¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

martes, 25 de enero de 2022

Mantenimiento de núcleo fallido. Perdedorismo 100%

En la entrada anterior os contaba que movido por una necesidad imperante había adquirido una bicicleta de montaña Conor PRO 750 SP de (calculo) 1996 en razonablemente buen estado. Y que había salido a dar una vuelta con ella en parte para hacer unas fotos que ilustrasen la entrada y en parte para probarla antes de desmontarla por completo.

Pero ya llegando a casa empecé a notar un comportamiento extraño en la rueda trasera que se fue agudizando hasta imposibilitar el uso de la bici porque el núcleo que quedaba "atascado" y la rueda libre no funcionaba. En otras palabras, cuando dejaba de pedalear, el casete seguía girando en vez de quedarse quieto parao (es cuando la rueda por mediación de los trinquetes del núcleo hacen ese sonido de bici tan maravilloso) y eso hacía que la cadena se destensara hasta que la rueda libre volvía a funcionar de nuevo y se recuperaba la tensión de golpe.

En este vídeo corto parece que estoy entrenando para abrir cajas fuertes pero con la rueda y el casete desmontado se ve claramente (casi al final del vídeo) cómo el núcleo se atasca cuando trato de girarlo en sentido antihorario.

Claramente el núcleo necesitaba un mantenimiento consistente en desmontaje, limpieza, lubricado y vuelta a montar. Y me puse manos a la obra esa misma tarde. 

Vemos que en el eje trasero tenemos un sistema de conos y tuerca-contratuerca tradicional. 


Lo más sencillo es sacar todas las tuercas de uno de los lados. En mi caso del lado contrario al núcleo. Tendremos que aplicar una llave a cada lado del eje o este rotará y no podremos aflojar las tuercas.


Una vez flojas es más rápido terminar de sacarlas con la mano. Esta pieza que veis en mi mano es el llamado "cono".


Y eso me permite sacar el eje por el lado del núcleo sin necesidad de quitar tuercas por este otro lado.


Tras retirar el eje ya podemos ver las bolas. Y mucha mierda en el ala del buje, por cierto. 


Quitamos el guardapolvos y las bolas quedan al descubierto. En el lado del núcleo hacemos lo mismo y sacamos las bolas de ambos lados.


Limpiamos bien las cazoletas donde se alojan las bolas.


Por ambos lados. Retiramos los restos de la grasa antigua. Observad esas dos muescas en los laterales de la cazoleta de las bolas del lado del núcleo.


Y limpiamos el hueco del eje. Unos cordones viejos vienen muy bien para hacer esta limpieza haciéndolos pasar de lado a lado.


Ahora viene lo importante. Porque el fallo es del interior del núcleo y lo que hemos hecho de momento no solucionaría el problema. Es necesario desmontar el núcleo del buje. Es frecuente que esto se haga con una llave allen grande, pero en el caso de este núcleo hay que usar una llave específica que no tengo para desenroscar la cazoleta. Así que la solución, según he visto en vídeos de Youtube, es darle con talento con un destornillador plano de manera tangencial. 


Pero, para mi vergüenza (he aquí el fail proio de Perdedores BTT) he tenido huevos a sacar la cazoleta por muchas ganas que le ponía a la hora de dar martillazos. Así que, sabiendo más o menos que el problema vendría derivado de la falta de uso opté por echarle aceite a la ranura entre la cazoleta y la superficie interior del núcleo con la idea de que el aceite penetrara y limpiara/lubricara el cuerpo interior del núcleo resolviendo así el problema.


La cánula del spray de aceite me vino de perlas en esta ocasión. Tras aplicar bien aceite hice girar el núcleo un buen rato para que este se repartiera uniformemente.
Tocaba ahora volver a montar empezando por aplicar una buena cantidad de grasa en las cazoletas de las bolas.


Y luego colocarlas aprovechando que se quedarán pegadas en la grasa.


Queda poner el eje y hacer bien el juego de tuerca-contratuerca para apretar los conos y que la rueda gire feliz sin tener holgura. 

La operación, si bien hubiera requerido del desmontaje completo del núcleo, parece tener éxito. En el siguiente vídeo podéis ver cómo la rueda libre vuelve a funcionar.


