¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

viernes, 24 de marzo de 2023

Ciclismo en Familia - Vía Verde del Pas

Siendo vosotros lectores habituales de este blog sabréis que de cuando en cuando hacemos una escapadita en familia para hacer una ruta en bici por una Vía Verde o recorrido similar que no entrañe demasiada dificultad ni técnica ni física. También sabréis que Jaime y María son nuestros compinches en este tipo de aventuras (y nosotros los suyos, que tanto monta, monta tanto). Así que aprovechando que en 2023 en Madrid el día 20 de marzo era festivo (al caer el 19, día del padre, en domingo) nos desplazamos con toda la parafernalia ciclística a la casa familiar de María, muy cerca de Santander, para recorrer la Vía Verde del Pas.  


Oficialmente la ruta parte de Astillero y termina en Ontaneda, pero nosotros decidimos hacerla al revés para disfrutar del ligero perfil descendente de este sentido inverso. Así que el domingo por la mañana, sin madrugar demasiado porque, además de tener todo el día para hacer el recorrido daban lluvias a primera hora, preparamos unos bocatas y unos aperitivos, montamos las bicicletas en los coches y salimos rumbo a Ontaneda, a unos 40 minutos de la casa de María para disfrutar del último día de bicicleta del invierno de 2023.

Ontaneda cuenta con un aparcamiento enorme

Siendo tantos siempre sucede que hay que hacer algún pequeño ajuste en alguna bicicleta. Que si no me cambia bien, que si la rueda va frenada, que si espera que tengo que subir el sillín que va muy bajo... Pero sorprendentemente esta vez en apenas cinco o diez minutos estábamos en marcha. Y el tiempo acompañaba. El día anterior no pudimos hacer la ruta como teníamos planificado desde hace semanas porque estuvo casi todo el día lloviendo. Pero el domingo sobre las 13:00 el sol brillaba, la temperatura era perfecta y no hacía nada de viento. Vamos, un chollazo de día. 

Comenzamos a rodar suavemente. Bueno... Los niños enseguida se pusieron a apretar. Jorge, el mayor de todos, se inventó un juego. Una especie de "cycling manager" y fue otorgando puntos a los distintos corredores en función de sus méritos. Con la tontería el juego duró horas, os lo puedo asegurar, durante las que estuvieron muy distraídos y los mayores pudimos disfrutar de la ruta y de la charla tranquilamente.

En general la ruta está bien señalizada y dispone de paneles informativos que por supuesto no leímos

La Vía Verde discurre paralela al río y el entorno merece mucho la pena. Salimos del núcleo urbano pero las casas (casoplones, algunos preciosos) seguían apareciendo por todas partes y esta continuidad suponía que no estaba claro cuando terminaba un municipio y empezaba el otro. Rodábamos por la margen izquierda del río pero en San Vicente de Toranzo cambiamos de orilla cruzando por encima de un antiguo puente ferroviario muy bonito. El tráfico estaba abierto al tráfico, pero los coches pasaban con mucha precaución porque la plataforma del puente era de madera. Fue un momento divertido.

La distancia entre los tablones era en algunos sitios de más de diez centímetros, no te creas...

Como no habíamos madrugado y hubo que desplazarse casi una hora en coche habíamos comenzado a rodar en torno a las 13:00 y enseguida el estómago empezó a protestar. De manera que decidimos hacer una paradita técnica para tomar un aperitivo en una de las muchas áreas de descanso que la ruta ofrece. Elegimos una particularmente agradable, junto a un ¿acueducto? de piedra muy, muy bonito. Nos comimos unas patatitas fritas y nos aguantamos las ganas de tomar una cerveza en el bar de enfrente, cuya terraza nos estaba llamando a gritos. Pero te digo yo que con lo bien que parecía estarse en esa terraza si nos sentamos lo mismo no nos levantamos y ni bici ni biza.

Fíjate que verde. Esto en Leganés solo lo vemos un par de semanas al año y con suerte

Continuamos nuestro camino rodando muy placenteramente aún admirados de lo bonitas que eran las casas de campo que íbamos encontrando en el camino. A pesar de ser domingo y de hacer un día espléndido la Vía Verde no tenía demasiada ocupación y era sencillo dejarse llevar con cierta despreocupación. Un gustazo. 

