¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Primera BiciTanza de Perdedores BTT - Éxito total de público y crítica

Así es, queridos amigos, lectores insaciables de las aventuras de Perdedores BTT narradas en este humilde blog. El pasado sábado 19 de noviembre de 2022 no fue un día cualquiera, ni muchísimo menos. Fue la fecha fundacional de lo que todos tenemos la ilusión de convertir en una tradición al más puro estilo de la BiciCoa: la BiciTanza (Bicicleta + Pitanza). Pero no adelantemos acontecimientos que hay muchas, muchísimas cosas que contar. Vayamos por partes y no queráis correr que hay mucha tela que cortar. Sea esta una entrada de las que hay que leer con cierta inmersión los que no acudisteis para imbuiros del espíritu que reinó durante todo el día y entrar a formar parte del "sentimiento bicitancero" y con, espero, una sonrisa en la boca los que sí participasteis recordando tantos momentos divertidos (que espero no olvidar en mi narración).

Parece mentira lo bien que salió esta foto, todos colocaditos y mirando a cámara

Acabando el verano Sergio propuso hacer una ruta en bici por los alrededores de Cazalegas, donde sus padres tienen un chalet, en una urbanización llamada Serranillos Playa (lo de "playa" es por la cercanía al embalse de Cazalegas, hemos de entender). Con mucha ilusión algunos nos apuntamos desde el primer momento, otros algo más adelante, hasta completar una asistencia de ocho perdedores que no está nada, pero que nada mal (por supuesto y como siempre echamos en falta a los que no acudisteis). Gratísima sorpresa contar con la presencia de Jaime (Santos), que se decidió a venir ya que Cazalegas está más o menos a mitad de camino entre Madrid y Losar de la Vera, localidad extremeña donde él reside y de la que hemos hablado en reiteradas ocasiones en entradas anteriores. Hacía años que no nos veíamos y fue un gusto poder darse un abrazo como en tiempos pre-pandémicos. 

Puntuales a la cita nos presentamos Miguel, que muy amablemente vino a buscarme a Leganés para ir juntos hasta allí, Jaime (Rodriguez, el calvo) y Natalia, que desde Guadarrama echaron un rato bueno de coche, Sergio, como no, Raúl, que igual que Jesús y su familia se quedaron a dormir la noche del viernes, el ya nombrado Jaime (el peludo por contraposición al calvo) y un servidor.

Momento de la llegada, minutos antes de comenzar la ruta

La idea era empezar a dar pedales sobre las 10:00 así que a partir de las 9:15 fuimos llegando poco a poco para sacar las bicis de los coches, terminar de pertrecharnos para el frío de la mañana y darle ese último ajuste a la bici lubricando la cadena o metiendo algo de aire a las ruedas. Detalles de última hora que siempre hay que atender y por lo que conviene llegar al lugar de la cita un ratito antes de la hora marcada para salir para no retrasar demasiado al grupo.

Como digo la mañana era fresquita, en torno a 6ºC si no recuerdo mal. Por mi parte llevaba las botas de invierno Shimano MW-701. Canela en rama. Ni calcetines de lana merino ni nada. Pies calentitos y secos toda la ruta. Y además, igual que Jaime sin habernos puesto de acuerdo, estrenaba unos pantalones de ciclismo de invierno. Anchos, nada de culote largo. Me resultaron bastante cómodos y muy, muy calientes. Al punto de llevar las piernas sudando. No los recomiendo para temperaturas superiores a 10º porque podemos llegar a pasarlo mal sobre todo en rutas con ascensiones prolongadas.

Una vez listos nos pusimos en marcha. Como podéis ver, la ruta, que en estos casos en los que nos juntamos amigos para luego comer, seamos sinceros, no es lo más importante, recorría casi 40 kilómetros con un desnivel positivo de algo más de 500 metros. Si os soy sincero, como vosotros sin duda os merecéis, no me esperaba gran cosa. Sergio nos había advertido de que era casi todo por pista y me esperaba un paisaje parecido al de los alrededores de Leganés: campos de cultivo, caminos anchos y en relativo buen estado por los que rodar cómodo, pero sin paisajes especialmente atractivos. Nada más lejos como veréis si tenéis la paciencia de seguir leyendo. 



Al principio nos toca rodar por las calles de la urbanización y por carreteras secundarias hasta llegar a San Román de los Montes. Nos encontramos alguna subidita que enseguida nos calienta las piernas. También empieza a verse desde muy pronto los grupos que se iban a formar y, como siempre, yo iría en el de cola. Aprovechamos este rodar tranquilo para ir dos o tres en paralelo y ponernos al día, que hace tiempo que no nos vemos, y aunque estamos en contacto casi constante por Whatsapp no es lo mismo porque somos gente de cierta edad y le damos mucho valor al cara a cara y al toqueteo (fraternal).

