¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

martes, 21 de diciembre de 2021

Perdedores BTT - Balance de 2021

A falta de pocos días para que termine este insulso 2021, toca hacer balance, como ya viene siendo costumbre, de lo acontecido (ciclísticamente hablando) en el seno de esta modesta comunidad de amigos aficionados al ciclismo de montaña que es Perdedores BTT. 

He empezado calificando el año de insulso a consecuencia de la maldita pandemia que nos tiene a todos un poco condicionados pero echando la vista atrás (bueno... mirando las entradas que hemos compartido en el blog a lo largo de los meses de 2021) puede ser que me haya excedido porque han pasado algunas cosas muy chulas. A destacar por encima de todo, claro está, el nacimiento en junio del niño de Gualter y en noviembre de los gemelos de Miguel. ¡Muchos besos para todos los implicados!

Ya metidos en faena ciclística, en lo personal empecé el año pasando mi bici a monoplato. Hoy en día estoy encantado pero la transformación resultó bastante accidentada. Yo me tenía por un mecánico razonablemente hábil pero debieron echarme algún mal de ojo porque en esa operación fui de cagada en cagada. Vamos, que la bici acabó en el taller porque ya me daba hasta miedo meterle mano.

También estuve evaluando la opción de hacerme moderno y pasarme a riñonera en vez de mochila. Mi conclusión fue que no encontrando ni ventajas ni desventajas destacables al final volví a la mochila que al menos puedo poner el casco en la red cuando voy parriba y pabajo con el coche. Sin más. 


Desde el último fin de semana de febrero y durante todo el mes de marzo hicimos rutas bastante interesantes. Hacía tiempo (¿nunca?) que no enlazábamos tantos fines de semana seguidos de actividad ciclística continuada. Y eso que empezamos con mal pie porque la primera de la cadena pretendía ser la magnífica ruta que sale desde El Escorial para subir a la silla de Felipe II, bajar a Zarzalejo, rodear Valmayor y volver a El Escorial por la senda de los Arroyos y el camino de las 7 cancelas... pero tuvimos que retirarnos a mitad de ruta y volver por carretera porque en el embalse el nivel de agua estaba tan alto que había tapado los caminos. Una odisea.

  
Pero a esta ruta le siguió uno de los grandes momentos del año: la ascensión al Alto del León por el barranco de los lobos. Naturalmente, al ciclista medianamente entrenado y dedicado se meará en esta ruta, pero para nosotros (para mí) fue toda una proeza perdedora


Y por si no habíamos tenido suficiente, a la semana siguiente, que yo pretendía hacer una ruta sana, nos fuimos a subir más cuestas por el entorno de la Vía Verde del Alberche saliendo de Villa del Prado. Una ruta muy, muy bonita y con final feliz en forma de cazuelita de callos con su correspondiente cervecita en la terraza de la plaza del pueblo, al sol. Por estos momentos ando yo en bici. 


Y para rematar la faena, por si no habíamos tenido suficiente, la ruta que vino a continuación no presentaba mucho desnivel (tenía alguna cuesta buena, eso sí) pero sí una buena cantidad de kilómetros. Salimos desde Leganés para llegar a Boadilla dando una paseo de 65 Km (ida + vuelta). Aquí el protagonista fue Pablo, que sin apenas montar en bici  en todo el año tuvo los santos cojones de terminar la ruta con cierta dignidad. Eso sí... hubo que parar varias veces para repararle un inoportuno pinchazo que le sobrevino al poco de empezar a rodar. 


Y para rematar un mes de marzo repleto de quedadas ciclistas estupendas, descubrimos una ruta muy, muy bonita que sin duda se va a convertir en recurrente: Colmenar - Manzanares y vuelta rodeando el embalse. Esta ruta tiene de todo, sendero, paisaje, pisteo... y torreznos (al menos en aquella ocasión).