Mira qué cacho de día de primavera nos hizo

Casi sin darnos cuenta llegamos a Puente Viesgo. Un pueblo muy, muy, muy bonito que me quedé con las ganas de visitar con calma. Lo dejamos pendiente para el próximo viaje. Acordamos, porque ya era hora, parar a comer pasado el pueblo. Enseguida encontramos un área de descanso muy apropiada pero no daba el sol y temimos pasar frío así que María recomendó avanzar un poquito más hasta la siguiente, que no estaba demasiado lejos, a la entrada de Pomaluengo. Y así lo hicimos.

Un bocata en ruta es lo mejor de lo mejor

La siguiente parada iba a ser en el supermercado de la fábrica de Nestlé en La Penilla, pero siendo domingo estaba cerrada para decepción de todos. Una pena, nos quedamos sin chocolatinas. Así que decidimos parar a tomar un café en cuando viéramos dónde. 

Se cruzó en nuestro camino un pumptrack. Y no había nadie. No podíamos dejar pasar la oportunidad de darnos unas vueltitas. Cuando todos los niños se hubieron caído y algún mayor estuvo a punto, nos marchamos. 


Llegamos a Sarón y vimos en un parque una cafetería con terraza y no pudimos resistirnos. Además había una tirolina y los niños se lanzaron como locos a jugar con ella. Dejamos las bicicletas correctamente estacionadas en un aparcamiento que a tal efecto proveía la cafetería y disfrutamos de un cafelito (lo mío fue un té) que nos supo a gloria bendita. Estaba siendo un día bastante, bastante bueno. A veces, como cuando hicimos la Vía Verde de la Plata en Hervás, las cosas no salen bien. En este caso todo estaba saliendo de rechupete.

Tan ricamente que estuvimos, oye...

Resulta que en Sarón no es muy intuitivo cómo seguir la Vía Verde. Tuvimos que echar mano del mapa de la web para orientarnos y aún así, por mi culpa (ya sabéis que leyendo mapas soy regulero) nos chupamos una cuesta arriba por la cara porque no teníamos que haber subido. Pero bueno, tampoco fue para tanto aunque María se empeña en que me asigne "puntos perdedor" por el despiste. Pues me los asignaré, pero lo de ella fue bastante peor como comprobaréis si seguís leyendo. 

Durante un buen trecho la vía verde no es sino un carril de aproximadamente un metro en el arcén de una carretera abierta al tráfico. No hay demasiado peligro porque la densidad del tráfico es baja, pero hay que estar atento, lógicamente. 

Llegamos a una glorieta en un punto alto y tras cruzar un par de veces por pasos de cebra seguimos avanzando bajando una cuesta que nos permite coger buena velocidad sin ningún esfuerzo... pero vimos que ni Lourdes ni María vienen por detrás. Esperamos unos segundos y decido volver, porque si no venían es porque algo pasaba, claro. 

Tomaaaaaa, toma liada

El sillín de María se había roto por la parte delantera, donde la cubierta abraza los raíles, y por el movimiento los enganches traseros habían terminado por salirse también. Ellas no estaban siendo capaces de volver a encajarlos porque estaban trabajando en una posición incomoda que no les permitía hacer fuerza. Sacamos la tija y pudimos juntar los raíles entre sí lo suficiente como para meter los extremos por los huecos de la parte inferior de la cubierta del sillín. Le dimos un par de buenos golpes para que quedaran bien fijados. María pudo seguir pero cada poco tiempo se le volvían a salir los raíles porque, al no estar fijados por delante, la cubierta resbalaba poco a poco. Lo terminamos de solucionar poniendo delante a modo de fijación un elástico de mi mochila que mantenía en su sitio la parte delantera de los raíles. María, romper un sillín sí que proporciona puntos perdedor a chorro, que lo sepas.

Soluciones improvisadas pero eficientes

Este tramo, desde Puente Viesgo hasta pasado Sarón, no es demasiado bonito, la verdad. Pero lo que sigue transcurre por las inmediaciones del Parque de la Naturaleza de Cabárceno y la cosa cambia. Hay un par de cuestecitas pero nada serio, se rueda con facilidad. 

A la altura de Obregón nos vimos obligados a rodar por el arcén (bueno... no hay arcén) y esto genera cierta tensión porque los niños no están acostumbrados y les supone un ejercicio de concentración rodar en fila india manteniendo la distancia entre unos y otros y lo más pegados a la derecha posible. Es bueno que se acostumbren a rodar por carretera porque excepcionalmente de vez en cuando es necesario y conviene aprender a hacerlo con seguridad.

