¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 27 de junio de 2022

Senda fluvial del río Manzanares - De Leganés a El Pardo todo llanito

Me había hablado Sergio sobre un camino que permitía llegar desde la Casa de Campo hasta El Pardo. Una opción muy interesante para hacer con la familia por ser un recorrido prácticamente llano y se me ocurrió la idea de explorarlo previamente saliendo desde Leganés. Serían unos 60 kilómetros que me servirían para quitarme la espinita que tenía clavada desde el fracaso físico de la BiciCoa de la semana anterior. Así que ni corto ni perezoso el domingo 26 de junio me levanté tempranito para ponerme en marcha sobre la bici tras engullir un par de donuts y un café. 

Pongamos un poquito de contexto al asunto. Desde 2016 se llevan realizando distintas acciones en torno al río Manzanares (https://restauracionfluvialriomanzanares.es/).  La "renaturalización" del río (eliminar las presas y dejar que el agua corra) ha supuesto un cambio a nivel biológico impresionante creando un ecosistema efervescente donde antes solo había agua verde (y carpas). No voy a hablar de lo que no sé pero al parecer este acontecimiento y su explosividad sorprendió enormemente a la comunidad científica pertinente, haciéndose eco medios tanto especializados como generalistas. Solo tenéis que buscar en Google "renaturalización del río Manzanares" y entenderéis a lo que me refiero. Algunos enlaces al respecto:

https://www.eysmunicipales.es/actualidad/el-proyecto-de-renaturalizacion-del-manzanares-reconocido-por-su-papel-en-la-mejora-de-la-biodiversidad-urbana#:~:text=Con%20la%20apertura%20de%20las,pasado%20a%20ser%20la%20dominante.

https://www.esmadrid.com/sites/default/files/dossier_plan_naturalizacion_manzanares.pdf

https://elpais.com/ccaa/2018/09/14/madrid/1536928384_530297.html

https://www.rtve.es/noticias/20210819/ciudades-vuelven-mirar-rios/2157008.shtml

Llegar desde mi casa hasta el lago de la Casa de Campo supone rodar por distintos carriles bici durante aproximadamente 15 kilómetros. Nada que destacar al respecto. La mañana era fresca, salí con un maillot largo que no me sobraba en absoluto y con los auriculares de transmisión ósea para ir escuchando la radio como me gusta hacer cuando salgo solo.

Una vez en el lago hay que seguir girando a la izquierda por el Paseo Azul que continúa con el nombre del Paseo de Piñoneros, atravesar la glorieta de la Plaza Moreras, seguir por el mismo paseo dejando a la izquierda la subida al cerro Garabitas y llegar hasta la fuente que hay justo debajo de la vía del tren, donde tomaremos el anillo verde ciclista. Seguimos el anillo pasando por una primera pasarela sobre la Carretera de Castilla y seguimos rodando por el anillo en una de sus partes más bonitas ya junto al río Manzanares. Pasamos por una segunda pasarela que sirve para cruzar la A6 y al bajar llegamos al Puente de San Fernando, donde comienza la senda fluvial del Manzanares. Hay que estar atentos y girar a la derecha al bajar del puente pero en vez de seguir por el anillo ciclista veremos indicaciones de la senda y las seguiremos dando una revuelta y pasando por debajo del Puente de San Fernando.


Ahora rodaremos dejando el río a la izquierda. El camino es ideal salvo un cortísimo tramo en obras que me encuentro junto al Puente de San Fernando a la altura del complejo deportivo de la Federación  de Tenis de Madrid. Avanzo con ilusión y evitando pensar demasiado en la kilometrada que me voy a meter, congratulándome de que la temperatura es perfecta y de la ausencia de viento. Como es bastante habitual rodando por la rivera de un río, los chopos son los protagonistas. Y los ciclistas también, disfrutando de la delicia que es rodar por un camino en tan buen estado.

El siguiente punto de interés por el que pasamos, después de rodar junto al campo de golf  es la antigua Playa de Madrid, una piscina privada que cerró en 2014 y que ahora se encuentra en estado ruinoso. Da un poco de pena pensar en cuánta gente no habrá pasado un buen día de baños allí. Seguimos dándole al pedal y llegamos casi sin darnos cuenta llegamos al club de campo Somontes. Aquí confundo el camino. No me doy cuenta de que puedo seguir de frente porque la senda fluvial pasa entre el río y la valla del recinto y me desvío a la derecha para cruzar la M605 (carretera de Madrid a El Pardo) y continuar rodando en la misma dirección que iba pero en paralelo a la carretera. Y no hay mal que por bien no venga porque echo un rato divertido de senderos. Los senderos de El Pardo son una delicia.