Ya no se mueven la cadena y los platos y bielas al girar la rueda trasera.

domingo, 23 de enero de 2022

Mi nueva bici vieja para futuros viajes... viene con sorpresa: se atranca el núcleo!

Cuando el diablo se aburre con el rabo mata moscas. No es la primera (ni la segunda) vez que una entrada de este, vuestro blog, comienza con este dicho popular. Ha vuelto a pasar que la cabeza se pone a funcionar y lo que nace siendo una idea peregrina se acaba convirtiendo en la adquisición de una  bicicleta. Y es que cuando se junta la tentación con las ganitas solo tenemos que sumar dos más dos para que en mi casa aparezca una bici nueva (vieja, esta que acaba de entrar es vieja).

Pero empecemos por el principio, que esto, como todo, tiene un motivo de ser y gran parte de la culpa, no lo negaré, la tiene Youtube. Soy una víctima de la influencia de los vídeos de cicloturismo. Y es que el bikepacking está muy de moda y uno es humano y tiene debilidades. Total, que barruntando la posibilidad de participar (en primavera, si acaso. Ya veremos) de algún viaje en bicicleta me di cuenta, para mi espanto y horror, de que no tengo una montura que pueda usar con tal propósito. Y claro, el cerebro, casi sin quererlo, manda señales eléctricas a los dedos que se ponen a teclear cosas en el buscador de Wallapop y cuando te quieres dar cuenta ya has entrado en una espiral de crearte una necesidad que o te haces con ese nuevo objeto de deseo o te da un síncope. Problemas del primer mundo, claro. Pero... ¿Qué quieres que te diga? Seguro que vosotros también tenéis vuestras taras.

En este contexto, como digo, me puse a buscar un cuadro que sirviera como base a mi nueva bicicleta viajera  porque el resto de componentes para montarla completa los tengo de antiguos proyectos o del propio síndrome de Biciógenes

Los requisitos imprescindibles además de que fuera de mi talla, lógicamente, eran: 

  • Bajísimo coste.
  • Cuadro rígido.
  • Con pivotes para frenos a llanta. 
  • Cuadro de aluminio (preferiblemente) o acero.
  • Discreto. Poco "apetecible" para los ladrones.
  • Fiable. 
  • Con roscas para portabultos en punteras y en tirantes.
  • Con pipa de dirección constante de 1-1/8.
  • Para ruedas de 26".

Clarísimamente ninguna de las bicis que tengo cumplen estos requisitos. La que más se aproxima es la Kona, pero bastante le he faltado ya al respeto a ese pedazo de cuadro con la transmisión monoplato o el manillar de doble altura como para encima cascarle un transportín. Además se me llevarían los demonios si en el transcurso de un viaje, qué se yo, por cualquier país con un índice de delincuencia alto me la roban a punta de pistola. Que se de buena tinta que este tipo de peligros son el día a día de los aventureros de los viajes (internacionales en este caso) en bicicleta.  

Con un presupuesto de menos de 50 € hay mucho donde elegir. Varios cuadros Rockrider fueron a mi sección de favoritos. Un Trek me tentó pero se iba de presupuesto. Y a puntito estuve de comprar un Specialized Hardrock. Pero entonces vi por un precio que no pude rechazar una bici completa que cumplía con todos los requisitos. Y al preguntar si seguía disponible y sin yo pedirlo, el vendedor, que tenía cierta urgencia por venderla para hacer hueco en el trastero, me hizo una rebaja del 25%. Y estaba a apenas cinco minutos en coche así que no tuve dudas y un buen sábado a costa de perder la posibilidad de echarme la siesta fue a buscarla y me traje a casa una Conor PRO 750 SP.

Lo de SP seguro que es por los colores de la bandera de España. Yo creo que es una especie de edición especial limitada porque tirando de hemeroteca no he encontrado este modelo en los listados de precios que traían hasta no hace tanto las revistas del sector. 

