¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 7 de octubre de 2019

10 experiencias que todo ciclista debería vivir al menos una vez en la vida.

Charlando con Jaime sobre la idea de escribir una entrada que explicara por qué situaciones debería pasar todo ciclista de montaña sin excepción, enseguida nos han salido las 10 que os describo sin más preámbulos:

1.- Viaje en bicicleta con alforjas.

Cuando tan importante es el trayecto como el destino en sí es un gustazo recorrerlo en bicicleta cargando con lo necesario en un carro o en alforjas. Más aún si es en buena compañía.

La bicicleta facilita el ritmo justo para disfrutar de cada metro de terreno cubriendo distancias razonables por cada jornada de pedaleo. 


Aquí la logística juega un papel fundamental, como podréis imaginar. Encontrar ese equilibrio entre peso y equipamiento a la hora de hacer el equipaje, no olvidando el conjunto de herramientas que nos puedan sacar de un apuro pero contando con que tendremos que cargar con todo este peso.

Hay muchas empresas que organizan rutas de varios días transportando el equipaje de un punto de destino a otro para que el cliente solo tenga que preocuparse de disfrutar. Incluso ofrecen, lógicamente, asistencia mecánica en caso de necesidad. Es una alternativa atractiva pero se pierde la esencia misma del viaje, el puntito de aventura que ofrece el saber que vas con todo "lo puesto".

En cualquier caso, la cerveza al llegar al punto programado en cada jornada sienta igual de bien.



2.- Ruta nocturna.

Pocas satisfacciones ciclísticas he tenido en los últimos años como el haber participado una ruta nocturnas con los Perdedores.

Por suerte las tiendas online de China (Aliexpress, Deal Extreme...) nos ofrecen material barato y con la calidad suficiente como para afrontar de cuando en cuando una ruta nocturna con garantías. Me refiero, naturalmente, al elemento imprescindible, el foco delantero.


Por lo demás, se trata simplemente de buscar un recorrido conocido y con pocas dificultades técnicas donde, además, en caso de emergencia un vehículo no tenga el acceso demasiado complicado por si es necesario evacuar a algún participante.. Al menos esa es mi recomendación.

Parece mentira cómo recorridos archiconocidos cambian por la noche. El campo huele distinto, los animales que podremos ver no serán los mismos... Una experiencia 100% recomendable.



3.- Montar una bicicleta desde cero.

Es cierto que muchos ciclistas no tendrán los conocimientos mecánicos o el tiempo necesarios para hacerlo, pero aquellos de nosotros que hemos montado nuestras propias bicicletas eligiendo cada componente con esmero... hace que sea una bici única y produce mucha satisfacción.

No solo rodar con ella, también el proceso de montaje así como el de búsqueda de componentes: siempre buscando el mejor precio, el chollo, ya sea en un componente nuevo o de segunda mano.


Además de conseguir una bici customizada por completo según nuestros gustos (y presupuesto) en muchos casos habremos ahorrado dinero, sobre todo si recurrimos al amplísimo mercado de segunda mano que existe en el ciclismo de montaña. 


No obstante, cuando uno se maneja en este mundillo sabe que una bici nunca está completa. No existe la versión "final". Siempre nos autoconvencemos de la necesidad de cambiar una piececita, bien para rebajar 25 gramos, bien para mejorar ligeramente las prestaciones de la bicicleta... en la mayoría de los casos consumismo puro, no nos engañemos.


4.- Caerse tontamente por culpa de los pedales automáticos.

Suelen ser caídas tontas y sin consecuencias... más allá de golpearle a uno en el orgullo.

Son frecuentes especialmente cuando nos estrenamos con los pedales automáticos y no tenemos  automatizado el gesto de desacoplar el pie del pedal. Hacemos la parada reglamentaria ante cualquier circunstancia, en un semáforo, al llegar a casa, en una reagrupación en ruta... y nos acabamos cayendo de lado.

A mi, naturalmente, me han pasado de todos los colores. Desde sacar el pie derecho y caerme hacia el lado izquierdo hasta quedarme atrancado en una cuesta con fuerte desnivel y caerme parado ante la imposibilidad de sacar el pie.


Juancar era experto en caerse en charcos. Es una adicción que ya tiene superada. En la foto se cayó de lado por no poder sacar el pie a tiempo... y se puso bonito de agua y barro.


5.- Participar de marcha organizada.

Tras mi reciente experiencia en la Talajara 2019 reconozco que las pruebas organizadas no son santo de mi devoción, pero sí recomiendo la participación en alguna al menos una vez.

Lo comparo con el fútbol. No es lo mismo echar una pachanga entre amigos que participar de una liga, que por muy municipal que sea cuenta con determinada oficialidad y cierto protocolo que hacen que uno disfrute de los partidos con mucha intensidad. Los avituallamientos, el recorrido marcado, la prioridad de paso, compartir camino, pedir paso, cederlo, ayudar a otro participante necesitado... son aspectos que se viven en las marchas organizadas. 


Además sucede que en ocasiones se pide permiso para que la ruta discurra por caminos privados de los que de otra forma no podríamos disfrutar.



6.- Caída gorda.

