¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

La importancia de la primera bici para un niño - Woom 2 y b'Twin 900 Racing (por Jaime)

A montar en bici... ¿se aprende o se enseña? La física no engaña: se trata de compensar fuerzas y hacer uso de nuestra mejor arma en este caso, la velocidad, para mejorar ese equilibrio que al principio es inestable y poco a poco, según vamos cogiendo práctica, acabamos automatizando. Sin duda es un proceso complicado aprender, además, a gestionar frenos, dirección, pedalear...Pero este esfuerzo merece la pena por las satisfacciones que nos proporciona el ciclismo. ¿Hay una forma mejor que otra de enseñar a montar en bici? Posiblemente no, quién sabe. Imagino que hay niños a los que les viene mejor una técnica y niños a los que les viene mejor otra. También hay padres que somos mejores profesores y otros que lo somos menos. Y el material, por supuesto, también influye.

Jaime da mucha importancia a estos factores, especialmente al último, y le he pedido que nos cuente sobre ello en base a su experiencia en primera persona... del plural, porque Mateo, su hijo, es tan protagonista (o más) que los progenitores en este caso. Como me gusta hacer en estos casos, me limito a escribir esta breve introducción y a copiar y pegar el texto de Jaime tal cual. Gracias, Jaime, por la aportación.

"Hoy vamos a intentar dar un poco de luz (nuestra luz, esto es una opinión muy personal y no tiene porqué ser válida para todas las familias) de como hemos conseguido que nuestro hijo haga sus pinitos en la bicicleta con menos de 4 años (que no sabemos si es mucho o es poco porque tampoco tenemos con qué comparar) y que le coja el gusto a eso de “dar una vuelta”. 

El problema que a veces tenemos los “nuevos” padres es que el tiempo de montar en bici, o de trastear con la nuestra hay que reducirlo un poco para conseguir que a ese pequeño “mini-yo” que tenemos en casa le comience a entusiasmar las mismas aficiones que a ti y a tu pareja. De momento, por nuestra parte, la suerte nos va acompañando y al pequeño de la familia le encanta todo lo relacionado con el campo, y disfruta con todo tipo de herramientas haciendo sus pequeños inventos como el los llama (más con la imaginación que con las manos). A nuestro entender esto es parte de suerte, pero también hay parte de invertir tiempo participando con él en este tipo de actividades dejando tu bici en casa y corriendo tras él sujetando el sillín para que comience a dar sus primeras pedaladas. 

Bueno, pues después de este rollo vamos a intentar ir al grano. Resulta que como bien sabéis si seguís el blog, a algunos de nosotros no sabemos si nos gusta más o montar en bici o despiezar, romper, montar, buscar y modificar componentes de nuestras bicicletas… al menos en ese dilema es en el que yo me encuentro, me gusta mucho montar en bici, pero me encanta trastear mecánicamente hablando con nuestras monturas. Un día de esos de los que estás buscando tiempo para salir a montar en bici, o para retocar ese pequeño crujido que no sabes de donde viene y que te tiene loco, llega a tu vida un nuevo juguete, que llora, come, caga …. Y todo lo demás que os podáis imaginar, pero que también crece y que cuidas más que a tu bici (sí Miguel, sí, se puede querer más que a la bici… es broma que te va a tocar pronto y hay que darte ánimos). Ese día, semanas o meses, te empiezas a plantear muchas cosas, más cuando tus familiares, que conocen tus aficiones, le regalan al niño una bici de las denominadas "de equilibrio" menos de una semana después de nacer (creo que está estandarizado que las ruedas sean de 12 pulgadas… pero tampoco os fieis mucho).


Todo cambia y ya estás deseando que el niño crezca y de sus primeros pasos montado en la bici… pero ¿Cuándo van a llegar esas piernitas hasta el suelo desde ese sillín tan alto? Todo llega y un día, después de haber montado en algunas de esas motos con ruedas extra-anchas que le ayudan a mantenerse, el niño coge la bici y comienza a correr con ella, al principio le cuesta, pero un día te das cuenta de que ha perdido el miedo y que va como un tiro y otro el niño levanta las dos piernas y te sorprende guardando el equilibrio durante muchísimos metros. Había leído algunas opiniones sobre este tipo de bicis, y ahora, después de mi corta experiencia sólo tengo que aprobar su uso, ayudan a que el niño coja el equilibrio necesario para montar en una bici superior, pero también le ayudan en su motricidad y en su coordinación, como consejo, si es posible, sería super interesante que tuviera al menos una maneta de freno, es increíble pero, siendo así, cuando le cambiemos de bici el niño, a parte de tener equilibro y todo lo demás, también sabrá usar los frenos, una cosa menos que tendrá que aprender. Mateo, que es como se llama mi pequeño, tiene más de 4 años, y todavía le gusta, de vez en cuando, darse una vuelta con la bici de equilibrio, incluso con acompañantes.

