Sí, queridos lectores, hace meses que no escribimos ninguna entrada nueva. Durante el confinamiento y las primeras semanas de la
desescalada me han pasado por la cabeza algunas ideas que tal vez hubiera podido compartir. Artículos sobre cómo mantener la forma en casa... pero las redes estaban saturadas de esto mismo. Sobre cómo salir a montar en bici cuando cientos de personas comparten horarios y caminos... pero también estaba dicho todo. Más recientemente sobre las sanciones a ciclistas en la Casa de Campo... pero para hacerme mala sangre he preferido no tocar el tema. Incluso hubiera podido escribir la crónica de la primera salida grupal perdedora post-confinamiento: nos juntamos Raúl, Lude, el Bombi y un servidor para recorrer la clásica Móstoles-Navalcarnero-Móstoles, pero también hubiera habido pataleta porque el uso incívico de los caminos por parte de grupos numerosos de ciclistas apresurados me sacó de mis casillas.
De manera que para que me decidiera a crear una entrada nueva y retomar así la normalidad (nueva normalidad) editora de este vuestro blog algo MUY digno de mención tenía que suceder. Y por fin el pasado domingo 21 de junio Miguel, que no defrauda, hizo una de las buenas. De las muy buenas. En estos casos suelo pedirle al protagonista de la historieta que la narre para uso y disfrute de nuestra comunidad y Miguel me dio el gusto. De manera que, ya sabéis, me limito a copiar y pegar su texto. Os vais a reír. Gracias, Miguel, por compartirlo.
"Todo empezó con una ruta clásica a El Pardo de unos 30 km para estrenar el restyling de la Orbea Oiz. Llevaba 51 días en el taller pintándose (ni la Capilla Sixtina, oiga) y ya tenía ganas de recibirla y estrenarla.
La fecha coincidía con el domingo fin del estado de alarma
así que podía haber salido a cualquier hora pero preferí salir con la fresca y
tratar de evitar las aglomeraciones que la fecha podría conllevar.
La ruta normalmente me la hago en 1 hora y 50 minutos aproximadamente así que si
salía a las 8:00 a las 10:00 a más tardar estaría en casa. Como era una ruta
corta, totalmente controlada y a no muy alta temperatura salí poco desayunado y
con el agua en el Camelback justa (unos 700 ml).
Coincidía que estrenaba
botellero con salida lateral así que, a modo prueba, me llevé la botella de
750ml llena mas o menos a un tercio de su capacidad.
Con esa preparación, digna de un Navy Seal en misión
internacional, comencé a hacer la ruta de El Pardo:
Puesto que para el pintado tuvieron que desmontar la bici
entera fui los primeros kilómetros con cuidado tratando de coger sensaciones y
ver si algo estaba fuera de lugar o mal afinado.
A los 4 km empecé a oír un molesto ruido en las bielas
en cada pedalada. Ya me estaba cagando en todo pensando en que tenía que
desmontar las bielas o llevarla al taller cuando me di cuenta de que el ruido
lo hacían las zapatillas con el pedal. A los pocos km el ruido desapareció y la
bici iba muy fina.
Como
la ruta era relativamente asequible me tomé la libertad de explorar nuevos
senderos...
... que añadiesen un par de kilómetros más al conteo final e incluso en
algunas zonas me puse a hacer intervalos de alta intensidad para llegar a casa
un poco más cansado.
Ya sobre las 9:35 estaba saliendo del muro de El Pardo para
enfilar camino a casa cuando recordé que había en Wikiloc una ruta que iba desde
mi casa y hacía la clásica vuelta al Soto Viñuelas rodeando el muro. Como me veía fuerte
y tenía mucho tiempo decidí ir a investigar el inicio de la ruta (llegar hasta
casi la M607) para cuando la hiciese algún día poder ir con garantías y
teniendo que mirar menos el GPS.
Así que seguí el muro de El Pardo hasta el final y ya
ahí me iba a volver para casa.
Conseguí encontrar el inicio del camino que me llevaría a
Tres Cantos así que ya era hora de volverme a casa cuando pensé “Estás fuerte y
tienes mucho tiempo aún, y si…”
Así que me bajé la ruta del Soto Viñuelas y me embarqué
hacia ella.
