¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

martes, 21 de diciembre de 2021

Perdedores BTT - Balance de 2021

A falta de pocos días para que termine este insulso 2021, toca hacer balance, como ya viene siendo costumbre, de lo acontecido (ciclísticamente hablando) en el seno de esta modesta comunidad de amigos aficionados al ciclismo de montaña que es Perdedores BTT. 

He empezado calificando el año de insulso a consecuencia de la maldita pandemia que nos tiene a todos un poco condicionados pero echando la vista atrás (bueno... mirando las entradas que hemos compartido en el blog a lo largo de los meses de 2021) puede ser que me haya excedido porque han pasado algunas cosas muy chulas. A destacar por encima de todo, claro está, el nacimiento en junio del niño de Gualter y en noviembre de los gemelos de Miguel. ¡Muchos besos para todos los implicados!

Ya metidos en faena ciclística, en lo personal empecé el año pasando mi bici a monoplato. Hoy en día estoy encantado pero la transformación resultó bastante accidentada. Yo me tenía por un mecánico razonablemente hábil pero debieron echarme algún mal de ojo porque en esa operación fui de cagada en cagada. Vamos, que la bici acabó en el taller porque ya me daba hasta miedo meterle mano.

También estuve evaluando la opción de hacerme moderno y pasarme a riñonera en vez de mochila. Mi conclusión fue que no encontrando ni ventajas ni desventajas destacables al final volví a la mochila que al menos puedo poner el casco en la red cuando voy parriba y pabajo con el coche. Sin más. 


Desde el último fin de semana de febrero y durante todo el mes de marzo hicimos rutas bastante interesantes. Hacía tiempo (¿nunca?) que no enlazábamos tantos fines de semana seguidos de actividad ciclística continuada. Y eso que empezamos con mal pie porque la primera de la cadena pretendía ser la magnífica ruta que sale desde El Escorial para subir a la silla de Felipe II, bajar a Zarzalejo, rodear Valmayor y volver a El Escorial por la senda de los Arroyos y el camino de las 7 cancelas... pero tuvimos que retirarnos a mitad de ruta y volver por carretera porque en el embalse el nivel de agua estaba tan alto que había tapado los caminos. Una odisea.

  
Pero a esta ruta le siguió uno de los grandes momentos del año: la ascensión al Alto del León por el barranco de los lobos. Naturalmente, al ciclista medianamente entrenado y dedicado se meará en esta ruta, pero para nosotros (para mí) fue toda una proeza perdedora


Y por si no habíamos tenido suficiente, a la semana siguiente, que yo pretendía hacer una ruta sana, nos fuimos a subir más cuestas por el entorno de la Vía Verde del Alberche saliendo de Villa del Prado. Una ruta muy, muy bonita y con final feliz en forma de cazuelita de callos con su correspondiente cervecita en la terraza de la plaza del pueblo, al sol. Por estos momentos ando yo en bici. 


Y para rematar la faena, por si no habíamos tenido suficiente, la ruta que vino a continuación no presentaba mucho desnivel (tenía alguna cuesta buena, eso sí) pero sí una buena cantidad de kilómetros. Salimos desde Leganés para llegar a Boadilla dando una paseo de 65 Km (ida + vuelta). Aquí el protagonista fue Pablo, que sin apenas montar en bici  en todo el año tuvo los santos cojones de terminar la ruta con cierta dignidad. Eso sí... hubo que parar varias veces para repararle un inoportuno pinchazo que le sobrevino al poco de empezar a rodar. 


Y para rematar un mes de marzo repleto de quedadas ciclistas estupendas, descubrimos una ruta muy, muy bonita que sin duda se va a convertir en recurrente: Colmenar - Manzanares y vuelta rodeando el embalse. Esta ruta tiene de todo, sendero, paisaje, pisteo... y torreznos (al menos en aquella ocasión).


Y ya metidos en la primavera, dos rutas familiares: la primera, un paseo por la Vía Verde del Tajuña entre Ambite y Orusco que nos decepcionó un poco. El paisaje no es precisamente atractivo, el firme se ve que ha vivido tiempos mejores y la Vía Verde no cuenta con merenderos o zonas de descanso que inviten a ir con la familia y parar a comer cómodamente. Disfruté, eso sí, llevando la BH Top Line que me regaló Miguel porque le ocupaba sitio en el trastero y no la iba a usar nunca.


Pero pronto nos quitamos el mal sabor de boca con otra ruta familiar de las que perduran en la memoria. Un día para recordar y repetir. Fuimos de Guadarrama al camping de El Escorial. Salieron 33 Kilómetros, a lo largo de todo el día y con todas las paradas necesarias para comer, descansar o admirar algo. El campo estaba precioso y el sol nos acompañó todo el día. Todos los ingredientes para disfrutar de una bonita excursión en familia.


En mayo tuvimos un percance. La ruta, otra vez multitudinaria, salía de Guadalix para llegar a Valdemanco pasando por Bustarviejo estaba siendo preciosa...pero Raúl quiso hacer un salto en un sitio aparentemente sin peligro cayendo al suelo y golpeándose en varias partes. Vamos, que se dio un buen revolcón. No pudo continuar la ruta de manera que él y yo nos quedamos en una terraza tomando algo y el resto de la expedición terminó la ruta. Sergio vino a buscarnos en coche y juntos volvimos a Guadalix donde Raúl, que podía conducir, se fue a casa lastimado tanto en el orgullo como en el cuerpo.