Saliendo de San Román cogemos un camino de tierra que pica para arriba de lo lindo. Está claro que los 500 metros de desnivel positivo tienen que salir de algún sitio. El camino tras varios cientos de metros se convierte en una senda asfaltada que a poco que avanzamos un poco satura nuestros sentidos de motivos otoñales. Rodamos entre lo que parece el lecho de un arroyo a nuestra derecha y la ladera del monte a nuestra izquierda. Subiendo, pero con suavidad. Da para hablar, para rodar en paralelo y para embelesarse con el musgo, las setas y los colores del otoño. Muy, muy, muy bonito. 

Precioso camino de asfalto

Tras unos tres kilómetros de disfrute la pista se acaba y el monte se abre. Tenemos ahora una pequeña bajada hasta la carretera CM5100 que nos lleva tras pocos metros hasta Marrupe. No llegamos a entrar en el núcleo urbano porque giramos a la izquierda para seguir por la carretera unos cientos de metros más y tomar enseguida otro camino de tierra, en dirección suroeste. Comienda una divertida bajada por pista ancha pero no exenta de trampas. Hay roderas, piedras y cositas entretenidas que no te dejan despistarte porque rodamos rapidito y una caída puede ser dolorosa. 

Nos llamó la atención que las canadienses no tenían agujero debajo. Eran como pasos elevados

El suelo, por cierto, está en un estado excelente tras las lluvias de la semana. En algunos lugares algo encharcado, pero sin llegar a ser ni fangoso ni pegajoso. Los charcos tampoco son un problema, todos los que vamos encontrando son razonablemente sorteables y los que no lo son pueden cruzarse sin peligro de acabar como una sopa.

Hay que prestar atención rodando rápido por sitios que no conocemos y con firme regulero

Tras este primer descenso nos reagrupamos. Hicimos una paradita para hacer pis (quien tuviera la necesidad), echarnos una foto todos juntos en el monte y revisar la rueda trasera de Miguel que parece que tenía algo de holgura. Nada grave. Ahora tocaba subir un buen rato. Sin grandes rampas de la muerte (el máximo que recoge Strava es el 10%) pero siendo dos kilómetros conviene tomárselo con calma, que todavía queda algo más de la mitad del kilometraje a recorrer. 

No hubo ni caídas ni averías, como debe ser

Tras completar la ascensión vino una rapidísima bajada por una buena pista de tierra con anchura y que nos lleva hasta Cervera de los Montes. Atravesamos la localidad sin entretenernos en absoluto y tras rodar unos pocos metros por carretera nos desviamos por un camino a la izquierda que nos llevará tras una vertiginosa bajada por pista asfaltada hasta Pepino. Si yo, siendo pepinero, me entero de que esta otra localidad se llama "Pepino" me hubiera hecho una foto con el cartel que marca la entrada al pueblo casi seguro. 

En muchos tramos el paisaje de dehesa me recuerda al de Conquista

Todo el rato vamos de cháchara, de bromas y de buen rollo. Estamos encantados. Hace buena temperatura, nada de viento y el campo está precioso. Especialmente bonito un tramo con unas praderas repletas de flores. Como si estuviéramos en primavera.

¿La mejor parte de la ruta?

Durante cinco kilómetros muy llanos disfrutamos de este camino con sus pasos canadienses elevados. Miguel y Jaime ruedan en cabeza y el resto formamos un pequeño y coqueto pelotón. Sergio como buen anfitrión, sabiendo que Miguel lleva el track en el GPS se despreocupa de hacer de guía y se deja caer para echar ratitos de charla con todos y hacer alguna que otra fotito.

Fíjate qué de flores, Paqui

Pasamos de nuevo por San Román de los Montes y de ahí a Serranillos Playa ya es coser y cantar, pero la vuelta la hacemos por otro camino, rodeando la urbanización por un sendero "singletrack" muy chulo. Algún repecho hay que subir, sobre todo al final y quien más quien menos se pega un calentón sabiendo que es el último esfuerzo y que una cerveza fresquita espera a tan solo unos minutos.

Llegamos de vuelta a la parcela con una sonrisa de oreja a oreja. Felicitamos a Sergio por el recorrido que ha planteado, precioso. Nos damos abrazos y todo en un momento de exaltación de la amistad bicicletera pero enseguida nos ponemos a quitarle el barro a las bicis, antes de que se seque y cueste más sacarlo. 

Creo que lavé todas las bicis menos dos

Lavando las bicis nos vienen oleadas de olor a cocido. Impresionante. Tras completar la tarea de limpieza, cambiarnos de ropa y quien más, quien menos darse una duchita nos reunimos alrededor de la mesa para tomar algo. No puedo evitar echar una foto al perolo de cocido que se termina de hacer al fuego:

Cocidazo de los buenos
 
Jaime (el de Guadarrama) trajo un pan casero con una pintaza que no veas y no pude evitar coger una rebanada, cortada con mimo por Sergio, y hacerme un canapé con uno de los chorizos del cocido. junto a una cerveza, gloria bendita.  

Pan casero bien rico

¿Qué decir del rato de la comida? El cocido estaba como para comerse cinco perolos seguidos. Hubo quien se comió tres platos, ¿Eh, Raúl? Y luego vinieron las natillas, y la tarta de queso también cocinada por Jaime, que además de panadero es repostero, y el licor de arroz de Miguel que no puede faltar en ninguna de las reuniones gastronómicas post-ruta de Perdedores BTT.

