¿Quiénes somos?


No somos los más rápidos, ni los más técnicos, ni los que mejor suben, ni los que mejor bajan, ni los que más kilómetros hacen, ni los que más pulsaciones alcanzan, ni los que mejores bicicletas tienen, ni los que más entrenan, ni los que mejor saltan, ni los que mejor derrapan, ni los que mejores caballitos hacen, ni los que mejor pasan por trialeras, ni los que mejor vadean ríos y arroyos, ni siquiera los que mejor se toman las cañas de después. Somos todo lo contrario, somos diferentes, somos perdedores.

martes, 30 de marzo de 2021

Ciclismo en Familia - Vía Verde del Tajuña (Ambite - Orusco y vuelta) y BH Top Line Alu 200

El pasado sábado 28 de marzo decidimos pasar el día recorriendo en familia una pequeña parte de la Vía Verde del Tajuña, en concreto el tramo que discurre entre las localidades de Ambite y Orusco de Tajuña. Esto es, la parte final de la vía. 

Hay muchísima información al respecto de esta Vía Verde en Internet y en la web de Vías Verdes en particular, así que no voy a hacer una exposición detallada sobre ella. Solo mencionar que es con diferencia la más larga de la Comunidad de Madrid (49 Km) y que saliendo de Arganda del Rey llega a Ambite pasando por Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña y Orusco de Tajuña en un recorrido casi sin desniveles (como corresponde a una vía verde) y con el firme y las señalizaciones bien acondicionadas. 

Sabiendo que no íbamos a recorrer una distancia especialmente larga y que los días ya se estiran hasta las siete de la tarde (justo antes del cambio de hora) no se puede decir que madrugáramos especialmente... hasta el punto de llegar a Ambite a las dos de la tarde. Muy bien. 

Por suerte el desagradable viento que soplaba el día anterior había desaparecido y la temperatura, a pesar del cielo plomizo, era muy buena. De manera que bajamos las bicis del coche y nos pusimos en marcha con la idea de buscar un lugar que nos gustara para echar la manta de picnic y comer tranquilamente en el campo. 

Para la ocasión "estrenaba" una noventera BH Top Line Alu 200 negra que Miguel me ha regalado porque no la usaba y le ocupaba espacio. Luego os comentaré sobre ella.

Mucha información de estas míticas bicis españolas en este blog

Salimos de Ambite por un pinar que claramente ha sufrido los estragos de Filomena. Cientos de ramas rotas que el ayuntamiento (imagino) de la localidad ha tratado de limpiar para devolver al pinar, que es además zona recreativa con merenderos y parque infantil, su usabilidad.

El firme de la Vía Verde es el típico "camino rojo" que tantas veces hemos visto. Se nota que han pasado años desde su construcción porque en algunos tramos encontramos grietas, parches y baches. Me pasan por la cabeza preguntas sobre el mantenimiento de estos caminos. ¿Corresponde a los municipios? ¿Tal vez a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles? ¿Priorizan el acondicionado de nuevas vías sobre el mantenimiento de las existentes? No sé...pero que no se alarme nadie, son perfectamente ciclables.

El paisaje, sin ser feo, no es nada del otro mundo. En este pequeño tramo que recorrimos solo destaco una pequeña cueva...

... y una represa del río Tajuña a la altura de una tienda de alfombras (Alfombras Pastor). 

El resto del recorrido hasta Orusco de Tajuña no invita a salirse del camino. El paisaje en general, sin ser feo, no aporta demasiado. Tal vez en otoño o cuando la primavera termine de reventar la cosa cambie. 

Como digo, el recorrido está perfectamente señalizado y balizado. Es imposible perderse a no ser que uno empeñe. 

También es posible saber cuánto nos queda por recorrer por los postes que marcan el punto kilométrico.

Llegamos casi sin darnos cuenta hasta Orusco de Tajuña buscando un sitio apropiado para comer... sin éxito. No es que no hubiera ningún sitio bonito... es que era poner la manta en un sembrado o nada. Así que decidimos darnos la vuelta y probar suerte en lo alto de uno de los dos puentes que pasan por encima de la vía verde.

Eran pasadas las tres de la tarde y el hambre hacía rato que había hecho acto de presencia y mella en nuestros ánimos, que todo hay que decirlo, así que más contentos que unas castañuelas en lo alto de nuestro puente nos pusimos a zampar como locos para alivio de nuestros estómagos y de mi espalda, que iba yo cargando con la mochila llena de comida y bebida para 4.

Después de comer hay que reposar un poco... pero la cama de piedras donde habíamos puesto la manta no se prestaba demasiado a ello así que me entretuve cogiendo los cuatro espárragos que pude encontrar. Menos da una piedra. Desde nuestra magnífica atalaya veíamos al resto de usuarios de la Vía Verde transitar en bici o a pie.

