Rodando por la Vía Verde del Pas en familia

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Lo primero es lo primero…

Siendo vosotros lectores habituales de este blog sabréis que de cuando en cuando hacemos una escapadita en familia para hacer una ruta en bici por una Vía Verde o recorrido similar que no entrañe demasiada dificultad ni técnica ni física. También sabréis que Jaime y María son nuestros compinches en este tipo de aventuras (y nosotros los suyos, que tanto monta, monta tanto). Así que aprovechando que en 2023 en Madrid el día 20 de marzo era festivo (al caer el 19, día del padre, en domingo) nos desplazamos con toda la parafernalia ciclística a la casa familiar de María, muy cerca de Santander, para recorrer la Vía Verde del Pas.

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Oficialmente la ruta parte de Astillero y termina en Ontaneda, pero nosotros decidimos hacerla al revés para disfrutar del ligero perfil descendente de este sentido inverso.

Así que el domingo por la mañana, sin madrugar demasiado porque, además de tener todo el día para hacer el recorrido daban lluvias a primera hora, preparamos unos bocatas y unos aperitivos, montamos las bicicletas en los coches y salimos rumbo a Ontaneda, a unos 40 minutos de la casa de María para disfrutar del último día de bicicleta del invierno de 2023.

Ontaneda cuenta con un aparcamiento enorme

Siendo tantos siempre sucede que hay que hacer algún pequeño ajuste en alguna bicicleta. Que si no me cambia bien, que si la rueda va frenada, que si espera que tengo que subir el sillín que va muy bajo… Pero sorprendentemente esta vez en apenas cinco o diez minutos estábamos en marcha. Y el tiempo acompañaba. El día anterior no pudimos hacer la ruta como teníamos planificado desde hace semanas porque estuvo casi todo el día lloviendo. Pero el domingo sobre las 13:00 el sol brillaba, la temperatura era perfecta y no hacía nada de viento. Vamos, un chollazo de día.
 

 

Comenzamos a dar pedales

Comenzamos a rodar suavemente. Bueno… Los niños enseguida se pusieron a apretar. Jorge, el mayor de todos, se inventó un juego. Una especie de «cycling manager» y fue otorgando puntos a los distintos corredores en  función de sus méritos. Con la tontería el juego duró horas, os lo puedo asegurar, durante las que estuvieron muy distraídos y los mayores pudimos disfrutar de la ruta y de la charla tranquilamente.
La ruta está bien señalizada y dispone de paneles informativos 

 

La Vía Verde discurre paralela al río y el entorno merece mucho la pena. Salimos del núcleo urbano pero las casas (casoplones, algunos preciosos) seguían apareciendo por todas partes y esta continuidad suponía que no estaba claro cuando terminaba un municipio y empezaba el otro.

Rodábamos por la margen izquierda del río pero en San Vicente de Toranzo cambiamos de orilla cruzando por encima de un antiguo puente ferroviario muy bonito. El tráfico estaba abierto al tráfico, pero los coches pasaban con mucha precaución porque la plataforma del puente era de madera. Fue un momento divertido.
La distancia entre tablones era de más de diez centímetros

 

El avituallamiento

Como no habíamos madrugado y hubo que desplazarse casi una hora en coche habíamos comenzado a rodar en torno a las 13:00 y enseguida el estómago empezó a protestar. De manera que decidimos hacer una paradita técnica para tomar un aperitivo en una de las muchas áreas de descanso que la ruta ofrece. Elegimos una particularmente agradable, junto a un ¿acueducto? de piedra muy, muy bonito.
Nos comimos unas patatitas fritas y nos aguantamos las ganas de tomar una cerveza en el bar de enfrente, cuya terraza nos estaba llamando a gritos.
Pero te digo yo que con lo bien que parecía estarse en esa terraza si nos sentamos lo mismo no nos levantamos y ni bici ni biza.