Pasado Somontes vuelvo a acercarme al río y continúo rodando cómodamente. Cruzo la pasarela metálica que construyeron hace unos años en el vado que usábamos las primeras veces que fuimos a El Pardo para cruzar el río. Siempre acabábamos con los pies empapados.

Una vez al otro lado del río llegar a la presa es cuestión de pocos metros. Me encuentro muchos ciclistas haciendo paradita técnica junto al chorro. Yo hago lo mismo y aprovecho para echar un par de fotos y para quitarme el maillot largo, que con el sol ya alto no me va a hacer falta para la vuelta.

Pretendo hacer el camino de vuelta por el mismo sitio por el que he venido así que le doy la vuelta a la bici y me pongo en dirección a la Casa de Campo. Cuando paso de los 40 kilómetros, aún en El Pardo, me empieza a doler el culo. Mal asunto. Procuro levantarme de vez en cuando para aliviar el dolor y mentalizarme porque me quedan por lo menos 20 kilómetros por delante. Llanear mola en el sentido de que es "fácil" mantener una velocidad decente y es placentero rodar por una pista ancha sin tener que estar muy alerta pero tiene la pega de que el cuerpo acusa permanecer tanto rato en la misma postura. Haciendo senderos o bajando uno se mueve más encima de la bici y no llega a sufrir tanto los dolores propios de la postura mantenida durante muchos kilómetros. 

Al avanzar el día el número de usuarios del camino, sobre todo ciclistas, aumenta significativamente. Sobre todo en la Casa de Campo. Justo ante de llegar, ya rodando por carril bici, noto que la rueda delantera suena a pinchazo. Lo mismo que el fin de semana anterior. El líquido tubeless había tapado el agujero pero tal vez se haya vuelto a abrir... o tal vez sea un pinchazo nuevo, no lo sé. La cosa es que el agujero se tapona pero la rueda baja de 1,8 bar (medido al salir de casa) a 0,7 bar (medido al llegar a casa). 

Justo al entrar en la Casa de Campo paro en la fuente que mencioné antes que hay debajo del puente del tren y lleno el bidón de agua. Es un bidón isotérmico y lo había sacado de casa con la mita de hielo y la mitad de agua y un par de horas después me había quedado sin agua porque el hielo no se había derretido del todo. Ya os digo que no era un día caluroso. 

Deshago el camino con calma, no tengo prisa. Se me atraganta el tramo entre el Lago y el Zoo. Siempre se me atraganta, de hecho. Pica un poquito para arriba y las piernas ya no están como para muchas historias después de casi 50 kilómetros. La cuesta que sube del Zoo hasta la el metro de Casa de Campo la subo casi sin darme cuenta atendiendo una llamada telefónica y el del resto poco cabe destacar. Anillo ciclista y algo de tedio para llegar a casa con 63,5 kilómetros y sensación de satisfacción, que es lo que buscaba principalmente.

Track en Wikiloc

En conclusión, todo un descubrimiento esta Senda Fluvial del Manzanares. Muy apta para rutas familiares. Vamos, que estoy 100% seguro de que más pronto que tarde haremos un recorrido Lago-Chorro con merendola de por medio. Y además esta ruta queda registrada para cuando me apetezca "hacer kilómetros" en vez del aburridísimo anillo ciclista. 

martes, 21 de junio de 2022

BiciCoa 2022 - Volvemos a la antigua normalidad - 18/06/2022

Qué gusto da poder volver a celebrar un evento como la BiciCoa en el que los Perdedores nos juntamos (familias, si procede, incluidas) para andar un rato en bici y disfrutar juntos de una comida de confraternización bicicletera  en torno a la barbacoa y al cesto con cervezas en hielo. 

Aunque debo reconocer que guardaré un sabor agridulce de esta séptima edición (por motivos que mas adelante podréis leer) como me debo a vosotros, fieles y apasionados lectores, trataré de hacer brillar en esta narración los hechos más divertidos, que los hubo, de la jornada tratando, en primer lugar, de haceros partícipes de todo a los que no pudisteis venir (os echamos de menos, como siempre) y, en segundo lugar, de haceros rememorar lo acontecido a los que sí formasteis parte de la celebración.  

Once fuimos los ciclistas que nos hicimos la foto de salida a la sombra del manzano

Con esta declaración de intenciones empezaremos enumerando a los participantes. A esos aguerridos ciclistas que con tal de beberse una cerveza helada y comerse un chorizo a la brasa son capaces de abandonar el confort de sus comodísimas camas (esto es una suposición que no he verificado) a las 7:00 de la mañana en plena ola de calor y meterse una hora de coche con la legaña puesta. 