Según mis cálculos serían unos 75-80 km , llevaba como 35-40 ya
recorridos. Supuse que al tran- tran, mirando las flores por el camino, rodeado
de mariposas y animalillos cantando conmigo podría hacerla sin problemas.
La primera parte hasta el Tres Cantos era casi todo subida y
se podía hacer o por el carril bici o por una pista/sendero. Decidí hacerla por
la pista ya que, aunque me costase más, para eso tengo una MTB y la disfruto
como se debe (más adelante me acordé de este punto y me hizo mucha “gracia”).
Llegué a Tres Cantos, mirando de vez en cuando el GPS y
empecé a hacer la ruta en el sentido que marcaba la de Wikiloc (que creo que es
el mejor sentido parta hacerla).
El calor empezaba a hacer mella, vi que tenía un poco de
agua en el camelback y el agüilla del bidón sin tocar así que bueno.. no
problem.
La ruta discurría sin problemas, poco a poco iba acabándome
el agua, el calor subía más y más hasta que llegué al fatídico Km 58. Ahí ya me
empecé a encontrar un poco mal y encima desfallecí un poco mentalmente pensado
que ya no había vuelta atrás, quedaba aún bastante y todo sólo podía ir a peor.
Ya empecé a seguir sin disfrutar sobre la bici, bajando todo
tenso, con mala postura sin disfrutar los senderos y subiendo más o menos como
podía totalmente atento al cardio para no subir de más las pulsaciones.
Todo se me ponía en contra. De pronto sobre el km 63 en una
bajada la bici empieza a hacer un ruido extraño en la parte delantera bastante
grave. Me paro y me encuentro con esto:
La presilla del cable del freno se soltó de la horquilla y
se me metió entre la horquilla y la rueda. Me podría haber reventado la rueda o
algo peor. Justo lo que necesitaba. Me tuve que parar ahí en medio de la solana
a tratar de arreglarlo. Parece que el tornillo o se ha cortado o algo similar
pero no aprieta del todo y si tiras con el dedo sacas la presilla. Pero lo metí
como pude y recé porque aguantase hasta el final. Encima la llave allen de ese
calibre de la multiherramienta la han puesto en plan “bahh esta nunca la van a
usar, ponla mazo corta y en una parte totalmente incomoda de utilizar y así
añadimos un número más al nombre de la herramienta “18 in 1” y vendemos más”.
Vaya infierno, tenía que cambiar la posición de la herramienta cada milímetro o
si no daba contra la rueda o la horquilla.
Malditos madafakas los ingenieros alemanes de SKS
A los 10 minutos de estar lidiando con el tornillo me volví a
subir a la bici. ¡MADRE MÍA, MÁTAME! dolor lumbar horrible y el culo como si
fuese un rubito de ojos azules que llevase 5 años en una cárcel de Guatemala.
Volví como pude a la ruta y empecé a acometer una larga
subida. Me enganché a un grupo de 3 ciclistas que iban a un ritmo tranquilo
para poder tomar aire y seguir una rueda durante un rato. Se extrañaron un poco
de ver a un integrante más en la grupeta siguiéndoles durante minutos así que
empezaron a hablar conmigo para descartar que fuese el “Descuartizador de la Oiz
de Viñuelas”.
Esos pocos Km en compañía me hicieron olvidarme un poco de
mis dolores. Lamentablemente se tenían que desviar hacia Sanse así que me volví
a quedar sólo. Por cierto, cuando vi el Factory de Sanse a lo lejos dije por vez
número 2.853: “¡Pero qué cojones hago aquí!”.
Empecé un medio llaneo con alguna subida y sin ninguna
sombra y ahí ya empezaron a saltar las alarmas. El termómetro de la bici
marcaba 40,5º. Ni de coña haría esa temperatura pero sus 35º o así seguro.
Me empecé a percatar de que tenia las palmas de las manos en
carne viva, el hecho de llevar tanto tiempo sin montar unido a las horas que
llevaba sobre la bici y que mis guantes tienen un poco de holgura me estaba
despellejando las manos.
La sed ya se había convertido en un problema serio. Los
labios los tenía totalmente pegados y se me estaban empezando a pelar y me
sentía un poco mareado. Me imaginaba como un harapiento de una tira cómica
arrastrándose por el desierto en busca de un oasis. Pensé que al menos ese
harapiento llegó a esa situación después de un accidente de avión o alguna
causa similar de Fuerza Mayor pero en mi caso ni iba a llevar los planos de la
Estrella de la Muerte a la Resistencia ni portaba la vacuna del Covid19, estaba
ahí porque sí, por mis cojones morenos, con lo que me daba más rabia.
