¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Perdedores BTT - Balance de 2020

Este maldito 2020 está llegando a su fin y, al igual que hiciera el año pasado, me gustaría dedicar esta última entrada del año a hacer balance de lo acontecido en el seno de Perdedores BTT ciclísticamente hablando. 

Poco podíamos imaginarnos el primo Christian y yo en nuestra primera ruta de 2020, el día de Reyes por Pozuelo, que el año quedaría marcado a fuego en la historia universal como el de la Pandemia del Coronavirus... Pero pasaré de puntillas por ese tema, que bastante se ha hablado ya.

En lo que a mi respecta, si 2019 fue el año de la mejora del rendimiento físico (de andar por casa), 2020 ha sido sin duda el año del ciclismo en familia. Desde principio de año surgieron planes para primavera y verano relacionados con viajar con las bicis a cuestas. Tuvimos que suspender dos de las escapadas previstas. Una de ellas, la del Canal de Castilla, me hacía especial ilusión. 


Pero estoy corriendo mucho. Antes de quedar confinados pudimos disfrutar de algunas muy buenas rutas, como la que hicimos por los alrededores de Las Rozas guiados por Juancar con kilómetros de senderos y visitando la espectacular presa del Gasco, o una de mis preferidas, la ruta que va de El Escorial al embalse de Valmayor pasando por Zarzalejo. En esta ocasión además conseguimos juntarnos un buen grupo de amigos y todo fue como la seda. 

Y ya en marzo, muy pocos días antes de quedar confinados en casa, Ángel, Raúl y un servidor "disfrutamos" de una ruta por Torrelodones. La ruta era muy bonita pero Raúl y yo sufrimos de lo lindo. No estábamos entonados ese día. Ángel sí, va a tope el tío. Una alegría contar con Ángel en el grupo. Ciclista experto y excelente compañero de ruta con el que da gusto charlar mientras se rueda por pistas.

Y hasta junio lo único que hubo que destacar es el cambio de look de la bicicleta de Miguel. La llevó a un taller para pintarla del famoso verde menta de Orbea aprovechando el confinamiento y tardaron más de lo acordado, pero el resultado es espectacular.  


Fue Miguel, precisamente, el que estrenó la "nueva normalidad" con una machada peligrosa. El tío se vino arriba y se marcó una rutaza de casi 80 kilómetros sin aprovisionarse bien de agua y comida en el recién estrenado verano madrileño. Casi le perdemos, pero sobrevivió mendigando agua. A punto estuvo de tener que beberse su propio pis (o un pis ajeno). No dejéis de leer esa crónica que mola mucho y tiene mucha risa. 

Antes de "irnos de vacaciones" tuvimos ocasión de juntarnos para hacer una nocturna. El recorrido fue el clásico Móstoles - Navalcarnero, nada nuevo que destacar. Sí que fue la primera nocturna de Ángel y Jaime y se lo pasaron (todos lo hicimos) teta.


Durante el verano quien más, quien menos anduvo en bici. El Bombi se fue a Aínsa a bajar y subir cerros como si lo fueran a prohibir. Con su nueva furgoneta camperizada no hay destino que se le resista al tío. A ver si le echamos unas fotos en condiciones al sistema que ha ideado para transportar la bici con seguridad y comodidad. 


Lude pasó unos días de vacaciones por Cantabria y también se hartó de subir montes a la vieja usanza: "vamos a ver a dónde lleva ese camino...". El placer de explorar territorio desconocido... aunque a veces las cuestas le hacen a uno darse la vuelta.

Miguel descubrió el ciclismo de montaña en Galicia, donde pasó una larga temporada en verano. Se llevó su antigua Corractec y nos puso a todos los dientes largos de envidia de la mala con las fotos que nos enviaba y las aventuras que vivió. Tanto es así que le he instado a hacer una BiciCada (bicicleta + mariscada) cuando sea posible. 