No es que la foto esté borrosa, es el Bombi que si madruga mucho se pone borroso

El Bombi no puede faltar. No hay BiciCoa sin él. Ha asistido a todas las ediciones y este 2022 no iba a ser menos. Como va "sobrao" suele ir tirando del grupo. Incluso se metió para el cuerpo alguna subida extra ya que el recorrido le sabía a poco...

Finge estar derrapando porque lleva el postureo en la sangre

En 2019 Jaime empezaba a montar en bici y acudía a su primera BiciCoa para pegarse un ostión que aún resuena en nuestros tímpanos. 3 años después vuelve reconvertido en un ciclista de categoría. Se sigue cayendo, la última vez cuando fuimos a Toledo, pero ahora no teme ni a subidas ni a bajadas. Mucha fuerza en esas piernas serranas.

Elegancia pucelana sobre la bicicleta

Para Javi esta era su primera BiciCoa pero espero que no sea la última. ¿Cómo una persona que no tiene bici (le presté mi RCZ) puede meterse una ruta como la que hicimos y acabar con tanta dignidad? Imagino que el entreno aeróbico (se mantiene en forma corriendo) cuenta pero aún así me quito el sombrero ante tal muestra de fuerza física y mental.   
  
Cómo me gusta la Rockrider de 120mm de recorrido

Y si hablamos de fortaleza mental hay que nombrar a Jesús, que sufre en las subidas pero no se rinde. Y con su bici nueva disfruta en las bajadas mucho más que antes. Da gusto rodar en bici con Jesús porque nunca se le quita la sonrisa de la cara por mal que lo esté pasando.

Esa Scott Spark mola mucho, mucho, mucho

Jorge también acudía a una BiciCoa por primera vez. Pero creo que no será la última. Más aún siendo nativo de Las Navas del Marqués. Pero, como comentaba yo con Sergio cuando Jorge y su familia se despedían al final del día... de perdedor tiene poco. ¡Vaya manera de subir cuestas! 

Mucha sonrisa al principio, sí...
 
Que Miguel viniera me alegró muchísimo. Tiene dos bebés que requieren de toda su atención y se presentó sin haber montado en bici en los últimos 8 meses y con las consecuencias de la paternidad recién estrenada: déficit de sueño, cansancio crónico... Eso no le impidió estar bebiendo cervezas el viernes (hizo noche en mi casa) desde las 15:00 hasta la 1:00 porque el que tuvo, retuvo. Fue protagonista de momentos de mucho perdedorismo como leeréis si tenéis paciencia como para avanzar en el relato.

¿Quién dice que las 26" han muerto? Con la Scott de Néstor fueron 4 las bicis con rueda de 26" del grupo

Me alegró mucho que Néstor se decidiera a participar en la ruta a pesar de las complicaciones logísticas que le acarreaba. Bueno... no tanto a él como a su mujer e hijos que tuvieron que venir en tren. Admiro (envidio, en realidad) a la gente que consigue estar tan en forma encima de la bici practicando tan poco ciclismo. Néstor es un ejemplo clarísimo. Dio la cara en todo momento subiendo las cuestas con mucho arte.

Mucha dignidad en la pose. Algo menos durante la ruta

De Pablo podríamos escribir un libro. Empezaré diciendo que, como Miguel, vino el viernes a dormir. Literalmente, porque se presentó casi a las 22:00. Y la ropa que veis en la foto, con la que hizo la ruta, no es suya. Se la tuve que prestar. Vamos, un perdedorismo de una pureza inaudita, sin cortar. 

Raúl ha venido a las 7 BiciCoas con 7 bicis distintas

Otro fijo de las quinielas es Raúl, que no puede faltar a su cita anual con los colegas Perdedores. También hizo noche sobre el terreno... casi literalmente porque se quedó a dormir en su furgoneta camperizada. Otro que aunque no monte mucho en bici su "mínimo" de forma física le permite terminar las rutas con mucha dignidad y dejarnos a todos con el culo al aire si el camino pica para abajo.

Caso contrario al de Raúl. Todas las BiciCoas que ha hecho Sergio han sido con la misma bici

Si a Sergio le dicen hace apenas unos meses que se iba a poder enfundar el maillot de Perdedores BTT sin reventar la cremallera no se lo cree. Pero ahí está el tío, dándole duro a la bici desde principio de año. El reto Leganés-Toledo tiene mucho que ver, pero también el tener que volver a trabajar a la oficina y usar la bicicleta como medio de transporte a diario. Ojo con eso, que hace muchos años que Sergio no está tan en forma como ahora.