Y entre pitos y flautas nos plantamos en verano. Pero antes de continuar con las experiencias perdedoras estivales no puedo pasar por alto un hecho histórico: me hice con una bicicleta exactamente igual a la primera bici de montaña que tuve. Tiene bastante mérito porque no es de una marca mínimamente reconocida. Y la anunciaban muy cerca de mi casa. Vamos, todas las señales apuntaban a que era mi destino comprarla.


Quien más, quien menos se llevó la bici a su destino de vacaciones. Yo lo hice y disfruté de una ruta muy corta pero muy bonita por Quintanar de la Sierra, en la provincia de Burgos. Me gustaría volver alguna vez. El entorno es increíble. 


Me decepcionó un poco la Vía Verde del Bidasoa. Alquilamos unas bicis y recorrimos una parte, pero no nos lució demasiado del día. Sobre todo porque el recorrido es compartido con vehículos a motor. No hay peligro, pero es un poco rollo estar pendiente de ceder o de que te cedan el paso. Tampoco había muchas zonas donde parar a comer con comodidad. Al menos nos dimos un baño en el río que nos vino requetebién. 


En septiembre, antes de que se metiera el frío aprovechamos para hacer una ruta noctura. Nos juntamos un buen grupo y elegimos la ruta ya mencionada entre Colmenar y Manzanares el Real. Se nos complicó la cosa un poco porque la ruta tenía una variante y de noche nos costó encontrar un cambio de dirección... pero al final resultó en una noche excelente. Y como cuando terminamos la ruta estaban todos los bares cerrados, nos llevamos nuestros propios aperitivos y bebidas y nos reímos un buen rato mientras reponíamos fuerzas. 


Una tarde de viernes tonta salí a dar una vuelta con una cámara de acción que me había regalado Miguel y grabé cuatro tontadas que luego monté con música de Foo Figthers para echar el rato y rememorar viejos tiempos en los que me lo pasaba teta editando vídeos que grabábamos los colegas con cámaras mini-dv. Ha llovido desde entonces.


Y como colofón...algo que llevábamos esperando mucho tiempo. Por fin Jesús, Sergio y Raúl escribieron sobre el viaje en bicicleta que hicieron por Cuenca hace 15 años. Merece la pena leerlo igual que mereció la pena vivirlo (imagino, porque no fui. Por entonces no tenía yo forma física ni para aguantar la primera de las etapas).


Pues lo mismo no ha sido tan insulso 2021, ahora que lo pienso. ¿Qué nos deparará 2022? Desde aquí le pido al año nuevo que sea, como poco, tan bueno como este que nos deja. Ya verás como nos divertimos. 

jueves, 9 de diciembre de 2021

Una mala tarde la tiene cualquiera

Como diría el añorado Chiquito. 
Yo lo viví en mis tiernas carnes el viernes 3 de diciembre. Quise salir a rodar un poco después de comer y antes de que oscureciera estar de vuelta. Pero el destino me la jugó y al final llegué de noche.

Resulta que siendo que mi plan era volver antes del anochecer ni se me pasó por la cabeza llevar el foco. Error. Fui hasta la valla de la Ciudad Financiera del Santander sin incidentes. A mi rollito y casi sin compartir camino con otros usuarios. Pero en una bajada  me metí en un banco de arena y por no girar para no caerme me salí del camino y atravesé una retama (ojo, podría no serlo... pero eso no cambia el resultado) y la violencia del impacto pinchó la rueda delantera. Y esto ocurrió justo en el punto de la ruta más alejado de mi casa, a unos 15  kilómetros, y a falta de unos veinte minutos para que se hiciera de noche.

La estrella marca el lugar del nefasto incidente

Noté el pinchazo porque escuchaba el aire salir con cada giro de la rueda. Las llevo tubelizadas así que seguí rodando confiando en que el líquido taponaría el agujero... pero tras pocos metros, no llegaría ni a 100, tuve que parar con la rueda completamente floja. Flaneaba demasiado como para poder rodar con comodidad y seguridad. 


Cogiendo una captura del vídeo podemos ver cómo de pequeño es el pinchazo. 


Realmente insignificante. El líquido tubeless tendría que haberlo tapado sí o sí... pero no.

En la mochila llevo mechas, cámara, bombonas de CO2, bomba manual, líquido tubeless… a priori todo lo necesario para sobrevivir a este incidente. Pero lo que no tenía es tiempo porque si me ponía a arreglar el pinchazo en condiciones se me iba a hacer de noche. Así que decidí meterle aire y tirar deprisa con la intención de llegar a casa de día.


El aire seguía saliendo, esta vez mezclado con líquido tubeless. ¿Sería que al final el agujero se sellaría? Le metí aire a la rueda y me puse en marcha muy ligero para aprovechar el tirón. 

Mi gozo en un pozo. Apenas pude avanzar 5 kilómetros porque la rueda volvió a desinflarse. Y ya no veía bien. Y yo sin foco. Le metí aire de nuevo en la Venta la Rubia bajo una farola y seguí otro trecho. Esta vez el aire aguantó algo menos de tiempo, no llegaría a 3 kilómetros. Ya estaba muy cerca de casa pero no acababa de llegar. Uno no se da cuenta de cómo de oscuro es el campo hasta que le pasa una cosa como esta. Fueron necesarias dos paradas más, una en el barrio de La Fortuna y otra junto al campo de entrenamiento del C.D. Leganés antes de llegar al excelentemente iluminado carril bici. Me faltó besar el suelo. Tendría que parar a meter más aire, pero al menos no correría peligro de caerme por no ver un carajo. Me la jugué un poco, de hecho hice 4 PR en Strava, pero de haber metido la rueda en una rodera o un charco me hubiera podido caer fácilmente entre el no ver y el flaneo de la rueda delantera. 