Menudas fotazas compartía Miguel. Tanto de paisajes de costa como de interior. Unos bosques de película. Y sus rutas no estuvieron exentas de incidentes, que entre averías, extravíos y demás circunstancias generó un buen número de anécdotas que contadas ahora a toro pasado son graciosas pero que en el momento se caga uno en su suerte negra.

Destaco también de este año la consolidación definitiva de Jaime (el de Guadarrama) como ciclista de montaña.

Bien aconsejado por Ángel, acomete cada vez retos mayores y viendo las rutas que se hace últimamente... en cuanto coja un poco más de confianza y técnica bajando no habrá quien le eche el guante.

Nos hemos visto privados de posiblemente los dos eventos más significativos de Perdedores BTT: la BiciCoa y la visita anual a Losar de la Vera donde Jaime (el extremeño) nos hubiera guiado en una ruta de auténtica bicicleta de montana. Esperemos retomar ambos eventos el año que viene... e invadirle la casa nueva a Jaime, que ha montado poco en bici este año porque ha tenido tarea con la reforma.

Yo, que tenía más o menos diseñado sobre el papel el recorrido de la BiciCoa 2020, quise recorrerlo en bici para ver algunos senderos que no conocía y casi muero en el intento. ¡Menudas paredes! Tendré que modificarlo para que no se convierta en un suplicio.

Dos amigos, además, aumentaron su familia con sendos retoños. Siempre es una buenísima noticia además de porque alguien tendrá que pagarnos las pensiones, por la felicidad que supone tanto para los progenitores como para los que les apreciamos y nos alegramos por ellos.      

En agosto Jaime y yo pasamos unos días con las familias recorriendo la Ecopista del Río Miño al norte de Portugal. Espectacular. 100% recomendable para toda la familia. Merece la pena el viaje solo para conocer la vía verde. Bañarse en el río a mitad de ruta no tiene precio.


La primera ruta post-veraniega me puso en mi sitio. Una ruta circular que recorría Collado Mediano, Los Molinos, Cercedilla, La Barranca y Navacerrada. La empezamos cuatro pero solo la acabamos tres... y de milagro. Jaime tuvo que abandonar al romper la patilla del cambio y yo destaloné mi cubierta trasera por llevarla floja de presión. Un rutón de mucho subir y mucho sufrir. Pero lo que recuerdo bien de la ruta es la tapa de callos a la madrileña que nos pusieron en el bar al terminar la ruta. Recuerdos ciclistas inolvidables.


Ya en la recta final del año visitamos al primo Christian que nos guió en una ruta por los Cerros de Alcalá. Se la debíamos desde hace mucho tiempo. La pena es no poder apretarnos luego una buena chuleta por culpa del virus. Volveré cuando tenga una e-bike. ¡Vaya panzada de subir cuestas que nos pegamos! Luego las bajadas eran proporcionales, menudo gustazo. Es como un parque de atracciones de la bici, un bikepark gratuito... bien hubiera pagado el precio del remonte, también te lo digo.

Aún tuvimos tiempo para una ruta en familia más. A finales de noviembre salió un fin de semana de tiempo primaveral y nos pareció muy buena idea ir hasta Pelayos de la Presa para recorrer parte de la vía verde del Alberche.  Pasamos muy buen día, parando a comer a mitad de ruta. Es un recorrido magnífico y embelesante. Espectacular para ir en bici o a pie con la familia. 

2020 también ha sido el año con más entradas en este blog. Además hemos alcanzado la entrada número 200 (olé) y se la hemos dedicado a Pablo. Creo que no la ha leído aún... así es el Pableras. 

Le cogimos el gusto a subir a la sierra y aún tuvimos tiempo de hacer un par de buenas rutas. Raúl, Miguel y un servidor (yo creo que por cuarta vez) hicimos El Escorial - Zarzalejo - Valmayor - El Escorial un día lluvioso. No caía agua a saco, hubiéramos cancelado de haber sido así, pero un calabobos constante acabó empapándonos. 