Llevé la BH para probarla. No es de mi talla, es M y yo necesito una L, pero para dar un paseo por la llanura sin demasiadas pretensiones ciclistas cumple al 100%. A posteriori he tenido que ajustarle el cambio de platos porque le cuesta moverse entre el pequeño y el mediano... En un primer lugar achaqué este problema a un trozo de palo que al pasar por los restos de las ramas caídas del pinar vino a alojarse entre el cuadro y el desviador impidiendo el retorno de este... pero no. Era más cuestión de jugar con los tornillos de los topes y con la tensión del cable.


Esta Top Line no está de serie. Miguel le cambió el sillín por uno mucho más cómodo, los frenos cantilever por unos frenos V y la transmisión por una Altus más moderna que la original. Pero la geometría no se puede cambiar tan fácilmente y cuando te pones de pie encima de los pedales te sientes muy, muy encima de la rueda delantera y la dirección se pone nerviosa. Además, la potencia es larga y el manillar estrecho, como mandaban antiguamente los cánones. Vamos, que para un paseo es una buena elección porque recuerda al ciclismo de montaña de antaño y eso tiene su punto de gracia pero para una ruta en condiciones puedes acabar con la espalda hecha un Cristo. 

Después de comer, como digo, nos pusimos de vuelta para recorrer los escasos 4 kilómetros que nos separaban del coche. Hay mucho aparcamiento al inicio de la ruta en Ambite pero eché de menos un bar donde tomarme un café.

¿Merece la pena la Vía Verde? Depende de lo que uno busque. Para un paseo tranquilo en familia, yo diría que sí. Son una forma tranquila y segura de rodar un ratito sin tener que estar pendiente de coches, por ejemplo. Para hacer kilómetros también parece una buena opción. Si la hacemos de ida y vuelta nos plantamos en casi 100 kilómetros (aunque por lo monótono del terreno podemos acabar con el culo cuadrado de no levantarnos del sillín). Si lo que buscamos es adrenalina en nuestras salidas, sin duda no somos el usuario objetivo de las Vías Verdes, eso está claro.

Nosotros, a fin de cuentas, echamos un día de excursión en familia y conocimos una zona nueva. Además me sorprendió gratamente que no estaba, ni mucho menos, masificada... que no es poco decir tal y como están las cosas en los entornos naturales de Madrid desde que tenemos restricciones de movilidad. 

Track disponible en Wikiloc

Al final nos salieron 14 kilómetros con un desnivel testimonial. Vamos... para toda la familia a pie o sobre ruedas.

lunes, 29 de marzo de 2021

Colmenar Viejo - Manzanares el Real - Colmenar Viejo - Torreznos - 28/03/2021

Para aquellos de vosotros, queridísimos lectores, que hayáis pinchado en la entrada atraídos por el jugoso final del título... aquí va esto:

Con esta altísima calidad de viandas terminó la espléndida ruta del pasado domingo. Y es que hay pocas cosas que nos gustan más a los Perdedores que los torreznos, pero dejad que os cuente lo acontecido con detalle y desde el principio que para eso hemos venido. 

Con la idea de conocer zonas nuevas echamos mano de Wikiloc y encontramos un recorrido bastante amable desde Colmenar Viejo hasta Manzanares el Real y vuelta rodeando el embalse de Santillana.

Track disponible en Wikiloc

Poco más de 40 kilómetros y apenas 400 metros de desnivel positivo sonaban bastante bien, de manera que con ganas de vernos y de hacer una ruta juntos, como siempre, nos citamos a las 9 de la mañana. 

La mañana estaba fresquita y con el cambio de hora el sueño hacía mella pero ni cortos ni perezosos (bueno... yo sí estaba un poco perezoso) Sergio, Ángel, Jaime, Raúl, Miguel y un servidor acudimos a nuestra ansiada cita semanal. 

Tras los saludos protocolarios (guardando la distancia de seguridad y las recomendaciones de la OMS) comenzamos a rodar. La primera parte de la ruta transcurre en paralelo a la vía del tren que unía Madrid con Burgos pero antes de llegar a la misma descendemos por un sendero estrecho y muy técnico que nos pone las orejas tiesas desde el primer minuto. Una vez en las vías, rodamos cómodamente (a veces no tanto, cuando tenemos que rodar por encima de una cama de balastro) calentando las piernas y descubriendo (regalo inesperado) unas excelentes vistas de la sierra que yo al menos no esperaba.

5 kilómetros después abandonamos las vías del tren habiendo entrado ya en calor puesto que la pista no deja de picar ligeramente para arriba para girar a la izquierda y continuar por la llamada Cañada de Portilleras. Pasamos por encima del recién nacido río Manzanares y giramos de nuevo a la izquierda. 