Pero llega el día que el niño se hace mayor… y tú como padre aficionado a la bici, quieres que comience a dar pedales… ¿y qué haces?, pues buscar una bici con pedales para motivar el cambio. En teoría, de 14 pulgadas de tamaño de rueda es lo requerido. Buscas y buscas y tú, que has sido un friki de las bicis y el peso desde que Moi entró en tu vida, pues buscas lo mejor… y comienzas a ver bicicletas de marcas que desconocías pero que ponen como la panacea de las bicis para niños… entre ellas destacar Woom, Frog, Islabikes, Early Rider… todas con muy buenas características sobre el papel pero que también tienen un precio bastante prohibitivo para ser una bicicleta de niño (todas en torno o por encima de los 300 euros). 

La diferencia principal radica sobre todo en el peso (aunque por ende en la calidad de los componentes). Estas bicicletas con tamaño de rueda de 14 pulgadas rondan los 5,5 y los 6,5 kilogramos, mientras que una “básica” está sobre 8 kg. Teniendo en cuenta que tu hijo pesa 14 o 15 kg pues la diferencia de peso en la bicicleta desde mi punto de vista es esencial. 

Le das vueltas y vueltas y al final, tras convencer a tu mujer de que la bici una vez que la utilice el niño se venderá sola (hay que decir que las bicicletas de este tipo vuelan en Wallapop cuando tienen un precio contenido), encuentras un “chollo” y te decides a comprar una Woom 2, color verde, por 190 euros en perfecto estado (le faltaban dos vinilos de colores en las manetas de freno). La bici llegó a casa mal desmontada y un poco rozada en el manillar y algún sitio más (pude comprobar que había sido por el embalaje y el transporte, pero tenía buena pinta. 

Montas la bici, la ajustas y compruebas que tiene un peso real de 5,7 kg y una altura bastante comedida (por lo que el niño podría empezar a montar pronto ya que le llegarían los pies al suelo). El día de su tercer cumpleaños, le regalas al niño la bici, el niño se monta y a los 30 segundos coge de nuevo su bici de equilibrio y delega el nuevo regalo en un rincón, no está cómodo, que son esos pedales y para qué sirven. Tú que eres un cabezón, y también un tío resolutivo, buscas una solución, con ese dineral que ha costado la bici el niño tiene que montar sí o sí, así que (atas al niño a la bici y que monte, jajaja), quitas pedales, bielas, eje de pedalier y cadena y te montas una bici de equilibrio de casi 200 euros (eso sí con frenos y de una marca exclusiva …. Madre mía no hacemos tonterías). Pero el niño poco a poco le comienza a llamar la atención esa bici nueva, de ese color verde tan chulo y de un día para otro, la coge de vez en cuando para recorrer las calles del pueblo con su flamante bici con un agujero en el pedalier (que tapé con dos conteras de goma para que no cogieran polvo y mierda).

Con las ganas de que el niño de pedales, insistes e insistes, pero él sólo quiere su bici de equilibrio (la vieja o la nueva, le da igual) le dan miedo los pedales… y te dice “cuando tenga 4 años ponemos los pedales” pero un día, sales a la puerta de casa con la bici y te dice “Papá, me pones los pedales”, dicho y hecho, no puedes esperar más… buscas herramientas, donde guardaste las bielas???, montas la cadena y se la das al niño. 

Monta, le sujetas el sillín (nada de ruedines, ahora hablamos de ello) y cuando te das cuenta el niño está montando solo, dando pedales y manteniendo el equilibrio, incluso frenando un poco cuando se lo dices, aunque la tendencia sea frenar con los pies… no ha tardado dos minutos en pasar de la bici de equilibrio a dar pedales el solito, le faltan fuerza en las piernas, pero eso ya se irá consiguiendo poco a poco. 