¡Y acabamos de barro hasta el bigote! Esta ruta me encanta como ya he dicho muchas veces pero se me acaba haciendo bola el final. Siempre tengo que tirar de geles para sobrevivir.

No puedo dejar de destacar un hecho histórico acontecido el 21 de noviembre. Jaime se armó de valor y paciencia y venció a su demonio personal, fue capaz de subir hasta el Alto del León por La Jarosa para su orgullo personal y el de todos, que no es poca cosa cascarse ese desnivel en tan pocos kilómetros.

Tal vez este sea el punto de inflexión que necesitaba Jaime para "romper" como ciclista de montaña. Todos los que practicamos este deporte sabemos el papel importantísimo que juega la cabeza en nuestras rutas. Cuando la cosa se pone mala es sobre todo la capacidad de sufrimiento de cada uno lo que marca la diferencia... pues con este triunfo seguramente Jaime haya conseguido mucho más que ascender un puerto.

Sin salir de Guadarrama volvimos a recorrer los caminos entre esta localidad serrana y Cercedilla para, en una preciosa ruta circular, pasar por Los Molinos, Collado Mediano y Alpedrete. Disfrutamos y sufrimos (al menos Jaime y yo) a partes iguales. 


2020 se acaba. Y para despedirlo por todo lo alto en Losar de la Vera celebrarán la San SilBTT como todos los años. ¿Nos apuntaremos los perdedores en 2021? Veremos. 

Y saliendo de Los Hueros, otra cita ya tradicional: la Clásica de las Porras, este año seguramente sin porras. 

Con todo lo malo que ha sido este año, parece ha dado de sí. Esperemos que en 2021 podamos disfrutar (con seguridad, entiéndase) de todos los planes que hemos tenido que ir cancelando y sigamos disfrutando juntos de la naturaleza, del deporte, de los amigos, de las familias y de las cervezas de después de la ruta. Y si nos ponen una tapita de callos con las cañas, mejor. 

¡FELIZ 2021!

domingo, 29 de noviembre de 2020

Ruta serrana: Guadarrama - Cercedilla - Collado Mediano - Alpedrete - Guadarrama - 28/11/2020

El sábado 28/11/2020 fuimos 6 los perdedores que nos reunimos en Guadarrama para disfrutar de una ruta otoñal bien pasada por barro. Simón, amigo de Jaime y de Ángel se unió al grupo estrenando pedales automáticos en su flamante Orbea Oiz. Un placer contar con nuevas incorporaciones y esperamos contar con su compañía en muchas otras ocasiones. 


Por parte del equipo local, además de Simón, Ángel y Jaime (que jugaban en casa) y Raúl, que conoce los caminos como la palma de su mano como bien ex-guadarrameño y actual parrao (¿Sabíais que el gentilicio de Cercedilla es "parrao"?). Por parte del equipo visitante, el Bombi y un servidor. 

A las 10:00 de la mañana era la cita. Llegamos unos minutos antes para sacar las bicis del coche y pertrecharnos debidamente. La mañana no era especialmente fría pero llevaba toda la mañana lloviendo y no estaba de más calzarse cubrebotas y otros avíos que nos protejan del agua que sin duda abundaría en los caminos. No puedo dejar de echarle algunas fotos al invento del Bombi para llevar la bici con seguridad en su furgoneta camperizada. Un raíl sobre el que desliza un perfil de aluminio con una sujeción para la rueda trasera y otra para la horquilla, siendo necesario desmontar la rueda delantera. Una virguería. Disculpad la mala calidad de las fotos que no hacen justicia.



Comenzamos a dar pedales y a mi, como siempre, me cuesta entrar en calor. Rodeamos el núcleo urbano de Guadarrama por el norte y en menos que canta un gallo ya estamos subiendo. La idea es llegar a Cercedilla, así que nos hacemos a la idea de que toca subir durante unos pocos kilómetros. Poco después de la Ermita de la Virgen del Espino alcanzamos la primera "cumbre" de la ruta. Pero empezamos a bajar por una pista a gran velocidad perdiendo cota rápidamente. Engordar para morir. Con lo poco que me gusta a mi subir.... todo lo que estamos bajando tocará recuperarlo. ¿Qué le vamos a hacer? Ángel guía la ruta y él decide el recorrido... y a mi me parece perfecto. 