No es algo deseable, por supuesto, pero igual que dicen que hay dos tipos de motoristas, los que se han caído o los que se van a caer, de los ciclistas se podría decir fácilmente lo mismo.

La práctica del ciclismo de montaña conlleva un riesgo implícito que en la mayoría de las ocasiones sabemos gestionar, pero a veces fallamos y nos vamos al suelo.

Guantes, gafas y, por supuesto, casco, limitarán el daño que podamos sufrir. Si vamos solos dejemos dicho dónde vamos a ir o utilicemos alguna aplicación de "live tracking" para compartir nuestro recorrido en tiempo real para que en caso de emergencia sea fácil localizarnos.   



7.- Tener que pedir rescate.

No me refiero en este caso a rescate de emergencia, enlazando con el punto anterior, por haber sufrido heridas como consecuencia de una caída. Me refiero a sufrir la necesidad de pedirle a algún familiar o amigo que nos venga a buscar en coche ante la imposibilidad de continuar con la ruta por culpa de una avería mecánica grave o una pájara de las serias.


En todos los años que llevo montando en bici por suerte solo he recurrido a este recurso en una ocasión. Estaba muy bajo de forma y salí a explorar una zona al sur de Las Navas del Marqués. Se me fue de las manos la exploración y después de quedarme sin energías llamé a casa para que me vinieran a buscar pues lo que me quedaba por subir no era moco de pavo.

Aunque llevemos un buen kit de herramientas hay ocasiones en que la avería es tal que no podemos apañar una solución de contingencia o que simplemente la reparación puede ocasionar daños peores a la estructura de la bici como holguras o desgastes. 



8.- Ruta de orientación.

Hoy en día cualquiera llevamos una aplicación de GPS en el teléfono o un moderno dispositivo en el manillar de nuestra bici o en nuestra propia muñeca, pero... ¿sabríamos navegar de un sitio a otro con la ayuda de un mapa y una brújula?


Antes de tener smartphone y wikiloc se pintaban las rutas sobre el mapa y se seguían con la ayuda de cuentakilómetros y rutómetros. Y siempre se llevaba encima el mapa, por si las moscas. En mi caso así recorrí hace años los caminos de alrededor de Conquista, encontrando caminos cerrados por cancelas que mis mapas no marcaban y teniendo que darme la vuelta interminables veces. 

Perderse (o todo lo contrario, no perderse) en el monte buscando el mejor camino para llegar a un lugar es una práctica que apasiona a muchos practicantes de BTT y humildemente creo que orientarse en la montaña es un requisito muy aconsejable.


9.- Superar los 100 Km en un solo día.

100 Km no son moco de pavo. Dependiendo del desnivel que acumulemos podremos completar esta distancia con mayor o menor dificultad, pero en cualquier caso será un reto para muchos ciclistas de andar por casa como yo.

Superar la barrera psicológica de los 100 Km es un hito que puede marcar un antes y un después en la forma de afrontar las rutas de un ciclista aficionado. Sabiéndose capaz de alcanzar ese kilometraje, una ruta de 40 Kilómetros cobra otra dimensión. 




10.- Utilizar una bici "top".

Sin especificar la modalidad, deberíamos darnos alguna vez en la vida el gustazo de probar una bicicleta de altísima gama.

Una cosa buena que tiene este deporte es que los practicantes del pueblo llano tenemos a nuestro alcance (si nuestra economía nos lo permite) el mismo material que utilizan los profesionales que disputan la copa del mundo salvo prototipos que llegarán al mercado tras las pruebas oportunas en circuitos de competición.

En ferias de ciclismo las marcas ponen a disposición del público sus últimos productos. Acudir a estos eventos es una buena ocasión de probar una muy buena bici de último modelo. Así fue como Raúl y yo, hace muchos años, en Festibike probamos sendas Trek Top Fuel 9.8  de casi 4.000€ de la época.

Otra opción es alquilarla. En bikeparks puede hacerse. También en sitios como Mr. Schmid, en Cercedilla, por nombrar uno, podemos alquilar distintos tipos de bici de distintas gamas.

Foto de la Web de Specialized

miércoles, 2 de octubre de 2019

Talajara 2019 desde las gafas de Miguel

Lo prometido es deuda y Miguel ha tenido el detalle de redactar con mucho salero su experiencia vivida en la Talajara.

Si habéis leído la entrada anterior sobre mi particular visión de la misma encontraréis diferencias significativas. ¿Quién está más cerca de la realidad? Sin duda ambos.

Copìo y pego su texto tal cual lo ha escrito. ¡Gracias Miguel!

"En pie a las 5:40 para poder desayunar bien, montar la bici en el coche y llegar con garantías a Talavera. Por la A5, amaneciendo, se veía un tráfico inusual para tan temprana hora, todos los coches con MTBs encima, detrás, dentro… la cosa promete.

Hemos quedado en el parking del Decathlon ya que en el Google Maps se intuía que el parking “oficial” de la Talajara se podía quedar un poco justo. Preferimos aparcar ahí e ir rodando 5 minutos en bici. Nos salió muy bien la jugada ya que no había absolutamente nadie en ese parking y estuvimos muy cómodos bajando las bicis.

