¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Ruta Collado Mediano - Los Molinos - Cercedilla - La Barranca - Navacerrada - 26/09/2020

Reconozco que levantarme a las 7 un sábado de otoño, con previsión de viento y bajas temperaturas con la intención de subir a la sierra a sufrir encima de la bici me da mucha, mucha (pero mucha) pereza. De siempre. Pero sabiendo que volveré a casa con una sonrisa en la cara, buenas anécdotas, que siempre las hay, tras haber disfrutado de una mañana de ciclismo de montaña del bueno... Me da fuerzas para mandar a tomar por saco al "moiselito demonio" que se me pone en el hombro a decirme que tire el despertador al váter y me de la vuelta para seguir durmiendo (e ir luego a por churros).  

Habiendo dejado todo preparado la noche de antes me resulta más sencillo salir zumbando sin pensar en qué llevar o qué no, pero me surgen dudas al respecto de la vestimenta. Hace rasca. Culotte corto, que a fin de cuentas las piernas no son del cuerpo, pero camiseta térmica y cortavientos arriba. Y guantes largos, que como los dedos se queden fríos puedes darte por (bien) jodido. De esta guisa me planté en el aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano 20 minutos antes de la hora, a las 8:40, que le tenemos miedo a Miguel porque nos regaña mucho si llegamos tarde. En el camino me alcanza el Bombi en su furgoneta nueva, recién camperizada. Mola mucho. Y enseguida aparecen Miguel y Jaime. 

Tengo frío en los pies. Tal vez unos calcetines más gruesos me hubieran venido bien. Es demasiado pronto para usar cubrebotas, primer fin de semana del otoño. Una braga para el cuello también se habría agradecido. Bueno... la ruta enseguida empieza a subir, de manera que no tardaremos en entrar en calor. 

Tras saludarnos con efusivos choques de codo y vistosos gestos con las cejas comenzamos a rodar... no sin antes tomar la foto protocolaria de inicio de ruta que por la cosa de estar contra el sol y no ver un carajo y por estar la mitad sin mascarilla y demasiado cerca los unos de los otros nos sale rara, como podéis ver. 


Por causas de fuerza mayor Ángel no pudo acudir en esta ocasión de manera que no contando con un verdadero conocedor del recorrido (Jaime conocía buena parte pero no todo) usamos mi viejo GPS y el flamante nuevo GPS de Miguel para guiarnos con, debo decir, bastante éxito. 

La ruta se prometía interesante. La encontré... no recuerdo cómo. Imagino que en algún grupo de Facebook. 

Ruta compartida por el usuario nano flojo

Se recorría en sentido horario, saliendo de Collado Mediano. Subida continua (o casi) durante 22 Km para llegar a La Barranca y luego bajar y llanear durante otros 12 Km hasta volver a Collado Mediano. 522 metros de desnivel positivo según wikiloc. 606 metros, según Strava. A mi me parecieron 10.000. No estoy fino, este verano mis salidas en bici han sido familiares casi en su totalidad. Pero estoy contento porque di la talla. No tuve que echar pie a tierra (aunque esto no es ninguna deshonra, vaya) pero tuve que meterme en el cuerpo dos geles y una barrita.  

Viendo el pelaje de los participantes lo lógico era que Miguel y el Bombi fueran en cabeza y Jaime y yo varios kilómetros por detrás. Y así íbamos, razonablemente felices los cuatro, entrando en calor por los caminos del sur de Collado Mediano y rodando luego en dirección noroeste para alcanzar Los Molinos cuando Jaime, en un cuestón, fuerza el cambio trasero y rompe la patilla del cambio. A tomar por culo la bicicleta... bueno, no tanto, pero sí tuvo que despedirse de la ruta.

NOTA MENTAL 1: Comprar patilla de repuesto para llevarla en la mochila.


Solemos hacer mofa de Miguel porque el señor Aliexpress se está pagando a su costa el apartamento de Torrevieja, pero en esta ocasión sus alicates para eslabón rápido nos vinieron de lujo.

NOTA MENTAL 2: comprar unos alicates de cadena en Aliexpress.


Miguel, además de GPS nuevo venía con la nueva GoPro 9 y documentamos cómo solventamos que Jaime pudiera volver al coche sin tener que caminar los 9 kilómetros que habíamos avanzado. Quitamos el cambio, cortamos la cadena para dejarla fija en el plato pequeño y un piñón intermedio y despedimos a Jaime con todo el dolor de nuestro corazón.