Y ya metidos en la primavera, dos rutas familiares: la primera, un paseo por la Vía Verde del Tajuña entre Ambite y Orusco que nos decepcionó un poco. El paisaje no es precisamente atractivo, el firme se ve que ha vivido tiempos mejores y la Vía Verde no cuenta con merenderos o zonas de descanso que inviten a ir con la familia y parar a comer cómodamente. Disfruté, eso sí, llevando la BH Top Line que me regaló Miguel porque le ocupaba sitio en el trastero y no la iba a usar nunca.


Pero pronto nos quitamos el mal sabor de boca con otra ruta familiar de las que perduran en la memoria. Un día para recordar y repetir. Fuimos de Guadarrama al camping de El Escorial. Salieron 33 Kilómetros, a lo largo de todo el día y con todas las paradas necesarias para comer, descansar o admirar algo. El campo estaba precioso y el sol nos acompañó todo el día. Todos los ingredientes para disfrutar de una bonita excursión en familia.


En mayo tuvimos un percance. La ruta, otra vez multitudinaria, salía de Guadalix para llegar a Valdemanco pasando por Bustarviejo estaba siendo preciosa...pero Raúl quiso hacer un salto en un sitio aparentemente sin peligro cayendo al suelo y golpeándose en varias partes. Vamos, que se dio un buen revolcón. No pudo continuar la ruta de manera que él y yo nos quedamos en una terraza tomando algo y el resto de la expedición terminó la ruta. Sergio vino a buscarnos en coche y juntos volvimos a Guadalix donde Raúl, que podía conducir, se fue a casa lastimado tanto en el orgullo como en el cuerpo.


Y entre pitos y flautas nos plantamos en verano. Pero antes de continuar con las experiencias perdedoras estivales no puedo pasar por alto un hecho histórico: me hice con una bicicleta exactamente igual a la primera bici de montaña que tuve. Tiene bastante mérito porque no es de una marca mínimamente reconocida. Y la anunciaban muy cerca de mi casa. Vamos, todas las señales apuntaban a que era mi destino comprarla.


Quien más, quien menos se llevó la bici a su destino de vacaciones. Yo lo hice y disfruté de una ruta muy corta pero muy bonita por Quintanar de la Sierra, en la provincia de Burgos. Me gustaría volver alguna vez. El entorno es increíble. 


Me decepcionó un poco la Vía Verde del Bidasoa. Alquilamos unas bicis y recorrimos una parte, pero no nos lució demasiado del día. Sobre todo porque el recorrido es compartido con vehículos a motor. No hay peligro, pero es un poco rollo estar pendiente de ceder o de que te cedan el paso. Tampoco había muchas zonas donde parar a comer con comodidad. Al menos nos dimos un baño en el río que nos vino requetebién. 


En septiembre, antes de que se metiera el frío aprovechamos para hacer una ruta noctura. Nos juntamos un buen grupo y elegimos la ruta ya mencionada entre Colmenar y Manzanares el Real. Se nos complicó la cosa un poco porque la ruta tenía una variante y de noche nos costó encontrar un cambio de dirección... pero al final resultó en una noche excelente. Y como cuando terminamos la ruta estaban todos los bares cerrados, nos llevamos nuestros propios aperitivos y bebidas y nos reímos un buen rato mientras reponíamos fuerzas. 


Una tarde de viernes tonta salí a dar una vuelta con una cámara de acción que me había regalado Miguel y grabé cuatro tontadas que luego monté con música de Foo Figthers para echar el rato y rememorar viejos tiempos en los que me lo pasaba teta editando vídeos que grabábamos los colegas con cámaras mini-dv. Ha llovido desde entonces.


Y como colofón...algo que llevábamos esperando mucho tiempo. Por fin Jesús, Sergio y Raúl escribieron sobre el viaje en bicicleta que hicieron por Cuenca hace 15 años. Merece la pena leerlo igual que mereció la pena vivirlo (imagino, porque no fui. Por entonces no tenía yo forma física ni para aguantar la primera de las etapas).