En un momento dado de la ruta nos encontramos con el trazado cortado. Creemos que porque estaban renovando las barandillas de un tramo que discurre por un talud del terreno. 

Mira qué cara de disgusto se nos quedó. Para nada estábamos posando

Mirando ahora el mapa, rodear este trecho era facilísimo pero en situ no lo vimos claro así que, sin estar especialmente orgulloso de ello, nos saltamos la valla y cruzamos el tramo que apenas tendría 100 metros. Como curiosidad diré que mientras infringíamos la ley nos cruzamos con un grupo de cuatro señoras que nos reprendieron por cruzar con las bicicletas, tócate las pelotas Manolete. Vamos, que ellas podían cruzar porque iban caminando pero las bicicletas no porque se les puso a ellas en el chumino, vaya.

En un momento dado, en La Concha, confundimos el camino y en vez de seguir por la Vía Verde del Pas tomamos la Senda Verde del Pas y Minero de Obregón, que llega a Astillero por el mismo sitio, pero rodeando La Concha por el oeste en vez de por el este. Ojo, creo que este error fue un acierto porque el paisaje era bien bonito.

Medio parque, medio bosque. Este tramo estaba bien chulo

Jaime y yo, sabiendo que quedan apenas unos kilómetros para llegar a Astillero, decidimos jugar un poco con los niños y rodando ellos por delante decidimos hacer un demarraje y dejarles atrás sabiendo que no iban a poder resistirse a intentar cogernos. Le dimos duro durante muchos metros, al punto de perderlos de vista a pesar de ir rodando por largas rectas. En un momento dado dejamos de apretar para que se acercaran... momento en el que volvimos a apretar para desesperación de Jorge, que iba en cabeza. Llegará el día en que no podamos hacer este tipo de abusos. Mientras tanto, que aprendan a sufrir. 

Llegamos a nuestro destino, Astillero, por el sur y enseguida vimos que el aparcamiento al que llegamos estaba llenísimo. El padre de María, al que habíamos avisado para que nos viniera a buscar a Jaime y a mí para llevarnos a Ontaneda a por nuestros coches, nos había comentado que el pueblo estaba en fiestas.

Merienda-cena

El camino hasta Ontaneda y la correspondiente vuelta se nos hizo infinita. Algo más de una hora y media que los niños, Lourdes y María aprovecharon para tomarse un chocolate con churros en uno de los puestos de la feria. Para matar el tiempo me parece buena opción. Llegamos a casa pasadas las 21:00. Agotados, pero no por la ruta sino por estar todo el día fuera. Pero mereció la pena muchísimo, vaya Vía Verde preciosa la del Pas. 

En cuanto al recuento de puntos, ya sabéis, lo que he ido comentando durante la narración. 


Parece que el matrimonio de Guadarrama encabeza la clasificación con cierta holgura.


¡Nos vemos en la próxima!

lunes, 13 de marzo de 2023

El reto de los 100 Kilómetros - Vía Verde del Tajuña

En 2019, que ya ha llovido, publicamos una entrada enumerando las 10 experiencias que desde nuestro punto de vista todo ciclista debería tener al menos una vez en la vida. Una de ellas era la de recorrer al menos 100 kilómetros en un día. Un reto tanto físico como mental que de ser superado puede marcar un antes y un después en tu manera de verte a ti mismo como ciclista. La mayoría de los Perdedores, a pesar de estar cerca en varias ocasiones, no habíamos llegado a ver tres dígitos en nuestro cuentakilómetros nunca y el pasado 11 de marzo de 2023 decidimos solucionarlo. ¿Lo conseguiríamos? No te voy a hacer, querido lector, leer hasta el final para averiguarlo, ya te digo que sí conseguimos completar la distancia. 


El reto se lanzó en 2022 con idea de superarlo en diciembre, pero por distintas circunstancias tuvimos que posponerlo hasta marzo. Desde un principio la idea era recorrer la Vía Verde del Tajuña, la más larga de la Comunidad de Madrid que continúa además ya en Guadalajara sumando entre la ida y la vuelta (por el mismo sitio, lógicamente) más de 100 kilómetros de cómodo carril bici con poco desnivel. Hace años que tengo en mi lista de cosas que hacer recorrer esta Vía Verde así que además de tachar de mi lista de experiencias ciclistas lo de recorrer 100 kilómetros también puedo tachar esto otro. Un dos por uno en toda regla.