El tema de los ruedines desde nuestro punto de vista es un “error”, si el niño tiene equilibrio en la bicicleta sin pedales, antes o después querrá coger la de pedales y mantendrá ese equilibrio, poner los ruedines lo único que consigue es la falsa seguridad de que está apoyado en algo y no se cae, pero creemos que tiene más contras que pros, lastran la bici, tienen a volcarse hacia un lado para sujetarse, perdiendo la noción de equilibrio que tenían, y en muchas ocasiones es un paso hacia atrás en la evolución del manejo de la bicicleta.

¿Qué decir de la bicicleta Woom? La Woom 2 en este caso: bicicletón la mires por donde la mires (con alguna pequeña pega). 

Pros

  • Muy compacta y baja, el niño aunque sea bajito se acomodará bastante pronto a ella.
  • Frenos V-Brakes con manetas especiales para manos pequeñas… hay que ver como frenan (aunque yo recomiendo cambiar los cables de freno por cables de cambio, más finos y si es posibles teflonados, los frenos ganaran en suavidad. Además ajustar las pinzas para que el muelle que las separa de la llanta esté lo más suave posible).
  • Manetas de frenos de diferentes colores, se le puede indicar si frenar con el freno verde (el de atrás) o el otro, mucho más sencillo que izquierda o derecha para un niño pequeño.
  • Ruedas y cubiertas muy ligeras. 
  • Manillar alto, muy cómodo aunque estéticamente nos guste más el tipo de las frog.
  • Cinta de bloqueo de manillar para evitar el giro brusco y completo del manillar.
  • Sillín muy cómodo y ajustable en altura e inclinación.
  • Calidad de los componentes. Todo se ve muy robusto y bien pensado. 
  • Peso: sólo 5,7 kilogramos, una pasada. (sin extras, patillas, luces, timbre y demás) 

Contras:

  • Principalmente el precio (319 euros si la compras nueva). 
  • Tija demasiado corta, en cuanto el niño crece un poco te obliga a cambiar de bici.
  • Manillar no ajustable en altura.
  • Dirección del manillar, ajusta a presión con unos tornillos tipo pasador que hay que apretar manteniendo la presión en la dirección, no ha habido forma de conseguir que la dirección no vibre adelante y atrás y hacia los lados… creo que en esa pieza no han tomado la mejor decisión a la hora del montaje. 

Después de un año dando pedales con la Woom en la medida que hemos podido, la bici se le está quedando pequeña. Así que de vez en cuando echaba un ojo a Wallapop buscando una oferta de alguna de las bicis antes nombradas. Pero el mercado está demasiado caliente y no hay nada por debajo de 200 euros… una pasada. Pero tenemos la suerte de tener primos y amigos con justo un año más que están comenzando a desechar sus bicis de 16 pulgadas, y entre ellas, su prima Candela que ha tenido la consideración de “prestarle” hasta que se le quede pequeña su bicicleta (Su hermano Pablo viene detrás y tendrá que usarla también, está claro que a estas bicis hay que sacarlas partido). A Candela, su tío Carlos, le regaló una bicicleta b'Twin, para ser exactos la 900 Racing en color rojo (creo que la azul, modelo City será similar en cuanto a peso y características). La verdad es que no había tenido la oportunidad de “verla” (y con verla digo, meterle mano a ver calidades, montajes, pesos y demás) pero con esto he podido trastear con ella y tengo que decir que me ha sorprendido gratamente.

A mateo le ha encantado el regalo “prestado” y el primer día ya tuvo que salir (de noche) a darse un paseo con su nueva bici (la verdad es que no tenía ni un rayón y estaba en perfecto estado). Pasó de un tamaño de rueda a otro (de 14 a 16 pulgadas) sin miramientos. 

Una semana después saqué 15 minutos para “meterle mano” a la nueva bicicleta. Son bicis de niño, pero creo que más que super llenas de complementos como árboles de navidad, deben ser prácticas… así que fuera catadriópticos… fuera guardabarros, al campo se sale a mancharse, y como he dicho antes, cambio de cables de freno por cables de cambio. Aunque parezca mentira, esta bicicleta después de esos pequeños cambios, se ha quedado en unos espectaculares 6,36 kg, que para una bicicleta de 16 pulgadas y 170 euros en Decathlon está muy bien. Las bicis similares de otras marcas como la Woom 3, está en 5,8 (serán alguno más si la Woom 2, me ha dado 5,7 a parte de los 360 euros) y la Frog 48 en 6,75 kg (unos 305 euros).