Mapa del recorrido de la web oficial

Llegamos a la zona de salida sobre las 8:25 y se veía muy buen ambiente. Los espartanos de la ruta de 136 km salieron ya a las 8:00, ni me entra en la cabeza hoy en día realizar tamaña ruta. Les deseé toda la suerte del mundo. Pude descambiar el maillot de talla M a talla L. Casi todos los del grupo tuvimos problemas con el tallaje, ¡los maillots iban muy petados y cortitos!. Sobre las 8:45 nos colocamos en el cajón de salida.


Tenía muchos sentimientos encontrados sobre cómo iba a afrontar la ruta. En el grupo que fuimos teníamos estados de forma y maneras de tomarse las rutas muy variopintos así que no sabía a qué atenerme. Ya llevaba tiempo entrenando pero nunca había afrontado una ruta tan larga (aunque por el perfil no parecía muy dura). No sabía si salir a saco y arriesgarme a morir en el Km 30 o ir a propósito ralentizándome y que eso terminase pasándome factura por estar horas de más sobre la bici. Estaba inquieto por estar a 5 minutos de la salida y no tener ningún plan. Llevaba encima geles, barritas y bebida isotónica como para 500 km y herramientas y recambios como para montar un ChainReaction en Talavera así que por ese lado estaba perfectamente tranquilo.

Comentan por megafonía que los primeros kilómetros no se puede rodar de manera competitiva, bien. Salimos, los primeros metros todos muy juntos, daba la sensación de que si te movías unos centímetros a un lado o al otro la ibas a liar parda.  En la ruta participaba alguna asociación de sordos porque parece que no escucharon lo de ir de tranquis al principio y adelantaban como si no hubiese mañana.


Como en el km 2 ó 3.. primer piñazo. Me imagino pegarse el madrugón, hacerse 120 km y piñarse en el km 2 todo frio y en el asfalto. Me apeno por el caído.
Veo que del grupo con el que iba, unos amigos de Christian que acababa de conocer ese día, se ponen a unos 22km/h y me pego a ellos. Es gente experimentada en rutas largas así que me voy muy cómodo con ellos.

Más o menos a los 5 km abandonamos el núcleo urbano y entramos en una pista muy ancha. Ya nos empezamos a separar un poco pero hay que seguir rodando con mucho cuidado. Se notaba que cuando la pista se estrechaba apenas unos centímetros el peligro de darse contra un ciclista aumentaba exponencialmente. Me pongo a rodar a un régimen cómodo para mí y al rato entre tanto ciclista me quedo sólo.

Llego al primer avituallamiento, comida y bebida abundante. Me como un trozo grande barrita y me meto otro trozo grande en el maillot para luego, prometo comérmelo antes de que el chocolate se derrita (error). Me doy cuenta de que me he quedado un poco frío, quizás esa parada me sobraba. Supongo que paré por eso del “he pagado y tengo que amortizar “. Esto me da una pista sobre cómo afrontar el resto de los avituallamientos.

Sigo rodando a buen ritmo y empiezan las primeras cuestas importantes. Se atisba una aglomeración brutal de ciclistas negociando con la pendiente. Aquí ya se empieza a ver el calado de cada uno, están los que ponen el pie en tierra y hacen lo posible por apartarse y brindar una oportunidad a los demás de coronar la subida y luego están los que ponen el pie en tierra, no piensan en nadie y suben por todo el medio. Con 4 o 5 del segundo grupo ya nos paramos todos y tenemos que subir a pata.

Sigo la ruta a buen ritmo pero veo que algo le ha ocurrido al cambio trasero. Hace unos días sustituí el cable del cambio y ajusté el desviador. Para probarlo hice una ruta a buen ritmo por el Pardo e iba como la seda. No entendía qué había podido pasar pero de repente no me subía de la cuarta o quinta corona. Tuve que tensar el cable al máximo con la rosca del pulsador y de esa manera conseguía subir de coronas haciendo un esfuerzo sobrehumano con el pulgar (acabé con el pulgar fino filipino). Ahí se me planteaban dos caminos: parar y tratar de ajustarlo arriesgándome a quedarme frio y perder el ritmo o seguir con el cambio de esa manera arriesgando a reventarlo del todo. Pensé que quizás si trataba de ajustarlo con las prisas y la tensión podría estropearlo más y eso fue suficiente para disuadirme y tratar de seguir así hasta el final.

La ruta transcurre por pistas, subidas y bajadas, nada excesivamente difícil y llego al avituallamiento del km 38. Mucha gente y mucha animación. Me veo fuerte y decido continuar. Comienza una larga carretera con el asfalto en justas condiciones para rodar rápido y me pongo a la rueda de una pareja que iba a buen ritmo. Sin duda esta parte de la ruta nos ofrece las vistas más bonitas de toda la Talajara. Mucho verde, valles, ríos... 


Las fuerzas aún no me han abandonado y empiezo a ver que quizás baje de las 4h de tiempo total. Eso me da fuerzas para seguir a buen ritmo.