Fuimos seis los perdedores que acudimos a la llamada del reto. Sergio, Jaime, Natalia, Javi y su amigo David (espero que hagamos muchas más rutas juntos) y un servidor. Nada mal, teniendo en cuenta la paliza que iba a suponer. A las nueve de la mañana estábamos junto a la estación de Cercanías de Arganda del Rey listos para dar pedales. La previsión meteorológica era excelente, nada de lluvia y una temperatura de primavera. Eso sí, algo de viento nos comimos. 

Como podéis ver en el perfil, se comienza subiendo hasta Morata de Tajuña. Localidad famosa por sus palmeritas de chocolate. Apenas habíamos recorrido 10 kilómetros pero la parada era obligada. Javi recomendaba hacer el avituallamiento en la pastelería "La Real" pero a esa hora de la mañana aún estaba cerrada así que acudimos a otra donde compramos unas palmeritas y unos cafés que nos tomamos en la misma calle bien a gusto. Más por gula que por necesidad, lo reconozco. 


La Vía Verde está bastante bien señalizada pero aún así cuando atraviesa núcleos urbanos es posible despistarse. Javi llevaba en el GPS del reloj la ruta de manera que en ningún momento tuvimos que parar a preguntar ni nada. Enseguida se empezaron a formar grupos, como suele pasar, en función de como de fuerte está cada uno. 


Natalia y Javi solían encabezar la comitiva y Jaime y yo la cerrábamos. Con ligeras variaciones. De vez en cuando nos agrupábamos, como solemos hacer, y a comer kilómetros que es de lo que se trataba.

Como ya he comentado este es un recorrido de ida y vuelta. El paisaje no es especialmente atractivo y la dificultad técnica es nula ya que se rueda todo el rato por carril bici. La dificultad física la marca únicamente la acumulación de kilómetros, no hay rampones ni desniveles de la muerte. Solo carril, carril, carril y más carril. En algunos tramos muy parcheado, por cierto. Esta Vía Verde lleva un porrón de años habilitada y el tiempo no pasa en balde.


En la primera parte nos acompañaron muchos almendros florecidos. Luego olivos y también tierras de labor. Nada del otro mundo. 

A pesar de rodar en ligera cuesta arriba corre una brisa que nos ayuda. Y, claro está, 50 kilómetros llanos por carril bici nos los hacemos, modestia aparte, con la gorra. Así que casi sin darnos cuenta hemos ido dejando atrás Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña, Orusco y hemos llegado a Ambite. Para poder hacer 100 kilómetros tenemos que pasar de largo un poco el área de descanso de Ambite porque nuestros cuentakilómetros marcan unos 48 y pico así que seguimos de frente. Según vamos viendo que hemos hecho 50 nos damos la vuelta... menos Jaime, Sergio y Natalia que deciden llevar hasta un puente por el mero hecho de dar la vuelta en algún lugar singular y no en mitad del camino.


David, Javi y yo esperamos en el área de descanso de Ambite tomando geles y barritas pero parece que los otros tres tardaban... Luego nos contaron que es porque quisieron llegar hasta el puente, y más tarde hubo confesiones que justificaron bastante más claramente la tardanza: Natalia fue al baño y en la operación se le cayeron en el campo los auriculares inalámbricos que le había prestado David (¡porque ella decía que se estaba durmiendo sobre la bici y necesitaba música!). Puntos perdedora garantizados, por casi extraviar unos auriculares prestados. Jaime los encontró. 


Otra vez todos juntos tomamos el camino de vuelta y enseguida notamos el viento en contra. Una jodienda de las buenas. Tratamos de agruparnos para ayudarnos unos a otros pero las diferencias de nivel son palpables y no conseguimos acoplarnos en fila durante mucho tiempo. Llega un momento en que cada uno (o cada dos) hacemos la guerra por nuestro lado. Nos agrupamos en lugares concretos, como cuando toca cruzar una carretera. Es en este punto donde, no sé a cuento de qué, empiezo a notar que el cambio no me va bien y pocos metros más adelante, una vez cruzada la carretera a la altura de Tielmes, se me abre la cadena. En dos minutos estaba resuelto. Quité el eslabón roto y lo sustituí por uno rápido y pude continuar la ruta sin incidentes.