De esta bicicleta me interesa solo el cuadro, de acero del malo, de mi talla, con roscas... vamos, que cumple todas las condiciones. La idea es desmontarla pero no pude resistir la tentación de darme una vueltita con ella para ver qué tal iba. Tuve que ajustar el cambio y el freno trasero además de lubricar la cadena que tenía polvo del parque de Polvoranca desde 1996. Por lo demás estaba, aparentemente, en orden de marcha.

No me costó mucho identificar el grupo. Toda la transmisión y los frenos son Shimano Alivio. En concreto de la tercera serie, de 1996 como podemos consultar en la web de Shimano.  


Triple plato de 42,32 y 22 dientes y bielas de 170mm. Algún diente del plato grande estaba "mellado".

Siete coronas en el casete 11-28 prometiendo 21 velocidades. Todo un reclamo para la fecha. Con el odioso protector de plástico que evita que la cadena caiga al interior de la rueda que solían llevar las bicis de calidad discreta por entonces. Y con dos roscas como dos soles en cada puntera a las que les puse unos tornillos (y se han quedado puestos) para comprobar que las roscas estaban intactas. 

Dirección roscada y potencia de 120mm con cierto ángulo positivo. Manillar estrecho de aluminio. La postura no es exageradamente "racing" para la época pero sé que yo no aguantaría muchas horas encima de esta bicicleta. Se nota la dirección algo nerviosa. Será, imagino, por tener un ángulo de dirección tirando a vertical, como solía ser habitual   

En 1996 la horquilla de suspensión ya empezaba a formar parte de los componentes de las gamas medias y bajas. La que trae esta Conor es terrible, Dará apenas 40 o 50 mm y funcionando con muelles y sin ningún control de rebote es imposible no hacer tope en extensión al levantar la rueda delantera del suelo, Pero precisamente por ser de muelles sigue funcionando bien después de tanto tiempo. Si fuera de elastómeros (gomas) estos se habrían podrido. Si fuera de aire o de aceite o ambos tal vez las juntas se habrían echado a perder. Esta, como digo, funciona como el primer día: mal.

Y además, por primera vez, he notado la falta de rigidez. Cuando giraba bruscamente notaba como las zapatas del freno (cantilever también Alivio) rozaban la llanta.

Puños (grises) de espuma, acoples de manillar (cuernos) rojos a juego con el cuadro y manetas de freno y pulsadores Alivio. Para frenar con un mínimo de garantías hay que usar los 4 dedos pues las zapatas están cristalizadas. 


El sillín, gris como los puños (me flipa la combinación) tiene un pequeño desperfecto. Tras tantísimos años es inevitable que una bici esté impecable. Es mullido y ancho. Tiene pinta de ser cómodo, veremos cómo se lleva con mi trasero tras varias horas de uso. No tiene ni hueco ni carril central ni ninguna de estas moderneces. 


Las cubiertas también son grises para completar el espectáculo cromático. De 1,95 de ancho como solía ser estándar en la época. Están un poco cuarteadas por el paso del tiempo. Son propias de la marca Conor. 


El aro delantero presume de ser de aluminio y también lleva la pegatina de Conor. 


El aro trasero, en cambio, es de la marca Rigida. Tal vez no sea el original. A los bujes nos les he encontrado indicativo alguno.


He tenido la oportunidad de pesar la bici y daba 14,74 Kg. Nada más y nada menos. Creo que esta bici, en su día, puso dar muchas satisfacciones a su propietario. Si ese individuo hubiera sido yo sé que me las habría dado.

Pero ya volviendo a casa tras un paseo de apenas 5 kilómetros sucedió que la bici comenzó a hacer cosas raras. Al dejar de dar pedales la cadena perdía la tensión. Fijaos en la cadena en el siguiente vídeo:

 Sin duda tenía que hacerle algo de mantenimiento al núcleo porque no es normal que los pedales giren cuando se lo mande la rueda trasera tal y como podéis ver en este otro vídeo, ya en casa:

Lo solucioné, al menos de manera temporal como podréis ver en otra futura entrada.

Y siendo que la prueba la hice un viernes por la tarde, al día siguiente a media mañana así es como está el cuadro. Peladito esperando recibir componentes tras una buena limpieza con desengrasante.