El subidón de la muerte llega en la urbanización Cerca del Pozo, que pertenece a Los Molinos. Hay que llegar hasta el nivel de la vía del tren. Conozco esta subida de una ruta anterior y sé que voy a sufrir. Jaime y yo nos aliamos para subir al tran-tran y como las penas con pan son menos conseguimos llegar a la segunda "cima" del recorrido con cierta dignidad. Hacemos una parada técnica para comer algo, que buena falta nos hace. Pasamos al otro lado de las vías y tras subir un poquito más comenzamos un sendero de bajada de los buenos, también viejo conocido. Con muchos escalones, Raúl los salta directamente. Yo los paso, alguno algo apurado, pero sin contratiempos. Nos alegra, además,  ver que Jaime se va soltando con la técnica cuesta abajo. Lejos de achantarse por las terribles caídas que ha sufrido en su corta historia como ciclista de montaña, está aprendiendo a afrontar pasos cada vez más complicados. 

Rodeamos el alberque "El Colladito" y tomamos el camino de Puricelli, un empedrado que recuerda una calzada romana. Enseguida lo abandonamos hacia la derecha para bajar por un sendero corto y lleno de piedras puestas, creo yo, a mala idea para contrariar (como poco) a los ciclistas. También conozco este sendero... demasiado bien diría yo, ya que la otra vez que lo he bajado llevaba la presión de la rueda delantera muy baja y destaloné. 


Atravesamos Cercedilla, ahora toca descender y recuperar piernas. Bajamos hasta Los Molinos y me la prometo muy felices saboreando mentalmente la cervecita y el pincho de lo que sea... pero Ángel decide prolongar la ruta y gira a la izquierda en dirección a Collado Mediano. Lo malo es que le cascamos a la ruta 10 kilómetros más de los que yo suponía. Lo bueno es que podemos disfrutar una vez más del camino de bajada entre Collado Mediano y Alpedrete: "anti-autónomos" llama ángel a este tramo. Será la cuarta o quinta vez que recorro este camino y es la primera vez que consigo hacerlo sin echar pie a tierra, me siento muy orgulloso.

Track en Wikiloc

Desde Alpedrete hasta Guadarrama las paso canutas. Comienza a dolerme la rodilla izquierda hasta el punto de cojear. De vez en cuando tengo que sacar el pie del pedal para estirar la rodilla, pero como solo quedan unos pocos kilómetros aprieto los dientes, bajo el ritmo y consigo llegar con más pena que gloria. Jaime también va tocado, no está acostumbrado a rutas tan largas. El resto van frescos, salvo Raúl que protesta del cuello, su talón de Aquiles.


Se nos acaba haciendo tarde y ni cerveza ni cervezo. Un manguerazo a las bicis en casa de Jaime para quitar las toneladas de barro que llevamos encima y de vuelta a casa. 45 kilómetros en total con un desnivel acumulado... dispar como siempre: entre 550 y 650 metros dependiendo de qué aplicación se utilice.

Muchas gracias, Ángel, por hacernos de guía. Tenemos muchos recorridos pendientes por la sierra pero o bien quedamos antes o bien hacemos rutas más cortas, que sin poder brindar al acabar no es lo mismo, ¿verdad?




jueves, 26 de noviembre de 2020

Ilustres perdedores - Pablo

Hace mucho tiempo que no escribo este tipo de entrada, donde os hablo desde la patatita de alguno de los miembros de esta pequeña comunidad de amigos con una afición en común: la cerveza después de una ruta en bici de montaña. Pero siendo que esta es la entrada 200 del blog me ha parecido que merecía la pena aprovechar un hito tan significativo para honrar a uno de los perdedores más carismáticos que tenemos y por el que tengo especial debilidad, Pablo. No va a ser fácil porque hablar de Pablo es como hablar de mi mismo y voy a ver si soy capaz de no emocionarme mucho por el camino. 

