¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 28 de febrero de 2022

Ganadería extensiva, ciclismo pausado y extravagancia en los vestires

Aprovechando que en Madrid los niños no han tenido clase ni viernes 25 ni lunes 28 de febrero con motivo del Carnaval (o semana blanca.... o lo que sea) hemos aprovechado para hacer una escapadita al pueblo, a Conquista.
No dejo pasar la oportunidad de salir a dar una vuelta en bicicleta pero como  hemos traído la lluvia con nosotros y viernes y lunes teletrabajo solo tengo opción de salir el domingo. No desaprovecho la oportunidad y tras cambiarle las cubiertas a la bicicleta que uso aquí me visto con ropa ciclista de la vieja y salgo a recorrer una de mis rutas de cabecera por estos montes a ritmo muuuuuy tranquilo, disfrutando de todo lo que veo y de cada pedalada. 

La bici, una  llevaba unas ligerísmas Maxxis Larsen TT en medida 1,90 que me van a venir muy bien para otro proyecto (la bici que voy a preparar para excursiones familiares y viajes). En su lugar he montado unas Michelín Country Trail de 2 pulgadas, algo más anchos que los Larsen TT y que la bici ha agradecido mucho al ser más polivalentes y tener más balón. Evitaré así incidentes lamentables por llantazo como el que sufrí hace un tiempo bajando a saco por una pista de piedras al encontrar los límites de las cubiertas como expliqué en esta otra entrada


He comentado que me vestí con ropa ciclista de la vieja. Me gustaría matizar, porque aquí interviene otro de los grandes placeres de venirse a la casa del pueblo: ponerse ropa pasada de moda. Cuando vengo a Conquista no me traigo maleta. Aquí tengo ropa que voy "retirando" de la circulación de manera que me paso todos los días de mi estancia usando un chándal de cuando estaba en la universidad o las primeras camisetas técnicas térmicas que compré, hará ya más de 15 años, y que he ido sustituyendo en Madrid por otras de más calidad. ¿Qué se hace con esa ropa? ¿Se tira? de eso nada. Se DISFRUTA en la casa del pueblo. Y me consta, porque lo tengo hablado con colegas, que no soy el único raro al que le produce cierto placer "desactualizarse" de vez en cuando. Con la ropa de ciclismo pasa lo mismo, naturalmente. 


Las de la foto son la primeras zapatillas de ciclismo de montaña que compré. Unas Shimano semirrígidas que cumplen más que de sobra. Tendrán sus buenos 18 años. Calcetines de montaña para llevar los pies razonablemente calientes y unas mallas de running en vez de un culote largo. En la parte superior del cuerpo una camiseta térmica verde chillón, un forro polar fino y el primer cortavientos que compré específico para ciclismo, de la marca Rockrider y que me hizo ver, en su día, la necesidad de aprovisionarme con ropa adecuada porque ir vestido con propiedad marcaba la diferencia especialmente en invierno. Mochila, casco, guantes y gafas de primer precio de Decathlón. Complementos todos ellos poco glamurosos pero cumplidores. 

En resumen, entre la bicicleta "vintage" y la indumentaria a base de restos de serie el postureo se resiente... pero me encanta. 

Comencé la ruta saliendo del pueblo en sentido sur en paralelo al cauce del Arroyo Grande, que apenas lleva agua por culpa de la sequía asquerosa que venimos arrastrando. La tónica general es disfruta del campo que llevo tanto tiempo sin visitar. Llevo sin venir desde el verano y durante los meses de calor el campo está feo y no merece mucho la pena. Ruedo por lo que en su día fuera un trazado ferroviario del que queda testimonio en forma de los característicos edificios, ahora ruinosos, que servían de apeaderos o de puntos de servicio del tipo que sea. 

Esta es una foto "de archivo" de un año que no faltaron las lluvias

El perfil de esta primera parte de la ruta es ascendente pero no se atraganta en ningún momento. Ruedo tranquilo escuchando a las ovejas balar y a los perros ladrarme. Porque donde hay ovejas sueltas suele haber mastines cuidándolas. Ya no me asustan tanto como al principio. A alguno, de hecho, le sorprendo echándose una siesta y he aprendido que con muchos de ellos sirve "identificarte" como ser humano hablándoles. Algunos empiezan a mover la cola. Curiosamente los que me ladran enfadados son los que están detrás de una alambrada, que incluso me persiguen unos metros... yo por el camino y ellos en su cercado. 


