Hace tiempo que llevamos comentando con Juancar la posibilidad de hacer una ruta por Las Rozas, siendo esta la localidad donde reside desde hace un tiempo. Como ya conoce la zona y ha preparado un recorrido interesante nos hemos decidido a poner fecha y a la llamada tempranera hemos acudido Miguel y yo... ¡y nos ha pasado de todo!
Madrugón, que ya ha entrado el calor y en cuanto sube el sol no hay quien pare. A las 8:30 ya estábamos en marcha. Nos habíamos citado junto al Pinar de Las Rozas. Los primeros metros transcurren por carril bici y enseguida nos metemos en el pinar para atravesarlo en dirección noreste. Al llegar a la A6 viramos a la derecha hasta llegar al puente "Puerta de Las Rozas", que utilizamos para cruzar al otro lado de la autovía.
Noto que las piernas no me van. Suma el palizón de la semana pasada (BiciCoa, ya publicaremos el reportaje oportuno), que he dormido poco las últimas noches y el madrugón a que voy con posiblemente los Perdedores más en forma para que vaya todo el rato descolgado.
Al otro lado de la A6 cruzamos no sé cuántas vías del tren hasta que llegamos al apeadero abandonado de "El Tejar". Comienza entonces una subida suave y paralela a la vía por su lado norte que termina a la altura de Las Matas para girar a la derecha y encarar el primer tramo bonito del día, un sendero con ligera pendiente negativa que corre paralelo al "Arroyo del Bosquillón" hasta que se encuentra con la tapia de "El Pardo". En este punto giramos a la izquierda y comenzamos a ascender hasta llegar a Las Matas por el Polideportivo San José. Callejeamos un poco en dirección noroteste y llegamos al segundo paraje especialmente bonito del día, el "Encinar de las Rozas".
Recorremos casi cuatro kilómetros de sendero del que no te permite ni un despiste. Muy revirado y estrecho nos vamos golpeando con los matorrales con frecuencia. Además, de vez en cuando barrancos a izquierda y a derecha nos hacen rodar con todos los sentidos puestos. Es aquí, en mitad del encinar, donde Miguel, que se ve que está muy fuerte, rompe la cadena.
Bien provistos de herramientas reparamos en un periquete y continuamos la marcha. Más sendero. Rodamos con cuidado con no enganchar el manillar en una rama mientras nos agachamos para esquivar otra y tenemos cuidado para no desplomarnos por el barranco. ¡Agotador!.
Pero el sendero termina. ¡Muy divertido! Y llegamos a la "Presa del Gasco", sobre el río Guadarrama, con unas bonitas vistas de la dehesa. Mucha precaución en este punto porque la caída es mortal de necesidad.
Cruzamos la presa y por desgracia confundimos el camino. Remontamos a pie un terraplén pero no importa porque llegamos al mismo sitio que la ruta que Juancar tenía en la cabeza... pero por desgracia pocos metros después olvida hacernos tomar un sendero a la izquierda y nos perdemos.
En verde el recorrido que deberíamos haber seguido, en azul nuestro track. Al final no recorrimos muchos más kilómetros, pero nos tocó caminar y cruzar la carretera M-505 por el puerto de Galapagar, cosa nada recomendable y menos un sábado por la mañana.
Para más inri, en una subida, antes de ser conscientes de habernos perdido...
¡Miguel volvió a romper la cadena! Volvimos a recomponérsela pero para él la ruta queda condicionada. No podemos arriesgarnos a una nueva rotura. Hemos sacado ya cuatro eslabones y cuando pretende utilizar coronas grandes el cambio queda grotescamente horizontal.
Tras descender por la M505 por el puerto de Galapagar recuperamos el track original junto a la urbanización del Molino de la Hoz. Rodamos rápido en dirección sur por una carretera muy poco transitada y llegamos al tercer paraje especialmente atractivo de la jornada: el camino que discurre paralelo al río Guadarrama en su margen izquierda. Me repito una y otra vez que tenemos que volver en primavera.
Dejamos el río girando a la izquierda y empieza mi calvario. El calor me va muy mal y me noto sin fuerzas. Además el sendero, bastante estrecho, exige cierta concentración. Tal es el caso que tras remontar a pie una rampa muy maligna, al tratar de montar de nuevo sobre la bici pierdo el control y me voy de espaldas contra una zarza. Lo que nos faltaba. Ya me veía como si me hubiera atacado una banda de gatos pero por suerte Miguel estaba a pocos metros y con su ayuda pude escapar con apenas unos pocos arañazos sin importancia. Llego a estar solo y hubiera acabado rojiblanco.
Volvimos a encontrarnos con la M-505 y la cruzamos por la pasarela peatonal que hay a la altura de la urbanización La Chopera, ya muy cerca del final. Un par de cuestas más que remonté por pundonor y no por contar con fuerzas y concentrado en la promesa de una Coca Cola con mucho hielo.
Pero, ya por carril bici, a pocos metros del final, Miguel nos regala otra perla. Bajando un escalón de primero de BTT se le suelta la mano del manillar rodando rápido y de milagro salva la caída. Y esta hubiera sido muy dolorosa, en asfalto. Hubo suerte, el incidente se saldó con un raspón en el interior del brazo de Miguel producido por la maneta de freno.
En resumen, una ruta muy recomendable, con variedad de paisajes y que sin ser excesivamente dura a mi me ha puesto en mi sitio.
¡Volveremos a hacerla cuando el sol pique menos!