Pues lo mismo no ha sido tan insulso 2021, ahora que lo pienso. ¿Qué nos deparará 2022? Desde aquí le pido al año nuevo que sea, como poco, tan bueno como este que nos deja. Ya verás como nos divertimos. 

jueves, 9 de diciembre de 2021

Una mala tarde la tiene cualquiera

Como diría el añorado Chiquito. 
Yo lo viví en mis tiernas carnes el viernes 3 de diciembre. Quise salir a rodar un poco después de comer y antes de que oscureciera estar de vuelta. Pero el destino me la jugó y al final llegué de noche.

Resulta que siendo que mi plan era volver antes del anochecer ni se me pasó por la cabeza llevar el foco. Error. Fui hasta la valla de la Ciudad Financiera del Santander sin incidentes. A mi rollito y casi sin compartir camino con otros usuarios. Pero en una bajada  me metí en un banco de arena y por no girar para no caerme me salí del camino y atravesé una retama (ojo, podría no serlo... pero eso no cambia el resultado) y la violencia del impacto pinchó la rueda delantera. Y esto ocurrió justo en el punto de la ruta más alejado de mi casa, a unos 15  kilómetros, y a falta de unos veinte minutos para que se hiciera de noche.

La estrella marca el lugar del nefasto incidente

Noté el pinchazo porque escuchaba el aire salir con cada giro de la rueda. Las llevo tubelizadas así que seguí rodando confiando en que el líquido taponaría el agujero... pero tras pocos metros, no llegaría ni a 100, tuve que parar con la rueda completamente floja. Flaneaba demasiado como para poder rodar con comodidad y seguridad. 


Cogiendo una captura del vídeo podemos ver cómo de pequeño es el pinchazo. 


Realmente insignificante. El líquido tubeless tendría que haberlo tapado sí o sí... pero no.

En la mochila llevo mechas, cámara, bombonas de CO2, bomba manual, líquido tubeless… a priori todo lo necesario para sobrevivir a este incidente. Pero lo que no tenía es tiempo porque si me ponía a arreglar el pinchazo en condiciones se me iba a hacer de noche. Así que decidí meterle aire y tirar deprisa con la intención de llegar a casa de día.


El aire seguía saliendo, esta vez mezclado con líquido tubeless. ¿Sería que al final el agujero se sellaría? Le metí aire a la rueda y me puse en marcha muy ligero para aprovechar el tirón. 

Mi gozo en un pozo. Apenas pude avanzar 5 kilómetros porque la rueda volvió a desinflarse. Y ya no veía bien. Y yo sin foco. Le metí aire de nuevo en la Venta la Rubia bajo una farola y seguí otro trecho. Esta vez el aire aguantó algo menos de tiempo, no llegaría a 3 kilómetros. Ya estaba muy cerca de casa pero no acababa de llegar. Uno no se da cuenta de cómo de oscuro es el campo hasta que le pasa una cosa como esta. Fueron necesarias dos paradas más, una en el barrio de La Fortuna y otra junto al campo de entrenamiento del C.D. Leganés antes de llegar al excelentemente iluminado carril bici. Me faltó besar el suelo. Tendría que parar a meter más aire, pero al menos no correría peligro de caerme por no ver un carajo. Me la jugué un poco, de hecho hice 4 PR en Strava, pero de haber metido la rueda en una rodera o un charco me hubiera podido caer fácilmente entre el no ver y el flaneo de la rueda delantera. 

Llegué a casa, metí unos 50 ml de líquido en la rueda y mucha presión. Dejé la rueda con el agujero hacia abajo para que el líquido tapara del todo... y lo hizo. 


De manera que a partir de ahora me preocuparé de rellenar debidamente con unos 50 ml de líquido tubeless cada seis meses. Y no volveré a comprar el de Decathlon, que a mí al menos no me ha dado resultado en ruta cuando lo he necesitado.