Llevaba bastante tiempo sin cruzarme con nadie, me estaba
encontrando realmente mal así que decidí bajarme de la bici y seguir andado
como pudiese. A los 5 minutos de ir a rastras achicharrado y viendo como el
paisaje era exactamente el mismo que hace 5 minutos me di cuenta de que ese
plan peregrino no me iba a llevar a ningún sitio más que al ataúd así que monté
de nuevo mi ano guatemalteco encima de la bici y tiré como pude.
De repente me cruzo con una parejita de Millenials en bici.
Iban vestidos como para ir a por el pan y en bicis de paseo y dudé que tuviesen
agua pero les paré y les imploré que me echasen un poco de agua en mi bidón si
tenían. La chica en cuanto le empecé a pedir me dijo “lo siento ya casi no nos
queda…”, me giré al chico que estaba empezando a soltar la misma versión y en
cuanto me vio la cara dijo “si si, tenemos mucha” y me saco una botella de agua
de 33cl y me la echó en el bidón. No se si vio mi cara de refugiado sirio del
Open Arms o vio un brillo animal en mis ojos desesperados que decían “o me das
agua o me bebo la sangre de la instagrammer que va contigo” pero me salvó la
papeleta. Tras despedirme de ellos muy agradecido y decirles “hoy habéis
salvado una vida” textualmente proseguí la marcha.
Finalmente llego al carril bici a la altura de Tres Cantos.
Ahí pensé en hincar la rodilla, claudicar y llamar a mi mujer en plan loser
para que me viniese a buscar con un caldo y compresas frías para la frente pero
quedaban apenas 10 km de casi bajada y me veía 30 minutos al menos esperándola con
el calorazo así que decidí terminar.
En la ruta que me
bajé de Wikiloc volvían por el carril bici pero inicialmente tenía la idea de
volver por el campo…. ¡Le podían dar mucho por el culo al campo, a las flores y
a los hijos de puta de los animales cantando!. Me metí por el carril bici de
cabeza dando gracias a la superurbanización del ser humano y a las toneladas de
CO2 que se habrán ido a la atmósfera por la construcción de ese carril bici.
Capitán Planeta podía meterse sus frases por el culo en esos momentos.
Fuck you, Captain Planet
A los 2 km de carril bici el calor era insoportable, el agua
Millenial ya mi cuerpo la procesó totalmente y volvían los malos rollos.
Pasé
frente a una finca y vi unos coches con el maletero abierto, me asomé por la
valla y vi a un grupo de gente disfrutando de una comida en un cenador. Les
grité pidiéndoles agua y me dijeron que me la daban pero que no estaba muy
fría, le dije que como si estaba hirviendo así que me llenaron la botella. Les
conté que había calculado mal bla, bla, bla… y me dijeron que llevaban 30 años
ayudando a ciclistas por exactamente lo mismo. Ver que en el mundo había más
gilipollas como yo me dio fuerzas para continuar.
Ya verme por el carril bici tenia que ser un espectáculo,
todo quemado, haciendo eses, lentísimo, la boca reventada… Pasó un ciclista
que también iba bastante perjudicado y me dijo que si íbamos mejor juntos. Mano de
santo, fuimos de charla unos kilómetros y me fue indicando el camino a casa. En ese
momento el ojo derecho me empezó a picar muchísimo y a llorar, no sé si por
polvo, un bicho o las dos cosas pero no lo podía ni abrir. Ahí iba con un ojo
cerrado, reventado y queriendo llegar ya a mi casa. Eran ya las 14:30. Llevaba
montado sobre la bici más de 6 horas. Incluso estar montado sobre una bici
racing 6 horas en tu salón viendo Netflix tiene que ser matador para el cuerpo
ya no digamos en estas condiciones.
Al final llegué a casa vivo. Había quedado en 20 minutos en
el Pardo con unos amigos para hacer un picnic. Me duché como pude y me fui para
allá. Hicimos un fondo común para comprar comida y bebida.
Strava marcó 4.700
calorías consumidas. Pagué por uno y bebí y comí por siete. Algo que me llevo
positivo del día :D"