Fíjate que verde. En Leganés lo vemos así dos  semanas al año 

Continuamos nuestro camino rodando muy placenteramente aún admirados de lo bonitas que eran las casas de campo que íbamos encontrando en el camino. A pesar de ser domingo y de hacer un día espléndido la Vía Verde no tenía demasiada ocupación y era sencillo dejarse llevar con cierta despreocupación. Un gustazo.
Mira qué cacho de día de primavera nos hizo

 

Casi sin darnos cuenta llegamos a Puente Viesgo. Un pueblo muy, muy, muy bonito que me quedé con las ganas de visitar con calma. Lo dejamos pendiente para el próximo viaje. Acordamos, porque ya era hora, parar a comer pasado el pueblo. Enseguida encontramos un área de descanso muy apropiada pero no daba el sol y temimos pasar frío así que María recomendó avanzar un poquito más hasta la siguiente, que no estaba demasiado lejos, a la entrada de Pomaluengo. Y así lo hicimos.
Un bocata en ruta es lo mejor de lo mejor

 

La siguiente parada iba a ser en el supermercado de la fábrica de Nestlé en La Penilla, pero siendo domingo estaba cerrada para decepción de todos. Una pena, nos quedamos sin chocolatinas. Así que decidimos parar a tomar un café en cuando viéramos dónde.
 

Los carga el diablo…

Se cruzó en nuestro camino un pumptrack. Y no había nadie. No podíamos dejar pasar la oportunidad de darnos unas vueltitas. Cuando todos los niños se hubieron caído y algún mayor estuvo a punto, nos marchamos.
 
 

Parada técnica

Llegamos a Sarón y vimos en un parque una cafetería con terraza y no pudimos resistirnos. Además había una tirolina y los niños se lanzaron como locos a jugar con ella. Dejamos las bicicletas correctamente estacionadas en un aparcamiento que a tal efecto proveía la cafetería y disfrutamos de un cafelito (lo mío fue un té) que nos supo a gloria bendita. Estaba siendo un día bastante, bastante bueno. A veces, como cuando hicimos la Vía Verde de la Plata en Hervás, las cosas no salen bien. En este caso todo estaba saliendo de rechupete.
Tomando un café Vía Verde del PasTan ricamente que estuvimos, oye…

 

Resulta que en Sarón no es muy intuitivo cómo seguir la Vía Verde. Tuvimos que echar mano del mapa de la web para orientarnos y aún así, por mi culpa (ya sabéis que leyendo mapas soy regulero) nos chupamos una cuesta arriba por la cara porque no teníamos que haber subido. Pero bueno, tampoco fue para tanto aunque María se empeña en que me asigne «puntos perdedor» por el despiste. Pues me los asignaré, pero lo de ella fue bastante peor como comprobaréis si seguís leyendo.

 

Un trozo un poco feo

Durante un buen trecho la Vía Verde del Pas no es sino un carril de aproximadamente un metro en el arcén de una carretera abierta al tráfico. No hay demasiado peligro porque la densidad del tráfico es baja, pero hay que estar atento, lógicamente.
 
Llegamos a una glorieta en un punto alto y tras cruzar un par de veces por pasos de cebra seguimos avanzando bajando una cuesta que nos permite coger buena velocidad sin ningún esfuerzo… pero vimos que ni Lourdes ni María vienen por detrás. Esperamos unos segundos y decido volver, porque si no venían es porque algo pasaba, claro.
Toma liada Vía Verde del PasTomaaaaaa, toma liada

 

Avería rara

El sillín de María se había roto por la parte delantera, donde la cubierta abraza los raíles, y por el movimiento los enganches traseros habían terminado por salirse también. Ellas no estaban siendo capaces de volver a encajarlos porque estaban trabajando en una posición incomoda que no les permitía hacer fuerza.

Sacamos la tija y pudimos juntar los raíles entre sí lo suficiente como para meter los extremos por los huecos de la parte inferior de la cubierta del sillín. Le dimos un par de buenos golpes para que quedaran bien fijados. María pudo seguir pero cada poco tiempo se le volvían a salir los raíles porque, al no estar fijados por delante, la cubierta resbalaba poco a poco.