Pros: 

  • Precio, 170 euros, nada comparable con los más de 300 del resto de marcas.
  • Tija muy larga y ajustable.
  • Manillar ajustable en altura.
  • Frenos V-Brake aunque las manetas del Decathlon no me acaban de convencer… los de la Woom me parecían mejores.
  • Ligera, 6,7 kg está muy bien para una bici de estas características 

Contras

  • Manetas de freno… la forma de tirar del cable no me parece la que más suavidad aporte a los frenos, aunque he de decir que funcionan muy bien. 
  • Eje de pedalier de plástico, o eso me ha parecido al desmontar.
  • Poca exclusividad, pero dejamos ese tema para los pijos de las bicis. 

Veremos que tal le va a a Mateo con esta nueva bici. Hasta que haya que pasar a una de 20 pulgadas (algún consejo para ir buscando jajajajajajja?????) de momento genial, se ha adaptado a todas las bicicletas con una facilidad pasmosa y le encanta montar, así que… seguiremos invirtiendo. 

Como punto y final sólo decir que sólo entiendo el comprar este tipo de bicis (que valen tanto dinero y que van a poder ser utilizadas durante tan poco tiempo) primero, si se pueden adquirir de segunda mano, como digo se utilizan tan poco que se quedan nuevas y segundo, si una vez usadas se tiene pensado volver a vende aunque en una venta futura se perdieran 25 o 30 euros (precio compra con respecto a precio de venta), esa hubiera sido la inversión en una bicicleta básica de hierro y con componentes de gamas baja y que al niño le habría costado mucho más aprender o al menos habría ido menos cómodo. 

Además de todo esto sólo me queda incluir la importancia del casco, he visto varios y realmente creo que lo interesante es un casco de la talla correcta del niño, que sea además ajustable perimetralmente, que no se mueva para delante y para atrás y no sea incómodo, ya sería super interesante que el cierre fuera magnético… pero eso es otro cantar, por nuestra parte y desde que comenzó a montar en bici usa un casco de la marca Abus, el modelo Smiley que le sigue valiendo y está genial. 

¡Cualquier duda o sugerencia ya sabéis!"

lunes, 20 de septiembre de 2021

Ruta nocturna Perdedores BTT: Colmenar Viejo - Manzanares el Real - 17/09/2021

El pasado viernes 17 de septiembre, aprovechando las últimas noches templadas del verano, los Perdedores nos juntamos para celebrar una ruta nocturna de las que se te quedan en la cabeza durante semanas. Prestad atención a la narración. Intentaré plasmar en estas líneas todo lo acontecido y haceros sentir parte, durante el ratito que estáis leyendo esto sentados en el váter, de la expedición.
 

Con la ilusión propia de ver a los amigos nos desplazamos a Colmenar Viejo bien entrada la tarde para, como nos gusta hacer, comenzar de día y que se nos fuera haciendo de noche sobre la marcha. De esta manera se acostumbran mejor los ojos. Pero no pudo ser. Raúl ya avisó de que iba justo de tiempo y además confundió el punto de inicio. Sumado esto a que tenía que cambiarse de ropa y era necesario montar un foco en su bici, finalmente el sol había caído completamente por el horizonte cuando comenzamos a dar pedales.


Teníamos dos dudas, principalmente: qué ropa ponernos y cuánto nos durarían las baterías de los focos. Esta segunda duda, bastante inquietante, por suerte no la tenía yo porque recordaréis que no hace tanto que me compré un foco nuevo, harto de los problemas que me había dado el viejo. Pero Miguel, por ejemplo, hacía años que no usaba el suyo... y no las tenía todas consigo de que el foco le fuera a durar durante toda la ruta. Lo de la ropa tenía fácil solución. Como somos de llevar mochila echamos que si un maillot largo, que si un cortavientos, que si un chaleco... y ninguno pasamos penurias por culpa de la temperatura. Es más... yo, que soy de los frioleros, empecé vestido de corto y terminé vestido de corto, fíjate lo agradable que era la temperatura durante las primeras horas de la noche.