Sobre el Km 50 acaba el asfalto y llegamos al tercer y último avituallamiento. Se ve que es un puesto pequeño en el que para poca gente. No me quiero arriesgar a enfriarme y paso de largo. Empiezo a notar que quizás me vendría bien un gel. Pena de llevarlo guardado en la mochila (creía que me iba a parar muchas veces y poder tomarme los geles con tranquilidad). La próxima vez no me vuelve a ocurrir. De pronto me viene un recuerdo agridulce: llevo en el maillot un trozo grande de barrita! Qué bien! … Ohh mierda, lleva como 2 horas guardado al sol.. Meto la mano como el que la va a meter a ciegas en una caja llena de insectos y veo que se me ha montado una buena en el maillot: chocolate totalmente fundido con algo de arroz inflado flotando y enganchado al tejido. Me meto en la boca lo que puedo dando gracias de estar sólo y que no me denuncien por coprófago. Lo acompaño con algo de agua. La bebida isotónica hace tiempo que se acabó.

Llevo unos 5 km rodando desde el ultimo avituallamiento y comienza LA LUCHA. Ya noto sobrecargada la espalda, hombros , piernas, la cara llena de polvo, la cabeza caliente de tanto estar al expuesto al sol y me empiezo a cansar de verdad. Noto que llevo la zona cardio al 85% y ya mi cuerpo no es capaz de bajarla si trato de seguir rodando a más de 22km/h.  Empiezo a echar cálculos sobre qué pasaría si bajo la velocidad, tiempo estimado de llegada, tiempo extra etc.. Decido tratar por todos los medios de mantener un ritmo por encima de los 22km/h. Ya cada giro hacia un nuevo camino largo, cada mínimo falso llamo empiezan a hacer mella mental y físicamente. Estos momentos, ya sea en sobre la bici, en la montaña, en el gimnasio o en cualquier deporte provocan en mi cierta sensación placentera de lucha y superación. Empiezo a lanzarme todo tipo de frases de flipado de anuncio de Nike o Gatorade para darme ánimos: “Ahora es cuando realmente estás entrenando”, “Si sigues así te bajarás de la bici siendo mejor físicamente que cuando te subiste”. Coaching de cuñado americano que en mí funcionan. 

Los km empiezan a pesar. Veo que en el cuenta de la bici quedan unos 8 km para llegar al 75. También me doy cuenta de que seguramente el cuenta marcará más Kilómetros debido a que la ruta quizás haya estado hecha por la Organización con Google Earth o con una moto y siempre una bici hace más “minicurvas” y recovecos que terminan aumentando los Kilómetros por lo que estimo que para llegar al 75 tendré que hacer 78 o 79 como poco según el cuenta de la bici. 

El cambio de la bici va sonando y cambiando solo de corona. La bici está también como yo, espero que se vaya lanzando a ella misma eslóganes de Orbea y SRAM para que le de fuerzas para terminar y no me deje en la estacada: “Si llegas al final tendrás el carbono mejor que cuando has empezado”, “Ahora sí que estás entrenando de verdad el desviador trasero”.

De pronto y de manera inesperada… paso por al control de tiempo y acaba la ruta cronometrada. Resulta que la ruta acaba unos 3-4 Km antes del recinto ferial ya que tienes que compartir esa parte del final con la gente de la ciudad y otros ciclistas. Paro Strava, mando Whattsapp y ya me voy paseando hasta llegar al recinto ferial. Bastante orgulloso de cómo he afrontado la ruta me tomo unas merecidas migas con cerveza. 


¡El próximo año repetimos!"

Talajara 2019 - Vivencias de un perdedor en un mar de polvo

Si, queridos lectores, habéis leído bien. En entradas anteriores dejé caer la noticia de que algunos Perdedores nos habíamos apuntado a la distancia maratón de la Talajara 2019 y en esta entrada pretendo contaros con pelos y señales mi experiencia en primera persona.


Sentaos, si no lo estáis. Esta va a ser una entrada larga e introspectiva. Coged kikos y una cervecita (si la tenéis a mano).

Como hay tantísimas cosas que contar trataré de ser organizado y empezaré por el principio. Y para ello tenemos que remontarnos a la primavera de 2018 cuando en un ataque de optimismo propuse en el grupo de Whatsapp de Perdedores BTT apuntarnos a la Talajara 2018. No lo hice por fanfarronería, pero tampoco medité mucho la propuesta, si os digo la verdad. Enseguida Miguel y Juancar se sumaron. Y acto seguido el primo Christian. Viendo que mi proposición no había caído en saco roto y habiéndolo pensado durante un par de minutos más... reconozco que me hice caquita y recogí cable. No me veía preparado para una prueba maratón aunque fuera la Talajara, con poco desnivel positivo acumulado.


Aguanté con dignidad perdedora el bochorno... o lo que es lo mismo, me dieron igual las críticas "constructivas" tras mi cambio de opinión. Pero la espinita se había clavado profunda en mis tiernas carnes y con cierta recurrencia la posibilidad de probar suerte en la edición de 2019 aparecía en mis pensamientos y tal cual se los trasladaba el colectivo perdedor. Aunque creo que tras el fraude de 2018 dudaban de que fuera cierto que me fuera a inscribir en 2019.