Veo a muchos, muchos corderos. Esto me recuerda a uno de los acontecimientos sociales más importantes de Conquista durante los tiempos pre-pandemia: la feria del cordero. El ayuntamiento pone a disposición de los hosteleros locales corderos para asar y se montan unas carpas enormes para dar cobijo a gente de toda la provincia (y las colindantes) y se come y se bebe en abundancia y de calidad. Este año 2022 se celebrará una versión "ligera" del evento, en los bares en vez de en la carpa. Pero es un símbolo más del fin de las restricciones y de la vuelta a la anhelada "normalidad" pre-covid.


Me alegra ver que se ha invertido algo de presupuesto en señalizar rutas senderistas y en instalar carteles explicativos de las características del paisaje y la arquitectura tradicional de las explotaciones ganaderas, como las zahúrdas. Como asiduo visitante pero sin perder el criterio del urbanita "amante" del campo siempre he pensado que Conquista podría sacar mucho provecho económico del entorno natural que le rodea. Hay una red de mil caminos para poder rodar en bicicleta, caminar o correr. Hay pesca, caza, una gastronomía excelente... lo que no hay hoy en día es donde alojarse. Hay una posada, pero lleva un tiempo sin ser explotada porque seguramente no saldrá a cuenta. Naturalmente, porque no hay demanda. Posiblemente, porque no hay oferta. Por eso me alegra tanto ver carteles como el de la foto.  


Existe un circuito de pruebas BTT que recorre todo el Valle de los Pedroches .En febrero de 2018 se celebró una prueba en Conquista. Tuvo éxito hasta donde sé... pero no se ha vuelto a celebrar. 


Sigo mi recorrido parsimonioso con la cabeza puesta en todas estas cosas que os voy contando y tomo el camino hacia el embalse de la Saucedilla congratulándome una vez más de encontrar señalización. 


A pesar de haber estado todo el viernes lloviendo y haber caído algo de agua también el sábado no hay barro. Tan seco estaba el terreno que ha absorbido el chaparrón y el estado de los caminos es ese perfecto puntito de humedad que evita que se produzca polvo y da un agarre excelente sin llegar a lastrar. Perfecto a fin de cuentas.

Tras pasar por debajo de las vías del AVE Madrid-Sevilla vuelvo a ver representación del tipo de ganadería extensiva (de la buena, ya sabéis) que se explota en esta zona. Un buen número de vacas descansan junto a sus terneros y me miran curiosas como pensando....¿Qué hará el mamarracho ese echándonos fotos como si estuviera en un museo? En realidad este pensamiento es de mi cosecha, pero lo proyecto a las vacas como para quitarme protagonismo. Sabed, queridos lectores, que con tal de ilustrar mis salidas en bicicleta para vuestro deleite no me importa lo que las vacas puedan pensar de mí. 


Pero la gran joya de la corona es el cerdo ibérico. No en vano existe la denominación de origen Los Pedroches. Y está por descubrir. Comprad un jamón aquí y no os defraudará.  


Mi camino me lleva a cruzar primero el arroyo de Pedro Moro y luego el río Guadalmez, que hace de límite natural entre Andalucía y Castilla la Mancha. Ambos sequísimos también. Cuando paso por aquí sorprende la cantidad de conejos que se cruzan en el camino. Reconozco haber puesto el móvil a grabar para enseñároslo pero quedarme con un palmo de narices al ver solo un par de estos animales correr a lo lejos. Me explico a mí mismo que es por la hora. Es cerca de medio día y habitualmente es muy temprano cuando suelo pasar por aquí. Hoy no he podido salir antes. 

Fuerzo el cambio de la bici en una pequeña rampa y estoy a punto de liarla bien gorda. El tope superior no está bien regulado y se me sale la cadena hacia dentro.


De milagro me da tiempo de sacar las calas y no caerme al suelo de lado. Ese cambio requiere de un ajuste pero como estoy apenas a 100 metros de La Saucedilla, decido acercarme hasta allí en vez de sacar los avíos en mitad del camino.


Este, junto al parque de Polvoranca y el embalse de Ciudad Ducal es uno de mis lugares preferidos. Es raro que venga al pueblo y no acabe acercándome por aquí. Y siempre que alguien viene de visita acabamos viniendo al embalse igualmente.