Tal vez todo esto, mis intenciones de hacer una escapada, un viajecito en bici... se queden en nada. El tiempo lo dirá. Pero estoy disfrutando de lo lindo y, qué queréis que os diga, los 30€ que he pagado por la bici los estoy disfrutando simplemente con escribir esta entrada. Y vendrán más, prometo compartir el proceso para vuestro regocijo.

lunes, 17 de enero de 2022

A grandes males, grandes remedios (ruta entre Leganés y Pinto - 15/01/2022)

En ocasiones una ruta se complica de la manera más tonta, es una de las características de este deporte nuestro. Sin venir a cuento, rodando por pistas o carril bici, la mala suerte se presenta de la forma más inesperada. Si queréis saber cómo, seguid leyendo porque esta ruta tuvo tela marinera (¿Esto es un clickbait?).

Track disponible en Wikiloc

La ruta propuesta consistía en un rodar por pistas y carril bici con el objetivo de acumular kilómetros de cara a una aventura/reto que Perdedores BTT haremos en primavera y de la que ya iremos dando cuenta más adelante (¿Esto es un hype?). Saliendo desde Leganés, como podéis ver en el mapa, iríamos hasta el Cerro de los Ángeles, llegaríamos hasta el carril bici que sube por la Marañosa y sin llegar a subir nos desviaríamos a la derecha para acercarnos a Pinto y volver a girar en dirección norte para volver a Getafe pasando por el búnker que hay justo antes de llegar al Cerro de los Ángeles. En total 53 kilómetros con apenas un par de repechos de poca entidad. 

Así pues, Sergio, Raúl y yo nos citamos a las 10:00 de la mañana y con un sol espléndido y nada de viento pero con una temperatura realmente baja comenzamos a dar pedales tranquilamente para calentar las piernas. Llegar hasta el Cerro de los Ángeles supone enlazar carriles bici con parques con ratitos de rodar en carretera. Nada destacable desde el punto de vista ciclístico. Llegamos al pinar del área recreativa del Cerro por el norte y giramos a la derecha para bordearlo por su camino exterior y salir por el extremo sureste y tomar el carril bici que dejamos poco después para cruzar la M50 por un puente que a tal efecto tuvo a bien poner el organismo competente.

Rodamos en ligero descenso hasta el llamado "camino de culebles", que tomamos hacia la izquierda para pasar por debajo de la M301. Rodamos un poco en paralelo a esta carretera para cruzarla, ya usando el carril bici de la Marañosa junto al Convento del Sagrado Corazón de Jesús y San José de la Aldehuela (me lo ha dicho Google Maps). Rodar por este carril bici un sábado por la mañana no es especialmente placentero porque está muy, muy concurrido y algunos ciclistas van muy rápido. Es preciso estar atento para no liarla.

Rodaba Raúl en cabeza, yo en el medio afanándome en hacer alguna foto para documentar esta entrada y Sergio en la cola cuando de repente le oímos gritar que ha roto el sillín. Raúl y yo nos paramos ipso facto y os salimos del carril bici aprovechando que al lado derecho había campo. Sergio, en un alarde de mala suerte, sufre la avería a la altura de una canalización de agua que le impide salirse hacia la derecha y no puede más que pararse a un ladito del carril y sufrir las increpaciones de ciclistas impertinentes que bajaban muy rápido en el sentido contrario y pensaban que Sergio se había parado, interrumpiendo el tráfico, por su polla morena. Los ciclistas que iban detrás se dieron cuenta del percance y solo tuvieron buenas palabras. 

Sergio había roto el raíl izquierdo del sillín de buenas a primeras, como podéis ver en la foto. 

De momento comenzó el brainstorming perdedor para tratar de encontrar una solución al problema. Vaciamos las mochilas para ver con qué elementos contábamos para poder solventar una avería tan peliaguda y, como no, nos viene a la cabeza el percance que sufrió Miguel hace años muy cerca de donde estamos ahora. Y nos preguntamos si acaso los Perdedores estaremos malditos por haber rodado por algún camino privado de la zona o qué se yo y cada vez que vengamos alguno romperá el sillín.   