Llegamos a la subida de Morata a Arganda y la acabo haciendo prácticamente solo. El dolor de culo se hace insoportable porque llevamos más de cinco horas encima de la bici sentados en el sillín. Pensad que haciendo ciclismo de montaña uno se levanta del sillín con frecuencia para salvar un obstáculo, bajar un sendero, etc. Pero por carril bici... la cosa cambia. A ratos, como nadie me ve, avanzo dando cuatro o cinco pedaladas de pie y dejando la bici rodar. Como si fuera un niño tonto, vamos, para aliviar de presión el culamen. Y eso que llevo, ojo, doble culotte y crema anti-rozaduras. 


El último reagrupamiento lo hacemos en lo alto del repecho entre Morata y Arganda. Primero llegaron Sergio, Javi y David, que le iban dando fuerte. Un rato después yo, muerto en vida. Y poco después Jaime y Natalia, que le iba acompañando. Todavía tuvimos tiempo de hacer la buena acción del día ayudando a unos chavales. A uno de ellos se le había enredado una cuerda de nylon en el casete frenándole la rueda. Sacando la rueda la cuerda se quitó con facilidad.


Lo que quedaba era dejarse caer por el carril bici mirando el cuentakilómetros para ser testigo del marcaje de los 100 kilómetros. No pude resistir la tentación de hacer partícipe a Lourdes y las niñas. Hicimos una videollamada para vivir juntos el emocionante momento de la consecución del reto.


¡RETO CONSEGUIDO!

Por fin, 100 kilometrazos para la saca después de cinco horas y cuarto en movimiento, más de seis de ruta. Sin averías serias ni desfallecimientos físicos que lamentar.

Lo que venía a continuación estaba clarísimo. Cervezas y raciones. Bien merecidas, que Garmin Connect me dijo que había quemado más de 3.000 calorías.

Y se brindó, naturalmente. Por los amigos y por el ciclismo de montaña (o de carril bici, lo mismo da). Y por seguir haciendo muchas rutas juntos. Y porque cuando yo proponga hacer algún reto me deis un bofetón, ¡que no veas cómo tenía yo el culo al día siguiente!

Bromas aparte, gracias por compartir esta mañana de superación, fue un gustazo.

Vamos ahora con el ranking "Perdedor 2023". Evidentemente mi rotura de cadena sin venir a cuento no puede pasar desapercibida y el casi perder unos auriculares prestados al ir a mear no es poca cosa... pero no podemos pasar por alto (a mí me duele en el alma) los rayajos producidos en el flamantemente nuevo cuadro de la bici de Natalia por haber llevado una bolsa de las de por encima del tubo horizontal. 

No obstante, Jaime, con los 100 puntos que consiguió el día de los tres cruces del arroyo, sigue encabezando el ranking. 

¡No dejéis de seguir nuestras próximas aventuras, tenemos muchas cosas en mente para esta primavera que está al caer!

viernes, 3 de marzo de 2023

¡Cómo hemos cambiado!

¡Vaya que si hemos cambiado! Ahora lo vais a ver.

Le he copiado el título de esta entrada a la famosa canción de Presuntos Implicados y a una sección del programa de radio "La Vida Moderna", ya fuera de emisión, del que me declaro fan absoluto y que recomiendo con todas mis fuerzas. Un ejemplo pinchando este link

Dicho esto, sabed (aquellos que nos estén al corriente) que soy un lector empedernido de revistas de bicicleta de montaña desde hace años. Tengo muchísimas. He llegado a comprar hasta tres distintas al mes durante buenas temporadas antes de tener smartphone. Por supuesto he estado suscrito durante años a alguna de ellas y también me dio hace ya algún tiempo por hacerme con lotes de revistas antiguas de los años 90. Aquí está la gracia. Me gusta ojear o leer estas revistas viejas de vez en cuando. Por nostalgia o por lo que sea, que cada uno es como es. Y a veces se le ponen a a uno los ojos como platos a ver según qué cosas con nuestros ojos de 2023. Vais a flipar.

Sin pretender convertir esta entrada en un estudio sociológico ni mucho menos aquellas revistas eran reflejo no solo de una época sino también de un sector de población muy concreto: una nueva especie de deportistas, los ciclistas de montaña, practicantes de una modalidad de ciclismo que estaba naciendo pero a la que se le intuía, como así ha sido, muchísima proyección. 