Nuestra ruta nos obliga a girar ahora a la derecha por la Colada de los Gallegos (Camino de Santiago) pero no podemos dejar de conocer el puente medieval.  

En mi particular baremo otorgo muchos puntos al paisaje a la hora de valorar una ruta y de momento esta me estaba sorprendiendo muy gratamente. 

Dejamos el puente atrás comenzamos la que será la ascensión más larga de la ruta, siempre por pista y sin rampas dignas de mención. Como es habitual, se forman varios grupos. Como también es habitual, me encuentro junto a Jaime en el de cola mientras Miguel y Ángel tiran del grupo. Raúl y Sergio hacen de enlace, dejándose caer de vez en cuando. 

En un momento dado vemos cómo tres corzos aparecen corriendo por la parte izquierda, atraviesan nuestro camino y se estrellan contra la alambrada que hay a la derecha del camino tratando de atravesarla sin éxito. Asustados por nuestra presencia se golpean una y otra vez contra la malla metálica. Con la cantidad de ciclistas que poblábamos la zona no les barrunto una mañana tranquila a los tres pobres animales...

Nos reagrupamos a la altura de una fuente donde nos están esperando Ángel y Miguel. Tenemos que girar a la derecha para seguir ascendiendo disfrutando del paisaje de dehesa.


Rebaños de vacas nos contemplan sin inmutarse, acostumbradas como están a esos extraños seres de colores chillones que en vez de patas se desplazan utilizando unas cosas redondas y que se multiplican en su entorno durante los fines de semana. Rodamos en sentido norte aproximándonos, ahora sí, a uno de los puntos más altos de la ruta.


Llegados a este punto merece la pena desviarse apenas 200 metros para llegar a un mirador que Ángel conoce y que nos dibuja sin duda una sonrisa tonta en la boca. A nuestros pies, Manzanares con La Pedriza al fondo y el embalse rebosante de agua. A la izquierda, la Bola del Mundo, la Maliciosa... Unas vistas impresionantes. Nos tomamos unos momentos para disfrutarlas e inmortalizarlas.  


Deshacemos un poco de camino para girar a la izquierda y encarar la bajada más técnica de la ruta que  pone a prueba nuestra habilidad para superar pasos por rocas y escalones. Como no, Raúl en vez de bajarlos los salta por encima. El resto, mal que bien, superamos el reto con relativo éxito y, por suerte, sin lamentar caídas, que no es poco decir. 

La bajada nos deja a las puertas de Manzanares, en la calle de la Paz, en una de las colas del embalse. Vemos varias autocaravanas estacionadas sin duda disfrutando de un fin de semana (o tal vez vacaciones de Semana Santa) en un entorno tan impresionante como en el que nos encontramos. 


Decidimos meternos en el casco urbano del pueblo para ver de cerca el castillo. Merece la pena visitar Manzanares el Real, aunque suele estar masificado, más aún estos días de confinamiento autonómico.


Ahora toca recorrer unos 10 kilómetros llanos bordeando el embalse por pista y sendero. No parece mal plan. Avanzamos con mucha diversión entre la carretera M608 y la orilla del embalse.


En algunos tramos el sendero se estrecha pero en todos los casos está limpio, nada de piedras, nada de raíces... el único obstáculo es algún charco o algún arroyo de vez en cuando. Curiosamente solo nos cruzamos con un par de ciclistas. Asombroso, siendo un domingo con un tiempo maravilloso y encontrándonos a pocos metros de uno de los principales núcleos urbanos de la zona.


Hablando de cruzar arroyos, en un momento dado Sergio, Ángel y Miguel se separaron de Raúl, de Jaime y de mí. Y al llegar a su altura vimos que nos esperaban al otro lado del vado de un arroyo que debía de tener al menos 40 centímetros de profundidad, con la cara reflejando ansia viva y la cámara grabando nuestra llegada para ver cómo cruzábamos... o mejor dicho, cómo acabábamos empapados por caernos o tener que echar pie a tierra en mitad del charcazo. 


Pero como somos ciclistas con muy poco miedo al líquido elemento Raúl, que iba en cabeza del terceto de cola, se lanzó sin pensárselo mar adentro. Yo, que rodaba en segundo lugar, viendo que salía airoso de tan poco desdeñable encuentro con las aguas bravas, me lancé detrás suya sin pensármelo y a costa de pegarme un buen refrescón. Jaime, que no iba a ser menos sobre todo por el qué dirán, también le echó valor y se zambulló en el charco para disfrute de todos los allí presentes. Estas imágenes quedaron debidamente inmortalizadas para disfrute de todos los aficionados al ciclismo de montaña y de otros deportes acuáticos. 


Como la carretera que debíamos tomar estaba inundada por la cola del pantano (lo habíamos previsto) rodamos durante un par de kilómetros por la M608, que no es lo que más nos gusta del mundo pero a veces no queda más remedio. En la glorieta con la M862 giramos a la izquierda y pocos metros más adelante nos salimos del asfalto por la vía pecuaria.