Nos dijo Jaime que en su última salida había tenido una caída y se le dobló la patilla y Ángel se la enderezó (la patilla). Eso pudo debilitar el metal, que recordemos está pensado para romperse antes que la puntera del cuadro.

La realidad es que mi aliado en la retaguardia me abandonaba forzosamente y la primera batalla se presentaba en forma de cuesta larga y con buena pendiente, con algunos tramos de los de guardar el equilibrio incluso. Varias e-bikes nos adelantaron felizmente. Quiero una... todo se andará. Llegamos a la altura de la vía del tren y Miguel y el Bombi me esperan, naturalmente. Aprovecho para recuperar el resuello y tomarme un gel. Queda muuuuucho por subir.


Estamos llegando a Cercedilla por el oeste, por el llamado "Camino de Puricelli". Tomamos un desvío a la derecha y bajamos por un sendero muy bonito pero que me juega una mala pasada. Al ir cansado por las cuestazas que llevamos subiendo desde prácticamente el inicio de la ruta no encaro el descenso con seguridad, más aún siendo un sendero que no conozco. Llevaba, además, poca presión en las ruedas y sucedió que al frenar en plano inclinado por haber tomado la trazada mala, la rueda delantera me resbaló hacia el centro del sendero y al llevar poca presión... destaloné. Liada de las buenas. Nunca me había pasado. 


Llego al encuentro de el Bombi y Miguel cariacontecido y les cuento lo que me ha pasado. Mi idea era poner una cámara, que llevo en la mochila por si acaso, pero ellos proponen utilizar bombonas de Co2 para volver a talonar la cubierta. Por suerte mis compañeros tienen el material necesario. 


El látex había pegado la cubierta a la llanta y tuvimos que forzar el flanco un poco para acercarlo al borde. De hecho desperdiciamos un primer cartucho al no habernos dado cuenta antes. Solo teníamos un segundo para tratar de arreglar la avería. De nuevo quedó grabado, documentado para la posteridad de Internet.


NOTA MENTAL 3: Comprar bombonas de Co2 y aplicador.

Pues sí... la rueda quedó perfecta. Necesito, evidentemente, proveerme de unas bombonas y un aplicador para futuras reparaciones en ruta. 

Continuamos atravesando Cercedilla en dirección este y al abandonar la localidad serrana vuelven a aparecer las cuestas gordas y nosotros repetimos nuestro ritual: Miguel y el Bombi suben silvando y yo me muero poco a poco decenas de metros por detrás. Rodamos ahora por el tramo más bonito, posiblemente, de la ruta. 


Nos cruzamos con muchos senderistas y amablemente nos cedemos el paso y agradecemos el gesto. Algunos van con cestas de setas... vacías. Ha llovido poco. Cruzamos la M601 en un cruce un poco peligroso, sobre todo un sábado por la mañana, a la altura de la Venta Real. Así, con sufrimiento pero constancia llegamos al primero de los dos picos que tiene esta ruta, si veis el perfil.  


Podemos ver la mole de La Maliciosa, imponente, con la cima nublada. El Bombi y Miguel, alpinistas, experto uno y principiante el otro, comentan sobre si se sube por aquí o por este otro lado. Yo aprovecho la parada para tomarme otro gel que me da mucha vidilla aún estando caducado.


Continuamos bajando... para volver a subir. Mis piernas empiezan a mostrar señales de flojera y lo paso especialmente mal en la subida por la carretera a La Barranca. El viento sopla un poco más fuerte en esta zona y llego al segundo punto de máxima altitud de la ruta muerto en vida. Bajamos de La Barranca por la pista. Descendemos rápidamente en lo que consideramos un desperdicio. Sufrir tanto para subir para bajar de una manera tan poco disfrutona no sale a cuenta. Pero por otra parte agradecemos rodar a cierta velocidad. Por suerte a la pista le sucede, algo después, un sendero muy bonito, salpicado de piedras, que nos hace prestar atención a la conducción. Esta ruta es muy completa, tiene de todo. 

Otro cruce peligroso, este con la M607, nos hace jugarnos la vida para acercarnos al embalse de Navacerrada y recorrerlo por sus orillas norte y oeste. 