Otra foto de archivo... de cuando era todo orejas y nariz

Cuando Jaime empezaba a dar pedales. Ahora no hay quien le pare

Paro en una piedra que hay a modo de mesa junto a las ruinas de un edificio y saco las herramientas con intención de apretar un poco el tornillo del tope del cambio. Creo que voy a invertir 20 eurillos en una multiherramienta en condiciones. La que llevo es del chino y el tronchacadenas está literalmente roto. Cualquier día voy a tener un percance. Es probable, además, que la solución vulcanizante de los parches esté seca. Llevo dos cámaras como precaución.

Y a los más observadores no os habrá pasado desapercibida la caña de pescar. No la llevo en la mochila habitualmente, claro, pero sí con recurrencia. No hay mayor placer en el mundo que ir en bici a pescar si es que nos gusta la bici y la pesca.


Pongo camino de vuelta y cojo la carretera entre Fuencaliente y Conquista. Está hecha una mierda desde que la conozco. Pasa junto a la finca La Garganta, donde se conocieron un tal Juan Carlos y una tal Corinna, y siendo malpensado se me ocurre que tal vez la empresa gestora de la propiedad tenga cierta influencia e impida que esta carretera se arregle porque no conviene que aumente el tráfico...no sé.


Este tramo se hace aburrido. Lo único bueno es que se ven perdices y con suerte ciervos. Un descenso vertiginoso me lleva a cruzar de nuevo el río Guadalmez. De seguir por la carretera llegaría a Conquista pero prefiero salirme a la izquierda y rodar por camino. Y decido seguir por un tramo que solo he recorrido una vez y de esto hace 10 años. Tiene algún tramo del 15% que pone a prueba el desarrollo de mi bici (plato de 30 y corona de 40) pero consigo superarlas con un poco de esfuerzo. La vez anterior Lude y Raúl me acompañaban y siempre iba arrastrado detrás de ellos. Esto sucede junto a la vía del AVE tras pasar por el viaducto que salva el río. Un obrón que dio trabajo a gente del pueblo durante una buena temporada. 


Y casi sin darme cuenta llego de vuelta al pueblo y me sorprendo a mí mismo apretando los pedales en las calles antes de llegar a casa donde un merecido premio en forma de montado de morcilla local me supo a gloria bendita.

Vendré mil veces más al pueblo y repetiré esta misma ruta cada una de ellas. Y en cada ocasión me vestiré con ropa vieja y miraré a los animales embobado. Y repetiré la misma foto en el mismo sitio. Y cada vez que pase por determinado punto me acordaré de aquel año que llovió tanto y de cómo corrían los arroyos. Y me llevaré la caña de pescar para probar suerte y llegaré a la casa contento. Y el pincho de morcilla será un manjar, eso seguro. Y si vienen colegas o familia conmigo entonces será uno de los mejores días del mundo.

miércoles, 16 de febrero de 2022

Ciclismo en familia - Entre Arroyomolinos y Móstoles (12/02/2022)

Pocos días se lo pasa uno tan bien como rodando tranquilamente en familia, viendo como los más pequeños disfrutan de la naturaleza (interurbana) mientras descubren un deporte que tantos buenos momentos nos depara a los mayores. 

El pasado sábado 12 de febrero tuvimos la ocasión de vivir uno de estos días celebrando, además, la primera ruta en bicicleta del benjamín de la familia, el ya Perdedor Miguel, que con tan solo 5 años (casi 6) y con una bicicleta con rueda de 18" y sin las comodidades del cambio de marcha recorrió los 15 kilómetros establecidos por la organización (bien ricos) sin protestar.   


Arroyomolinos es un infierno de cuestas (muchas de ellas para arriba) así que encontrar un recorrido mínimamente llano tiene su aquel. Tanto es así que no fue posible diseñar un recorrido 100% circular y tuvimos que jugar con la localización de los coches a la salida y a la llegada para ir de un punto a otro sin obligar a los pequeños a subir cuestas muy duras porque queremos que se aficionen a este deporte, no que nos odien como progenitores. 

De manera que  comenzamos a rodar en la Avenida de la Unión Europea, en una de las partes más altas. Pero esto no nos libró de dar pedales cuesta arriba unos cuantos metros, hasta alcanzar la Avenida de Portugal, que une Arroyomolinos con Móstoles por el norte. Paralelamente a esta carretera encontramos una senda, ya llana, que es la que utilizamos para rodar cómodamente hasta llegar a Móstoles.