Llegué a casa, metí unos 50 ml de líquido en la rueda y mucha presión. Dejé la rueda con el agujero hacia abajo para que el líquido tapara del todo... y lo hizo. 


De manera que a partir de ahora me preocuparé de rellenar debidamente con unos 50 ml de líquido tubeless cada seis meses. Y no volveré a comprar el de Decathlon, que a mí al menos no me ha dado resultado en ruta cuando lo he necesitado.

martes, 23 de noviembre de 2021

Viaje en bicicleta por la provincia de Cuenca (por Sergio, Jesús y Raúl)

Siempre lo digo... porque es verdad: para mí mantener este blog cobra especial sentido cuando son los amigos los que se toman la molestia de sentarse delante del ordenador y dedicar unas horas a escribir una entrada. Ya sea la crónica de una ruta (como en este caso), un truco de mecánica o lo que sea. Me hace especial ilusión. 

En esta ocasión, más que ilusión, podemos hablar de pura alegría cuando Sergio me dijo que habían escrito sobre la ruta que hicieran Raúl, Jesús y él allá por 2006, poco tiempo después de que muchos de nosotros retomáramos o nos iniciáramos en la práctica de la bici de montaña. Como suelo hacer en estos casos, ya lo sabéis los más fieles lectores, me limito a copiar y pegar el texto tal cual. Espero que lo disfrutéis como yo, con una sonrisa nostálgica en la cara aún cuando por entonces no formara parte de la expedición:

"Hace 15 años, cuando Perdedores BTT empezaba a gestarse, en las rutas que hacíamos siempre surgía la ilusión de hacer un viaje con alforjas, pero por caminos. Al final decidimos organizar un pequeño viaje al que se apuntaron los perdedores ilustres Raúl, Jesús y Sergio. Aprovechando que por trabajo este último conocía bastante bien los alrededores de Cuenca idearon un viaje de tres etapas (había que utilizar un fin de semana para no gastar vacaciones) que recorría una parte de la comarca. Hoy día parece casi inimaginable, pero en aquellos tiempos el uso de smartphones estaba en pañales, así como el tema de Internet en cuanto a aplicaciones geográficas. Así que, para diseñar la ruta, se basaron en la magnífica ayuda de los mapas del Instituto Geográfico Nacional.

Luego tocó el tema de pertrechar las bicis y como el uso de Amazon o Aliexpres estaba tan extendido como hoy en día... pues a la tienda Karacol que fueron a comprar los transportines y alforjas. Allí les dieron gran cantidad de detalles sobre portabultos y diferentes tipos de alforjas, pero como en Perdedores siempre nos gustó ser austeros, y como no sabían si esto de los viajes les iba a gustar, al final compraron las más baratas que había.

Otro punto importante que les quedaba por cerrar era el tema de dormir. Al principio pensaron llevar tienda de campaña y dormir allá donde les apeteciera. Pero al final lo pensaron mejor (con buen criterio) y decidieron buscar alojamiento en los pueblos por los que pasaba la ruta (que no eran muchos) y encontraron una casa rural en Valdemoro de la Sierra y un hotelillo en Uña. Con esto resuelto ya solo quedaba fijar una fecha y pensaron que en septiembre, después de las vacaciones familiares, sería buena época. Y así llegó el día. 


ETAPA 1 CUENCA- VALDEMORO DE LA SIERRA

Un viernes muy temprano cargamos todo en la furgo de Raúl y nos encaminamos a la ciudad de Cuenca. Aparcamos junto al auditorio en un lugar que no teníamos muy claro si se podía o no ya que la Vuelta a España estaba por la zona y una de las etapas acaba allí. Descargamos las bicis y el equipaje y ahora tocaba montar todo y dar un pequeño repaso a la ruta que nos esperaba en la primera etapa. El día perfecto para montar en bici soleado pero sin excesivo calor. Una gran emoción nos embargaba para ver que sorpresas nos depararía esta pequeña aventura.

Comenzamos por la carretera que discurre por las hoces del río Huécar. El lugar es espectacular con las famosas casas colgadas y las paredes de la montaña de ese color amarillento característico de la zona. Es, como todas las carreteras que utilizamos en la ruta, una carretera muy tranquila sin apenas tráfico que nos lleva en ligera cuesta arriba hasta el primer pueblo que se llama Molinos de Papel.

De ahí continuamos hasta Palomeras lugar donde acaba la carretera y comienza el camino. Hay que decir que empezar por carretera nos vino muy bien para coger las sensaciones de llevar una bici con alforjas ya que es muy diferente y cuesta acostumbrarse. No pesamos los bultos, pero seguro que 20kg de más llevábamos. Ahí nos surgieron las dudas de cómo sería sobre un camino bacheado y decidimos apretar aún más las fijaciones poniendo algún que otro pulpo. 


Empezamos el camino cogiendo altura muy poco a poco. El ritmo es muy tranquilo ya que no tenemos prisa y sabemos que aún nos queda lo más duro de la ruta, cuando al pasar una curva vemos muy a lo lejos el comienzo de una de las subidas del día. Ésta nos pone en nuestro sitio y cada uno sube como puede procurando no distanciarnos mucho los unos de los otros. Siempre al final toca reagruparse parando un rato a comer unos frutos secos, beber un poco de agua y recuperar el resuello ya que pese a que estábamos en forma los kilos de más de la bici se notan. 