Ya queda poco, vamos llaneando, no hemos tenido más averías y con satisfacción llegamos de vuelta al aparcamiento de la Renfe de Collado Mediano donde, como no, damos cuenta de las cañas de rigor acompañadas con una tapita de callos a la madrileña que se caga la perra. Muy recomendable la Tapería Olé, si señor.


Rutaza mañanera que recomiendo al 100%. No sé si volveremos a repetirla, hay mil millones de rutas que nos gustaría explorar, pero si volvemos echaré tres geles y recambios de la bici entera. 

Bonus track. Por error nos dejamos la cámara encendida y grabó una conversación privada. Tened cuidado con los dispositivos de grabación, que os pueden meter en un lío.


NOTA MENTAL 4: Apagar la puta camarita...

jueves, 24 de septiembre de 2020

Mecánica básica - Lubricación rápida de cables

En agosto salí una buena mañana con la bicicleta... y me cogió una tormenta de las buenas. Menos mal que suelo llevar un chubasquero en la mochila porque buena falta me hizo. Llegué a casa empapado y la bici también. Además dejé la bici en el jardín mojándose y la transmisión se resintió. 

¿Os ha pasado alguna vez que los pulsadores de cambio no "engranan"? ¿O que suene un crujido al accionarlos? Mirad el vídeo (si queréis, vaya...)

Lo primero era recuperar el funcionamiento de los pulsadores. Lo suyo sería desmontarlos, limpiarlos a conciencia, lubricar y volver a montar, pero en este caso, como este es un artículo de mecánica fácil y rápida, vamos a solucionarlo más fácilmente.


Es necesario abrir los pulsadores quitando la tapa de arriba o los testigos de corona o plato. 


Una limpieza le vendría de muerte. Me lo apunto para hacerlo más adelante (sé que no lo haré hasta que se caiga a cachos). En mi caso usé un aceite convencional para lubricar bien el mecanismo. Usando la cánula del spray llego a todos los sitios.


Tras aplicar el aceite, accionaremos los mandos para que termine de penetrar en todos los rincones y tengamos el pulsador de nuevo operativo.

Vamos ahora a ver cómo lubricar los cables. Centraré la explicación en el del cambio trasero y en una bicicleta sin guiado interno. 

Para poder lubricar el cable sin tener que desmontarlo tenemos que poder acceder al interior de las fundas, pero la tensión del cable no nos lo permite. 

Un truco sencillo para destensarlo es poner la corona más grande:

Y a continuación y sin dar pedales accionar el pulsador de cambio hasta la posición de la corona más pequeña. El cable perderá la tensión.


Ahora podemos sacar los topes de las fundas de sus alojamientos en el cuadro y lubricar la totalidad del cable. 


Embadurnando con el mismo aceite o con grasa. 



Limpiando el exceso, naturalmente. 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Mecánica Básica - Recuperación de pastillas de freno (o intento)

Soy honesto... esta vez no me funcionó el truco, pero no está de más intentar recuperar unas pastillas cristalizadas o contaminadas antes de comprar recambio.

Vamos a ver el paso a paso. Valoraré vuestros comentarios si queréis corregir o añadir algo.

Lo primero es desmontar las pastillas de la pinza. Sacaremos el pasador y las extraeremos junto al muelle.

Es muy importante limpiar bien el disco. Hay productos específicos pero creo que con alcohol queda bien.


 Si tenéis un tornillo de banco y una mini-amoladora (Dremmel) el trabajo se facilita enormemente. Se trata de quitar la primera capa, la superficial, de la pastilla.


En esta foto podemos ver cómo queda. Si no tenemos esta herramienta, con una lima de mano podemos obtener el mismo resultado.

Comparando una pastilla ya "procesada" con su pareja vemos la diferencia claramente.


Volviendo a montar la pastilla en la pinza (evitándola tocar con la mano por la superficie de frenado) puede que tarde unas cuantas frenadas en adquirir mordiente. 

jueves, 10 de septiembre de 2020

Mecánica Básica - Sustitución de pastillas de freno (de disco)

Una operación de mantenimiento que todo ciclista debería poder hacer es sustituir las pastillas de freno cuando han completado si vida útil o cuando por una manipulación incorrecta se han contaminado.

Vamos a ver qué pasos hemos de seguir para realizar el cambio con éxito. Los frenos sobre los que voy a explicar el procedimiento son unos Hayes Stroker Ride, pero aplica a cualquier freno. 