Mi particular punto de inflexión llegó cuando un buen domingo de marzo completé una distancia y desnivel equivalentes a la Talajara. Ese día de infausto recuerdo para mi culo recorrí el anillo ciclista de Madrid con salida desde Leganés, 80 kilómetros en total. Con la demostración empírica de que mi cuerpecito serrano soportaba la distancia y el tiempo requeridos no me quedaban excusas para salir de mi zona de confort y hacer efectiva mi intención de participar de la próxima edición de la Talajara y sacarme la espina que, seamos sinceros, tampoco me quitaba el sueño.


Y así fue como el 7 de mayo sin alevosía ninguna pero sí con mucha premeditación hice pública entre la comunidad perdedora mi inscripción (formal) en la prueba maratón de la Talajara en su duodécima edición. Olé el tío.
   
Siendo así la cosa había que ir pensando un poco en la preparación. Bien. Ataque de pereza. ¿Entrenar en verano? Mi intención tras la VI edición de la BiciCoa era descansar de bicicleta todo el mes de julio (y dedicarme a pescar y a rascarme en sitios) y retomar la actividad ciclística con suavidad en agosto y con cierta intensidad ya en septiembre. Tampoco había que volverse loco porque para superar menos de 600 metros de acumulado en 75 kilómetros no hay que seguir ningún plan de entrenamiento específico, no nos engañemos. Aún así no entrené todo lo que quería haber entrenado. Un par de fines de semana  de mal tiempo y otros tantos de compromisos de distinta índole condicionaron la fase final de mi preparación de manera que "el día T" (T de Talajara en un derroche de imaginación) fui con lo puesto, como quien dice.

La imagen del perfil la he tomado de la web oficial 

El día 27 de septiembre, el viernes previo a la prueba, se repartieron en El Corte Inglés de Goya las bolsas de participante con el siguiente contenido:

  • Maillot: el gran regalazo incluido en los casi 37€ de inscripción. De diseño original (a mi me gusta) y calidad discreta, mucha gente tuvo problemas con la talla. A mi me quedaba... bueno. Con él puesto se me ven los pelos de debajo del ombligo. Miguel y varios amigos del primo  Christian lo llevaron sin abrir y pudieron cambiarlo en los stands de la organización en Talavera de la Reina. 
  • Dorsal: lógicamente. Con su chip para medir el tiempo y las bridas para su colocación. 
  • Muestras de tortitas de maíz , aceite de coco y de infusiones para uso y disfrute de los participantes. Y de crema para masajes.
  • Detalle del perfil en un cartón plastificado ideal para poner en el cuadro de la bici bien a la vista... aunque tras tantos meses mirando el perfil nos lo sabíamos prácticamente de memoria.
  • Vales por ración de migas y caña de cerveza. Que bien podría haber sido un refresco, que a mucha gente no le va la cerveza. Yo sin ir más lejos hubiera preferido una Coca Cola.

Y para terminar los preparativos, el día anterior dediqué un ratito a revisar que todo estaba en orden. Lavé y engrasé la bici, preparé la ropa y presté especial atención al contenido de la mochila. Sobre todo a la comida. Dos geles y dos barritas serían suficientes, además de la comida y bebida que podría coger en las paradas programadas por la organización. Finalmente solo tuve que echar mano de un gel y fue más por prudencia que por necesidad. Opté por llevar solo un bidón (de 750ml) con bebida isotónica. Tendría ocasiones de rellenarlo en cada parada y evité así peso adicional en la espalda.

La noche anterior a la cita en Talavera de la Reina dormí fatal. Los nervios... qué le vamos a hacer. Me había puesto el despertador a las seis de la mañana pero mucho rato antes ya estaba despierto. Me levanté y habiendo dejado todo preparado la noche anterior solo tenía que preocuparme por desayunar y vestirme de corto. Aunque fui prudente y a pesar de que la previsión indicaba calor del bueno me puse una manga larga y un chaleco cortavientos. En Leganés estaban las calles sin poner pero hacía buena temperatura. Subí la bici al portabicicletas del techo y la aseguré con una cincha adicional. Con arcadas por tener los nervios cogidos al estómago y el desayuno tan tempranero cogí la A5 hacia Badajoz con mitad de ilusión y mitad de "quién cojones me mandaría a mi meterme en este fregao con lo bien que estaría yo en la cama y levantándome tarde para ir a por churros".


Curiosa la procesión de coches portando bicis en dirección a Talavera. ¡Cuánto loco hay suelto! Llegué a la localidad toledana minutos antes de las ocho y fui el segundo porque con anterioridad Gualter había aparcado en el aparcamiento propuesto por la organización. Yo, siguiendo el consejo de Jaime, aparqué junto al Decathlón para evitar la aglomeración de coches. Esto hizo que sumara casi 10 kilómetros adicionales de forma innecesaria. Había mil sitios donde aparcar más cerca del recinto ferial.

Minutos después apareció Miguel y empleamos un ratito en colocar los dorsales en las bicis, calzarnos las zapatillas y demás intendencia para salir rodando en dirección a la salida. De camino nos encontramos con Christian y sus amigos. Nos saludamos protocolariamente y todos juntos recorremos los metros finales hasta el recinto ferial donde encontramos a Gualter debidamente pertrechado para la ruta. Aún quedaba cerca de media hora para la salida, programada para las 9:00, así que Miguel aprovechó y cambió su maillot por una talla mayor. Hecho esto nos colocamos en la salida a esperar con cierta ansia los minutos finales.