Haber tardado 8 años (y unos cuantos artículos monotemáticos sobre otros ilustres perdedores) en escribiros sobre Pablo no es casualidad. Parece contradictorio, siendo Pablo una de mis personas preferidas en este planeta, no haber escrito antes este artículo....¡Pero es que el tío cojonazos apenas monta en bici una o dos veces al año!  Y he tardado todo este tiempo en darme cuenta de que es precisamente eso, el tener la bici hecha unos zorros, el llegar tarde a costa de la bronca de Miguel, el no hacer la ruta pero apuntarse a la comilona de después, etc... ¡Lo que mejor define la esencia de Perdedores BTT! Y encumbra a Pablo como un verdadero practicante de la doctrina perdedora.

No recuerdo a Pablo nunca haber dicho "me he ido a dar una vuelta con la bici" o "me he hecho esta ruta, a ver si la hacemos juntos", nah. Pablo es lo que podríamos decir "un ciclista social" y tiene bicicleta porque sin ella no se puede venir a montar en bici con los colegas. Tan sencillo como eso. Y si la ruta es en invierno no es raro verle montando en bici con bufanda. Y si es en verano, con las gafas Ray-Ban. Y como monta una vez al año cada vez tiene que comprarse zapatillas nuevas porque de un año al otro las pierde... Pero va el tío y te aguanta toda la ruta como si nada. ¡Ay, si entrenara un poco qué ciclista sería! ¡Qué deportista se ha perdido el mundo!


Pero a cada cual lo suyo. En esto estaréis de acuerdo conmigo los que le conocéis, da gusto estar con él, ya sea montando en bici o donde sea. Siempre. Te saca la sonrisa con sus ocurrencias o sus despistes, que los tiene. No en vano le llaman "el fiestas", no es un mote gratuito. 


Pablo tiene una BH Expert que compró en El Corte Inglés hace la tira de años a mitad de precio gracias a un descuento que podríamos calificar de dudosa procedencia. Una bici digna en su día a la que le mejoramos años después ruedas y frenos. Y no le hables de cambiarla, porque ni lo considera. Para Pablo la bici es una cosa con ruedas y con pedales que sirve para echar un rato con los amigos y después irse a tomar unas birras. 

Si aceptamos que cada cual tiene su papel en la grupeta (no me gusta esta palabra), tendríamos al que es bueno en mecánica, al de los cachivaches tecnológicos, al fuerte subiendo, al que es bueno bajando... Pablo es el de las bromas, con el que quieres rodar en paralelo diciendo gilipolleces. Al menos a mi me pasa: Pablo y yo podemos estar años sin vernos y no pasa nada. Sabemos el uno del otro que ahí estamos y cuando nos reencontramos en menos de un minuto ya nos hemos puesto al día. Es lo que tiene conocerse de toda la vida. Y es que, para mi, estar con Pablo es como estar en casa. 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Ciclismo en familia - Vía Verde del Alberche

Aprovechando el espléndido día que hizo el pasado 21 de noviembre de este infausto 2020 decidimos montar el portabicicletas y desplazarnos hasta Pelayos de la Presa para disfrutar de la Vía Verde el Alberche, un recorrido, como suelen ser las Vías Verdes, cómodo y para toda la familia.

Hace muchos años hice esta ruta un par de veces saliendo desde San Martín de Valdeiglesias, el recorrido completo son 14 kilómetros. La parte que merece la pena paisajísticamente hablando  discurre entre el área recreativa cercana a la glorieta de Pelayos de la Presa y la Presa de Picadas. Unos 7 kilómetros de pista con buen firme aunque con muchos charcos en esta época del año. 