Lo terminamos de solucionar poniendo delante a modo de fijación un elástico de mi mochila que mantenía en su sitio la parte delantera de los raíles. María, romper un sillín sí que proporciona puntos perdedor a chorro, que lo sepas.

Arreglando el sillín Vía Verde del PasSoluciones improvisadas pero eficientes

 

Cabárceno

Este tramo, desde Puente Viesgo hasta pasado Sarón, no es demasiado bonito, la verdad. Pero lo que sigue transcurre por las inmediaciones del Parque de la Naturaleza de Cabárceno y la cosa cambia. Hay un par de cuestecitas pero nada serio, se rueda con facilidad.
 
A la altura de Obregón nos vimos obligados a rodar por el arcén (bueno… no hay arcén) y esto genera cierta tensión porque los niños no están acostumbrados y les supone un ejercicio de concentración rodar en fila india manteniendo la distancia entre unos y otros y lo más pegados a la derecha posible. Es bueno que se acostumbren a rodar por carretera porque excepcionalmente de vez en cuando es necesario y conviene aprender a hacerlo con seguridad.
 
En un momento dado de la ruta nos encontramos con el trazado cortado. Creemos que porque estaban renovando las barandillas de un tramo que discurre por un talud del terreno.
Nos tenemos que dar la vuelta Vía Verde del PasMira qué cara de disgusto se nos quedó. 

 

Mirando ahora el mapa, rodear este trecho era facilísimo pero en situ no lo vimos claro así que, sin estar especialmente orgulloso de ello, nos saltamos la valla y cruzamos el tramo que apenas tendría 100 metros. Como curiosidad diré que mientras infringíamos la ley nos cruzamos con un grupo de cuatro señoras que nos reprendieron por cruzar con las bicicletas, tócate las pelotas Manolete. Vamos, que ellas podían cruzar porque iban caminando pero las bicicletas no porque se les puso a ellas en el chumino, vaya.
 
En un momento dado, en La Concha, confundimos el camino y en vez de seguir por la Vía Verde del Pas tomamos la Senda Verde del Pas y Minero de Obregón, que llega a Astillero por el mismo sitio, pero rodeando La Concha por el oeste en vez de por el este. Ojo, creo que este error fue un acierto porque el paisaje era bien bonito.
Medio parque, medio bosque. Este tramo estaba bien chulo

 

 Jaime y yo, sabiendo que quedan apenas unos kilómetros para llegar a Astillero, decidimos jugar un poco con los niños y rodando ellos por delante decidimos hacer un demarraje y dejarles atrás sabiendo que no iban a poder resistirse a intentar cogernos.
Le dimos duro durante muchos metros, al punto de perderlos de vista a pesar de ir rodando por largas rectas. En un momento dado dejamos de apretar para que se acercaran… momento en el que volvimos a apretar para desesperación de Jorge, que iba en cabeza. Llegará el día en que no podamos hacer este tipo de abusos. Mientras tanto, que aprendan a sufrir.

 

Y por fin…

Llegamos a nuestro destino, Astillero, por el sur y enseguida vimos que el aparcamiento al que llegamos estaba llenísimo. El padre de María, al que habíamos avisado para que nos viniera a buscar a Jaime y a mí para llevarnos a Ontaneda a por nuestros coches, nos había comentado que el pueblo estaba en fiestas.
churrosMerienda-cena

 

El camino hasta Ontaneda y la correspondiente vuelta se nos hizo infinita. Algo más de una hora y media que los niños, Lourdes y María aprovecharon para tomarse un chocolate con churros en uno de los puestos de la feria. Para matar el tiempo me parece buena opción. Llegamos a casa pasadas las 21:00. Agotados, pero no por la ruta sino por estar todo el día fuera. Pero mereció la pena muchísimo, vaya Vía Verde preciosa la del Pas.

 

Recuento de puntos perdedor 2023

En cuanto al recuento de puntos, ya sabéis, lo que he ido comentando durante la narración.
Parece que el matrimonio de Guadarrama encabeza la clasificación con cierta holgura.
 

¡Nos vemos en la próxima!

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