Un pequeño descargo de responsabilidad: no se me enfade nadie, escribo esta entrada con tono de humor. Vayan por delante mis disculpas, si acaso fueran pertinentes, a los redactores y publicistas de estas revistas. El "presentismo histórico" es una caca de la vaca que hay que evitar en la medida de lo posible. Hoy nos sorprendemos de las cositas del pasado de igual manera que dentro de veinte años nos llevaremos las manos a la cabeza por aspectos de la realidad que vivimos hoy en día y que nos parecen de lo más normal y razonable. Dicho esto, vamos a empezar. 

Años 90, aquellas primeras conexiones a Internet con los módems de 56k. ¿Os acordáis? Yo tardé en enterarme de qué iba la vaina, no fuimos en mi casa de los primeros en contratar una conexión a Internet (recuerdo que fue con Terra). Fue entonces cuando todas las compañías comenzaron a darse a conocer en la red con webs sencillísimas o simplemente correos electrónicos de contacto. Los redactores tampoco parecían tener demasiado claro qué era eso del "Internet". 

Revista Solo Bici, diciembre de 1995

Internet, sistema de correo electrónico. Oíamos campanas pero no sabíamos muy bien por dónde. Y lo del "código Internet" sí que es desconcertante. Tal vez el redactor quería referirse a una dirección IP. De la foto también hay que hablar. Ese monitor de 14 pulgadas, ese ordenador con disquetera... ¡Es que mola todo!

La siguiente noticia también tiene su puntito. Se ve que Diamond Back, famosísima marca de bicicletas en los 90, publicó su web y en la revista se hicieron eco de ello destacando, entre otras cosas, que ahora gracias a la magia de la red sería posible ver imágenes en realidad virtual de las bicicletas. Realidad virtual en la primera versión de HTML. Serían fotos de las bicis desde distintos ángulos y date con un canto en los dientes.

Revista Solo Bici, abril de 1996 

Cambiamos de tercio, vamos a hablar ahora sobre material. Y es que hay cosas que vistas en perspectiva te sorprenden. Me consta que este blog lo leen personas que no tienen demasiado conocimiento sobre ciclismo de montaña como mi amiga Paqui, por eso explicaré que durante muchos años los frenos que llevaron las bicicletas eran de tipo "cantiléver". Frenaban lo justo. En 1996 Shimano sacó al mercado los primeros frenos de tipo "V-brake". Fueron una revolución total. Frenaban muchísimo más en comparación con los cantiléver aunque seguían siendo frenos a llanta con los inconvenientes que esto conlleva (por ejemplo, que la rueda se descentre y la zapata vaya rozando continuamente). Durante otra buena tirada de años los V-brake fueron el estándar hasta que finalmente se impusieron los frenos de disco, sistema que disfrutamos hoy en día. 

Las noticias sobre los primeros V-brake molaban porque seguían llamándolos "cantiléver", pero "de brazo largo". O se referían a ellos como una moda.

Revista Solo Bici, Octubre de 1995

Yo sigo usando frenos V en varias bicis y me encantan. Son ligeros y sencillísimos de ajustar. Una "moda" decían en esta otra noticia haciendo referencia a un modelo de frenos que sacó a la venta la marca española Monty a rebufo de los de Shimano. 

Revista Solo Bici, septiembre de 1996

Hay un millón de ejemplos. Mirad el siguiente artículo: "¿Acabarán todas las mountain bike montando frenos de disco en lugar de los habituales cantiléver?". Ya te digo yo que sí, pero es de visionario plantearse esta cuestión en 1996 cuando acababan de salir a la venta los V-brake. 

Revista Solo Bici, septiembre de 1996

También llama mucho la atención darse cuenta de que en ocasiones las tendencias con cíclicas. Un clarísimo ejemplo lo encontramos en las gafas de ciclismo. Ahora se llevan las gafas con cristales grandes y con monturas mínimas... exactamente igual que en los años 90, salvando las distancias tecnológicas en cuanto a fabricación y materiales, naturalmente.