En esta zona el recorrido perdía bastante atractivo, cierto es. La vía pecuaria nos giraba en una amplia curva hasta pasar por debajo de la M608 y un poco más adelante de la vía del tren y de la M609 para tomar una senda larguísima y de ligera subida que pasa junto a la cárcel de Soto del Real. Irónico disfrutar de una de las máximas expresiones de libertad, la bici de montaña, junto a un centro penitenciario. 


Giramos a la izquierda para seguir rodando por pista hacia la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios y cruzamos la M625 para rodear un recinto militar de los que salen difuminados en Google Maps y en el que vemos unos helicópteros bastante molones. 


No podemos dejar pasar la oportunidad de fotografiarlos, naturalmente. 


Rodeando el recinto nos encontramos con una cancela con la que no contábamos y nos vemos obligados a rodar campo a través hasta otra pista que encontramos a pocos metros a la izquierda. Notamos el suelo está empapado bajo nuestras ruedas. La pista va girando en dirección suroeste hasta pasar por debajo de la M625, que cruzamos, para encontrarnos una fuerte rampa con piso de asfalto del que ha visto mejores momentos y que Jaime y yo, que hemos perdido contacto con el pelotón, remontamos como buenamente podemos. Hace tiempo que vemos las torres de Madrid al fondo y nos sabemos en las afueras de Colmenar, así que la promesa de una cerveza fresquita nos infunde ánimos.


Otra vez reagrupados pasamos por debajo de la M607 por un húmedo túnel y comenzamos a rodar a buena velocidad por el Cordel de Cantalojas que nos aproxima a Colmenar a nuestros buenos 20 Km/h al ser ligeramente en descenso. Y casi sin darnos cuenta llegamos de vuelta al punto de partida donde nos espera la ansiada recompensa.


Qué gusto terminar una ruta con tiempo de sobra como para tomarse un par de rondas comentando los acontecimientos del día y la actualidad nacional e internacional. Hasta hubo tiempo para el arte en forma de bodegón ciclista (por Miguel).


En resumen, una ruta muy, muy recomendable. Asequible para la mayoría de practicantes con un mínimo de entreno (ojo, no estoy diciendo que os vengáis con los niños porque no dejan de ser 41 Kilómetros), con muy buenas vistas de la sierra y senderos divertidos. Todo esto con un desnivel que rondará los 400 metros y con un buen bar al final. Vamos... que seguro que repetimos.

Extra track: bajada desde el mirador hasta el embalse de Santillana.

lunes, 22 de marzo de 2021

De Leganés a Boadilla por el camino largo - 21/03/2021

Desde que subiéramos al Alto del León hace un par de semanas llevo pretendiendo hacer una salida tranquila, pero no me sale. El fin de semana anterior nos pegamos otra paliza subiendo por Villa del Prado así que este fin de semana, sí o sí, tocaba una ruta llana. De manera que nos pusimos a buscar en Wikiloc y Miguel encontró esta ruta que en su día compartió el usuario Porterazos2020.

Track descargable en Wikiloc

52 Kilómetros con 334 metros de desnivel positivo parecían bastante asequibles. Así que decidimos hacer esta ruta el domingo. Pero siendo que comienza en el Parque de las Presillas (en Alcorcón) propuse cambiar el punto de salida e iniciar la ruta en mi casa (y/o la de Sergio)... añadiendo unos 12 kilómetros al recorrido que ya metidos en harina tampoco es tanto... ¡Qué optimista se es desde el confort del sofá y qué duros se hacen 12 kilómetros cuando llevas 50 en las piernas! 

El domingo a las 9 de la mañana, con puntualidad suiza, estábamos Miguel, Pablo, Ángel, Sergio (que arrastraba un resfriado pero no se quiso perder esta ruta saliendo desde nuestra casa) y un servidor vestidos con relativo abrigo y rebosantes de ilusión ciclística. El día amanecía frío pero soleado. Por suerte el viento, que el día anterior había soplado fuerte, no hizo acto de presencia. 

Salimos de las cercanías de la Renfe de Zarzaquemada y cruzamos la M425 (la carretera de Carabanchel) para coger el carril bici y subir junto al Estadio Municipal Butarque hasta el cementerio. Lo rodeamos y salimos del carril bici para bajar por la senda que muere en la calle Física (que acabo de descubrir que es el nombre de "la cuesta del cementerio"). De haber seguido por el carril bici junto al Carrefour en paralelo a la M425 nos habríamos ahorrado esos 25 metritos de la subida hasta el cementerio pero quería enseñarles esa senda que es lo más parecido a un sendero bonito que tenemos cerca de casa.