Llegamos casi sin darnos cuenta a la Avenida de la Vía Láctea de Móstoles y tomamos el carril bici en sentido sur. Es un carril un poco estrecho, todo hay que decirlo, pero siendo ligeramente cuesta abajo se rueda cómodamente por él. 

Son apenas un par de cientos de metros porque poco después giramos a la derecha para poner rumbo de vuelta por el Camino de Arroyomolinos.

Este camino discurre entre campos de labor en los primeros kilómetros y salvo algún tramo con ligera pendiente es básicamente llano... o cuesta abajo. 

Cuando el camino pica para arriba, Miguel necesita un poco de asistencia que le presto gustosamente. Al principio le daba un poco de miedo, al final me sacaba el codo como los ciclistas de carretera cuando piden un relevo para que le enganchara y subiéramos juntos las cuestas. Voy a ver si engaño a alguno de los perdedores para que haga lo mismo conmigo cuando toque subir un repecho duro. 

Al la altura del Arroyo de Valdearenal, tras una pronunciada bajada, decidimos hacer un descanso para tomar un refrigerio. Hacía un día excelente y no teníamos prisa ninguna. Fue más por gusto que otra cosa porque no habíamos gastado demasiadas energías, pero... ¿Quién dice que no a unos kikos? Yo no conozco a nadie.  

El camino deja los campos de labor y comienza a discurrir entre árboles paralelamente al Arroyo de la Arroyada. Estamos recorriendo la parte más bonita de la ruta. Además es completamente llana para uso y disfrute de todos, especialmente de los más pequeños que aprovechan para aprender a hacer caballitos y derrapar. 

Nos estamos acercando a Arroyomolinos y el "tráfico" se incrementa. Muchas familias, como nosotros, han aprovechado la mañana de sábado para salir a dar un paseo. Pasamos por debajo de la Avenida del Atlántico y llegamos a la zona urbanizada pero el camino continúa, esta vez convertido en parque y carril bici. 


Y casi sin darnos cuenta llegamos al final de la zona arbolada y hemos de tomar una difícil elección: continuar un poquito más por el Camino de Forjadores para visitar las ruinas de un molino o dar por terminada la ruta. Miguelito toma la decisión por todos, dice que no está cansado y que no le duele el culo... ¡Así que seguimos!   

Este trecho tiene más cuestas y se nota. Si bien los mayores tenemos fuerzas de sobra para subirlas, Miguel necesita que su motor particular (yo) pase del modo de asistencia ECO al NORMAL. Sin problema, aún tenemos batería.

Nos tomamos una instantánea en el molino y ponemos rumbo de vuelta. Miriam se adelanta hasta el punto donde ha dejado esa misma mañana su coche para la logística de la vuelta pero nos sorprende con una nevera llena de aperitivos y refrescos (y cerveza) que nos vinieron a las mil maravillas para terminar esta ruta por todo lo alto.


Un día genial. los niños recorrieron los 15 kilómetros sin protestar. No parecen muchos pero haced memoria y recordad vuestras primeras salidas en bici. Poned además en valor el tipo de bicicleta empleada y la edad y llegaréis a la conclusión de que no es moco de pavo recorrer esta distancia manteniendo la sonrisa.

Estoy segurísimo de que disfrutaremos de muchas rutas en familia más (con su comilona asociada, claro).
¡¡¡Ya estoy pensando en la siguiente!!!

lunes, 14 de febrero de 2022

Una ruta que no defrauda y dos nuevos perdedores (13/02/2022 - El Escorial - Zarzalejo - Valmayor)

Juntarme con los colegas de siempre para montar en bici es para mí motivo de alegría pero si además se apuntan a la ruta dos ciclistas "inéditos" en Perdedores BTT me pongo tan contento que no sé ni por donde empezar a escribir esta crónica. Así que empezaré presentándoos a los nuevos miembros de esta modesta comunidad de amigos: Javi es amigo mío desde siempre aunque durante unos pocos de años, por circunstancias de la vida, se nos hubiera olvidado. Que el ciclismo de montaña, afición que compartimos, haya servido para canalizar un reencuentro tan gratísimo solo sirve para sumar un punto positivo más en la cuenta de este magnífico deporte. Javi tiene una preciosísima Specialized Stumpjumper y dos piernas como dos jamones que cuando se ponen a funcionar complican (bastante) la tarea de seguir su rueda.    