Revista Solo Bici, junio de 1996

Cualquier gafa de la comparativa anterior pasaría por actual. Estoy seguro.
Ahora mismo si mencionamos "Casio" nos viene a la cabeza, irremediablemente, la canción que Shakira le dedicó a Piqué. Una pena porque Casio ha hecho cosas guapísimas. Antes de que Garmin, Polar o Suunto lo petaran quien partía la pana era Casio. Mirad este anuncio. Esos relojes deben de pesar medio kilo por lo menos. Me flipan. Además te regalaban una mochila.

Revista Solo Bici, junio 1996

También es bonito ver que productos que hoy en día nos parecen el colmo tecnológico tuvieron su prehistoria, como es el caso de los cambios electrónicos o de los rodillos interactivos.

Revista Solo Bici, abril de 1996

Para que hoy en día tengamos un Di2 o un AXS en su día alguien tuvo que tener la feliz idea de tratar de accionar el cambio electrónicamente, con toda la complejidad que ello suponía. Especialmente, puede ser, en cuanto a baterías se refiere. Desde mi desconocimiento más absoluto y como es gratis opinar, tal vez sea uno de los campos de la electrónica donde más se ha mejorado. Y tal vez sea desde la aparición de los teléfonos móviles. Qué se yo, solo son divagaciones.

Este cacharrazo es el abuelo de los Bkool o los Zwift que tenemos hoy en día, rodillos inteligentes que adaptan la resistencia en función del tipo de entrenamiento que queramos hacer. No parece muy adecuado para tenerlo en casa, desde luego, con lo que parece que ocupa. Y por lo que dice en el artículo debía de salir carete el juguetito. 

Revista Solo Bici, julio de 1996

¿Recordáis cuando se valía anunciar tabaco y bebidas alcohólicas en publicaciones deportivas? Y no solo eso, también pasaba que las tabaqueras o licoreras patrocinaban equipos, como el BH Coronas, o eventos como la vuelta a España en bicicleta de montaña, llamada Transpain, patrocinada por destilerías DYC. Era cuando se fumaba en los andenes del metro, en el trabajo y en todas partes. Qué cosas...

Revista Solo Bici, julio 1996

Cómo se escribía también te da pistas de a quién iban dirigidas principalmente las publicaciones. O de la edad de los propios redactores o publicistas, que parecen tener obsesión con las madres que, como todos sabemos, en los años 90 eran las encargadas de las tareas del hogar sin duda alguna. En este anuncio de Mammoth se ve cómo la madre, armada con un rodillo como corresponde según la mentalidad de la época, arremete contra el hijo porque no para de pensar en los componentes que puede comprar en el citado comercio (¿ese chupete?) en vez de estudiar como es su obligación.

Revista Bike a fondo, octubre de 1995

Hay muchas más referencias a las madres, como digo. Tenemos bastantes ejemplos en la sección de "trucos verdes" de la revista Bike a Fondo. Si tú en 1994 vas a tu padre a pedirle film de envolver alimentos lo más seguro es que al estar fumando coronas y bebiendo DYC te mire raro y no te haga ni caso. Porque eso era cosa de las madres, claramente.

Revista Bike a fondo, Enero 1994

Y siendo que las madres son las responsables, además de congelar cosas, de mantener la casa limpia había que tener mucho cuidado con llegar a casa pringando de barro porque se te podía caer el pelo. No obstante en este reportaje otoñal de 1995 instan al incauto ciclista a pasarse por el forro las advertencias de su madre y a ponerse de barro hasta el casco (si es que lo usaba, ojo, que de eso no hemos hablado pero éramos minoría los practicantes de ciclismo que lo llevábamos). La faltadita final al tenis me encanta. Los ciclistas de montaña nos ensuciamos porque va en nuestra condición. No como los tenistas que están ahí en su club de tenis bebiendo Martini. 

Revista Solo Bici, noviembre 1995

Y es que se escribía de otra forma porque se hablaba de otra forma. La noticia de la siguiente foto no hace falta ni comentarla.

Revista Solo Bici, diciembre 1995

Pero lo que más llama la atención sin duda alguna son los micro (o macro) machismos que nuestros ojos y nuestra sensibilidad de 2023 detectan en estas revistas noventeras. Son de traca y los hay de distintas categorías. Empecemos con la publicidad. Sea lo que sea que se anuncie siempre queda bien poner una foto de una chatunga, ya sea un seguro para ciclomotores o una colonia.