Se nos pasa por la cabeza "entablillar" el raíl como haríamos con un hueso roto pero Sergio, que es un señor bastante talentoso, encuentra un trozo de tela asfáltica (benditos campos del sur, tan llenos de mierda) que, hábilmente doblada, coloca entre la cabeza de la tija y la cara inferior del sillín de manera que haga tope y pueda apoyar el culo... porque llevábamos apenas 17 o 18 kilómetros y quedaba muchísima tela que cortar.

Pues, fíjate, que la foto anterior está tomada casi al final de la ruta. Vamos, que la solución funcionó al 100%. En el siguiente vídeo podemos ver a Sergio subir un trecho sentado en el sillín con el culo ligeramente torcido, pero sin riesgo extremo de escoliosis para su espalda ni nada parecido. 

Habíamos dejado el carril bici hacia la derecha y ahora rodábamos aproximándonos a la planta de biometanización y compostaje de pinto. Todo un chollo para los pájaros, que pudimos ver a millones. Naturalmente en la foto apenas se aprecia.

Giramos 90 grados a la izquierda para afrontar la subida más dura de la ruta. Por desnivel (rampitas del 12%) y porque se rodaba por un mar de piedras mal puestas, que algunas se movían y otras no. Si el arreglo del sillín suportó esta prueba, se puede hacer la Titan Desert con él. 

Nos dio mucha rabia subir tanto para perder altitud seguidamente de forma abrupta bajando a saco por una pista anchísima y sin ningún aliciente. Y fue ya en el llano cuando, rodando felices y a una velocidad digna, vimos en la pista un barrizal pero no vimos las rodadas de coches y otros ciclistas que lo esquivaban saliéndose hacia la derecha... y conmigo a la cabeza como principal culpable, nos metimos de lleno en el pegajoso elemento. Apenas 10 metros fueron suficientes para embozar las ruedas que, literalmente, dejaron de rodar. Nos bajamos de la bici y salimos al sembrado para salir caminando. Llenamos las zapatillas de barro, calar los pedales iba a ser una cuestión de talento de aquí en adelante.

Sacamos algo de barro con las manos y con palos y nos pusimos a rodar inmediatamente para que la fuerza centrífuga y la de la gravedad nos ahorraran parte del trabajo. Y así fue, los pegotes de barro saltaban de los lindo. Algo más adelante volvimos a parar para quitarnos barro de las calas, que costaba mucho, mucho enganchar en los pedales. Una fiesta, vamos.

Íbamos siguiendo un track descargado de Wikiloc en mi antiguo GPS Garmin que solo admite 500 puntos de manera que el nivel de detalle es escaso. Esto supuso que nos metiéramos por una senda bastante comida de vegetación cuando deberíamos estar rodando por una pista bien hermosa que corría en paralelo por la parte izquierda. Lo malo es que una alambrada separaba la una de la otra y ya en estado de desesperación, tras haber preguntado a unos cazadores y a punto de echar mano de Google Maps para ver cómo salíamos de allí Raúl, que ve bastante bien para la edad que tiene, se dio cuenta de que faltaba un tramo de alambrada. Vamos, que podíamos escapar del coto de caza y comenzar a rodar por el track. Y así lo hicimos... pero no le salió gratis el acierto a Raúl porque poco después empezó a sonar un golpeteo en su bici. El que producía una rama incrustada en su cubierta delantera al golpear contra el puente de su horquilla.

A perro flaco todo son pulgas. Decidimos, con acierto, no sacar el pincho sino cortarlo. De esa manera el mismo elemento maldito que había atravesado la goma haría de tapón. Como mi multiherramienta lleva incorporada una navaja, no fue difícil cortar el palo con una combinación de maña y fuerza para no sacar la púa.

¿Aguantaría la rueda? os confirmo que aguantó, no es plan de teneros en tensión.

Seguimos rodando subiendo una pequeña cuesta y parando arriba para contemplar las vistas y comer algo. Sergio un plátano, que últimamente viene sufriendo de calambres, Raúl un sándwich de Nocilla, que siempre viene bien y yo un trozo de barrita. 

Llevamos poco más de 30 kilómetros y entre sillines rotos, barro y pinchazo hemos avanzado a muy mal ritmo. Desde este momento descartamos tomar una cerveza al final de la ruta, una pena. El próximo día nos tendremos que tomar dos. 