Después de esta primera rampa el camino confluye en una pista compactada que utilizan los madereros para sacar la madera del monte y empezamos a bajar. Esto significa que luego todos esos metros va a haber que recuperarlos y llega una segunda cuestecilla que libramos bien dado el buen estado del camino. A los pocos kilómetros nos desviamos para coger un camino justo en la mitad de la ruta que en ligera bajada nos conduce a la Rambla de las Cruces que, aunque pequeña, nos estimula con su belleza, sus paredes cortadas y el sonido de los pájaros. Al poco el paisaje cambia y se abre en campos de labor, principalmente girasoles, lo que nos hace pensar que estamos cerca de La Cierva, lugar que nos habíamos marcado para parar y comer algo.

La sorpresa fue que para llegar al pueblo había que subir un pequeño repecho que nos vació un poco más nuestras energías. Serían más o menos las 3 de la tarde y ni un alma en el pueblo así que nos sentamos en un banco y sacamos nuestras vituallas, unos bocadillos, unos frutos secos y un poco de chocolate y llenamos los bidones en la fuente. Cuando estábamos allí tranquilos apareció un chaval de unos 14-15 años con el que entablamos una amena conversación contándole un poco de nuestro viaje y hacia donde íbamos y después de despedirnos y comprobar en el mapa lo que nos quedaba (unos 20km) continuamos el viaje. ¡Uffff, que duro volver a coger la bici! Además, sabiendo que nos quedaba por medio la subida más larga de la etapa y viendo que el cielo se estaba cerrando cada vez más y presagiaba tormenta.

Con pocas ganas empezamos a rodar por un camino llano entre cultivos que nos sirvió para recuperar un poco el ritmo antes de la subida. ¡Y qué subida! 10 km pero sobre todo los primeros 3 en los que se aculaba prácticamente todo el desnivel. El cansancio empezó a aparecer y a Jesús  le empezaron a dar calambres en el muslo. Nunca he visto un músculo moverse como aquel. Él muerto de dolor, pero no sabemos por qué, descojonado de la risa (ver la foto de arriba). Con lo que nos quedaba para llegar al final teníamos nuestras dudas de si íbamos a ser capaces con ese contratiempo. Por suerte llevábamos un espray de Reflex con el que le bañamos las piernas y Jesús se recuperó milagrosamente aunque parecía que en las cuesta llevaba un tipo colgado que le estaba dando con martillo pilón. De la cima a Valdemoro un camino de fuerte bajada (si hubiésemos tenido que subir por ahí lo hubiéramos flipado) que puso a prueba la estabilidad de la carga y llegamos a nuestro destino. Cogimos la llave de la casa, dejamos bultos y una merecida ducha. 

Primera etapa completada, ahora tema importante buscar un sitio para festejar el día con unas cervezas y cenar algo. ¡Sorpresa! En el bar del pueblo nos indican que están en fiestas y que no nos pueden preparar nada. Esa noche celebraban una cena comunal con una caldereta de carne pero que sólo estaba reservada para los oriundos del pueblo. Si queríamos participar se lo teníamos que preguntar a la comisión de festejos. Les debimos de dar un poco de pena porque nos aceptaron con los brazos abiertos. Nos dijeron que no había que pagar nada y podíamos comer y beber vino todo lo que quisiéramos, lo único que debíamos llevar era el cubierto para meterlo del perolo (que raro suena ahora esto de compartir olla en tiempos de Covid). Así que a la hora convenida nos presentamos con nuestra cuchara en la plaza del pueblo. 

¡Menuda pitanza! La caldereta estaba buenísima. Llevaba cordero, venado y un poquito de jabalí con pan y con vino a cascoporro nos dieron las tantas de la madrugada. Agotados nos fuimos a acostar, al día siguiente nos esperaría otro día fino.

ETAPA 2 VALDEMORO DE LA SIERRA- UÑA

El día amaneció radiante y la temperatura perfecta. La noche anterior, viendo que se nos iba de las manos la hora de acostarnos, habíamos decidido levantarnos un poco más tarde. Además la etapa era bastante más asequible que la del día pasado tanto en distancia como en desnivel. Así que alrededor de las 11 de la mañana estábamos con nuestras bicis en la misma plaza en la que la disfrutamos de la curiosa cena, ajustando bultos, engrasando transmisiones y llenando de agua los bidones. Con cierto pesar continuamos nuestro camino ya que nos íbamos a perder el concurso de tortillas que iban a celebrar esa misma mañana en el pueblo. ¡Que se le va a hacer! Lo dejamos para otra ocasión.

El camino era una pista de tierra muy ancha que en constante subida discurre paralela al río Guadazaón que es utilizado para aprovechar la madera del monte y une Valdemoro con Beamud de forma directa. Íbamos tranquilos pero sin descanso, el ascenso se hacía cómodo salvo por algún fuerte repecho que nos hacía elevar el pulso de nuestro corazón. Y así entre conversaciones de todo tipo y echándonos unas risas que rompía la tranquilidad del paraje, casi sin darnos cuenta, llegamos a Beamud.

Como todavía era temprano para comer decidimos continuar nuestra ruta y quitarnos la subida más dura del día. Así que al salir del pueblo cogimos una pista asfaltada que nos subirá al Prado de los Esquiladores. Las rampas de esta pista hacen mella en todos y cada uno la sube a su ritmo como puede (Jesús siempre con su amigo el del martillo pilón colgado de su espalda). Son 3,5 km de subida que irán a una media del 6% al que sumados a los kilos que transportamos y al cansancio acumulado hacen pupita en las piernas.

