponemos rumbo al Parque de Polvoranca. Está amaneciendo y apenas nos encontramos con gente a nuestro paso. Alguno sacando al perro, otro corriendo…. lo normal a estas horas tempraneras. Rodeamos el parque por sus pistas exteriores para cruzar hacia Alcorcón y luego hacia Móstoles. Vamos siguiendo el mismo camino que cuando fuimos a Toledo pero en vez de atravesar Móstoles por el carril bici lo rodeamos por el sur. No podemos evitar rodar algunos tramos por carretera, pero finalmente llegamos a los campos de fútbol de Iker Casillas.

Track disponible en Wikiloc

Evidentemente hemos ido de cháchara todo el rato, eso es una constante en nuestras rutas. Hay que ponerse al día, comentar las cosas que nos han pasado en los últimos días y revisar los planes que tenemos para fechas futuras. El ritmo es bueno, pero sin fliparse, que acabamos de empezar y queda mucho.

Salimos de Móstoles

Atravesamos el parque de El Soto de Móstoles y cogemos el carril bici que lleva hasta la Colonia Guadarrama. Rodamos casi a 30 Km/h porque el terreno es favorable. Al llegar al río en vez de cruzarlo por el remodelado puente giramos a la derecha con la idea de rodar por el sendero de la orilla. Sin duda la parte más bonita de la ruta. Y con muchísima diferencia. Hacía muchos años que no rodaba por ese sendero y espero que no vuelvan a pasar tantos porque merece mucho, mucho la pena. En algún punto nos vemos obligados a echar pie a tierra porque el sendero está cortado por pequeños desmontes naturales y las zarzas que hay por debajo no creo que sean muy acogedoras en caso de caída.

 

El sendero es fundamentalmente llano, pero tiene alguna subida y alguna bajada que nos pone en nuestro sitio, no te deja descansar, es ratonero. Muy divertido y completamente limpio de piedras o raíces. Conociéndolo, se disfruta sin duda. Pero todo se termina y en este caso, como suele ser habitual a la hora de alejarse del cauce de un río, nos toca subir un cuestón de tres pares de narices. La cuesta más dura de la jornada, que no es nada del otro mundo pero que hay que subirla con paciencia y desarrollo muy cortito.

Nos estamos aproximando a Villaviciosa de Odón por un camino etiquetado como «Camino de Sacedón» pero nos salimos del él para meternos en un pinar con una bajada divertidísima que recordaba a la Casa de Campo… pero sin gente. Justo antes de llegar a Villaviciosa hacemos una paradita porque quiero comer una barrita, que voy con hambre, y aprovecho para cambiar de guantes y ponerme los de verano, que hace un día buenísimo.

 

Rodamos un poco por el núcleo urbano de Villaviciosa. Sergio nos está haciendo de guía y a ratos no estamos muy seguros de que estemos yendo por el sitio bueno, pero siempre acaba encontrándose. Se acaba de comprar un GPS pero no lo necesita porque tiene en la cabeza una brújula.

Me da la flojera

Volvemos a salir al campo y tengo que echar mano de un gel. Más vale prevenir que curar. No voy completamente vacío pero lo bueno de llevar un tiempecito montando en bici es que uno se conoce bien y es mejor tomarse algo ahora que cuando sea demasiado tarde. Saco de la mochila un gel sabor naranja de la marca 226ERS que en vez de a naranja sabía a mierda pura. Me lo dieron en Festibike cuando estuve probando la Orbea Rise y prometo no comprarlos en la vida. Para gustos, los colores e imagino que también los sabores.

 

Nos vamos aproximando a la M50 y menos mal que me he tomado el gel. Me va ayudando en los repechos que vamos encontrando, pero Sergio y Javi siempre me dejan atrás. Además de estar bastante más fuertes que yo se van picando en las subidas, lo nunca visto en Perdedores BTT. Creo que hay que pensarse si les echamos del grupo o no.

El túnel por debajo de la M05 muestra signos de tener mucha vida nocturna. Miles de millones de botellas de cristal, la mayoría rotas, cubren el suelo y hay que ir con cuidado para no pinchar.

Volvemos al lado este de la M40

Tras el túnel salimos a nuestro recorrido habitual por los caminos que hay entre La Venta de la Rubia y la Ciudad Financiera del Santander. Territorio más que conocido.

 

Como el gel hace efecto ruedo alegre y hago varios «PR» de Strava seguidos (me salieron 10 «PR» en total). Parece mentira lo que un gel puede hacer. Sabe malo pero funciona bien. Tanto que en vez de ir evitando cuestas, las vamos buscando y acabamos tras 61 kilómetros subiendo la cuesta del cementerio para terminar la faena con las piernas duritas.

No serían las 12 cuando ya estábamos brindando con cerveza en el bar. Cayeron varias en poco tiempo al punto de que si me tomo otra llego a casa pedo antes de las 14:00. Una mañana de sábado perfecta, vaya, que completé con una buena siesta para recuperar. ¡Por muchas más como esta!

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