Ángel, Jaime, Miguel, Christian, Raúl, Sergio y un servidor fuimos los que acudimos a la cita en esta ocasión. Un buen grupo, sin duda. 
Respecto al recorrido, no nos costó mucho ponernos de acuerdo. En una ruta nocturna buscamos que no sea demasiado larga y que no tenga pasos demasiado complicados, que la propia nocturnidad tiende a complicar las cosas. Miguel propuso hacer la ruta que hicimos en marzo y que él hizo hace pocas semanas en compañía de otro amigo: saliendo desde Colmenar Viejo, se llega a Manzanares el Real, se rodea el embalse y se vuelve a Colmenar pasando junto a la cárcel de Soto y un aeródromo que hay del ejército de tierra. Esta ruta tiene unas vistas impresionantes y es suave, para todos los niveles, diría yo. Vamos... perfecta para nuestro propósito. No obstante, con la idea de recortarla un poco para llegar de vuelta a tiempo para tomar una cerveza en los bares de alrededor del lugar donde habíamos dejado los coches, ya desde el inicio nos propusimos atravesar el embalse por una carretera (o los restos de una) que gran parte del año está bajo el agua y además volver por el carril bici, que acelera bastante el ritmo.

Track disponible en Wikiloc

La primera parte de la ruta discurre en paralelo a las vías del tren en dirección norte, pero hasta llegar a las vías hay que descender por un sendero con varios pasos técnicos de escalones de piedra que con la dificultad añadida de la falta de luz y de estar fríos nos puso las orejas tiesas para el resto de la ruta. 

Una vez en las vías, a rodar placenteramente. El camino es llano, con buen firme y lo suficientemente ancho como para poder avanzar en parejas. Aprovechamos para ponernos al día, que algunos hace varios meses que no nos vemos y aunque mantenemos contacto por whatsapp, no es lo mismo. 
Este trozo de ruta ofrece unas vistas impresionantes de la sierra pero en esta ocasión, lógicamente, solo vemos negrura rota por la impertinencia de nuestros siete focos. Como queda mucha ruta y somos muchos, fijamos la intensidad de los mismos en la posición más baja. Más que suficiente para rodar a velocidad media por un terreno en tan buen estado. Y, siendo además un grupo compacto, los haces de los focos se suman y ofrecen muy buena visibilidad.


En nuestra anterior visita a Colmenar la ruta pasaba por debajo de la vía por un túnel que se tomaba saliendo del camino por una pista ancha y sin problema ninguno pero el track que habíamos conseguido en Wikiloc seguía un camino distinto y en la oscuridad de la noche nos costó encontrarlo. En primer lugar, nos saltamos la salida prevista... pero encontramos un sendero que nos devolvía a track...


...para pocos metros más adelante volver a las vías. Totalmente absurdo. Según el track, que Miguel y Christian llevaban en sus respectivos GPS, debíamos seguir en dirección oeste salvando las vías. Pero no había túnel. Desde las vías se podía ver el camino que debíamos tomar, pero había una tapia que nos impedía llegar hasta él. Tuvimos un momento de crisis. Sabíamos que más adelante estaba el túnel, pero... ¿Cómo era que quien haya grabado ese track había podido superar la tapia? Empezamos a rodar de nuevo en paralelo a la vía pero Ángel se quedó hablando con un señor que iba dando un paseo nocturno y al que habíamos adelantado minutos antes. El primo Christian y yo nos dimos la vuelta y llegamos a tiempo de escuchar al paisano decir que sí, que hay camino y que es bueno salvo por la caída que hay a ambos lados del puente y por los toros bravos. Vamos... nos lo estaba pintando bien. Decidimos explorar la tapia porque por narices debía de haber algún paso razonablemente sencillo. La oscuridad no ayudaba, claro, pero finalmente a unos diez metros de donde estábamos vimos que con cuidado era posible descender desde el talud de la vía del tren rodeando la tapia y llegar al camino. El único problema es que había que caminar sobre lo que parecían unas vigas de hormigón o traviesas de las vías tiradas a un lado, con lo poco que se veía y con lo que resbalan las calas. Fuimos ayudándonos los unos a los otros para bajar las bici, ya que era muy arriesgado bajar llevando la bici al hombro sin ver un carajo.