Retrocedemos ligeramente hasta los campos de entrenamiento del C.D. Leganés y volvemos a coger carril bici en el parque lineal Butarque en el que ya a las 9 de la mañana había multitud de pescadores probando suerte con las carpas. 

Rodamos a buen ritmo hasta llegar al parque de las presillas, ya en Alcorcón, y justo antes de alcanzar el recorrido del track original... Pablo dice que ha pinchado.

No lleva ni cámara de recambio, ni desmontables, ni parches, ni bomba, ni Cristo que los fundara. Sergio, que también lleva bicicleta con rueda de 26" le ofrece una cámara de recambio pero no sirve porque es de válvula Schrader y la llanta de Pablo es para válvula Presta. Pero como somos gente precavida y curtidos en unas cuantas batallas, llevamos parches de los de toda la vida. Toca reparar el pinchazo a la antigua usanza.


Identificamos el pinchazo: ¡Una maldita chincheta! Y usamos un parche autoadhesivo de la marca Zefal que llevaba yo en mi mochila (hoy llevo mochila en vez de riñonera porque siendo una ruta larga decidí llevar agua en la mochila además del bidón) y que nos ahorra algo de tiempo. Pero este parche tiene muchos años a sus espaldas y tras ponerlo y manipularlo vemos que se cuartea... no estamos seguros de que vaya a aguantar. Vemos además, tras montar de nuevo la rueda e hincharla, que la punta de un abrojo está clavada en la goma. Decidimos no quitarla, hinchar bien la rueda y seguir el camino con los dedos cruzados esperando que el parche caducado guarde el aire y que la punta del abrojo no esté pinchando la cubierta hasta la cámara. 

Subimos hasta el Museo de Aeronáutica y Astronáutica (muy recomendable) y cruzamos la A5 por la pasarela peatonal para llegar por la carretera (en mal estado, dicho sea de paso) hasta la Venta la Rubia, atravesándola para seguir en línea recta por esa pista con trampas de arena hasta el tercer giro a la derecha. Aquí el terreno nos da un respiro porque hasta ahora no hemos hecho más que subir. Si bien el desnivel es mínimo, el ritmo marcado por Miguel no lo es tanto. Menos mal que Sergio y yo conocemos esta zona de maravilla y podemos corregirle en un par de giros erróneos que toma al ir en cabeza con el GPS. 

Nos acercamos a la M50 y ahora el camino desciende ligeramente. Nos vamos cruzando con multitud de ciclistas, estos caminos son muy frecuentados y hace un día excelente. Cruzamos la autovía por un paso subterráneo bastante oscuro y lleno de "cosas" que me recuerdan las películas americanas de asesinos en serie. No tienen que pasar cosas buenas en ese túnel por la noche, no... 

Nada más salir del túnel giramos a la derecha y entramos en una zona de toboganes. Los odio. Se cansa unos subiendo y se cansa uno bajando porque se esprinta para coger velocidad y remontar el la siguiente cuesta con la inercia. Por suerte son apenas tres los "sube-baja" y enseguida dejamos esa pista que corre paralela a la M50 para tomar a la izquierda un camino muy roto que baja alegremente hasta el Arroyo de la Vega, junto a la M501. Una serpenteante pasarela peatonal nos permite cruzar esta autovía. Pablo anuncia que su rueda va perdiendo aire. No está en el suelo, pero ha perdido presión. Decidimos meterle de nuevo aire y seguir. La estrategia sería parar cada 10 kilómetros más o menos para hinchar la rueda. 

El camino ahora pica hacia arriba de nuevo. Es una rampita corta la que nos separa de la urbanización "El Bosque", pero nos pone en nuestro sitio. Y al llegar al final tenemos que parar porque Pablo vuelve a decir que su rueda ha perdido aire. Merece la pena invertir 20 minutos en reparar el pinchazo correctamente antes que estar parando a cada poco rato para meterle aire a la rueda. 

Aprovechamos la parada para comer algo. Comprobamos que, efectivamente, el aire se sale por el parche autoadhesivo y que la punta del abrojo no ha llegado a perforar completamente la cubierta. La solución vulcanizante de Sergio no "vulcaniza" sobre el parche autoadhesivo así que hay que retirarlo con las uñas y con paciencia. Una vez retirado, nos tomamos nuestro tiempo para ejecutar la reparación de toda la vida, dejando que la solución se seque un poco antes de poner el parche tradicional. Parece que ahora la rueda aguanta el aire, vamos a ver si no tenemos que volver a pararnos unos kilómetros más adelante con la rueda de Pablo en el suelo.

Callejeamos un poco por la urbanización (con casas con muy buena pinta) y llegamos a un sendero que corre junto al Arroyo de Valenoso rápido y divertido de rodar que encontramos bloqueados en un par de ocasiones por los restos catastróficos de Filomena en forma de árboles tronchados. 