Nuestra aventura comenzó con percance logístico. Una de las bicis tenía una rueda sin aire al cogerla del trastero. La hinché pensando que sería de la falta de uso y que aguantaría... pero al bajarla del coche para empezar la ruta volvía a estar sin aire. Tenía cámara de repuesto pero no había cogido ni desmontables ni bomba... Error de novato. No me pareció necesario dado lo sencillo del recorrido.

Al primer grupo de ciclistas con el que nos cruzamos les pedí una bomba. Me la ofrecieron encantados pero iba a ser pan para hoy y hambre para mañana y ya me veía pidiendo una bomba a cada rato para poder darle aire a la rueda así que como los amables ciclistas se ofrecieron a dejarnos herramientas para cambiar la cámara Lourdes, que tiene más cabeza que yo, aceptó sin dudarlo. Resulta que los compañeros ciclistas tenían una furgoneta camperizada en el aparcamiento, justo a 50 metros de donde estábamos, y con unos desmontables y una bomba de pie que tenían en la furgo cambié la cámara con la precaución de revisar el interior de la cubierta y sacar el pincho culpable del estropicio. En un gesto de amabilidad me prestaron para el recorrido una bomba y un kit de desmontables y parches para que, si volvía a pincharse la rueda (o cualquier otra rueda de las cuatro bicis) pudiera salir del aprieto. Como iban a estar allí todo el día a la vuelta se lo devolvería... pero no pudo ser, luego veréis porqué.

Track disponible en Wikiloc

Comenzamos por lo tanto la ruta con ilusión renovada y con hambre. No habíamos madrugado y serían cerca de las dos de la tarde cuando iniciamos el pedaleo. Avanzaríamos un poco y buscaríamos un lugar apropiado para comer el bocata. Los primeros dos kilómetros y medio discurren por la margen derecha del río. Hay que tener un mínimo de cuidado para no rodar cerca del borde del camino, que la caída puede ser muy peligrosa. El camino es ancho y permite los adelantamientos y los cruces con seguridad.


Me sorprende y me congratula no encontrarme con cientos de usuarios de la Vía Verde. Es un recorrido muy conocido y el tiempo es primaveral. Nos cruzamos con gente, naturalmente, pero no tanta como yo esperaba. Uno de mis temores era que no pudiéramos rodar cómodamente, pero hemos tenido suerte. 

No tardamos en hacernos a un ladito del camino para disfrutar de las viandas que traemos desde casa. Ya en el lado izquierdo del río. Al sol se está estupendamente. No sé donde leí que no hay placer comparable al de tomarse un botellín al solecito en invierno. En otoño también mola mucho.


Me costó hacer que el trío calavera reemprendiera la marcha después del comercio, pero no quería que el sol bajara mucho porque el recorrido discurre por el cañón del río y el sol dejaría de calentarnos pronto y podía hacer frío.

De manera que sin prisa pero sin calma volvimos a las bicis y a hacer kilómetros, que a eso habíamos ido. 


Se pasa por encima de varios puentes, todos con su barandilla de seguridad. Vimos a bastantes pescadores y se me pusieron los dientes largos. Tengo que enterarme de la ley de pesca que aplica en la zona y las especies que habitan esas aguas y tal vez hacer una escapadita pescadora. 

Uno de los atractivos de la ruta es el túnel que atraviesa unos cincuenta metros de montaña a través de la roca. No tiene peligro pero no tiene iluminación y hay pedrolos en el camino. Se esquivan fácilmente con la poca luz que entra por ambas bocas del túnel, pero es mejor rodar despacio y con precaución.


Y como quien no quiere la cosa, tras un rato de placentero pedaleo, llegamos a la Presa de Picadas.


Se puede pasar por encima de la presa y las vistas son tremendas. Creo que tengo un poco de miedo ajeno a las alturas, por cierto. A mi no me da miedo estar en sitios altos pero sufro irracionalmente (porque hay una barandilla estupenda y no están locas) si están mis niñas. 