Avanzamos en sentido noroeste ya aproximándonos a Getafe y Raúl, que lleva 4 meses sin usar la bici y además siempre se le acaba cargando la espalda, empieza a pasarlo mal. Sergio, que lleva en la mochila un bote de Réflex para los calambres, le chorrea bien la espalda y el remedio funciona. El efecto frío actúa milagrosamente sobre la musculatura y entre eso y la Nocilla Raúl resucita. 

Todavía sería necesario echar alguna que otra vez Réflex, pero haciendo de tripas corazón llegamos al Búnker.

Y, poco después, atravesando el pinar de El Cerro de los Ángeles por la parte sur esta vez volvemos callejeando desde Getafe a Leganés para completar 53 kilómetros cansados pero contentos.


En primer lugar por habernos visto y haber compartido una mañana de bici, que es una de nuestras pasiones. Sergio, por no haber sufrido calambres, que iba con miedo porque últimamente eran su cruz. Y a Raúl le quedaba conducir hasta Cercedilla pero le esperaba una buena comida en buena compañía. Y milagrosamente habíamos solventado los problemas mecánicos con talento para completar la ruta, así que... contentos.

Será cuestión de hacer bastantes rutas más de por encima de 50 kilómetros y en estas "páginas" (virtuales) podréis leer sobre estas próximas hazañas. Si vosotros queréis, claro. 

martes, 11 de enero de 2022

10 años de blog - Top 5 de entradas visitadas

Como la curiosidad es una característica innata de todo perdedor, seguro que os arde el cuerpo por saber cuáles son las entradas más vistas de este blog que entra este 2022 en su décimo año de vida. Y como es esta una circunstancia muy fácil de solucionar por mi parte no puedo permitir que os quedéis con las ganitas. Así que aquí tenemos el top 5 de las entradas más visitadas del blog desde los albores de Perdedores BTT según las propias estadísticas de Blogger.

En el quinto puesto con un total de 4.650 visitas tenemos la entrada "Horquilla Marzocchi Zokes II - Sustitución de elastómeros por muelle". Se trata de un pequeño tutorial en el que explicábamos como convertir una vieja horquilla de elastómeros (un tipo de goma muy usadas en los años 90 como elemento amortiguador en las horquillas de suspensión) para que trabaje con muelles. Con el tiempo los elastómeros, que vienen ensartados en una varilla como si fueran un pincho moruno se degradan y llega un momento en que literalmente se desintegran. Cambiarlos por un muelle alarga hasta el infinito la vida de la horquilla. Y es sencillísimo de hacer. 


En el cuarto puesto con 5.470 visitas una entrada muy útil en su día sobre cómo aligerar una bicicleta de montaña.

No puede faltar una referencia a los pedales Crankbrothers Eggbeater si hablamos de aligerar peso

Esta entrada ha envejecido mal, hay que reconocerlo. Hacemos referencia en ella a frenos V, cubiertas de 26", opciones de 3 platos para el juego de platos y bielas... elementos todos ellos obsoletos hoy en día. Pero en su momento, allá por 2013 todavía tenían sentido y a la vista está siendo esta la cuarta entrada más visitada del blog.

En el tercer lugar con un acumulado de 8.060 visitas la entrada en la que explico paso a paso la actualización que le hice a una vieja BH Top Line
Compré en 2002 (por 75€ en Galapagar, no se me olvida) una BH Top Line Jumper del 97 con la idea de llevarla al pueblo y usarla allí. Pero pronto quise ponerla un poco al día porque la suspensión tenía muy poco recorrido, los cantilever no frenaban bien y la postura era muy agresiva. Estas bicicletas, que llegaban desde la gama baja hasta la gama media (rozando la alta) fueron muy populares en España, eso explica el éxito de las entradas con "BH Top Line" en el título.

Foto del "antes":


Foto del "después":


Esta bici siguió sufriendo infinitas modificaciones, cambio de pegatinas incluido.