Plantaza de ciclista. Un señor muy atractivo.

Y para completar el grupo de 11 ciclistas, un servidor. Para la ocasión me llevé la bici "buena" pero lo que no estuvieron a la altura fueron las piernas. Lo pasé un poco mal durante toda la ruta y muy mal al final de la misma. El calor, creo yo, me jugó una mala pasada.

Antes de comenzar tocó revisar la bici de Jaime. La noche de antes había estado haciendo una ruta nocturna (vaya huevos) y rompió la patilla del cambio por enésima vez. De madrugada la cambió para poder venir a la BiciCoa, pero estaba floja y el cambio necesitaba un ajuste completo. 

El recorrido de esta edición de la BiciCoa es el mismo del que disfruté el primer día del año

Track disponible en Wikiloc

No tiene demasiada dificultad, apenas un par de cuestas duras. Mucho menos que el recorrido de la edición de 2019, que fue la muerte. Pero el factor determinante, al menos para mí, fue el calor. No solo el que hizo el sábado de la ruta, sino el que vino haciendo durante toda la semana. Ola de calor en toda regla que nos impidió descansar correctamente. Ya a la hora de la salida (alrededor de las 10:00) la temperatura era alta. 

Después de las fotos de rigor, que estas cosas hay que dejarlas debidamente documentadas para las generaciones futuras, nos pusimos en marcha. Avanzamos apenas 50 metros antes de la primera parada obligatoria. Javi tenía que bajarle el sillín a la bici que le había prestado. Raúl aprovechó para meterle aire a sus ruedas y Pablo para darse cuenta de que había cogido unas zapatillas de senderismo en vez de las de ciclismo. Se iba a chupar la ruta entera con pedales automáticos pero sin calas en las zapatillas. ¡Vaya dos cojonazos más gordos!

A la segunda intentona salimos al monte en dirección a Las Navas del Marqués. Los primeros kilómetros son prácticamente llanos con la excepción de alguna cuestecita para arriba o para abajo.


Todo es felicidad en estos primeros compases. ¡Después de dos años hemos podido volver a juntarnos! Casi sin darnos cuenta llegamos a las inmediaciones del pueblo, pero nos equivocamos en un desvío y llegamos a un camino sin final (bueno, el final es una finca) y tenemos que dar la vuelta para cruzar un arroyo y comenzar a subir la primera cuesta seria del día. Sin problema. Hay buenas piernas.

El robledal es una de las zonas más bonitas de los alrededores de Las Navas del Marqués

Atravesamos el robledal que nos ofrece su sombra y sus preciosos senderos durante un breve instante de tiempo. Llegamos a la fuente de El Saúco y aprovechamos para rellenar los bidones de agua fresca. No ha dado tiempo de vaciarlos, pero se agradece no beber caldo. Vamos muy mal de tiempo. Apenas hemos avanzado 7 kilómetros y parece que llevamos una eternidad encima de la bici. 

El agua de la fuente sale fresquita todo el año. Un lujazo

Salimos a la carretera que une Las Navas con el parque eólico y vemos que Miguel y Pablo se empiezan a quedar atrás. Les esperamos a la escasa sombra de un árbol... pero no acaban de llegar. Arrancan y se paran, arrancan y se paran. Y miran con interés la rueda trasera de Miguel. Para poneros en antecedentes, la llanta de la rueda trasera de Miguel se rajó. Tratamos de arreglarla sin éxito así que se compró un juego de ruedas iguales a los que usa, pero de segunda mano. Le pusimos un Tannus Armour para proteger la llanta y lo tubelizamos. No perdía aire, pero la rueda estaba descentrada. Miguel la llevó a la tienda a centrarla y quedó razonablemente bien pero... se ve que aflojaron mucho uno de los radios y la cabeza del mismo se salió de su alojamiento bloqueando el movimiento del casete. Fijamos el ratio suelto al de al lado con una brida y Miguel pudo continuar la ruta con la rueda dibujando un ocho y con más miedo que vergüenza. Miguel y sus ruedas.... nunca decepcionan.

El Miguel y sus liadas involuntarias.

Lo malo (para mí) es que Jorge y yo fuimos los primeros en acercarnos a ver qué le pasaba a la rueda de Miguel y al ver los síntomas me recordó enormemente a un problema que tuve con una bici que compré en enero de segunda mano. Así que fuimos cagando leches a casa de Jorge a por un spray de aceite con el que lubricar el núcleo de la rueda pensando que eso solucionaría el problema. Cuando volvimos se nos quedó cara de tontos, sobre todo a mí que el esfuerzo me había restado buenas energías que más tarde echaría en falta. 