Miramos al cielo y vemos que no presagia nada bueno. El sol ha desaparecido y ha dado paso a unas nubes con un aspecto muy amenazador. Llegamos al Prado de los Esquiladores siguiendo la pista por un tramo de ligero descenso. Allí hay una base de los cuerpos de extinción de incendios, pero por lo que se ve ya se ha acabado la temporada y no hay nadie. Comemos deprisa lo poco que llevamos en unas mesas a cubierto, que son utilizadas por los retenes de guardia durante el verano, porque de fondo empiezan a sonar los primeros truenos que traen la tormenta. Recogemos y continuamos el viaje pensando que lo que queda es cuesta abajo. ¡Craso error! La carretera empieza a subir de forma constante y un tramo de apenas 3km se nos hace eterno. Con la tormenta cada vez más cerca empezamos a bajar a toda prisa hacia el embalse de la Toba. Desde allí hasta Uña es un pequeño tramo por carretera provincial, así que nos las prometíamos muy felices de que librábamos la tormenta cuando apareció la mala suerte convertida en pinchazo de la bici de Jesús.

Menos mal que por lo menos fue la delantera que es más fácil de desmontar, sobre todo con alforjas. Reparamos lo más rápido que pudimos, pero justo al final, guardando las herramientas, comienza a llover. Nos ponemos los chubasqueros y cruzamos el embalse por la presa a toda prisa para coger la carretera que nos llevará a Uña y nos perdemos las formidables vistas del lugar. Mojándonos y por carretera llana vamos lo más rápido que podemos, pero eso no evita que nos demos un buen remojón. Al final llegamos al Hotel en el que teníamos la reserva calados hasta los huesos. Merecida ducha y montamos en la habitación un improvisado tendedero con un cordino de Raúl para tratar de secar la ropa mojada. Después de la tormenta salimos a dar un paseo por el pueblo. 

Uña está en un entorno privilegiado junto a una laguna y encajonada por unas paredes verticales espectaculares. Como nos habían mojado las zapatillas tuvimos que salir a dar el paseo con el calzado que teníamos Raúl y Jesús con chanclas de piscina y yo con unas zapatillas de esparto (nota mental: no usar zapatillas de esparto en suelo mojado. Al rato de caminar por la zona tenía los pies de nuevo calados porque el esparto fue chupando toda el agua del suelo). 

Después del agradable paseo había que reponer fuerzas, así que al bar y con unas buenas cervezas pedimos unos huevos fritos acompañados con lomo, chorizo y patatas fritas que nos supieron a teta. Con el estomago lleno ya sólo quedaba ir a dormir, esta noche sí, a una hora prudente.


ETAPA 3 UÑA- CUENCA

Amaneció el tercer día con un sol radiante, al igual que los dos anteriores, pero con algo más de calor. Un buen desayuno en el Hotel y ya estábamos otra vez junto a la fuente pertrechando nuestras bicis. Se notaba el esfuerzo acumulado y ganas lo que se dice ganas de montar en bici no teníamos. Y menos cuando nos montamos a pedalear y notamos el dolor en nuestras nalgas. Y es que, aunque estábamos más en forma que ahora, no dejábamos de ser unos Perdedores que no estábamos acostumbrados a montar tantos días seguidos. 

Salimos del pueblo por la carretera CM-2105 en dirección a Villalba de la Sierra al principio hacia abajo, pero nuestra alegría termino pronto y empezamos a subir la primera de las cuestas del día. El paisaje era espectacular y eso hacía más llevadera la ascensión y además por suerte la carretera no llevaba mucho tráfico. 


A la subida le siguió un rápido descenso que nos llevaría al pueblo de Villalba de la Sierra, pero antes paramos en un punto turístico conocido como Ventano del Diablo que es un mirador sobre el cañón del río Júcar que merece la pena verlo.

En Villalba dejamos la carretera y cogimos un camino que sube y sube hasta la Ciudad Encantada. La mayor subida de toda la ruta, 9 km con una pendiente media del 6% y rampas del 20%.  

Jesús y yo optamos por una táctica mas conservadora y las mayores cuestas las subimos empujando la bici pero el bestia de Raúl se empeñó en no bajarse pese a que apenas iba un poco más rápido que andando. Como en todo el recorrido el paisaje nos deja boquiabiertos con esas formaciones rocosas tan características de esta región y la frondosidad del bosque de pinos, que con su sombra nos alivia un poco el calor del día. 

Dada la dureza debíamos parar cada poco a recobrar fuerzas comiendo frutos secos y bebiendo bebidas isotónicas que llevábamos en polvo. Y así nos reagrupábamos animándonos los unos a los otros. El camino estaba en muchos tramos muy roto y con mucha piedra suelta. Incluso sin peso extra se haría muy complicado subirlo. Terminaba en la carretera CM-2104 que cogimos para continuar subiendo a la Ciudad Encantada. Allí en la explanada paramos a comer unos bocadillos que nos habíamos hecho esa mañana antes de salir de Uña. 


Estábamos agotados y todavía quedaba algún camino duro en la ruta. Viéndonos las caritas decidimos cambiar un poco la ruta y continuar por carretera hasta Cuenca. Con la decisión tomada nos lanzamos a tumba abierta por la CM-2104 en dirección Valdecabras. Pese a ir por carretera las vistas seguían siendo maravillosas y se agradecía el avanzar sin ningún esfuerzo. Después de mucho bajar seguimos una carreterilla que va paralela al río Júcar a la sombra de los árboles. 

Ciertamente era un paseo muy agradable, un remanso de paz con las aguas turquesas del río, el único ruido que se escuchaba era el sonido de nuestras bicis y, cuando nos parábamos, el de los pajarillos.  

Pero en este viaje lo bueno dura poco y para entrar a Cuenca hay que subir. Así que con Cuenca a la vista empezaron unas rampas más duras de lo que esperábamos, también por que las fuerzas andaban muy justas ya. Y para colmo Jesús va con la rueda pinchada. Vemos que no pierde mucho y decidimos que en vez de repararla, con lo poco que nos queda, apenas 1km, le damos aire y a correr. 