En primer lugar, tras sacar la rueda, extraeremos el pasador (negro en mi caso) que sujeta las pastillas en su posición. Tirando con un alicate saldrá sin problemas.

Este es el aspecto que presentan las pastillas. No están gastadas, pero no frenaban bien posiblemente por estar contaminadas. Traté de recuperarlas como explicaré en otra entrada, pero no tuve éxito.


Un recambio de pastillas no es demasiado caro. Las de este modelo me han costado 14€. Son orgánicas. Las pastillas de freno pueden ser orgánicas o metálicas. Las primeras, se fabrican con sustancias abrasivas compactadas con resina. Son más blandas y ofrecen una frenada más silenciosa pero se gastan antes y pueden "cristalizarse", dejando de frenar con eficacia. Las segundas están fabricadas con compuestos metálicos fusionados mediante calor y son más resistentes y duraderas, pero desgastan antes los discos y son más ruidosas.

Hay muchos fabricantes de pastillas independientes de las compañías que fabrican los frenos, no tenemos por qué comprarle las pastillas a Shimano, si nuestros frenos son de la marca japonesa. Eso sí, importante asegurarse de que las pastillas se corresponden con nuestro modelo de freno. Podrían no encajar ya que son de distintas formas.  


Esa piececita de metal es fundamental. Sirve para separar las pastillas en reposo, trabaja como un muelle.

Colocamos las pastillas tal y como deben estar dentro de la pinza de freno. Si podemos evitar tocar la parte que entrará en contacto con el disco, mejor. Así evitaremos contaminarlas.

La colocación del soporte metálico es muy importante, repito.


Si las pastillas son asimétricas, como es mi caso, hay que conocer la posición en que deben de colocarse. En las que voy a poner encuentro un "IN" grabado que me indica que esa pastilla es la que estará en el interior.


Habiendo montado el "sándwich" de pastillas, no cuesta demasiado colocarlo en su alojamiento. 
Recordad que hay que tener la precaución de no accionar las palancas de freno si no tenemos el disco puesto, evidentemente si no tenemos las pastillas, con mayor motivo. 

Y, si cambiamos las pastillas por desgaste es conveniente retraer los pistones con las pastillas viejas puestas para evitar dañar los propios pistones. Podemos hacerlo con una herramienta específica para tal operación o con un destornillador plano con una buena pala. Así, cuando pongamos las pastillas nuevas, evitaremos roces con los discos al tener estas más grosor.




Como veis en la foto (se aprecia un poco mal) me he equivocado (he hecho caso omiso del "IN") y los ojales de las pastillas no están alineados con los de la pinza. 


Saco las pastillas, las doy la vuelta y las vuelvo a poner en su posición correcta.


Para que el pasador entre fácilmente lo mejor es enderezarlo.


Con ayuda de un alicate lo haremos sin problema.


Una vez hemos colocado el pasador a través de los ojales de la pinza y de las pastillas...


...le abrimos las puntas para que no se salga de su sitio.



Las pastillas, como las de los frenos de los coches, requieren un rodaje de manera que no nos sorprendamos si de primeras nuestra frenada no tiene mordiente.

martes, 8 de septiembre de 2020

Ciclismo en Familia - Ecopista do Rio Minho (segunda parte)

Tras explicar el tramo de ecopista entre Valença y Monçao quedaba pendiente la entrada sobre la otra parte, entre Valença y Vila Nova de Cerveira que nada tiene que desmerecer, por supuesto.

Volvimos a aparcar los coches en el mismo aparcamiento de Valença, junto al puente de hierro, para comenzar a rodar en este caso en dirección oeste, hacia el mar, dejando el río a nuestra derecha. Comenzamos subiendo una buena pendiente que, con los músculos fríos, a mas de uno se nos atraganta. 

Menos mal que arriba del todo nos espera una buena sombra para reagruparnos, recolocar bultos, etc... vamos, la intendencia derivada de ser 9 personas, la mitad de ellos niños. 


Hemos subido en balde porque de seguido comenzamos a bajar de nuevo hasta el nivel del río. La pendiente es pronunciada pero como siempre rodamos por carril separado de la carretera no es peligrosa aún con niños. Eso sí, somos conscientes de que toda la tropa no puede, a la vuelta, subir esa rampa. Desde ese momento decidimos que seremos Jaime y un servidor los que lo hagan en solitario (bueno, el uno en compañía del otro) para ir a por los coches y bajarlos para recoger a las familias en el margen del río, donde hay un buen aparcamiento con espacio para montar las bicicletas en los portabicis.