Hemos empezado la parte más divertida de la ruta, los senderos que discurren junto al Rio Guadarrama y que hacen nuestras delicias aún estándolos compartiendo con multitud de ciclistas y senderistas. 

Haciendo las cosas bien hay sitio para todos. El primer tramo de sendero nos lleva hasta la carretera M513. La cruzamos por debajo y entramos en la finca Romanillos. No nos damos cuenta de que pasamos junto a un cartel que pone "propiedad privada, prohibido el paso". Lo sentimos, un descuido lo tiene cualquiera.  

Durante unos 5 kilómetros rodamos en llano a buena velocidad entre pistas con buen firme y senderos limpios y con mucho flow. 

En este punto hemos alcanzado el punto medio de la ruta. Es mejor no pensar en la tira de kilómetros que nos quedan por rodar. Pablo hace tiempo que dice que va tocado y Sergio empieza a sentir calambres. No pinta bien la cosa... 

En este punto casi muero:


Para no meterme por el charco tomé el camino de la izquierda.. Un ciclista venía de frente pero la encina nos bloqueaba la visibilidad a ambos. Por suerte él fue inteligente y tocó su timbre, lo cual me alertó y clavé los frenos. Él hizo lo propio y debimos quedarnos a cinco o diez centímetros de darnos el uno contra el otro rodando al menos a 20 km/h. Nos hubiéramos dado una buena, sí. Muy amablemente por ambas pastes nos pedimos disculpas, nos preguntábamos si nos encontrábamos bien y retomamos la marcha con el susto metido en el cuerpo pero celebrando que habíamos podido salvar la situación. 

Poco antes de llegar a la M503 giramos a la derecha para encarar las rampas más duras de la jornada. Que no eran nada del otro mundo, pero las piernas picaban por la velocidad a la que veníamos rodando por el llano. 

Las vamos superando como buenamente podemos cada uno... Agradezco la corona de 50 dientes que me da ese cuartelillo que me faltaba con el doble plato.

Pablo echa pie a tierra (¿he dicho que llevaba sin montar en bici desde 2019?) y a Lude le juega una mala pasada el cambio teniendo también que parar y caminar un trecho.

Una vez arriba nos reagrupamos y nos tomamos unos minutos de descanso, meadita incluida, para comer algo a la sombra de una encima. Las vistas son buenas y el día espléndido.


Seguimos rodando y llegamos a las primeras urbanizaciones al norte de Boadilla del Monte. El terreno no es especialmente complicado salvo por alguna cuesta aislada que nos calienta las piernas y el kilometraje que llevamos ya encima, superando los 45 kilómetros. El ritmo, no yendo a saco, tampoco es precisamente de paseo. Hacemos lo que podemos. Atravesamos la urbanización. Rodar por asfalto nos da un poco de vidilla, parece que se avanza mejor. Pasamos por la M50 por una pasarela peatonal y entramos en el Monte de Boadilla.


Enseguida nos sorprende la cantidad tan enorme de gente que abarrota los caminos y las praderas.

Rodamos con precaución para evitar un accidente por el camino de Majadahonda, una pista ancha y eminentemente descendente que recorre el monte por su cara este hasta la M513 y el complejo deportivo municipal de Boadilla. Y si hasta aquí había gente, desde el polideportivo hasta el palacio del Infante Don Luis, ya en el casco urbano, parecía El Rastro. Muchísima gente disfrutando de la mañana (ya casi mediodía) respetando, por lo que veo, las medidas de seguridad. 

Salimos de Boadilla con cierto alivio de dejar atrás el agobio de gente y tomamos el camino que discurre a lo largo de la ciudad financiera hasta el polígono de Ventorro del Cano. Se hace bola. Los kilómetros pesan. Sabemos que lo que resta es fácil de recorrer, llano y cesta abajo, pero no vemos la hora de llegar a casa.


Llegamos a la Venta la Rubia y deshacemos el mismo camino que hemos tomado hasta llegar aquí. Con más pena que gloria y las piernas muy cargadas conseguimos llegar al aparcamiento después de 63 kilómetros.
   
Ruta disponible en Wikiloc

La eterna guerra de los desniveles. 435 según Wikiloc, 635 según Strava... Lo que está claro es que no eran los 334 que prometía el track original. 

Sergio y Pablo no pudieron quedarse al tercer tiempo porque se nos había hecho algo tarde. Habíamos pasado cinco horas en ruta entre pitos y flautas. Ángel, Miguel y yo sí nos tomamos una rápida a la salud de los cinco.


Me quito el sombrero ante el pundonor de Pablo y de Sergio. El primero, por meterse una ruta como esta sin haber montado en bici en muchos meses. El segundo, por hacerse los últimos 23 kilómetros con calambres y las piernas hechas un mojón. 