Aprovechamos el parón para hacer unas fotos de grupo con Cuenca de fondo y continuamos para llegar a nuestra meta entrando en la ciudad por el Arco de Bezudo. Ya en bajada llegamos a la plaza de la catedral donde paramos a comer ya fundidos de cansancio. La etapa de hoy se había vuelto la más dura de las tres. Objetivo cumplido y con una satisfacción por todo lo vivido durante estos tres días que recordaremos para toda nuestra vida."



Gracias, chicos, una vez más (y las que haga falta) por compartirlo. Al puzle de este blog le faltaba una pieza y ahora está completo con este relato. Sirve también para recordar los inicios de Perdedores BTT. Bicicletas mucho más sencillas de las que tenemos ahora... ¡Pero qué buenas piernas! 

martes, 5 de octubre de 2021

Un duro día de MTB - Nuevo vídeo que seguro que se hace viral

Si me pidieran que definiera el nexo común que une a los miembros de Perdedores BTT creo que lo que nombraría en primer lugar no sería la afición por el ciclismo de montaña sino por el cachondeo. Las ganas de juntarnos para echar unas risas. Y el sentido del humor siempre empieza por reírse de uno mismo. Yo eso, como veréis a continuación, lo llevo a gala. 

Espero sacaros al menos una sonrisilla. Si viéndolo lo pasáis una centésima parte de bien de como yo lo pasé grabándolo y montándolo me daré por satisfecho.





miércoles, 22 de septiembre de 2021

La importancia de la primera bici para un niño - Woom 2 y b'Twin 900 Racing (por Jaime)

A montar en bici... ¿se aprende o se enseña? La física no engaña: se trata de compensar fuerzas y hacer uso de nuestra mejor arma en este caso, la velocidad, para mejorar ese equilibrio que al principio es inestable y poco a poco, según vamos cogiendo práctica, acabamos automatizando. Sin duda es un proceso complicado aprender, además, a gestionar frenos, dirección, pedalear...Pero este esfuerzo merece la pena por las satisfacciones que nos proporciona el ciclismo. ¿Hay una forma mejor que otra de enseñar a montar en bici? Posiblemente no, quién sabe. Imagino que hay niños a los que les viene mejor una técnica y niños a los que les viene mejor otra. También hay padres que somos mejores profesores y otros que lo somos menos. Y el material, por supuesto, también influye.

Jaime da mucha importancia a estos factores, especialmente al último, y le he pedido que nos cuente sobre ello en base a su experiencia en primera persona... del plural, porque Mateo, su hijo, es tan protagonista (o más) que los progenitores en este caso. Como me gusta hacer en estos casos, me limito a escribir esta breve introducción y a copiar y pegar el texto de Jaime tal cual. Gracias, Jaime, por la aportación.

"Hoy vamos a intentar dar un poco de luz (nuestra luz, esto es una opinión muy personal y no tiene porqué ser válida para todas las familias) de como hemos conseguido que nuestro hijo haga sus pinitos en la bicicleta con menos de 4 años (que no sabemos si es mucho o es poco porque tampoco tenemos con qué comparar) y que le coja el gusto a eso de “dar una vuelta”. 

El problema que a veces tenemos los “nuevos” padres es que el tiempo de montar en bici, o de trastear con la nuestra hay que reducirlo un poco para conseguir que a ese pequeño “mini-yo” que tenemos en casa le comience a entusiasmar las mismas aficiones que a ti y a tu pareja. De momento, por nuestra parte, la suerte nos va acompañando y al pequeño de la familia le encanta todo lo relacionado con el campo, y disfruta con todo tipo de herramientas haciendo sus pequeños inventos como el los llama (más con la imaginación que con las manos). A nuestro entender esto es parte de suerte, pero también hay parte de invertir tiempo participando con él en este tipo de actividades dejando tu bici en casa y corriendo tras él sujetando el sillín para que comience a dar sus primeras pedaladas. 

Bueno, pues después de este rollo vamos a intentar ir al grano. Resulta que como bien sabéis si seguís el blog, a algunos de nosotros no sabemos si nos gusta más o montar en bici o despiezar, romper, montar, buscar y modificar componentes de nuestras bicicletas… al menos en ese dilema es en el que yo me encuentro, me gusta mucho montar en bici, pero me encanta trastear mecánicamente hablando con nuestras monturas. Un día de esos de los que estás buscando tiempo para salir a montar en bici, o para retocar ese pequeño crujido que no sabes de donde viene y que te tiene loco, llega a tu vida un nuevo juguete, que llora, come, caga …. Y todo lo demás que os podáis imaginar, pero que también crece y que cuidas más que a tu bici (sí Miguel, sí, se puede querer más que a la bici… es broma que te va a tocar pronto y hay que darte ánimos). Ese día, semanas o meses, te empiezas a plantear muchas cosas, más cuando tus familiares, que conocen tus aficiones, le regalan al niño una bici de las denominadas "de equilibrio" menos de una semana después de nacer (creo que está estandarizado que las ruedas sean de 12 pulgadas… pero tampoco os fieis mucho).