Parece claro que las entradas relacionadas con aspectos mecánicos se llevan la palma. La segunda entrada más visitada, con 12.500 visitas, es precisamente una en la que mediante el uso de herramientas caseras pretendíamos ahorrarnos unos euros en nuestras intervenciones mecánicas domésticas.
Si bien el uso de herramientas específicas "de mercado" facilita la tarea, yo he usado muchísimas veces "sustitutas" caseras con éxito. Y lo seguiré haciendo.

Este centrador de ruedas casero no aparece en la entrada de herramientas caseras porque lo fabriqué después

Y para terminar, en el número uno, con un total de 16.000 visitas, otra entrada de mecánica: cómo hacerle el mantenimiento a una horquilla básica de muelles.  


En esta entrada desmontábamos una horquilla de muelles muy, muy básica para limpiarla, engrasarla y volver a montarla con la idea de darle más sensibilidad pues apenas hacía su trabajo. 

A la luz de estos datos me resulta muy curioso descubrir que las cinco entradas más visitadas tienen un componente "mecánico" destacable. Más aún cuando hay entradas en el blog referentes a rutas, por ejemplo Vías Verdes o la Senda del Oso, que podrían despertar mucho más interés. Se ve que la gente acude a Internet buscando ayuda cuando necesita resolver algún problema con su bicicleta y quieren hacerlos por ellos mismos. Me alegro de haber ayudado en ese caso.

Para terminar me gustaría hacer mención a una entrada que por número de visitas está lejos de estar en este top 5 pero cuya afluencia de público me ha sorprendido muchísimo: esa en la que os contaba que había recuperado mi primera bicicleta de montaña.  


A día de hoy esta entrada acumula 1.642 visitas mientras que las que publicamos semanas antes o después se conforman con una media de 70. El numero de visitas va creciendo, lógicamente, con la antigüedad de la publicación y estamos hablando de la primavera de 2021. Se ve que la nostalgia también es un arma eficaz a la hora de ganar visitas. 

lunes, 3 de enero de 2022

Empezamos el año dando pedales

No se me ocurre mejor manera de comenzar esta primera entrada de 2022 que felicitándoos el año a todos, queridos y fieles lectores. Es durante estos primeros días de enero cuando ponemos en marcha (o no) los propósitos de año nuevo. ¡Suerte con eso! Yo, si os soy sincero, no tengo ninguno. O lo que es lo mismo, que sigamos como estamos que dentro de lo que cabe estamos bastante bien (para la edad que tenemos) y no podemos quejarnos. Bueno... más que un propósito es un deseo: seguir compartiendo vivencias en este blog porque eso significará que sigo saliendo y trasteando con la bicicleta y que todo está bien.

Vamos al grano. Como hace tiempo que no salimos ni trasnochamos mucho en Nochevieja quise aprovechar la ocasión de haber pasado la noche en la casita que tenemos en Ávila y de que la previsión meteorológica era de lujo para celebrar año nuevo con una rutita en bicicleta a ritmo tranquilo y con cierto espíritu explorador. Así que a las 9:00 estaba el tío vestido de ciclista saliendo a rodar con la vieja RCZ rígida de 26". 

Me dirigí a Las Navas de Marqués con la idea de entrar por la Dehesa Boyal, un robledal al norte del pueblo que cuenta con pistas y senderos, un área recreativa, un par de fuentes de agua excelente y que además está salpicado de esculturas modernas. El camino hasta Las Navas es conocido y como hacía un día excelente se rodaba con gusto. Además había hecho frío durante la noche y en las umbrías la tierra estaba aún congelada. Y, por encima de todo, a esas horas tempranas del primer día del año me daba la sensación de tener el monte para mí solo. 

Para llegar es necesario subir una rampa maja con algún tramo al 11%. De las que te ponen el corazón a funcionar. Lo bueno es que habiendo rodado ya unos cinco kilómetros y medio el cuerpo está caliente y no se pasa mal. Superado esta primera cuesta entramos en la dehesa rodando por un camino que dejamos pronto para tomar un sendero apenas visible por las hojas caídas de los robles. 