Varias fotos para inmortalizar el momento (¿no tengo un ojo más abierto que el otro?) y nos ponemos de vuelta. Quedan muchas horas de luz y la vuelta siempre es más rápida que la ida, así que vamos sin prisa.


A mi Ali se le hizo un poco de bola la vuelta. Llevar la bici con  las ruedas más pequeñas se tiene que notar. Pero poquito a poco desandamos el camino y llegamos al aparcamiento bien contentos.


14 kilómetros muy llevaderos y recomendables para toda la familia.


Me entristece no encontrar a los solidarios ciclistas que nos dejaron los parches, desmontables y bomba al inicio de la ruta. Su furgoneta no estaba y ellos tampoco, claro. Seguramente fue porque, como supimos mientras montábamos de nuevo las bicis en el coche, Pelayos de la Presa estaba confinado perimetralmente (glup...).

No nos dio por pensar en que pudiera estarlo y acudimos sin más. Por eso había tan poquísima gente recorriendo la Vía Verde en tan excelente día. Nuestras disculpas a la sociedad, no ha sido intencionado.

En fin, un día de bici en familia excelente. Un recorrido precioso a apenas 40 minutos de casa. 

¡Seguiremos explorando lugares para poder montar en bici con niños! 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Los Cerros de Alcalá - Vídeos de mucha acción

Como complemento documental a la última entrada que hablaba de nuestra visita al Parque de los Cerros de Alcalá desde Perdedores BTT os ofrecemos a nuestros queridos televidentes un par de vídeos que Christian y Miguel han montado.

Sé que muchos estáis pensando que en la edición hemos aplicado slow motion para que se observen mejor los detalles... pero no. Somos así de tristes. 

martes, 3 de noviembre de 2020

Parque de los Cerros de Alcalá - 02/10/2020

Hace tiempo que los perdedores le veníamos debiendo al primo Christian una visita bicicletera. Siempre habla maravillas de los senderos del parque de los Cerros de Alcalá y el pasado lunes 2 de noviembre, aprovechando la festividad de Todos los Santos, pudimos dar fe de lo acertado de sus explicaciones. 

Como decíamos, Christian, sabedor de lo que nos gusta rodar por senderos, siempre nos comentaba la posibilidad de hacernos de guía en una ruta por el parque cercano a su casa y que conoce al dedillo pero por una cosa o por otra nunca terminábamos de concretar. Finalmente Sergio, Miguel y un servidor acudimos a la llamada. 

Pero la cosa no empezó bien. Sergio había cambiado la cadena de su bici y al desmontarla vio que una roldaba estaba rota. La reemplazó, pero el cambio no terminaba de ir fino. Daba tirones. Estuvimos un buen rato tratando de ajustarlo en vano. Las coronas más pequeñas saltaban. Por suerte apenas tuvimos que usarlas. 

Nos pusimos en marcha. Hacía un día estupendo, el sol brillaba y habiendo llovido días atrás el firme prometía estar en un estado excelente. Húmedo pero sin barro. Con la primera rampa, por asfalto, entramos definitivamente en calor y en apenas un kilómetro y medio estábamos bajando por el primer sendero.


El sendero, sin ser excesivamente complicado, nos puso a prueba. Notamos bastante la falta de práctica, hace mucho tiempo que no salimos por zonas de senderos técnicos. La habilidad se pierde y la desconfianza y el desconocimiento del terreno son los grandes enemigos del "flow".

Al final de esta primera parada nos espera Javi, un amigo de Christian con el que tuvimos el placer de compartir el resto de la ruta. 


Y a subir como locos. Por sendero esta vez. Menudas cuestas. Si miráis el track veréis cómo el perfil de esta subida es prácticamente igual al de la bajada que acabábamos de hacer. Vamos... que estábamos trepando un sendero de los que molaría bajar. 