Todo rico

¡Y las risas! Madre mía qué momentos de inspiración. Una tontería detrás de otra. Recordaremos especialmente cómo intentamos explicar a los que no estaban al tanto de esta anécdota con metáforas (por existir audiencia infantil) cuando Lourdes y yo íbamos en bici rodando por un camino cercano a casa ligeramente tapado por árboles a ambos lados y tuvimos que darnos la vuelta porque vimos cómo a unos cincuenta metros había dos señores de avanzada edad dándose cariño mutuamente. Siendo que en ese mismo sitio hay una colonia felina pudimos explicarlo como si los señores estuvieran acariciando gatos. Y no te creas que supone poco esfuerzo contarlo sin recurrir a palabras malsonantes. Mucha risa.

En fin, un día que recordaremos durante mucho tiempo porque creo que salió todo, todo bien. Mil gracias, una vez más,  a Sergio y a Cristina por su hospitalidad y atenciones. Espero que el año que viene celebremos la segunda edición de la BiciTanza, que si sale la mitad de bien que esta lo vamos a pasar teta.

¡Viva la BiciTanza!

lunes, 14 de noviembre de 2022

Otoño en bicicleta

El otoño es la mejor época para ir al monte. Lo afirmo rotundamente y quien piense lo contrario o bien no tiene ojos en la cara o bien tiene el alma seca. En verano está todo quemado, todo amarillo. Y hace mucho calor(en general) y en invierno hace mucho frío y están los árboles pelados. Sí, de acuerdo, la primavera está muy bonita de ver con su luz, sus días largos, sus flores y su exuberancia. Pero hace alergia y si me apuras, calor. En Otoño la temperatura es perfecta. Los colores son impresionantes, el manto de hojas caídas de los árboles (de hoja caduca, claro) alfombra los caminos y la luz y la humedad reinante le envuelven a uno en un ambiente de melancolía muy, muy disfrutable. Por no hablar de los frutos propios de la estación: las setas y las castañas. Delicias que el monte nos regala solo durante esta época. 

Vamos, que si en este blog no fuéramos personas de exquisita educación bien podríamos decir que el otoño se saca la chorra y se mea en las otras estaciones. 

Como no, salir en bici en otoño es de lo mejor de lo mejor de lo mejor. Aprovechando que fuimos a pasar el fin de semana a la casa de Navalperal de Pinares no dejé escapar la ocasión de salir a dar una vueltita contemplativa con la veterana (que no vieja) RCZ. ¡Qué raro se me hicieron los primeros metros! Me parecía super nerviosa, entre lo ligera que es, el diámetro de la rueda y que tendrá una geometría tirando a racing (lo ignoro completamente). Pero enseguida me hice con ella y lo que me vino a la cabeza fue lo malamente de forma que estoy. Habrá que apretar un poco si quiero no sufrir mucho más de la cuenta en el reto de los 100 kilómetros.   

Pero no era el propósito de la salida ni apretarle a las piernas ni hacer una kilometrada. Apenas salieron 18 kilómetros, de hecho. La idea era dejarse embelesar por el paisaje otoñal y por eso rodaba descaradamente despacio, mirando a todas partes y respirando el aire húmedo e impregnado de olores de los pinares. Tras atravesar por en medio de un rebaño de vacas que pastaba tranquilamente a ambos lados del camino que lleva a Las Navas del Marqués, ascendí por una cuestaza con piedras puestas a bastante mala idea en lo que podríamos considerar la única dificultad física de la ruta. Tras el pequeño ascenso crucé la cancela para entrar en la dehesa boyal, al norte de Las Navas, un robledal precioso.

Y si antes iba despacio... imaginaos ahora, que solo veía setas a mi alrededor. Y además el sendero no se veía de lo cubierto que estaba el suelo de hojas secas. Para colmo me encontré un boletus al ladito del sendero de manera que me vi obligado a continuar caminando buscando como un perro trufero en busca de más. No hubo suerte. Llegué hasta la carretera y comencé mi vuelta al mismo ritmo tranquilo. Descubrí un nuevo sendero de bajada, cosa que hay que celebrar porque no abundan, y volví por el mismo camino por que que vine, ahora un poco más rápido porque me encontraba bien. Para mi sorpresa conseguí no perderme. Habré recorrido esos caminos cien veces pero siempre me confundo.

Poco dura el otoño para lo bonito que es, fíjate lo que te digo. Mejor así, que lo bueno si breve es dos veces bueno. A ver si nos da tiempo de salir al monte dos o tres veces más antes de que todos los árboles pierdan las horas y de que se meta el frío. Yo creo que sí, que podremos hacerlo.

Por lo pronto, primicia, la semana que viene está programada la primera BiciTanza (Bicicleta + Pitanza) de Perdedores BTT. Sergio nos llevará de ruta por los alrededores de Cazalegas y luego nos convidará a un guiso para entrar en calor. A ver si tenemos suerte y no llueve. Vosotros, queridos y extremadamente fieles lectores (¡hola Paqui!), permaneced atentos porque el evento promete.