Revista Solo Bici, septiembre 1996

A mí me parece especialmente curioso cuando estos anuncios no los protagoniza una modelo sino una estrella del ciclismo de montaña ligera de ropa en aptitud sensual como es el caso de las dos siguientes imágenes. En la primera vemos a Paola Pezzo (lo petó muchísimo, mirad su palmarés en el link a la Wikipedia que he puesto sobre su nombre) con una ropa que difícilmente se pondría para salir a dar una vueltica en bici. 


Gunn-Rita-Dhale Flesjå es posiblemente la ciclista de montaña con más triunfos en la historia de este deporte. Se retiró en 2018 con, ojo, 45 añazos dando guerra a las mejores ciclistas del momento. En el anuncio de abajo, también de Northwave (esta gente tenía obsesión) vemos que anuncia un maillot y unos guantes pero que, menudo despiste, se le ha olvidado ponerse el culotte y con mucha gracia Noruega se tapa las intimidades para descojone suyo y del personal masculino, claramente (todo esto es ironía, recalco).

Esta foto la he encontrado con Google porque no tenía a mano ninguna revista donde estuviera

Os aseguro, como lector habitual de revistas, que hoy en día no vemos a ninguna corredora enseñando chicha por anunciar cualquier producto. La que más o la que menos en sus redes sociales hace lo que le place, como debe ser. Emily Batty es un buen ejemplo.

Seguimos para bingo. Desde siempre se ha tratado de implicar a la mujer en el ciclismo de montaña y me atrevo a decir que se han dado grandísimos pasos en ese aspecto a día de hoy. Pero en los años 90 se trataba con torpeza. El artículo de dietética (firmado por dos mujeres) que vemos en la siguiente página es un llamamiento al género femenino a practicar ciclismo... Y van y lo ilustran con el dibujo de una tetona-culona rubiaza y con morrazos. ¿Es ese el prototipo de ciclista de montaña fémina? Raro e impensable en nuestros días.

Revista Solo Bici, agosto 1996

Evidentemente el uso del lenguaje era el que era y se usaba en el 100% de los casos el plural masculino para referirse a ambos géneros. En la cabecera del siguiente artículo me pregunto si el redactor pensaba en ambos géneros cuando hizo uso del plural masculino o simplemente no se le pasó por la cabeza que las mujeres quisieran pedirle a los Reyes Magos una bicicleta...

Revista Solo Bici, enero 1994

Pero última es de traca (de Fallas valencianas). Atiende. Durante meses (las revistas de bicicletas suelen ser mensuales) Solo Bici en colaboración con Kódak hizo un concurso para encontrar a la "Chica Fun Solo Bici". Con mi mentalidad del siglo 21 en parte me descojono y en parte me da un poco de vergüenza ajena, te lo confieso. 
No me he leído las bases pero las mejores fotos serían portada e imagino que habría un premio en metálico.

Revista Solo Bici, enero de 1996

Claro... nada de fotos de acción de mujeres montando en bici por el monte o compitiendo en una carrera, no. Seguro que se presentaron muchas de esas, pero las ganadoras fueron las fotos sexis.

Revista Solo Bici, julio de 1996

Impresionante. Y esto era aceptado como algo normal, claro. Un concurso más de belleza como habría tantísimos. 

Pero a Carme Asensio, una lectora, no le acabó de cuadrar y envió una carta a la revista (sí... se publicaban cartas de los lectores) protestando por considerar este concurso fuera de lugar. Os recomiendo leerla, me parece muy acertada. Total, que la revista contesta pidiendo disculpas, guay, pero quitándole hierro al asunto en plan: "no exageres, querida, que tampoco es para llevarse las manos a la cabeza". Tremendous. 

Y, significativo, que Carme comienza su carta pidiendo que conste que ella NO es feminista. Olé. Porque, recordemos, el concepto que teníamos de feminismo en 1996 era lo diametralmente opuesto al machismo, es decir, nada de igualdad entre géneros (concepto actual de feminismo) sino matriarcado e imposición de lo femenino sobre lo masculino. Y eso era gravísimo, claro. Flipo.

Revista Solo Bici, septiembre 1996

En fin... espero no haberos aburrido mucho con esta entrada que sin ser de ciclismo al 100% algo tiene que ver y he echado un rato interesante escribiéndola. 

Por desgracia hay cosas que no han cambiado, tristemente. 

Revista Solo Bici, julio 1996