Parece que estamos en racha. ¿Cuál será la siguiente "ruta tranquila"? ¿Qué nueva paliza nos deparará el fin de semana que viene? ¿Repetirá Pablo o ya ha tenido bastante bici para otro par de años?

Permaneced atentos al blog que la primavera, nuestra estación preferida para la bici, no ha hecho más que empezar. 

lunes, 15 de marzo de 2021

Subiendo cuestas por Villa del Prado, Picadas y la Vía Verde del Alberche - 14/03/2021

Viniendo de hacer la subida desde Guadarrama hasta el Alto del León, esta semana el cuerpo me pedía una ruta tranquila y rodadora, sin grandes desniveles y que nos permitiera a los que acudiéramos ir charlando tranquilamente de nuestras cosas mientras dábamos un paseo por el campo. Así que eché mano de Wikiloc y encontré esta ruta del usuario nano flojo (con excelente descripción aquí) recorriendo la parte bonita de la Vía Verde del Alberche. Pintaba bien, esa zona es muy bonita, y poco más de 500 metros de desnivel en casi 40 Km parecen estar en nuestro rango. Así que propuse esta ruta y como tuvo buena acogida el domingo a las 9 de la mañana nos citamos en Villa del Prado, variando el punto de inicio y fin de la ruta para, terminando en el pueblo poder disfrutar de una merecida cervecita en una terraza.

Este es el track que nosotros grabamos: Wikiloc

Sergio, Miguel y un servidor fuimos la representación perdedora y antes de las 9 ya estábamos en marcha. Hacía un sol estupendo pero estábamos a 4º y soplaba un viento que nos daba mucho, mucho miedo. Salimos de Villa del Prado en dirección Calalberche (hacia el este) rodando por una pista ancha y con buen firme en primer lugar y por una carretera con un asfalto que vio tiempos mejores y ligeramente cuesta abajo después. Sin tráfico, era muy temprano aún. Bien para empezar. Miguel llevaba su Go-Pro en el casco con la intención de probar la captura de fotos con comandos de voz...y parece que el invento funciona.


Casi sin darnos cuenta llegamos a Calalberche, al área recreativa que hay junto a la Ermita de Nuestra Señora de la Poveda. Bajamos hasta el río Alberche, frontera entre la Comunidad de Madrid y Castilla la Mancha porque hay una zona de baño que quiero conocer para posibles visitas familiares. Tiene buena pinta, con su chiringuito y todo, pero seguro que en verano se pone hasta la bola. 


Cambiamos de dirección, comenzamos a rodar ahora hacia el norte y empezamos a subir pues estamos en el punto más bajo de la ruta. El ascenso es muy suave y el camino agradable, con buenas paredes de vegetación a ambos lados. No hago más que ver esparragueras y me rabio por no poder ir al pueblo en Semana Santa a coger espárragos (entre otras cosas). Es lo que tienen las pandemias, que le estropean a uno los planes. Paramos a echar una meadita y aprovecho para coger cuatro esparraguitos que estaban llamándome desde el suelo. Se los doy a Miguel que no había probado los espárragos silvestres. Para un revueltito le darán. 

Cruzamos la M507 y rodamos durante pocos metros por una senda paralela a la carretera hasta encontrar a la izquierda una pista que enlaza con la M951. Rodamos tranquilos por esta carretera abierta al tráfico porque apenas circulan coches. Dos o tres nos adelantaron. Pasamos junto al Safari y nos asomamos para ver un grupo de ciervos. Volvemos a la carretera y comienza la primera cuesta con cierta entidad, la que nos llevará hasta la puerta de la finca de El Rincón de los Canchos, con unas vistas impresionantes sobre la presa de Picadas. Como suele ser habitual, Miguel sube a buen ritmo y Sergio y yo al que podemos. Vamos frescos, pero hay que guardar que queda mucho por subir.


Nos toca ahora descender unos 50 metros hasta el nivel de la presa por una carretera muy rota que nos hace extremar la precaución porque la bici quiere correr pero el firme está fatal. 


Cuando llegamos abajo, las vistas sobrecogen. 


Sigue soplando un viento incómodo. Ahora tenemos que recorrer la parte bonita de la Vía Verde del Alberche y al cambiar de dirección nos lo encontraríamos en contra. 


La Vía Verde del Alberche se extiende desde San Martín de Valdeiglesias hasta la presa de Picadas. Como es habitual en las vías verdes, es un trazado plano con firme en relativo buen estado (el de esta no está especialmente cuidado) y apto para todos los públicos. 


Uno de los puntos más divertidos, sobre todo para los pequeños, es un túnel que atraviesa la pared de roca y que puede atravesarse sin luces, pero con cuidado porque hay muchas piedras en el suelo. Hay camino alternativo por fuera, por si tenemos miedo a la oscuridad.