Por su parte, Natalia venía saliendo en bici con Jaime, Ángel, Simón y otros amigos de Guadarrama (de dudosa existencia algunos) desde hace una buena temporada y tras cambiar su antigua bicicleta de gama bajísima por una más que aceptable MMR Kendo el salto cualitativo ha sido significativo. El pasado domingo 13 pudimos disfrutar de su compañía y admirarnos con su fuerza porque puedo garantizar que mueve mucho, mucho (pero mucho) desarrollo. 


Jaime, el Bombi, Sergio y un servidor completaríamos el grupo de 6 para salir a rodar a las 9:30 con la previsión amenazando lluvias pero con el sol luciendo a ratos en el cielo y con una temperatura bastante agradable para ser el mes de febrero en El Escorial, en la sierra de Madrid. 

El recorrido elegido en esta ocasión es uno bien conocido y que no ofrece dificultades físicas (más allá de las que queramos buscarnos nosotros mismos) ni técnicas de especial relevancia. Además, siendo que en vez de subir a la Silla de Felipe II, como solemos hacer cuando hacemos esta ruta, el Bombi nos propuso rodar por un sendero (precioso) que nos lleva hasta, casi Zarzalejo el desnivel positivo acumulado es casi de risa.


Salimos del aparcamiento de la Renfe de El Escorial y callejeamos un poco hasta cruzar la M505 con cuidado y talento y pasar por encima del puente de piedra sobre el río Aulencia y girar a la derecha, ya pisando tierra, para recorrer los escasos metros que nos separan de las vías del tren. Circulamos en paralelo a las mismas durante breves momentos para cruzarlas por la primera pasarela que nos encontramos. Seguimos rodando por pista en paralelo a las vías, pero esta vez al otro lado de las mismas dejando a la derecha el maravilloso Bosque de la Herrería. 

El ritmo no era malo pero de pronto nos encontramos con un repecho que nos terminó de calentar las piernas. Muy corto, pero con con buena pendiente. Y poco después, los restos de la calzada romana.

Tocaba echar pie a tierra y empujar la bicicleta. Solo especialistas muy avanzados serían capaces de subir en bici por esos pedrolos. 

El recorrido continúa intercalando tramos de sendero sinuoso (y divertidísimo) con tramos trialeros de roca puesta a mala idea. Y siempre picando un poquito para arriba. Quien más, quien menos, tenemos que echar pie a tierra cuando nuestra rueda delantera se atranca en algún escalón. ¡Cómo tiene que molar hacer ese sendero en sentido contrario! Tendremos que buscar alguna ruta que lo recorra. O hacer esta misma, pero en sentido contrario. Sin duda un acierto por parte del Bombi el sustituir la subida por asfalto a la Silla de Felipe II y su correspondiente bajada por pista por este camino alternativo, mucho más disfrutón. 

Llegamos a las inmediaciones de Zarzalejo casi sin darnos cuenta y tomamos hacia la izquierda la  M533 durante apenas doscientos metros para cruzar de nuevo por encima de las vías del tren y volver a coger el camino de tierra que nos cambia la dirección para poner rumbo hacia el embalse de Valmayor. Tres kilómetros y medio de diversión. Comienza siendo una pista ancha pero a ratos se estrecha, tiene piedras, saltos... Es pedaleador, no tiene pendiente suficiente como para dejar rodar la bici y avanzar gracias a la inercia, pero se disfruta enormemente. 

Debido a las diferencias en cuanto a técnica del heterogéneo grupo que formamos y que algunos conocemos el sendero y otros no, vamos llegando hasta pista ancha en la que muere el sendero poco a poco. Todos satisfechos, todos con una sonrisa en la cara. Y algunos recordando que la última vez que pasamos por esta zona el sendero estaba tan inundado que tuvimos que saltar el muro de piedra de una finca colindante para poder avanzar ya que el agua hacía imposible el paso. 

El siguiente tramo tampoco deja indiferente. Otros dos kilómetros y medio de disfrute, de esquivar rocas y raíces, de agacharse para no topar con las ramas de los árboles y de cruzar arroyos (bueno... solo uno).


Lleva cerca de un mes sin llover en Madrid y se nota. Nada de charcos y el arroyo se cruza sin mojarse, no como en otras ocasiones que era fácil salir de este tramo con los pies mojados.