El siguiente punto de interés de la ruta era otro lugar inédito para los Perdedores: el risco desde el que se ve todo el pueblo. La última rampa se las trae, campo a través. 

No es la mejor época para admirar el paisaje, está todo seco.

La bajada se hace por dentro de una rodera criminal llena de piedras. Yo decidí bajar por el lateral, menos peligroso. Algo no iba bien, no estaba yo fino.
A continuación bajamos hasta la carretera de circunvalación y rodamos por ella en sentido ascendente apenas unos metros para volver a pisar tierra... y noto como voy pinchado de la rueda delantera. No solo escucho el "psss - psss" intermitente del pinchazo al rodar la rueda sino que veo cómo sale el líquido disparado por delante al más puro estilo bukakke. Por suerte el tubeless funcionó y antes de llegar al camino el pinchazo estaba cerrado. No obstante la rueda había perdido algo de presión, pero no me apetecía parar a meterle aire porque, como digo, algo no iba del todo bien. Llevaba la boca constantemente seca y una apatía rara.

La cuesta no era moco de pavo pero el Bombi, como dije al principio decidió bajar por un sendero que le llamó la atención y volver a subirla. Una vez completado este bucle seguimos todos juntos rodando a buena velocidad en un terreno que subía y bajaba sin llegar a ser las subidas especialmente duras ni las bajadas complicadas. Cruzamos la CL505 para rodar en dirección a Las Navas del Marques nuevamente por la senda que discurre paralela a la carretera girando a la izquierda de manera abrupta para enlazar con el camino que sube al Risco de los Dineros. 

Decidimos hacer una parada para comer y beber y Javi protagonizó uno de los momentos más divertidos de la ruta al aparecer con el casco puesto del revés. Resulta que en la parada anterior se lo había quitado para refrescarse y al ponérselo con prisas se puso lo de detrás por delante. 

Comimos compartiendo viandas y geles, que el calor estaba haciendo mella y más de uno necesitaba una aportación extra de glucosa y cafeína. Continuamos la marcha bajando por el divertido camino que lleva del Risco de los Dineros a la glorieta de entrada a Las Navas y luego enlazamos otra divertida senda, la que va desde la glorieta hasta el barrio de la estación. Después de tanto subir, dos bajadas seguidas nos sentaron muy bien. 

Cada trocito de sombra era un regalo

Bajamos al barrio de la estación y rodamos por la carretera hasta la Ciudad Ducal. Giramos por el camino del pocillo para llegar hasta el embalse, último escenario digno de mención de la ruta aunque está casi sin agua y el paisaje desmerece mucho.

Este tronco caído que bloquea el camino es nuevo....

Rodeamos el embalse por el camino que lo circunvala y comenzamos a subir la última cuesta de la jornada, la más dura además. Pronto el grupo se divide, los más fuertes imponen un ritmo que otros tantos no podemos seguir. Yo me quedo en el vagón de cola, me duelen las piernas y me falta el aire, estoy muy fatigado.

Tras unos primeros cientos de metros duros (Strava registra algún punto al 24%) la subida suaviza y solo hay un par de rampas más que sean dignas de mención... pero a algunos se nos hace muy, muy larga. 

Nos esperamos arriba para recorrer juntos los pocos cientos de metros que nos separan del cesto con cervezas. Y llegamos todos con dignidad torera para ser recibidos con un bombardeo (sin mucha puntería, todo sea dicho) de globos de agua.

Final de ruta pasado por agua

Y aquí acababa la ruta y comenzaba mi calvario particular. La última subida me había costado muchísimo y había llegado a casa con un agobio que no era normal. Me faltaba el aire. Me enchufé un manguerazo directo a la cabeza a ver si mejoraba y me puse una coca-cola con hielo... pero nada. Yo pensaba que era una pájara y estas se pasan comiendo así que piqué un poco pero seguía sin ser personas. Así que tuve que tumbarme un poco. Cuatro horas para ser exactos. Me perdí la comida y, lo peor, no pude atender a mis colegas y a sus familias como corresponde siendo Lourditas (¡Qué suerte tengo...!) la que tuvo que hacerse cargo de todo, delegando tareas aquí y allá y dándolo todo para que a los niños y a los mayores no les faltara de nada. 

Cuando volví en mí pude salir y con todo nos dio tiempo de echarnos unas risas e incluso terminar el día preparando una segunda barbacoa para la cena. Por eso el sabor agridulce que os mencionaba al principio del todo, hubo momentos muy divertidos y otros bastante lamentables por mi parte. Pero bueno, solo queda esperar hasta 2023 para ver si me saco esta espinita que se me ha quedado clavada. 

¿Quién se apunta?