Al transcurrir junto al embalse, la pista ofrece unas vistas bonitas y merece la pena conocerlo. Nos cruzamos con muchos grupos de ciclistas y senderistas a los que despedimos con un cordial saludo a nuestro paso... pero, como siempre hay tontos, un ciclista que se ve que quería batir el récord del mundo de los 5 kilómetros por vía verde nos advierte al cruzarnos que hay un grupo de senderistas "gilipollas" que van a su bola ocupando todo el ancho de la pista. Ya antes de alcanzar a dicho grupo le afeamos la actitud al ciclista maleducado (entre nosotros, digo, porque el ciclista iba rapidísimo y segundos después de pasarnos ya debía de estar en la presa) y cuando nos llega el momento de cruzarnos con ellos, bajamos el ritmo, saludamos, y continuamos nuestro recorrido sin incidentes de ninguna clase. Bastante mala fama tenemos los ciclistas de montaña como para encima echar más leña al fuego. ¡Siendo además que rodamos por una vía verde abierta a todo tipo de usuarios!

Recorremos unos seis kilómetros hasta casi llegar a la carretera de los pantanos, la M501, giramos a la izquierda para pasar junto a la depuradora de Picadas...y comienza el infierno. Nos toca remontar casi 200 metros de desnivel en apenas 2,5 kilómetros por una pista de asfalto, por el llamado Cordel del Puente de San Juan, que se va endureciendo a medida que pasan los metros. Una pared en toda regla con rampas prolongadas del 10%. 

Lo paso mal porque no se termina nunca y me duele el culo. Llevamos mucho rato sentados sobre el sillín. No habiendo pasado desde hace muchos kilómetros por ningún sendero de bajada que nos haya hecho levantarnos del sillín. Juego con los piñones para poder levantarme a ratos, pero enseguida me canso y tengo que volver a sentarme. 

Pero a base de cabezonería Sergio y yo conseguimos llegar arriba con satisfacción, donde nos espera Miguel. Hacemos un descansito y aprovechamos para comer algo. Yo me tomo un gel y media barrita, que buena falta me van a hacer.


Ahora viene un tramo de descenso por pista que da hasta rabia. Después de tanto subir da un poco de pena bajar tan rápido y con tan poco disfrute. Llegamos a una laguna y como está todo tan lleno de agua cruzamos el camino de milagro sin tener que mojarnos. Hace un par de semanas seguro que el agua lo cubría. Y vuelta a subir... al menos la pista es cómoda. Vamos viendo la loma que tenemos que remontar porque el pueblo está al otro lado y parece que está altísima. Toca seguir sufriendo. Vemos una recta infinita y con una pendiente muy a tener en cuenta. Y al fondo una familia paseando. Posiblemente cuando les alcancemos a los niños les haya salido ya bigote. Pero de nuevo haciendo un gran alarde de cabezonería, llegamos arriba. Al punto más alto de la ruta, desde donde espero ver el pueblo...pero no. 


Bajamos muy rápido por la misma pista por la que hemos estado subiendo y de milagro no nos pasamos el giro a la izquierda que nos pone mirando para arriba otra vez. En fin, parece que es el día de subir como tontos. Pero el gel que me tomé un buen rato antes me hace efecto y subo alegre. Más aún sabiendo que la ruta estaba llegando a su fin y que lo que restaba era 5 o 6 kilómetros de descenso.

Y no defraudó. No era por sendero sino por camino, pero estaba tan plagado de piedras que no era posible despistarse ni un momento. Tan exigente era que Sergio en un momento dado se hizo daño en el tobillo al doblársele el pie para arriba mas de lo aconsejado por la OMS. Pudo continuar la ruta aunque un poco dolorido.


Y como quien no quiere la cosa al remontar un pequeño repecho apareció el pueblo con la promesa de un buen avituallamiento en la plaza. 


Así que concluimos el descenso con mucho talento y rodamos por las calles de Villa del Prado con el ansia viva. Llegamos a la plaza y fue como cuando el típico que se pierde en el desierto llega a un oasis: el éxtasis. Muy bonita la plaza y muy ricas las tapas de callos a la madrileña y de higaditos encebollados que nos pusieron que supieron a gloria junto a unas jarras de cerveza en la terraza al sol tras el esfuerzo de la ruta.


Yo que quería hacer una ruta tranquila físicamente y resulta que Strava marcaba al final 646 metros de desnivel positivo concentrados fundamentalmente en 10 kilómetros. Tócate las pelotas. Pero mereció la pena, una vez más, madrugar para disfrutar de este deporte en buena compañía que tantas satisfacciones nos depara. Tenemos que hacernos mirar los ciclistas esto de que pasarlas tan putas al final nos salga a cuenta. No es normal. A ver qué nos depara la ruta del próximo fin de semana. Será otra ruta "tranquila", seguro.