Cuenta atrás y nos ponemos en marcha. Ahora sí que sí. Tardamos más de un minuto en cruzar la línea de salida, tantos ciclistas había por delante nuestra. Los primeros metros fueron peligrosos, mucha gente. Como los amigos de Christian se colocaron bastantes posiciones por detrás nos quedamos en la parte derecha de la calle dejando pasar a los demás participantes hasta que les vemos aparecer... y desaparecer junto a Miguel. ¡¡Ha sido un placer rodar estos quince metros con vosotros, chicos!!

Los primeros kilómetros de la maratón transcurrieron neutralizados por las calles de Talavera y rodamos sin esfuerzo a más de 25 Km/h... y la gente nos adelantaba. Pasamos por el puente de Castilla La Mancha, con su estructura imponente, pero reconozco que no lo disfruté demasiado porque las dudas me asaltaron. Los demás participantes siguieron adelantándonos sin pudor alguno. ¿Estaríamos equivocando el ritmo? Confié en que no y el primo confirmó que "íbamos bien" con autoridad suficiente para convencerme. Sería cuestión de mantener la cabeza fría y no dejarse llevar. Nuestro objetivo estaba claro: completar la distancia con cierta dignidad torera. 


Abandonamos el asfalto y comenzó la polvareda. Christian, más precavido, se cubrió el rostro con una braga evitando el desagradable efecto de respirar polvo y mascar tierra. Por suerte las gafas nos protegían los ojos. Nos seguían adelantando participantes hasta el punto de pensar que nos habíamos quedado los últimos. Hubiera sido un honor, ciertamente. Entre pitos y flautas y sin darnos verdadera cuenta recorremos la orilla sur del Tajo y llegamos al primer avituallamiento en las afueras de Las Herencias, en el kilómetro 18, frescos como rosas y cubiertos de polvo hasta las cejas. Rellenamos los bidones, bebimos un poco de Aquarius y comimos algunos trozos de barritas energéticas.

Mientras hacemos uso y disfrute de la parada estuvimos comentando nuestra sorpresa ante la actitud competitiva de algunos participantes. Seguramente haya sido un error nuestro de concepción el  entender esta ruta más como una "marcha popular" por  distancia, recorrido y desnivel que como una competición de XCM. No en vano he visto referirse a esta prueba como "la maratón de los globeros". Y seguramente multitud de corredores compartían esta visión como pudimos comprobar según pasaban los kilómetros... pero muchos otros, Miguel y los amigos de Christian entre ellos, salieron a hacer el mejor tiempo posible. Vaya por delante que me parece perfectamente lícito, por supuesto, cada uno disfruta de este deporte a su manera. Algunos somos más "racing" y otros somos más "ruteros". A lo que voy es que esta diferencia en la forma de afrontar la participación de cada uno genera, sobre todo en los kilómetros iniciales, situaciones "raras" en la marcha donde algunos corredores procuramos no estorbar demasiado a algunos otros que pretenden pasarnos, en ocasiones y sin pretender generalizar, por encima.     


Tras estas primeras reflexiones de andar por casa continuamos nuestra marcha. Comenzaba el segundo cuarto, el más entretenido de la maratón, en el que se acumulaba casi todo el desnivel y que destilaba más esencia BTT. La primera ascensión era como un Garabitas pero un poco más bestia. Cada uno a su ritmo solo vi a un par de participantes a los que la subida se les atragantó. Rápida bajada por pista y de nuevo a subir. Nos vimos obligados a hacer una paradita para mear, tanto estábamos cuidando la hidratación.


Ya no teníamos la sensación de que nos pasaba hasta el tato. De hecho en este tramo de constantes subidas y bajadas dimos la talla tanto en las unas como en las otras. O al menos hasta que nos encontrábamos un tapón que nos impidiera seguir nuestro avance.

Nos llamó especialmente la atención un tramo señalizado como "bajada peligrosa" ante la que la mayoría de ciclistas echaba pie a tierra para bajar caminando cuando la única dificultad era algunas piedras sueltas y las roderas del agua, perfectamente evitables. Mi conclusión personal es que un ciclista "compensado" haría rato que habría pasado por allí, naturalmente montado sobre su bicicleta y los que quedábamos de algún pie cojeábamos. En mi caso me consta ser mejor bajador que escalador pero el siguiente vídeo ilustra a la perfección cómo sin dar pedales vamos adelantando a un buen número de compañeros sin apenas esfuerzo en un terreno muy, muy asequible y en el que los ciclistas adelantados parecen mostrar demasiada prudencia.


La rampa más dura llegó en el kilómetro 32. Según el perfil proporcionado por la organización tenía un 14,8%. A mi me pareció de un 70% o un 80%. Aunque me sabía con fuerzas pensé en bajarme de la bici por prudencia. Para guardar, que quedaba todavía más de la mitad. Pero qué quieres que te diga... cuando ves a todo quisqui echando pie a tierra y que tú vas subiendo adelantando gente al tran-tran da bastante gustete y eso hice. El primo, delante mía. A Gualter le hicieron echar pie a tierra al parársele delante.