Con cierta intuición y fijándose donde las hojas están más pisadas se puede seguir el camino sin problema hasta llegar a la fuente del Saúco rodeando el área recreativa. En la fuente giró a la derecha para aproximarme al pueblo por una pista no demasiado ancha y de buen rodar. Estando tan cerca del pueblo me por fin me encontré a varias personas haciendo ejercicio o sacando a pasear a los perros. Confirmo, por lo tanto, que hay vida inteligente el 1 de enero antes de las 10 de la mañana. 

Un sendero a la izquierda llama mi atención y abandono la pista para disfrutarlo durante apenas cien metros, pero merece la pena. Giro de nuevo a la izquierda para remontar otros pocos de metros que me llevan hasta la carretera que sube al parque eólico y bajo hasta el pueblo, esta vez sí, por dicha carretera.

Pero apenas me meto en el núcleo urbano. Mi propósito es subir hasta Los Riscos de Santa Ana. La subida es suave y se hace con gusto bajo un sol que calienta sin llegar a agobiar. Desde lo alto del risco las vistas del pueblo son todo lo bonitas que pueden ser porque en la misma panorámica encontramos edificios notables como el Castillo de Magalia o la Iglesia de San Juan Bautista y polígonos industriales necesarios para la economía local pero altamente desagradables de mirar.

Recuerdo haber leído en una crónica de la última edición de los 101 Miradores de las Navas del Marqués que el recorrido entra definitivamente al pueblo por una trialera desde el risco en el que me encuentro en ese momento. No me resultó difícil encontrarla, pero sí me lo pareció bajarla sin caerme, así que decido por prudencia bajarla caminando. No sin cierto riesgo, por cierto. Se trata de un pasillo que naturalmente en la foto no se aprecia con mucha pendiente y piedra suelta.

Ahora toca poner rumbo al punto limpio, situado en el polígono. Desde lo alto del risco he visto un camino que conduce hasta allí así que callejeo un poco con cuidado de no perder demasiada cota, que luego tocaría recuperarla. Llego al camino y pica para arriba con algún tramito al 10%. Sigo yendo fresco, no hay problema. Se remonta sin sufrir demasiado. Junto al punto limpio tomo una pista que discurre por el pinar y que hacía literalmente años que no visitaba. Tonto de mí, porque es preciosa. 

Primero baja, luego sube y finalmente vuelve a bajar. Todo bien. Y me lleva hasta la M505 muy cerca del área recreativa El Valladar. Cruzo la carretera y pongo rumbo de vuelta a Las Navas del Marqués. Mi intención es tomar el camino de El Risco de los Dineros pero me equivoco de pista y acabo llegando al pueblo por la que no es. No importa, también es bonita. Bajo hasta el barrio de La Estación por el sendero que discurre paralelo a la carretera y por el que también hacía mucho tiempo que no rodaba. Una delicia. Mi siguiente destino es la Ciudad Ducal a la que llego por la puerta principal tras rodar un kilometrito por el Camino de la Resinería. Giro en la primera calle a la izquierda (Camino del Pocillo) para llegar tras un par de kilómetros de suave rodar al embalse. Este es uno de mis lugares preferidos en el mundo (junto al Parque de Polvoranca). Me da pena ver lo bajo de agua que está a pesar de que el arroyo del que se alimenta corre con alegría... y es que la compuerta de desagüe está abierta de manera que el agua que entra, sale. Me da la sensación de que este embalse no está en uso y no hay nadie a su cuidado. Hay un camino muy bonito que lo rodea y el mencionado arroyo se cruza por un puentecito de madera donde siempre paro. En esta ocasión para echar una meadita. Aprovecho para echar una foto.

Continúo rodeando el embalse. Ya estoy muy cerca de casa, pero queda lo peor: 4 kilómetros de subida constante. Si bien las rampas más duras están al principio, hacia la mitad me encuentro con algún tramo al 15%. Pero se supera con paciencia y corona grande. 

Track disponible en Wikiloc

Y así, como quien no quiere la cosa, llego a casa con una sonrisa en la cara que me dura a día de hoy. Contentísimo por haber empezado el año haciendo una de las cosas que más me gusta: tomándome un buen aperitivo al solecito después de una ruta en bici. 

En fin, que 2022 sea un año lleno de momentos como este, pero si pueden ser con familia y amigos, mejor que mejor.