Superada esta primera dificultad, que huelga decir que nos tomamos con todo el sentido del humor del mundo soltando comentarios jocosos y chascarrillos a cual más chorra, seguimos nuestro camino hacia el oeste. Y en en horizonte se veían relámpagos aterradores (había estado lloviendo en alguna parte de la sierra esa misma tarde) y en nuestras sugestionables mentes retumbaban las palabras del senderista nocturno: puente con caída peligrosa a ambos lados y toros bravos.

Pero es era tan fiero el león como lo pintan, posiblemente porque gracias a la oscuridad no teníamos visión periférica y no pudimos ver como de alta era la caída desde los distintos puentes que recorrimos que, además, contaban con una barandilla protectora.


Y el territorio de los toros bravos resultó ser una especie de servidumbre de paso entre dos fincas que se ve que utilizan para mover ganado bravo... pero que muy tonto hay que ser para dejarse coger por un toro en un pasillo de apenas cuatro metros de ancho. Aunque cosas peores se habrán visto, claro.


El camino moría en la M-607, autovía que cruzamos por debajo llegando al aparcamiento del puente medieval. En esta ocasión no bajamos a verlo porque habíamos perdido bastante tiempo buscando cómo pasar al otro lado de las vías y porque, además, no estando iluminado artificialmente no merecía la pena pararse. De manera que cruzamos el río Manzanares, aún un recién nacido a su paso por aquel paraje, y comenzamos la única ascensión de la ruta: unos cinco kilómetros seguidos de suave ascenso por una pista con muy buen rodar (salvo alguna rodera y algún pedrolo suelto por aquí y por allá). El ritmo era bueno. Tanto que no doy un duro por mí, pero consigo mantener el tipo razonablemente bien. Se forman dos grupos, como es habitual en las salidas perdedoras. Miguel, Ángel y Christian en cabeza y a pocos metros (sin que sirva de precendete) Sergio, Rañul, Jaime y yo. Aprovechamos de nuevo para charlar sobre nuestras cosas, que aquí no solo se viene a montar en bici y hay muchas cosas que arreglar en el mundo. 

Casi al final de la subida giramos a la derecha para tomar dirección norte y encarar la bajada hasta Manzanares el Real, no sin antes perder el tiempo tratando de hacer una fotografía artística que a Miguel no le acababa de salir.


No pudimos dejar de asomarnos al mirador. Como en cada parada, chistes, bromas y faltadas siempre bien encajadas. Esto es la esencia misma de Perdedores BTT y lo que de verdad engancha. 


Hay dos formas de bajar hasta Manzanares. La divertida, por un sendero con muchas piedras. La aburrida, una bajada muy rápida por pista. Como es de noche y es peligroso bajar por el sendero decidimos bajar por la pista. Y se bajó deprisa, no te creas. Hubiera puesto el foco en máxima potencia para tener más margen de visión, pero no vi el momento de soltar una mano del manillar, tal era el nivel de atención de la bajada a la velocidad que íbamos... o a la sensación de velocidad que la noche y la oscuridad otorgaban a la bajada, mejor dicho. 


Llegamos a Manzanares saludando a la gente que hacía botellón justo al final de la bajada y recorrimos el casco urbano hasta, poco después de pasar el castillo, arrimarnos a la orilla del embalse para continuar nuestra ruta por el sendero que discurre en paralelo a la misma y que etiqueto desde ya como divertidísimo de la muerte. Pero antes, unas fotos y más risas.


Como decía, el sendero es una pura delicia. tiene sus buenos 5 kilómetros de largo, es 100% llano y salvo algún vadeo sin importancia en verano, no tiene ni trampas ni pasos complicados. En algunos tramos fui el último y era un espectáculo ver a los colegas recorrerlo de noche en procesión. Aquí murió el primero de los focos, el que Jaime le había prestado a Raúl. Había una batería de repuesto pero Raúl, por no entretener al grupo, prefirió seguir a rueda de alguien con foco. 


El precioso sendero nos proporcionó unos minutos de auténtico placer bicicletero, pero todo lo bueno se acaba. Y lo que le seguía fue el tránsito por los restos de una carretera que antiguamente tendría servicio pero que ahora se pasa la mayor parte del año bajo las aguas del embalse y, en consecuencia, está hecha mierda. 