La primera parte de este "cuestón" comenzaba "asequible". Luego ganaba en pendiente y se añadía la dificultad de las piedras sueltas y la acumulación de participantes remontando la cuesta a pie.


Tras cada repecho nos esperábamos y dábamos unos minutos al que llegara el último para recobrar el aliento. Nos recordábamos comer y beber a cada rato. Cuando uno está cansado se olvida de estas cosas y con el calor que ya hacía (observad en los vídeos cómo nos hemos desprendido de las prendas de abrigo) ya cerca de mediodía corríamos el riesgo de deshidratarnos.



Nos quedaban pocos kilómetros para el segundo avituallamiento, el localizado en Aldeanueva de Barbarroya. Pero todavía quedaba un poco de "sube-baja". Christian se sentía como pez en el agua, es el terreno al que está acostumbrado al ser parecido al de su zona habitual. Yo reconozco que lo odio, es lo que peor se me da. Me consume las energías tanto tobogán. Tanto es así que sentí alegría infinita al llegar al avituallamiento, sabiendo que lo que continuaba era vía verde. Firme en relativo buen estado y desnivel negativo. Pero justo antes de llegar un buen repecho me puso en mi sitio dejándome unos pocos metros descolgado de Gualter y Christian. Reagrupados, accedimos a la explanada donde estaban instaladas las carpas con la comida y la bebida y la asistencia mecánica para el que pudiera necesitarla.


Hablando de mecánica, tuvimos la suerte de no sufrir ningún percance de ningún tipo. Ni caídas ni averías. A cada pocos kilómetros veíamos a algún participante reparando algún pinchazo o alguna cadena rota, esto último especialmente en los tramos más duros de subida. A nosotros nos respetó la suerte en ese sentido aunque debido al polvo mi bici llegó a Madrid seca y chirriando por los cuatro costados.


En el segundo avituallamiento había fruta. Si la había en el primero, no la vimos. Y de verdad entraba como si del mejor manjar se tratara. Comimos naranjas cortadas en cuartos y trozos de plátano y rellenamos los bidones de Aquarius. Esto último fue un error. La bebida caliente y dulzona acabó empalagándonos a Gualter y a mi. Christian optó por rellenar de agua y disolver una pastilla de Isostar. Posiblemente fue la mejor opción. El recorrido rompepiernas maldito de este segundo cuarto me había hecho terminar con el bidón por completo, habiéndo tenido que recurrir al del primo para sofocar la sed.


Nos paramos en este segundo punto unos quince minutos. Íbamos sin prisa pero sin pausa. Satisfechos de haber superado la parte más dura del recorrido con solvencia y de contar aún con muchas fuerzas para encarar lo que restaba, que era prácticamente la mitad del kilometraje. De manera que con ilusión renovada retomamos la marcha dando comienzo al tercer cuarto que se aproximaba a Calera y Chozas recorriendo parte de la Vía Verde de la Jara.


Da gusto rodar rápido sin apenas pedalear así que aprovechamos para sumar kilómetros pero con cuidado de no cebarnos, todavía quedaba mucho recorrido por delante. El firme no estaba en demasiado buen estado, todo sea dicho. La vía verde parece un poco descuidada. Longitudinalmente la mitad derecha (según el avance de nuestra marcha, claro) estaba asfaltada pero la mitad izquierda no.


El antiguo trazado ferroviario nos regalaba postales para el recuerdo. Rodamos rápido entre paredes de piedra y sobre viaductos acompañando al río Tajo en su lento discurrir.  Estas dos últimas frases son cursis, ciertamente. La vida nos sonreía, teníamos fuerzas y sabiendo que lo más duro estaba hecho solo nos quedaba prepararnos para la realidad de una distancia maratón cuando uno no está acostumbrado a este kilometraje: gestionar los dolores. La vía verde comenzó a hacerse monótona y un poco... aburrida. El paisaje ya no era tan atractivo y estar sentado rodando y rodando sin parar hacía mella en nuestros traseros así que a cada pocos minutos nos obligábamos a levantarnos unos segundos del sillín para que circulara la sangre y el dolor tardara más en aparecer. Igualmente nos estirábamos en la medida que uno puede estirarse encima de la bici. Arrimando la entrepierna a la potencia, arqueando la espalda, soltándonos de una mano cada vez para descansar hombros y muñecas... en fin... todos esos ejercicios que el mismo cuerpo te pide cuando la fatiga empieza a hacer mella.


Veíamos rectas infinitas y a lo lejos, participantes. Y muy por detrás, parcicipantes. ¿Cómo podemos estar rodando virtualmente en solitario en una prueba con 2.500 inscritos? A lo lejos vimos la aguja del puente de Castilla la Mancha, por el que salimos de Talavera hace unas cuantas horas. Se veía lejísimos y esto nos desmoralizó un poco a Gualter y a mi. El primo no lo vio, iba unos metros por delante.
Observad en el mapa la forma en que el track lleva a Calera y Chozas desde el sur. Os garantizo que esas rectas se hicieron muy, muy pesadas y monótonas tras 40 kilómetros de ruta.


Pero no hay mal que cien años dure y en el kilómetro 55 alcanzamos el tercer y último  avituallamiento dispuesto por la organización. Dudo que alguno llegue alguna vez a leer estas líneas, pero vaya desde aquí mi agradecimiento a todos el personal voluntario engargado de velar por la seguridad de los participantes y de proporcionarnos un poco de confort en los puntos destinados a avituallamiento. ¡Mil gracias!