Ese día también nos acompañó el buen tiempo. Y además en los primeros kilómetros de ruta apenas había sombra que hiciera más llevadero el camino. Con el sol en el cogote avanzamos, cada uno a nuestro ritmo. La ecopista era predominantemente de (suave) bajada, se rodaba muy bien. El firme, perfecto. La señalización, excelente. ¡Todo bien!

Tras pasar el puente de piedra que veis en la foto superior nos encontramos un rincón muy agradable para el primer almuerzo. Había tres mesas de madera y buena sombra, así que liberamos un poco de peso de las alforjas dando buena cuenta de unos bollos de pan blanco muy ricos que cada cual rellenó a su gusto. 


De vuelta sobre la bici tras este tentempié, seguimos rodando con calma admirando el paisaje que ahora sí adquiere una belleza singular. A la derecha siempre el río, con embarcaderos y pequeñas playas donde esperamos poder, hoy si, darnos un merecidísimo chapuzón. A la izquierda, monte y algunas viviendas unifamiliares que para mi las quisiera.

Pasamos por espectaculares zonas de recreo de las que vemos a turistas y nacionales hacer buen uso. Es sábado y se nota. El otro tramo de ecopista lo recorrimos un jueves y apenas nos encontramos a gente, aún siendo agosto. Sin duda el maldito Covid-19 tendrá algo que ver.  

Tras otro buen rato de pedaleo hacemos otra parada para el avituallamiento, poco antes de llegar a Vila Nova de Cerveira. Y es que a veces el estómago manda. Otra de bocatas y algunas barritas de cereales de postre servirán para engañarle, al menos durante un rato, y seguir recorriendo camino.

 

Como veis, vamos sin prisa. Disfrutando del día. Si tenemos que parar cuarenta veces, pues paramos. Tenemos todo el día para recorrer los aproximadamente 28 kilómetros de la ida y vuelta, así que merece la pena ir empapándose de todo lo que esta vía verde nos ofrece.

En Vila Nova de Cerveira la ecopista termina en la Playa Fluvial da Lenta. Mucha gente disfruta del excelente día de verano en las inmediaciones y nosotros nos damos la vuelta para comenzar el retorno... que enseguida se hace bola. Algunos niños van cansados. Otros, con el ansia viva por darse un baño en el Miño. Decido adelantarme para buscar una playita donde poder bañarnos. Acelero y veo que Jorge, Laura y Raúl me siguen. Tienen buenas piernas y muchas ganas de bañarse. 

Jaime se nos une minutos después. Se pega un buen calentón para cogernos. Y tras varios kilómetros de búsqueda llegamos al lugar perfecto. 

El resto de la comitiva, Lourdes, María, Alicia y el pequeño Álvaro tardan casi un cuarto de hora en alcanzarnos. Tal era la distancia que habíamos alcanzado con el acelerón. El agua está limpia y a buenísima temperatura. Un gustazo.

Cuesta "arrancar" a los niños del agua, pero tenemos que seguir nuestra marcha. Además, Jaime ha quedado con sus padres, de vacaciones en las cercanías, y Lourdes, las niñas y yo aprovecharemos para pisar suelo patrio y visitar Tui.

De manera que tras el baño y la merienda volvemos a la bicicleta. 


Ya queda poco camino y se hace fácil. Parece que el baño nos ha venido bien a todos. Vamos con una sonrisa en la cara. 

Aún nos quedaría a Jaime y a mi escalar el repecho que sube hasta (casi) la fortaleza de Valença y bajar luego hasta los coches para volver sobre nuestros pasos a recoger el resto de las familias. Nada serio, al tran-tran se sube muy fácil. 

Y así es como termina nuestra aventura ciclista en Portugal, con mucha alegría por haber rodado por sitios que guardaremos en la retina para siempre y con mucho orgullo por los niños que han dado la talla sobradamente permitiéndonos pasar a los adultos dos días de bicicleta en la naturaleza para recordar. 

Si tenéis la ocasión de hacer este viaje, no lo dudéis, merece la pena. Aunque solo sea por tomarse un helado o un batido de coco en Tui.