Rodábamos con muchísima dificultad entre montones de piedras sueltas, ramas y baches haciendo equilibrios para no perder la verticalidad. A ratos el camino mejoraba, momento que aprovechábamos para soltar exabruptos y maldiciones. Vamos, en bici una auténtica mierda, pero será que es un lugar excelente para dar un paseo de novios porque si no es difícil explicarse cómo una pareja prefería estar sentados al borde de la carretera siendo devorados literalmente por los mosquitos en vez de estar en la comodidad de su coche o en un bar como hacen las personas normales.


Otro extraño suceso aconteció antes de dejar la carretera misteriosa. Justo antes de pasar por una cancela improvisada para salir de un tramo y encarar el segmento final, a nuestro paso un animal sin identificar comenzó a soltar unos gruñidos/graznidos/rugidos que los siete que íbamos, hombres de pelo en pecho y fuertes como castillos, nos hicimos caca encima. ¡Menuda manera de gritar! Yo iba tercero, por detrás de Miguel, que iba primero, y Raúl que rodaba segundo. Tal fue el acelerón que pegó Miguel por el susto inmenso que nos pegó el bicho que a Raúl, empeñado en mantener su rueda para poder ver (recordad que iba sin foco) le costó un esfuerzo considerable no descolgarse de él. Pensé que era un jabalí pero resultó ser un ave (aún sin identificar) que pasó volando por encima de Christian . Yo no sé quién pasaría más miedo, si el pajarraco o nosotros, pero las risas también fueron buenas.


Por fin dejamos la carretera y llegamos al carril bici. Lo que quedaba para llegar a Colmenar ya estaba chupado y rodamos a buen ritmo, alentados por la promesa de una buena recompensa en forma de cervezas y otras viandas.


Un lujado tener el carril bici de Colmenar, saturadísimo los fines de semana, completamente a nuestra disposición. 

Poco antes de llegar al núcleo urbano de Colmenar nos salimos del carril por una pista que se abre a la derecha. Es la calle de un parque que, lógicamente, a esa hora está desierto. A Jaime se le acaba la batería y Comienzan a caer gotas. Lo que nos faltaba, mojarnos justo en la llegada. Como rodamos en grupo podemos darnos luz los unos a los otros de manera que Jaime no tiene demasiados problemas para rodar al mismo ritmo que el resto, más aún cuando la pista tiene un firme excelente. Pero va Lude y se queda sin luz también al agotársele la batería. Se está poniendo la cosa interesante. Ya vemos cerca los bloques de viviendas donde hemos aparcado los coches... ¡Y Miguel se queda sin batería también!  ¿Seríamos capaces de llegar sin mojarnos y con algún foco funcionando? Ángel y Christian, cuyos focos aún lucían, van en cabeza. Los que menos luces tenían a esas alturas se quedan en medio y yo, poniendo mi foco en la máxima potencia, me quedo el último iluminando todo lo que puedo. Y así, sin percances, conseguimos recorrer los últimos cientos de metros sin incidentes y sin mojarnos, que la lluvia solo era un amago para meternos prisa.


La recompensa y el remate a tan emocionante velada tiene forma de tortilla, tomate, jamón, chorizo, patatas, cervezas... todo lo bueno de la vida reunido en un banco de la calle. ¿Botellón? parece mentira pero solo había una lata de cerveza con alcohol. Esto es reprochable, posiblemente, pero la mayoría teníamos que conducir y lo primero es la prudencia. 

Debimos estar cerca de una hora disfrutando de la compañía y la cena. Comentando la ruta y lo que no es la ruta, los disparates más absurdos que os podáis imaginar. Pero todos teníamos casi una hora de camino para volver a casa así que con la satisfacción de haber pasado una noche de las que difícilmente se olvidan cargamos las bicis en el coche, nos despedimos con un "hasta pronto" porque tenemos motivos más que justificados para vernos en las próximas semanas y pusimos rumbo a casa con esa sonrisa tonta que se le pone a uno en la boca cuando recrea mentalmente lo que acaba de vivir. Espero que esta entrada sirva para que cuando la leáis, perdedores, esa sonrisa vuelva a vuestra cara y se os llene el cuerpo de ganas de repetir, como me pasa a mí. 

Contenido extra:

Un par de vídeos del sendero del embalse cortesía de Christian.