La fruta fue de nuevo el protagonista de nuestra parada. Y repusimos Aquarius en nuestros bidones, de nuevo error pues esta bebida caliente se bebe significativamente peor que el agua caliente. Habíamos llegado al corte de la prueba maratón con solvencia. A las 15h todo aquel participante que no hubiera pasado por este punto quedaría "descalificado". Nosotros a nuestro ritmo trotón llegamos a las 13h con tiempo de sobra.


Echamos mano del teléfono para la foto de rigor y vimos un mensaje en Whatsapp de Miguel anunciando que ya había completado los 75 kilómetros. 3,5 horas le llevó hacerlo, toda una hazaña tratándose de una primera participación. Mi enhorabuena y admiración para (el puto) Miguel. Siendo que hemos experimentado vivencias tan diferentes le he pedido que escriba unas líneas compartiendo cómo ha sido para él esta primera participación. Ahora que he hecho pública mi petición en cierto modo le obligo a hacerlo 😙.

Tras aproximadamente un cuarto de hora (analizando el track grabado por Christian vimos que dedicamos unos 42 minutos a las paradas, aproximadamente 15 minutos en cada una) retomamos nuestro camino.


El último cuarto se nos hizo especialmente penoso. El terreno por el que rodábamos era muy desagradable. Polvoriento y con muchos baches. Gualter lo sufrió especialmente, con su bicicleta rígida de aluminio. El paisaje tampoco era nada del otro mundo. Campos de labor y polígonos industriales. Los participantes en la prueba ultramaratón (135 km) nos adelantaban como rayos casi seis horas después de haber tomado la salida.

En un momento dado me quedé descolgado de mis dos acompañantes. Hacía ya mucho calor y las fuerzas estaban justas. Las manos me dolían de verdad y solo podía pensar en llegar. No dudaba en mi capacidad para conseguirlo, estaba a muy pocos kilómetros, pero el arco de meta parecía no llegar nunca... hasta que vimos el que marcaba el punto de final de cronometraje. El primo me dejó pasar delante de él para que pudiera presumir de haberle ganado. Gracias, Christian, por compartir estos largos 75 kilómetros que podías haber completado en mucho menos tiempo... y dejarme "ganar".

El tiempo invertido no era de nuestro interés, pero curiosamente tras pasar por este arco bajamos significativamente el ritmo... como si ya hubiéramos llegado. Faltaban apenas tres kilómetros hasta el recinto ferial. La organización deja de contabilizar el tiempo a la entrada de Talavera para que la gente no corramos en el núcleo urbano con el consiguiente peligro para la integridad física de las personas, ciclistas y viandantes.


Y con verdadera sensación de alivio y alegría cruzamos, después de 5 horas justas de salir, la línea de meta para nuestro regocijo y realización personal. ¡Reto completado!

Allí estaban los amigos de Christian pendientes de nuestra llegada para vitorearnos, una bonita sorpresa. Justo tras la llegada había un último punto donde coger algo de comida y bebida pero ya pensando en las migas solo cogimos algo para calmar nuestra sed.


Tras un breve intercambio de impresiones y alguna llamada telefónica, dimos buena cuenta de la ración de migas y la cerveza. ¡Estaban un poco saladas y se hacían bola!

Gualter tuvo que repetir cerveza. Una sola era poco tras la paliza sufrida. Miguel hacía rato que había marchado de vuelta y a mi todavía me quedaba rodar hasta el aparcamiento del Decathlón. 84 kilómetros me salieron en total. Y así fue, con sensaciones encontradas, como puse camino de vuelta a Madrid. Cansado pero satisfecho. Orgulloso pero decepcionado.

En el haber, el compartir este día de bicicleta con buenos colegas, el completar el recorrido con cierta solvencia, el (a posteriori) no sufrir dolores durante los siguientes días, el conocer en primera persona lo que supone participar en una prueba de esta envergadura compartiendo camino con tantísima gente cada uno de su padre y de su madre ... en definitiva el haberme sacado la espinita del año pasado.

En el debe, aspectos puramente personales: el recorrido poco atractivo, la disparidad de niveles, los participantes que regañaban a otros por no dejarles pasar o por hacerles perder dos segundos... cosas que entiendo inherentes a la propia naturaleza de este tipo de eventos.

Os echamos de menos a los que no vinisteis, queridos amigos Perdedores. Si se vale "dedicar" esta maratón, sin duda os la dedico a vosotros. 


Para terminar la entrada, publico el track grabado por Christian en Wikiloc. Muestra 539 metros de desnivel positivo acumulado. Bastante menos de los 790 anunciados por la organización. Me creo más lo de Wikiloc, en este caso.

Se puede descargar el track de Wikiloc

Si habéis llegado hasta aquí, queridos lectores, os agradezco vuestra paciencia. Si os habéis sentido decepcionados por mi desagrado respecto de la Talajara, os pido disculpas. Tal vez la versión de Miguel, en una próxima entrada, cumpla vuestras expectativas. Yo me quedo con lo bueno.