Seguimos nuestra marcha y nos toca cruzar la M600 y tomar la llamada "Vereda de los Vaqueros" que tras un rapidísimo descenso por pista ancha (Strava marca de máxima 54,9 Km/h pero a mí me parece mucho) nos lleva a la Ermita de Nuestra Señora de la Esperanza y, tras cuatro pedaladas más, a la orilla del embalse de Valmayor, esta vez bastante alejada del camino como consecuencia de la ya mencionada ausencia de lluvias.


Hay senderos que recorren todo el perímetro del embalse de Valmayor. Apenas tienen desnivel y son muy divertidos. Rodeamos la parte oeste del embalse recorriéndolos. Tenemos que cruzar el río Aulencia, que alimenta de agua el embalse, por uno de los pasos que hay a tal efecto. En esta ocasión no representa ninguna dificultad porque apenas lleva agua,


Enlazamos con la parte más septentrional recortando por el interior. Esto supone subir una cuestecita de más o menos un kilómetro que nos recuerda que estamos practicando ciclismo de montaña. Cada cual pone su ritmo. Javi, arranca la moto y llega arriba el primero con tiempo de echarnos fotos a todos según vamos llegando. El Bombi y Sergio en primer (segundo) lugar.


Seguidos de Natalia.


Jaime y yo, de cháchara, en último lugar.


Llegamos a la pequeña presa que hay al norte del embalse y dejamos Valmayor para recorrer la preciosísima y divertidísima senda de los arroyos. El Bombi y Javi van delante y Sergio y yo tratamos de seguirles el ritmo pero se nos hace durísimo y como quedan todavía cercad e 15 kilómetros de ruta decidimos dejarles ir para descanso de nuestro corazón que a punto estaba de salírsenos por la boca. Al final de esta senda giramos a la derecha para subir hasta las vías del tren, pero antes nos reagrupamos. Sergio y yo llegamos al encuentro de Javi y el Bombi y minutos después se incorporan Jaime y Natalia, que iban por detrás. 

Tras cruzar las vías por el paso elevado toca rodar por la última parte de la ruta, el camino de las siete cancelas que nos llevará por la dehesa hasta El Escorial. Pero nada más abrir la primera puerta Javi se da cuenta de que su rueda delantera está muy floja. Localiza un maldito abrojo como causante de tan desafortunado acontecimiento. Se supone que el líquido tubeless debería de haber tapado el pinchazo, pero no ha sido así. De manera que sacando del compartimento SWAT de su Stumpjumper una bomba y dándole un poco de aire a la rueda, tras quitar el abrojo podemos comprobar que el aire se escapa irremediablemente. El líquido parece estar seco. Como somos gente previsora yo saco de mi mochila una herramienta para sacar el obús de su válvula presta y Jaime un bote con líquido tubeless con aplicador. Metemos una pequeña cantidad fácil y cómodamente, volvemos a enroscar el obús y tras dar aire comprobamos que poco a poco el líquido trabaja correctamente y tapa el pinchazo en un periquete. 


¡Qué gusto da resolver este tipo de incidencias rápidamente! Pudimos continuar nuestro camino sin más incidentes. 

El camino de las siete cancelas se llama así por algo. Hay que atravesar tal número de portones. Esto es un alivio porque, claro, para abrir y cerrar las puertas hay que parar. Y siendo que estas se encuentran cada x kilómetros es un alivio encontrarlas para poder tomar aire. Porque el Bombi y Javi se pusieron a abrir gas y además con viento en contra. Sabiendo que quedaban pocos kilómetros de ruta a uno no le importa dejarse un poco más la piel, pero aquello era insostenible. Sergio y yo nos aliamos para colocarnos primeros y rodar en paralelo tras pasar por uno de los portones e impedir así que nos adelantaran y ser nosotros los que marcáramos el ritmo... pero la pista era ancha e "indefendible" así que a las primeras de cambio ya nos vimos de nuevo rodando a todo lo que daban las piernas. Pero no hay mal que mil años dure y tras cruzar al última cancela alcanzamos el casco urbano de El Escorial.

Y como habíamos corrido nos dio tiempo de tomar un par de rondas de cerveza en una terraza al sol comentando sobre la ruta y sobre la vida en general, que no hay mejor premio a tan exigente esfuerzo como veníamos de realizar.

Gracias, Javi y Natalia, por acompañarnos en esta ocasión. Espero que sea la primera de muchas. Ahora ya sois orgullosos Perdedores con todo lo que ello supone. Y gracias al resto de amigos por atender a la convocatoria, que hacía tiempo que no rodábamos juntos y las buenas costumbres no deben perderse.