Tras poco más de un kilómetro llegamos arriba. No acumulábamos ni 5 kilómetros y Sergio y yo queríamos morirnos. Pero tocaba de nuevo sendero de bajada, así que... ¡A disfrutarlo!


Algunos tramos nos superan, lo reconozco. Y la prudencia nos hace echar pie a tierra. Más vale eso que tener que lamentar una caída, que a fin de cuentas se trata de pasar un buen rato. Y si es el primo, que conoce la zona, el que aconseja bajar andando... no hay discusión posible. 


Y una vez abajo ya sabéis lo que toca... volver a subir. Esta vez por pista. Nos encontramos a multitud de senderistas y ciclistas. Hace un día excelente y el confinamiento de la Comunidad de Madrid concentra a hordas de madrileños en los espacios verdes de la región. 

Por pista se sube mejor. Se puede ir charlando además, pero no nos engañemos, el desnivel está ahí. En varias ocasiones echo mano del mando de cambio buscando subir una corona más y me encuentro con que ya estoy en la grande, 36t en mi caso. Me planteo cambiar a monoplato y meterle un cassette de 50 o 60 dientes. 


 Giramos a la izquierda al final de la pista para comenzar un sendero de subida y bajada por lo que para mi es la zona más bonita por la que pasamos. El otoño en todo su esplendor en un escenario de esos en los que dan ganas de darle al botón de pausa y que el tiempo no pase. 
10 kilómetros llevamos apenas en las piernas y en una parada para reagruparnos veo conveniente echar mano de un gel. Estoy completamente fundido. Y menos mal que lo hice porque tocaba seguir subiendo, que aunque lo hacíamos al tran-tran los rampones estaban ahí. 


Llegamos así al punto más alto de la ruta. Esto no quiere decir que ya no fuéramos a subir más, pero le da a uno ánimos. Desde lo alto vemos una panorámica impresionante, pena que el día no estuviera muy claro. Rodamos, ahora con cierta alegría, por la pista que rodea el parque por el sureste. Vemos cerca el punto más alto del parque, el Ecce Homo. No vamos a subirlo porque no hay que abusar.


Bajamos por la famosa senda de los lagartos, que es un zig-zag constante que marea. Me recordaba al tobogán de un parque acuático, muy divertido. Lo terminamos todos con una sonrisa en la boca.

Nos desviamos un poco de nuestro camino para recorrer una zona de las más bonitas del parque. Un camino encañonado que sorprende. Muy bonito y con algún punto técnico que me puso en un compromiso.


La fotografía es obligada. Ahí queda. Y enseguida seguimos rodando para no quedarnos fríos. Salimos a la parte más abierta del recorrido y rodamos a buena velocidad por una pista con ligera pendiente negativa. Un falso llano para abajo muy rico. El gel me vino bien, me veo con fuerzas.


Y volvemos a subir por la pista de antes, que para salir del parque es lo más cómodo. Tenemos que ponernos de vuelta, que hay que tomarse una cervecita antes de marcharnos, que nos la hemos ganado.


Y nos supo a gloria junto a un aperitivo de tortilla para comentar las virtudes de la zona y de los senderos. Espectacular.

Vamos a ir terminando, que al mencionar la tortilla me ha entrado hambre. 
 
El track puede descargarse de Wikiloc

Ahí tenéis el recorrido. No sé si Wikiloc refleja la realidad del desnivel positivo acumulado. Lo mismo da. Como decía Sergio, para disfrutar de esta zona hay que venir con un punto mejor de forma de lo que él y yo tenemos en este momento. Miguel iba sobrado y por supuesto Javi y Christian también, que se habían cascado una ruta de 65km el día de antes. 

Termino dando las gracias a nuestros dos anfitriones. Volveremos, aunque me tirara toda la ruta maldiciendo. La zona lo merece, la compañía por descontado y las chuletas que prepararemos en la barbacoa también. Cuando el maldito Covid nos lo permita. Mientras tanto, Sergio... ¡Tú y yo a entrenar series a la cuesta del cementerio para estar a la altura!