Todo cambia y ya estás deseando que el niño crezca y de sus primeros pasos montado en la bici… pero ¿Cuándo van a llegar esas piernitas hasta el suelo desde ese sillín tan alto? Todo llega y un día, después de haber montado en algunas de esas motos con ruedas extra-anchas que le ayudan a mantenerse, el niño coge la bici y comienza a correr con ella, al principio le cuesta, pero un día te das cuenta de que ha perdido el miedo y que va como un tiro y otro el niño levanta las dos piernas y te sorprende guardando el equilibrio durante muchísimos metros. Había leído algunas opiniones sobre este tipo de bicis, y ahora, después de mi corta experiencia sólo tengo que aprobar su uso, ayudan a que el niño coja el equilibrio necesario para montar en una bici superior, pero también le ayudan en su motricidad y en su coordinación, como consejo, si es posible, sería super interesante que tuviera al menos una maneta de freno, es increíble pero, siendo así, cuando le cambiemos de bici el niño, a parte de tener equilibro y todo lo demás, también sabrá usar los frenos, una cosa menos que tendrá que aprender. Mateo, que es como se llama mi pequeño, tiene más de 4 años, y todavía le gusta, de vez en cuando, darse una vuelta con la bici de equilibrio, incluso con acompañantes.

Pero llega el día que el niño se hace mayor… y tú como padre aficionado a la bici, quieres que comience a dar pedales… ¿y qué haces?, pues buscar una bici con pedales para motivar el cambio. En teoría, de 14 pulgadas de tamaño de rueda es lo requerido. Buscas y buscas y tú, que has sido un friki de las bicis y el peso desde que Moi entró en tu vida, pues buscas lo mejor… y comienzas a ver bicicletas de marcas que desconocías pero que ponen como la panacea de las bicis para niños… entre ellas destacar Woom, Frog, Islabikes, Early Rider… todas con muy buenas características sobre el papel pero que también tienen un precio bastante prohibitivo para ser una bicicleta de niño (todas en torno o por encima de los 300 euros). 

La diferencia principal radica sobre todo en el peso (aunque por ende en la calidad de los componentes). Estas bicicletas con tamaño de rueda de 14 pulgadas rondan los 5,5 y los 6,5 kilogramos, mientras que una “básica” está sobre 8 kg. Teniendo en cuenta que tu hijo pesa 14 o 15 kg pues la diferencia de peso en la bicicleta desde mi punto de vista es esencial. 

Le das vueltas y vueltas y al final, tras convencer a tu mujer de que la bici una vez que la utilice el niño se venderá sola (hay que decir que las bicicletas de este tipo vuelan en Wallapop cuando tienen un precio contenido), encuentras un “chollo” y te decides a comprar una Woom 2, color verde, por 190 euros en perfecto estado (le faltaban dos vinilos de colores en las manetas de freno). La bici llegó a casa mal desmontada y un poco rozada en el manillar y algún sitio más (pude comprobar que había sido por el embalaje y el transporte, pero tenía buena pinta. 

Montas la bici, la ajustas y compruebas que tiene un peso real de 5,7 kg y una altura bastante comedida (por lo que el niño podría empezar a montar pronto ya que le llegarían los pies al suelo). El día de su tercer cumpleaños, le regalas al niño la bici, el niño se monta y a los 30 segundos coge de nuevo su bici de equilibrio y delega el nuevo regalo en un rincón, no está cómodo, que son esos pedales y para qué sirven. Tú que eres un cabezón, y también un tío resolutivo, buscas una solución, con ese dineral que ha costado la bici el niño tiene que montar sí o sí, así que (atas al niño a la bici y que monte, jajaja), quitas pedales, bielas, eje de pedalier y cadena y te montas una bici de equilibrio de casi 200 euros (eso sí con frenos y de una marca exclusiva …. Madre mía no hacemos tonterías). Pero el niño poco a poco le comienza a llamar la atención esa bici nueva, de ese color verde tan chulo y de un día para otro, la coge de vez en cuando para recorrer las calles del pueblo con su flamante bici con un agujero en el pedalier (que tapé con dos conteras de goma para que no cogieran polvo y mierda).

Con las ganas de que el niño de pedales, insistes e insistes, pero él sólo quiere su bici de equilibrio (la vieja o la nueva, le da igual) le dan miedo los pedales… y te dice “cuando tenga 4 años ponemos los pedales” pero un día, sales a la puerta de casa con la bici y te dice “Papá, me pones los pedales”, dicho y hecho, no puedes esperar más… buscas herramientas, donde guardaste las bielas???, montas la cadena y se la das al niño. 

Monta, le sujetas el sillín (nada de ruedines, ahora hablamos de ello) y cuando te das cuenta el niño está montando solo, dando pedales y manteniendo el equilibrio, incluso frenando un poco cuando se lo dices, aunque la tendencia sea frenar con los pies… no ha tardado dos minutos en pasar de la bici de equilibrio a dar pedales el solito, le faltan fuerza en las piernas, pero eso ya se irá consiguiendo poco a poco. 

El tema de los ruedines desde nuestro punto de vista es un “error”, si el niño tiene equilibrio en la bicicleta sin pedales, antes o después querrá coger la de pedales y mantendrá ese equilibrio, poner los ruedines lo único que consigue es la falsa seguridad de que está apoyado en algo y no se cae, pero creemos que tiene más contras que pros, lastran la bici, tienen a volcarse hacia un lado para sujetarse, perdiendo la noción de equilibrio que tenían, y en muchas ocasiones es un paso hacia atrás en la evolución del manejo de la bicicleta.

¿Qué decir de la bicicleta Woom? La Woom 2 en este caso: bicicletón la mires por donde la mires (con alguna pequeña pega). 

Pros

  • Muy compacta y baja, el niño aunque sea bajito se acomodará bastante pronto a ella.
  • Frenos V-Brakes con manetas especiales para manos pequeñas… hay que ver como frenan (aunque yo recomiendo cambiar los cables de freno por cables de cambio, más finos y si es posibles teflonados, los frenos ganaran en suavidad. Además ajustar las pinzas para que el muelle que las separa de la llanta esté lo más suave posible).
  • Manetas de frenos de diferentes colores, se le puede indicar si frenar con el freno verde (el de atrás) o el otro, mucho más sencillo que izquierda o derecha para un niño pequeño.
  • Ruedas y cubiertas muy ligeras. 
  • Manillar alto, muy cómodo aunque estéticamente nos guste más el tipo de las frog.
  • Cinta de bloqueo de manillar para evitar el giro brusco y completo del manillar.
  • Sillín muy cómodo y ajustable en altura e inclinación.
  • Calidad de los componentes. Todo se ve muy robusto y bien pensado. 
  • Peso: sólo 5,7 kilogramos, una pasada. (sin extras, patillas, luces, timbre y demás) 

Contras:

  • Principalmente el precio (319 euros si la compras nueva). 
  • Tija demasiado corta, en cuanto el niño crece un poco te obliga a cambiar de bici.
  • Manillar no ajustable en altura.
  • Dirección del manillar, ajusta a presión con unos tornillos tipo pasador que hay que apretar manteniendo la presión en la dirección, no ha habido forma de conseguir que la dirección no vibre adelante y atrás y hacia los lados… creo que en esa pieza no han tomado la mejor decisión a la hora del montaje. 

Después de un año dando pedales con la Woom en la medida que hemos podido, la bici se le está quedando pequeña. Así que de vez en cuando echaba un ojo a Wallapop buscando una oferta de alguna de las bicis antes nombradas. Pero el mercado está demasiado caliente y no hay nada por debajo de 200 euros… una pasada. Pero tenemos la suerte de tener primos y amigos con justo un año más que están comenzando a desechar sus bicis de 16 pulgadas, y entre ellas, su prima Candela que ha tenido la consideración de “prestarle” hasta que se le quede pequeña su bicicleta (Su hermano Pablo viene detrás y tendrá que usarla también, está claro que a estas bicis hay que sacarlas partido). A Candela, su tío Carlos, le regaló una bicicleta b'Twin, para ser exactos la 900 Racing en color rojo (creo que la azul, modelo City será similar en cuanto a peso y características). La verdad es que no había tenido la oportunidad de “verla” (y con verla digo, meterle mano a ver calidades, montajes, pesos y demás) pero con esto he podido trastear con ella y tengo que decir que me ha sorprendido gratamente.

A mateo le ha encantado el regalo “prestado” y el primer día ya tuvo que salir (de noche) a darse un paseo con su nueva bici (la verdad es que no tenía ni un rayón y estaba en perfecto estado). Pasó de un tamaño de rueda a otro (de 14 a 16 pulgadas) sin miramientos. 

Una semana después saqué 15 minutos para “meterle mano” a la nueva bicicleta. Son bicis de niño, pero creo que más que super llenas de complementos como árboles de navidad, deben ser prácticas… así que fuera catadriópticos… fuera guardabarros, al campo se sale a mancharse, y como he dicho antes, cambio de cables de freno por cables de cambio. Aunque parezca mentira, esta bicicleta después de esos pequeños cambios, se ha quedado en unos espectaculares 6,36 kg, que para una bicicleta de 16 pulgadas y 170 euros en Decathlon está muy bien. Las bicis similares de otras marcas como la Woom 3, está en 5,8 (serán alguno más si la Woom 2, me ha dado 5,7 a parte de los 360 euros) y la Frog 48 en 6,75 kg (unos 305 euros).


Pros: 

  • Precio, 170 euros, nada comparable con los más de 300 del resto de marcas.
  • Tija muy larga y ajustable.
  • Manillar ajustable en altura.
  • Frenos V-Brake aunque las manetas del Decathlon no me acaban de convencer… los de la Woom me parecían mejores.
  • Ligera, 6,7 kg está muy bien para una bici de estas características 

Contras

  • Manetas de freno… la forma de tirar del cable no me parece la que más suavidad aporte a los frenos, aunque he de decir que funcionan muy bien. 
  • Eje de pedalier de plástico, o eso me ha parecido al desmontar.
  • Poca exclusividad, pero dejamos ese tema para los pijos de las bicis. 

Veremos que tal le va a a Mateo con esta nueva bici. Hasta que haya que pasar a una de 20 pulgadas (algún consejo para ir buscando jajajajajajja?????) de momento genial, se ha adaptado a todas las bicicletas con una facilidad pasmosa y le encanta montar, así que… seguiremos invirtiendo. 

Como punto y final sólo decir que sólo entiendo el comprar este tipo de bicis (que valen tanto dinero y que van a poder ser utilizadas durante tan poco tiempo) primero, si se pueden adquirir de segunda mano, como digo se utilizan tan poco que se quedan nuevas y segundo, si una vez usadas se tiene pensado volver a vende aunque en una venta futura se perdieran 25 o 30 euros (precio compra con respecto a precio de venta), esa hubiera sido la inversión en una bicicleta básica de hierro y con componentes de gamas baja y que al niño le habría costado mucho más aprender o al menos habría ido menos cómodo. 

Además de todo esto sólo me queda incluir la importancia del casco, he visto varios y realmente creo que lo interesante es un casco de la talla correcta del niño, que sea además ajustable perimetralmente, que no se mueva para delante y para atrás y no sea incómodo, ya sería super interesante que el cierre fuera magnético… pero eso es otro cantar, por nuestra parte y desde que comenzó a montar en bici usa un casco de la marca Abus, el modelo Smiley que le sigue valiendo y está genial. 

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